Partida Rol por web

Dio la hora y en el aula sólo se encontraban Maebh, Jarek, Roxane, Eugene, Jason y Lizbeth, muchos menos de los que deberían hallarse ocupando las sillas. El pequeño profesor Flitwick, jefe de la casa Ravenclaw, no paraba de pasar una mirada desconcertada por las sillas vacías.

- ¿Cómo es que faltan tantos de vuestros compañeros? - preguntó finalmente, justo en el momento en el que la puerta se abría para dejar paso a Troy y a Violet, que a pesar de tener un apósito en la sien y una amplia zona alrededor tiñéndose de morado por el golpe, parecía encontrarse mucho mejor.

- Venimos de la enfermería - respondió escuetamente, poco dispuesta a dar más explicaciones de forma pública. Estaba claro que a Violet no le gustaba exponerse.

- Ha habido un accidente en la clase de Transformaciones y varios de nuestros compañeros se han visto comprometidos - terminó por explicar Eugene Simon con su serio tono infantil.

- No podemos esperar eternamente - el hombrecillo no parecía demasiado molesto por la ausencia de tantos alumnos pero tampoco parecía dispuesto a seguir esperando a que la clase empezara -. Lo que vamos a hacer hoy en clase es muy sencillo y os ayudará a familiarizaros con la varita. Para empezar vamos a realizar un encantamiento extremadamente fácil pero muy útil. Atended. Lumos - al decir esta palabra y hacer un giro de muñeca la punta de su varita se iluminó en una brillante luz que resultaba casi cegadora si se la miraba fijamente -. Éste es más complicado y posiblemente necesitéis de varios intentos hasta que os salga, no os preocupéis - mientras hablaba el profesor Flitwick, subido encima de la silla para hacerse ver, había señalado una esponjosa pluma que había sobre su mesa con la varita -. ¡Wingardium Leviosa! - al mencionar las palabras acompañadas de un gracioso movimiento de su varita, la pluma se elevó en el aire y se quedó allí, dirigida por la punta de la varita -. Si lo lográis, quiero que intentéis dirigirlas hasta esas cajas de ahí - su propia pluma voló con elegancia hasta el lugar señalado, donde finalmente cayó ante una leve sacudida de la varita -. No desesperéis, es muy probable que esto último no os salga pero es bueno que intentéis forzaros. Podéis empezar.

De nuevo los grandes lagrimones volvían a bañar la ridícula y regordeta cara de Stacy. Joy la conocía bien como para saber que aquel era el único modo que la niña conocía para afrontar todas las situaciones de su vida.

- No he conocido a nadie, creo que no hay más alumnos de primero en mi casa - sorbió por la nariz sin ninguna delicadeza. Por lo menos había logrado no vomitar -. ¿Qué tal los slytherin? Parecen todos muy serios, tú eres mucho más maja...

Justo en aquel momento la puerta del baño de abrió, dejando pasar a Caliope y a Megan.

Lizbeth se sentó en una de las mesas de la última fila, sin mirar a ninguno de sus compañeros ni hablar con nadie. Tampoco contestó al profesor ninguna de sus preguntas. Ya había alumnos mucho más sociables haciéndolo por ella. ¿Para qué meter la pata? Escuchó las instrucciones en silencio, poniéndose algo nerviosa al darse cuenta de lo difícil que podían llegar a ser los encantamientos que les habían mandado.

Cuando el pequeño profesor terminó de dar las instrucciones, la niña cerró los ojos intentando memorizarlas en el mismo orden. Completó el Lumos al instante. Se sintió contenta por ello, aunque sabía que era un encantamiento demasiado sencillo como para ni siquiera fallarlo.

Llegaba el turno del primer Wingardium. Solo tenía que hacer flotar la pluma. ¿Qué podía salir mal? Pero estábamos hablando de Lizbeth... tratándose de ella, todo podía salir mal.

Tal y como habían acordado se separaron para ir al baño. Cuando Caliope y Megan entraron se encontraron con que Joy y Stacy estaban ahí, hablando, la segunda con el rostro surcado por las lágrimas y una expresión temerosa. La niña las miró brevemente antes de darse cuenta de que debería haberlas saludado.

