Partida Rol por web

Kassmal asomó su cabeza por encima de las escaleras y pudo ver lo que os esperaba, y así os lo comunicó.

Este piso hexagonal superior sin ventanas es tan oscuro y deprimente como un dungeon subterráneo. Hay varios hombres lagarto demacrados, escuálidos y exhaustos encadenados a las paredes. Un agujero se abre en el suelo cerca de la pared, y no se sabe si el suelo de los alrededores es sólido.

Frente a las escaleras, una criatura bípeda con cabeza y larga cola de un cocodrilo unida a un cuerpo musculoso. Unas gruesas escamas lo cubren, y son especialmente densas en su espalda y cola. Sus brazos terminan en poderosas garras, y su boca está llena de afilados dientes. Os está esperando, ha mirado directamente a los ojos a Kassmal.

Tus ojos te permitieron reconocer a los hombres lagartos encarcelados. Una es la pareja de tu líder Kessessek, Ashala. Otro de ellos es el anterior jefe de la tribu del diente afilado, Gazhan. Los otros tres pertenecen a la guardia de Gazhan. Por suerte, y con diferencia de los demás hombres lagartos que te habías encontrados, éstos parecían que no habían sucumbido a lo que les estuviera pasando a los demás.

Kassmal estaba manteniendo una terible lucha para no ceder a sus instintos y abalanzarse directamente sobre aquel reptiliano. La visión de Assahla y Gazhan, la pareja de su propio líder y al jefe de los diente afilado, así sometidos era casi más de lo que el guerrero podía soportar.

Kassmal se bebió otra poción de las suyas y habló a la criatura en draconico:

-ഈ ആളുകളുമായി എന്തു ചെയ്യാൻ പോകുന്നു?

Que pretendes hacer con esta gente?

La situación no era la ideal, tendrían que ir entrando para poder combatir contra aquel nuevo enemigo. 

Las palabras de Kassmal a la criatura fueron estas:

¿Que pretendes hacer con esta gente?
 

Las palabras de Kassmal sólo consiguieron que la criatura enseñara los dientes, sin emitir ningún tipo de sonido.

Adam sube detrás de Kassmal. En cuanto está en el piso superior, manteniendo la vista fija en la criatura, da unos pasos hacia algunos de los hombres-lagarto prisioneros. La estrategia del guerrero es desviar la atención de la criatura para que el resto lo tengan más fácil para subir y rodearle.

Kassmal cedió a sus instintos asesinos y cargó contra el gigantesco reptil. Las púas del escudo se incrustaron con violencia en el cuerpo de la criatura y Kassmal utilizó todo el peso de su cuerpo y su armadura para tratar de derribarlo. Debido al tamaño de su rival sería toda una proeza conseguirlo pero el lagarto estaba preso de la furia y era todo confianza.

-WROOOAAARGH!! 

Aguardad, esto no me gusta.

El pícaro ya había visto aqul tipo de imágenes. Que aquella criatura no emitiera sonido alguno le olía a trampa, y aquel terreno le hacía sospechar un poco más. Era difícil detener al impetuoso Kass pero esperaba no llegar yarde.

Por primera vez en su vida, comenzaba a sentirse agotado por librar batallas, ir tras criaturas monstruosas y zafarse de la muerte en varias ocasiones. Su cuerpo notaba el paso de los días y en ese momento en el que debía seguir demostrando valor, se quedó petrificado, estando en guardia, pero sin atacar. Fueron unos segundos que parecían no tener fin.

Sobrevivir, debo sobrevivir, nada más - se decía como si estuviese algo perturbado.

Veía a sus compañeros, pero se quedó bloqueado, algo inusual para alguien como él. Sus ojos estaban abiertos de par en par, demasiado abiertos, yendo de izquierda a derecha, de derecha a izquierda.

Esto no puede ser el fin - pensó mientras hincaba las rodillas.

En el momento en el que Kassmal tocó el suelo de la torre, la criatura alargó su cuello y sus terribles fauces se abrieron. La sombra de sus colmillos eclipsaron el ataque de Kassmal, que buscando cargar contra él, no vio el peligro que se le venía encima. La criatura apretó con dureza sus colmillos sobre la piel del hombre lagarto, que esta vez no le protegió. Pero no sólo le hizo empezar a sangrar, si no que la criatura consiguió detener su carga, y apretar, mientras que Kassmal tendría que luchar para liberarse de la presa.

Mientras la criatura estaba distraída comiéndose a Kassmal, Adam decidió entrar y acercarse a uno de los hombres lagartos prisioneros, que le miraba con ansia.

Mierda, no. Vamos hay que ayudarle.

El semielfo apuntó a la criatura con el arco y dejó que la flecha volara a su objetivo.

Fue puro instinto. Al ver en apuros a Kassmal, en dos segundos estaba tensando su arco y disparando una de sus flechas a aquella criatura que le atacó, mordiendo con sus dientes en la piel de su compañero de batallas.

Si era la mejor manera de ayudarle, así lo haría. Solo cabía esperar que esa flecha hiciese bien su trabajo.

El gesto de Askabal no indicaba nada bueno.

Yandrak observó el tamaño de la criatura y también vio que si se acercaba demasiado a ella corría el riesgo de terminar como su compañero. Así que decidió que antes de lanzarse a proteger a Kassmal debía empezar por protegerse así mismo. Afortunadamente el conjuro anterior aún debía seguir durándole, por lo que prefirió acercarse a Askabal, quedarse junto a él y lanzarse un conjuro de protección. Después se iría junto a Kassmal y haría todo lo posible por cerrar esas heridas que tan mala pinta tenían.