Partida Rol por web

Tras saludar a mi contrincante comencé a guardar las piezas mientras repasaba mentalmente las jugadas clave. Es cierto que estaba muy lejos de haber sido una buena partida y encima no tenía ninguna excusa de peso con la que escudarme.

Al terminar me acerqué hasta una distancia prudencial de Alice. Por nada del mundo quería molestar así que me mantuve alejado contemplando las jugadas. Durante la partida intercambié algunas miradas breves con Alphard pero la mayor parte del tiempo me concentré en el tablero y en las jugadas. Apenas miré a Riddle a la cara no fuera a ser que me pillara mirándole. Tampoco es que pensase que pudiera hacerme legeremancia pero no estaba de más ser precavido.

Seguí la partida con interés, frunciendo el ceño de cuando en cuando al oir los comentarios que Tom le hacía a Alice. Quise gritarle que no aceptara cuando le propuso ir al partido de quidditch pero, evidentemente, me quedé callado con el rostro inexpresivo.

Sentí como me relajaba un tanto cuando acabó la partida con la victoria de Alice pero, ahí escondida, me quedaba una pequeña duda acerca de lo que podría hacer Tom por haber perdido.

No creo que llegue a tomar represalias por esto.

Pero de pronto un comentario me hizo olvidarme de eso y centrar mi atención en la conversación. Me moría de ganas de discutir la partida con mis dos compañeros pero al oir que tenía un "compromiso ineludible" con alguien me puse alerta.

Mentiría si dijese que no tenía miedo pero era una oportunidad única para intentar averiguar con quien se reuniría así que, con un leve gesto a Alice y Alphard haciendo ver que ya hablaríamos, esperé diez segundos y salí detrás de Tom Riddle cuando éste abandonó el club de ajedrez.

Casi siempre uno se imagina que seguir a alguien es una maniobra en la que, vestido con sombrero, gabardina y gafas de sol, vas escondiéndote de la otra persona en cada esquina y cada recoveco. Pero nada más lejos de la realidad. Haciendo eso lo más probable es que te pillen. Y yo no estaba dispuesto a jugarme el cuello y ser el próximo sacrificio si podía evitarlo.

Me dediqué a salir de la sala de ajedrez de manera despreocupada, como si, simplemente, me dirigiese al mismo sitio que Tom. Por supuesto que intentaba que no me viese pero, si por alguna casualidad lo hacía, no vería más que otro alumno que recorría los pasillos del colegio.

Claro que decirlo y hacerlo es muy diferente. Sentía mi corazón latir frenéticamente mientras una parte de mí aún me preguntaba qué demonios estaba haciendo. Decidí que continuaría hasta descubrir algo o hasta que no me quedase más remedio que abandonar la persecución.

Desde luego no voy a meterme en el cuarto de baño con él.

El Slytherin si aún sigue afectado por su derrota no lo demuestra en absoluto. Avanza por corredores y salas con el porte inherentemente atractivo y orgulloso que le caracteriza, sin detenerse. Algunos alumnos de su casa le saludan, a lo que el responde con un gesto rápido sin detenerse.

No tardas mucho en darte cuenta de que os dirigís a las mazmorras. Allí la cantidad de gente es menor, mayormente alumnos de Slytherin, y te das cuenta de que pronto tu presencia destacará demasiado como para seguir tu plan sin ponerte en evidencia.

Pero entonces toma un pasillo lateral en lugar de adentrarse mas profundamente. Es un pasillo surcado de columnas e iluminado con unas antorchas que apenas cumplen su función, arrojando profundas sombras que ocultan a Riddle casi tan bien como un hechizo. A duras penas distingues el corredor por el que está a punto de esfumarse.

Y entonces lo oyes. Hay alguien más con él, cuya voz reconoces en unos instantes; Dietrich.

No, no es el mismo hechizo, en la sección de Notas puedes ver los efectos que tiene. Para poder oír bien solo te queda el recurso muggle de afinar la oreja xD (tirada de Percepción + Atención).

Al principio te cuesta entender las voces de lo bajo que hablan, pero no tardas en acostumbrarte:

-...no creo que tengamos problemas con él. Es solo un crío, pero parece decidido a hacerlo.-se hace una pequeña pausa, como si estuviese pensando.- No dudo de vos, milord, pero quizás sería mejor dejar esa misión en manos más expertas...-titubea al final de la frase. Parece asustado.

-¿Manos como las tuyas, Dietrich? -se ríe con una voz que te provoca escalofríos.- Me temo que la gente se daría cuenta si mi fiel amigo desapareciese en un día tan señalado. No. Lo haremos exactamente como te he dicho. Ese niño puede escabullirse sin ser visto y nadie le relacionará conmigo si los planes se tuercen. Piensa con esa cabecita, mi estimado Dietrich. Sabes que el profesor Dumbledore tiene un ojo puesto en mí, en ti y en los demás, necesitamos alguien nuevo para terminar con este asunto de una vez.

El joven Lestrange traga saliva tan fuerte que puedes oírlo desde tu escondite. Al parecer la conversación ha acabado, pero Riddle vuelve a hablar.

-¿Tienes el paquete, verdad?

-Por supuesto milord -se apresura a afirmar- está a buen recaudo, en lugar seguro. De veras siento la tardanza, no ha sido fácil conseguirlo y si mi padre se enterase de esto...

Es increíble como Dietrich, el orgulloso Lestrange, que tanto se pavonea de su posición y de su familia, puede estar humillándose de esta manera ante otro mago, aunque sea el primero de su curso. Más parece la conversación de un criado con su amo que un intercambio entre dos amigos.

-Tranquilízate querido Dietrich- contesta con una voz conciliadora- Si lo hiciste tal como dije nadie tiene porque enterarse, ni siquiera tu padre. Se cuantos esfuerzos has puesto en esta tarea y te aseguro que serás debidamente recompensado. Guárdalo hasta el día del partido y se cuidadoso. No seré yo el que te proteja si te descubren.

Acto seguido el ondear de las capas y las pisadas indican que la reunión ha acabado y que se dirigen rápidamente hacia tu posición. No tienes mucho tiempo, tendrás que confiar en poder ocultarte en las sombras o ser descubierto... 

Conforme Tom hablaba con Dietrich mi cara se iba poniendo más y más blanca. Tragué saliva y me dije que ya había escuchado más que suficiente pero antes de que pudiera salir de allí la conversación cesó y escuché pasos que se dirigían hacia mí.

Mierda, mierda, mierda.

Me pegué a la pared y me agaché tanto como pude. Por lo menos si me descubrían podría disimular haciendo que me abrochaba los cordones. Hasta mantuve la mirada hacia el suelo por si el blanco de mis ojos se destacaba en la oscuridad.

Afortunadamente los pasos pasaron de largo. No obstante permanecí quieto y en silencio durante un minuto por si las moscas. Cuando me atreví a moverme de nuevo no había nadie más allí.

Me dirigí hacia territorio seguro encaminándome hacia la torre de Ravenclaw y me permití respirar con tranquilidad por primera vez desde que salí del Club de Ajedrez.

FIN DE ESCENA