- Oh, ah, hola -¿Debería presentarse? No se habían presentado, ¿sería grosero que ella lo hiciera? ¿O acaso lo sería que no lo hiciera? Estaba echa un mar de dudas sobre si sería apropiado o no pero al final se decidió por hacerlo, sin que las lagrimas parecieran avergonzarla en modo alguno -. Me llamo Stacy, soy amiga de Joy - dio por supuesto que conocían a Joy. ¿Cómo no? todo el mundo conocía a Joy. Su amiga era demasiado genial como para que no la conocieran. Fue entonces cuando un gesto casual hizo que su reloj quedara al descubierto -. ¡Ala! ¡Pero si ya pasan casi diez minutos del inicio de la clase!

Se separaron tal y como habían acordado, acabando ambos en el baño de chicos, un lugar limpio según los baremos de Erik pero repleto de gérmenes y agentes contaminantes para alguien mucho más escrupuloso como era el caso de Alexander. ¡Uno de los grifos goteaba cada cuatro coma nueve segundos! Y había un minúsculo trozo de papel higiénico del tamaño de su pulgar tirado en el suelo, por no hablar de que cada puerta tenía pintadas en letras negras brillantes diferentes frases, todas del mismo puño y letra "Quejicus estuvo aquí""Huid de su pelo grasiento""Ayer llovía y utilicé su nariz de paraguas""¿Quién se parece a un murciélago, su piel es color leche agria y va a tener caca de doxy en su cara después de comer?".

No tuvieron demasiado tiempo para discutir sobre la higiene del lugar o sobre el arte en las puertas de los retretes porque en aquel momento un rápido vistazo al reloj de muñeca de Erik le desveló que pasaban diez minutos de la hora en la que se suponía que empezaba la clase.

Troy, que llevaba las cosas de él, de Violet y de Megan, se había limitado a caminar al lado de su hermana mirando hacia el frente  y sin responder al comentario de su gemela con respecto a Megan, como si hiciera caso omiso a sus palabras aunque en el fondo las tenía en cuenta. ¿De todas maneras a qué se refería con de estropearla? ¡Ni que él fuera estropeando cosas!

Entraron en el aula casi vacía y se quedó extrañado por la poca gente que había. Se dirigió primero a Jarek porque no le había dado tiempo a responderle las preguntas:

- Gracias por preguntar antes. Violet está bien. Es mucho más fuerte de lo que puede parecer.- como no quería dejar a Violet de nuevo sola o con ese pesado de Weir, se sentó junto a ella, dejando en el asiento de al lado las cosas de Megan- Vamos a por la siguiente clase.

Lo primero era un lumos, algo que a Troy le parecía bastante útil. ¡Fuera las linternas muggles! Una varita era totalmente multiusos. Agitó como debía hacerlo y la varita se encendió por la punta al mismo tiempo que la de Lizbeth a quien no tardó en felicitar:

- ¡Buen trabajo!

Y después lo más complicado: hacer levitar la pluma. Se fijó muchísimo en los movimientos, acordándose de que era una de las principales reglas para un buen mago según su madre y Agnes. Lo memorizó cerrando los ojos con fuerza; segundos más tarde intentaba realizar el encantamiento con total concentración:

- ¡Wingardium leviosa!- y la pluma se elevó de forma elegante en el aire. ¡Qué fácil! Aún concentrado la dirigió lenta y tranquilamente hacia la caja.

Y... ¡conseguido!

- Y tú decías que yo estropeo cosas...- le comentó a su hermana, sonriendo con un orgullo y una felicidad mal disimuladas.

-Sí, ese mismo. -Asentí con una sonrisa a la pregunta de Roxane-. Veo que ya le conoces.

Tampoco era algo extraño ya que Niall era el prefecto y, seguramente, el encargado de acompañar a los de primero. Seguimos caminando, charlando de varias cosas mientras nos dirigíamos a la siguiente clase que, para mi sorpresa, estaba casi vacía, aunque después del desastre de la clase anterior seguro que más de uno se perdería encantamientos. Lo que sí me extrañó fue no encontrar aún a Joy, ¿dónde se habría metido?

Me senté en una de las primeras mesas para atender mejor la explicación del profesor Flitwick. Lo que hacía no parecía muy difícil pero otra cosa muy distinta sería intentarlo y que me saliera. Esperaba que esta clase se me diera mucho mejor que la anterior.

El primer encantamiento era bastante sencillo y muy útil, sobre todo si alguna vez teníamos que recorrer alguno de los pasillos del castillo a oscuras.

-Lumos.

Mi varita emitió una luz que, aunque no era tan brillante como la del profesor, sí resultaba bastante intensa. Probé entonces el movimiento de muñeca que nos había enseñado antes de decidirme a realizar el segundo hechizo. Levitar cosas también podía resultar útil, así que me esforcé en repetir paso por paso cada movimiento, intentando darle la misma delicadeza que había visto en el profesor así como marcar las sílabas correctas en el momento adecuado.

-¡Wingardium Leviosa!

Comprobé orgullosa como la pluma se elevaba con elegancia y, no sólo se elevaba sino que también, después de un ligero movimiento de varita, se dirigía segura hacia las cajas donde cayó con delicadeza. Sí, esta vez la clase había ido muchísimo mejor.

Megan y yo llegamos al baño de chicas, manchadas por aquellos trozos de rata explosiva y por la sangre que habiamos limpiado a Alexander. Abri la puerta, con cierta urgencia, con una sonrisa en los labios, a pesar de todo, contenta porque finalmente todos parecian estar mas o menos bien.

Hasta que entre en el baño, y vi a aquella chica llorando- ¡Hola! - dije, mientras mi pelo volvia a tornarse inevitablemente marron, reflejo de la preocupacion que habian provocado en mi aquellas lagrimas. Yo era asi, incapaz de ver a alguien sufrir sin conmoverme por dentro. Me acerque rapidamente a la chica, observandola con gesto preocupado- Yo soy Caliope... Y ellas es Megan... Encantada... ¿Estas bien?  -le pregunte, mirando tambien a la otra chica que estaba con ella, con un gesto interrogante, sin saber muy bien por qué estaban alli ni por qué Stacy estaba llorando.

Todo era muy extraño. Y es que, a pesar de todo, Stacy no parecia demasiado preocupada o afectada, para estar llorando. De hecho...¡Hasta se habia acordado de la clase! ¡La clase! ¡Llegabamos tarde!

Mi pelo se volvio de repente rojo chillon, en una señal de alerta, y me giré hacia las demas chicas, con un gesto de urgencia- ¡Chicas, la clase! ¡Tenemos que darnos prisa! - exclame, dandome prisa por limpiarme un poco, dispuesta a irme de alli en cuanto me asegurara de que Stacy estaba bien- ¡Vamos, o no llegaremos!

Aquello sí que era sorprendente, no había más alumnos de Hufflepuff en primero. La verdad era que Joy sentía pena por su amiga, sabía lo dependiente que era y no tener alguien con quien desahogarse sería difícil para ella, sobre todo ahora que su familia tal vez le diera la espalda por haber acabado en esa casa. Suponía que le tocaría a ella ser su paño de lágrimas, aunque pensándolo bien, tal vez aquello conseguía que la chica fuese más independiente.

No te preocupes, Stacy. Dijo Joy, con las voz más dulce que podía usar. Seguro que hacemos amigos muy rápido. Te presentaré a Jarek si quieres, es muy educado y atento. Te caerá bien. Vio por el rabillo del ojo a las dos chicas que habían entrado en el baño. Había coincidido con ellas en la tienda de varitas. Encantada.

Asintió a la chica con el color de pelo cambiante, indicándole que estaba todo controlado. Que bicho más raro. Acercó a Stacy al baño y le limpió la sangre por encima con un poco de papel higiénico y agua. No podía hacer mucho más por su amiga.

Ya está. No deberíamos retrasarnos más. Dijo, cogiendo de la mano a su amiga para dirigirse hacia la siguiente clase. Ya había empezado... Llegarían tarde. Sus padres estarían disgustados.

Jarek comprobó como las dos chicas comenzaban a hablar mientras empezaban a caminar en dirección a la siguiente clase y, dado que Simon no entabló conversación, se sumió en un silencio observador. No perdió detalle del camino seguido, ni de las escaleras móviles, ni de la conversación de las dos chicas por si era menester intervenir.

Llegaron a su destino y cuando traspasaron las puertas pudo ver que solo había dos personas en la clase -La chica que ha salido rápidamente- recordó el joven -estaría ansiosa por comenzar... o deseosa de alejarse del circo que se había montado- y un chico que la acompañaba. No había ni rastro de Joy y Jarek supuso que la limpieza y acondicionamiento de su peinado le estaría llevando mas tiempo del esperado. Siguió a Maebh hasta la parte delantera de la clase y se sentó en una mesa a su lado en espera de la llegada de todos, o del comienzo de la clase, lo que fuese primero.

Justo cuando el profesor preguntó se abrió la puerta y entró Troy con su hermana, Jarek se giró desde su posición en las primeras filas y se dió cuenta que la chica lucía un vendaje en la cabeza y por los costados del mismo podía verse la piel cogiendo un tono morado. Simon contestó a la pregunta del profesor de modo impecable y el joven Cerny atendió a las palabras del gryffindor y asintió en conformidad al saber que la ravenclaw estaba bien.

- Me alegro que no haya sido nada grave. - susurró de vuelta pues ya el profesor daba por comenzada la clase.

Siguió atentamente las indicaciones del hombrecillo y cuando acabó de explicar los hechizos que debían realizar se preparó para hacerlos. Vió como las varitas de sus compañeros comenzaban a iluminarse e hizo lo propio con la suya. La varita empezó a brillar con una luz brillante que hizo que entrecerrara los ojos -Bien, de momento todo bien- pensó con un poco de preocupación, a pesar de creer que el fallo de la anterior clase no se debía solamente a su actuación no las tenía todas consigo, y mas sabiendo lo rara que era su varita.

Se preparó para el siguiente -El difícil...- realizó los movimientos adecuados, o eso le pareció a él, y pronunció las palabras oídas.

- Wingarlium Leviosa.

Llego junto a Alexander, pero a cierta distancia de él para no agobiarle con su espacio vital, y abro el grifo para limpiarme los trocitos de rata que se me habían pegado en la ropa al levantar a Alexander. Aprovecho para limpiar también mis gafas y al ir a secarme las manos, lo que veo en mi muñeca me preocupa. Miro a Alexander, agobiado. 

- ¿Te queda mucho? Vamos a llegar tarde a clase. - Era la primera clase de esa asignatura y no quería quedar mal delante del profesor o profesora. Eso sin contar que si llegábamos tarde no me iba a enterar de lo que nos contaran y tendría que preguntar a los demás. Seguro que me llamaban preguntón y empezaban a meterse conmigo como habían hecho en el otro colegio. 

De forma automática, los ojos del chaval pasaron por todo el lavabo, caminando por él en silencio inmutable. Cual inspector de sanidad, de verdad. Era como si se hubiera transformado de repente, escudriñando los lugares más insospechados, como una suegra evaluando a su nuera.

Miraba debajo de los lavabos. Detrás del retrete. En la junta entre baldosas. En la unión del grifo con la cerámica. ¡Maldición, incluso en las ventanas! Todo era motivo de estudio. - Deberíamos hablar con el Director. - Acabó por decir, con cierta preocupación no velada a Erik, como si aquello se tratara de un asunto muy, pero que muy serio. ¡Cómo no serlo! ¡Aquello estaba hecho una autentica pocilga! No pasaba nada, ahora solo existía una prioridad, su propia higiene personal.

Lo primero era su espacio vital. Valoró positivamente que Erik me deje mi espacio vital mínimo. Y es que había que tenerlo todo en cuenta. Nivel de luz, de humedad, espacio vital, espacio mínimo, higiene, privacidad.

Privacidad.

Y como si de un cuerpo de operaciones especiales, se puso en marcha. Lo primero que hizo es acercarse a la puerta, sacando de la mochila una cuña de madera, dejándola caer al suelo, y pateándola contra la puerta para que no pudiera abrirse. Misión cumplida. Privacidad conseguida.

De la mochila también saco ahora una tela de dos metros cuadrados, que extendió en el suelo en el lugar más seco y limpio que encontró en el lavabo, y siempre lejos de los retretes. A él le gustaban más los baños públicos de niñas -y no por las niñas, por favor- si no por que solían estar más limpios.

Eso de tener que sentarse era un buen imperativo social para mantener limpio un lugar. Quizás obligara a Erik a hacerlo a través de un anexo en su contrato de compañeros de habitación. Así se aseguraba de que jamás mancharía nada. Él ya se sentaba -siempre y cuando fuera su retrete, por supuesto- para evitar estas cosas.

Bueno, la cuestión está en que se quita los zapatos y se sube a la tela que había puesto, como si de una tarima se tratara. - ¿Podrías darte la vuelta? Me da vergüenza. - Le explicó sin problemas ninguno. Y una vez accediera -lo estaría vigilando por si intentaba darse la vuelta o usar el reflejo de los cristales para mirar- se quitó toda la ropa exceptuando los calzoncillos y los calcetines. Y de la mochila sacó -y esto es lo peor de todo- una muda completa que uso para cambiarse totalmente, solo para acabar calzándose, poniéndose un solo guante -que usaría para abrir el grifo- y tras quitárselo, lavarse a consciencia manos, cara y pelo.

Aun más, el pobre acabó por volver a su mochila, recogiéndolo todo y metiendo todo lo "contaminado" en una segunda bolsa de tela, metiéndole esta dentro de la mochila y sacando, en última instancia, desinfectante. Era alcohol 96º.

Se lavó las manos con él, así como la cara. - Lávate. - Acabó por decirle a Erik, preocupado por su higiene. Más bien, por los "bichitos" que pudiera llevar a su habitación si no lo hacía. Según el recordaba, no había olvidado nada. Vamos, ahora mismo estaba más limpio que la mayoría de chavales recién salidos de la ducha.

¡Y en un tiempo record!

- Cuanto me queda es una medida relativa respecto al tiempo disponible. ¿No podrías ser más especifico? - Le preguntó, pensando en si darle o no su mochila, ahora que contenía cosas sucias. No lo había incluido en el contrato. ¡Maldición, que suerte tenía Megan de tener un elfo doméstico para ella sola! Quizás le pediría que le mandara a su elfo doméstico que le llevara las cosas.

- Teniendo en cuenta la hora que es y la hora de inicio de las clases, ya llegamos tarde. Lo único que podría variar es como de tarde llegamos. - Se puso los guantes como última prenda, pero lo curioso era que eran otros guantes distintos a los usados inicialmente. Así que debía tener más de un juego de guantes.

Recogí la cuña de madera, guardándola en la mochila. - Vámonos ya. No me gusta este sitio. Esta sucio. Insisto en que deberíamos hablar con el Director, esto es preocupante. -

Un gusto - dijo tras ser presentada por Caliope, saludando agitando la mano.

Dudó si preguntarle a Stacy respecto a su mal humor, por lo que no se adhirió a la pregunta de la metamorfomaga junto a ella. Cuando ella se sentía mal prefería mantenerse alejada del resto y que nadie la hiciera hablar al respecto, así que considero mejor respetar la privacidad de la Slytherin. 

Aunque claro, con lo que había dicho Joy, ya quedaba bastante claro cual era el problema. Quizás podría intentar hablarle en alguna clase, o durante alguna cena o tiempo libre. Los amigos nunca estaban de sobra. ¡E incluso podría presentarle a Troy, así tendría aún más amigos! Seguro Troy estaría de acuerdo, era el niño más amable y amistoso que conocía. Por otra parte, no eran tantos los niños que conocía. 

Tomó un papel y lo humedeció con un poco de agua de la llave, para limpiarse los restos de suciedad de la falda y piernas rápidamente para poder volver a clases. Como sus compañeras bien habían destacado, iban bastante atrasadas ya.

Si, vamos... ¡No vayan a dejarnos fuera!

Flitwick estaba supervisando los hechizos de los alumnos asintiendo con la cabeza con gesto aprobatorio según los resultados que iba viendo. Troy y Maebh fueron especialmente elogiados cuando el hombrecillo vio pasar por delante de su rostro dos plumas volando en perfecta armonía y cayendo suavemente en la caja que él había colocado para tal función.

- ¡Maravilloso! ¡Diez puntos más para Slytherin y otros diez para Gryffindor! Me complace que haya alumnos tan prometedores este año - aquella era una dura comparación si se tenía en cuenta el resultado de la clase anterior, con escasos éxitos, pero lo cierto era que Encantamientos era, de lejos, más sencillo que Transformaciones, aunque eso no quería decir que no pudiera endurecerse en el futuro.

Fue entonces cuando la pluma de Lizbeth, temblando en el pupitre sin llegar a alzar el vuelo, sufrió un pequeño espasmo con el que perdió sus barbas* como un árbol pierde sus hojas en invierno. antes de que la niña pudiera hacer nada se encontró con una nueva pluma ante sí. Al subir la mirada Jason le sonreía, alzando los pulgares en señal de ánimo.

- Pruebe otra vez, señorita Moore, haga el movimiento de muñeca mucho más amplio, sin miedo.

Jarek, al igual que Lizbeth, también parecía experimentar problemas con el hechizo de levitación, sólo que en su caso, al igual que con la transformación del caracol, el resultado era un tanto más drástico. La pluma, en lugar de subir, estaba trazando dibujos sobre la mesa pero sin la delicadeza que uno esperaría de aquel blando material orgánico: el cálamo estaba abriendo surcos en la madera, haciendo saltar astillas.

- Curioso efecto - comentó la aguda vocecilla del profesor de Encantamientos al aparecer por su lado con sus andares un tanto bamboleantes -. Tendrá que andarse con cuidado con su poder, señor Cerny, está claro que tiene potencial y necesita controlarlo. Pruebe con gestos más suaves y no tan bruscos.

Justo en ese momento la puerta de la clase se abrió, interrumpiendo la actividad que reinaba en el aula.

Cuando la puerta del aula de Encantamientos se abrió nuevamente cerca de veinte minutos más tarde del inicio de la clase para dejar paso a Stacy, Joy, Megan, Caliope, Erik y Alexander, las plumas volaban por doquier en un blando y blanco espectáculo. Todos los demás alumnos de primero estaban ya ahí practicando lo que parecía ser una tarea más fácil y divertida que la de la clase de Transformaciones, incluso Violet se hallaba junto a su hermano, con un apósito sobre la piel morada de su sien, poniendo en práctica lo que el profesor de Encantamientos les había indicado.

El pequeño profesor Flitwick estaba en aquel momento paseándose entre los pupitres aconsejando a alguno de los alumnos cuando las insistentes miradas hacia la puerta hicieron que él mismo se girara para encontrarse cara a cara con los tardones.

- Pasad y tomad asiento, chicos - tenía voz chillona aunque curiosamente no parecía enfadado por el retraso -. Alguno de sus compañeros les explicará lo que estamos haciendo y lo que tienen que hacer. Eso sí, me temo que tendré que quitarles cinco puntos a cada uno por llegar tarde.

Jason había tomado asiento junto a Lizbeth en un confuso intento de animarla. Confuso porque había hecho alguna mueca en un pobre intento de hacerla reír, sin tener ni la más remota idea de cómo tratar a su amiga en esa situación. Al final se había limitado a sentarse a su lado y a mirarla por el rabillo del ojo de forma insistente, buscando en su amiga señales de mejora o incluso de un nuevo abatimiento.

Había sido un evidente alivio para él el inicio de clase. No es que sus resultados fueran demasiado exitosos pero lo cierto era que más o menos se apañaba. Aunque el lumos había sido un tanto parpadeante al inicio había terminado por encenderse.

- Parece una espada láser.

La zarandeó ante sí como si de una espada se tratara pero al ver que Lizbeth seguía practicando acabó por centrarse él también. Tuvo las mismas dificultades con el Wingardium que las que había experimentado Lizbeth, aunque sin un resultado tan visible. Simplemente la pluma se dedicó a pasear por la mesa sin alzar el vuelo como era deseable. Vio como la pluma de su amiga quedaba inservible de modo que le tendió la suya para que practicara.

- Prueba tú a ver si te sale mejor porque lo que soy yo...

Fue entonces cuando el profesor se acercó a darle indicaciones a Lizbeth y él tuvo que esperar a que la niña probara de levantarla en el aire por segunda vez, tras lo cuál le tocó el turno a él de probar de nuevo.

En el segundo intento la pluma se alzó con éxito aunque fue incapaz de dirigirla en la dirección deseada como otros de sus compañeros. Estaba bufando con exagerado fastidio en cuanto se abrió la puerta dando paso a sus compañeros.

- Que tíos, el primer día y haciendo novillos - comentó en alto con expresión risueña antes de tender su pluma hacia Lizbeth -. Toda tuya.

Violet había tomado asiento junto a su hermano nada más llegar aunque no sin antes dirigirle una tímida sonrisa a Jarek por preocuparse por ella. Su mirada había barrido de forma inmediata el aula, comprobando que apenas había nadie de su casa a excepción de Roxane, que estaba con el grupo de Slytherin.

- ¿No falta mucha gente? - le preguntó en un susurro bajo a su hermano.

No tuvo tiempo de decir mucho más pues pronto se encontraron practicando encantamientos, rodeados de plumas blancas. Esbozó una sonrisa sarcástica al ver a su hermano tan ufano de sí mismo tras su éxito con lo que le pasó la pluma bajo la nariz, intentando que estornudara.

- Estropeas las cosas, Troy, y será peor ahora que sabes hacerlas volar. Tú lo sabes, yo lo sé... Y Mamá estará contenta de que aún te queden unos años para poder hacer magia fuera del colegio.

Ella había estado haciendo los hechizos a la vez que su hermano y aunque no había tenido tanto éxito como Troy no podía quejarse con el resultado. Cierto era que se notaba a la legua que no estaba concentrada pues su mano iba de modo constante al apósito que tenía sobre la sien y a la piel ennegrecida en forma de telaraña que lo rodeaba. El hecho de que no le doliera por la poción que le había dado Pomfrey todavía lo hacía más extraño y eso la llevaba a querer comprobar de forma casi constante que seguía siendo así.

En aquel preciso momento la puerta se abrió para dar paso a sus compañeros, a los que miró con aquella seriedad suya tan habitual y en realidad tan poco representativa de su persona. Sin embargo se truncó al escuchar como el profesor les restaba puntos, quince en total a su casa. Esbozó una leve mueca de dolor que nada tenía que ver con el golpe aunque pronto recobró su expresión para girarse hacia los recién llegados y hacerles un tímido gesto para que se acercaran.

- Os lo puedo explicar yo, si queréis. El primer hechizo que se tiene que hacer es el lumos, hace que la varita brille como una linterna muggle - buscó un símil que los que no sabían de magia pudieran comprender, tras lo cual hizo una muestra, con la punta de su varita brillando de forma intensa -. Y luego tenéis que hacer un hechizo de levitación sobre una pluma - elevó la suya para mostrársela -. Tenéis que pronunciarlo con claridad y hacer este gesto con la varita, primero agitándola y acabando con un golpe seco. Wingardium leviosa - su voz surgió clara, haciendo que la pluma se elevara en el aire en la dirección señalada por su varita tras lo cuál terminó en una caja -. En principio sólo tenéis que elevarla en el aire, el profesor Flitwick dice que es pronto para que aprendamos a moverla pero que es mejor que empecemos a practicar y a forzarnos para aprender - concluyó, llevándose de nuevo la mano a la sien, tras lo cuál miró a Alexander -. ¿Cómo estás? Oí que te desmayabas pero no sé qué pasó.

Las barbas de la pluma cayeron al mismo ritmo que las casi inexistentes energías que le quedaban. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía ser tan mala? Le temblaban las piernas tanto que casi podía escuchar el chirrido de sus articulaciones. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para separar los ojos de la pluma, algo que enseguida lamentó. Lejos de ser una muestra de apoyo, la reacción de Jason solo la hundía más en la desesperación.

- Pruebe otra vez, señorita Moore

¿Por qué? No quería probar otra vez. No quería seguir con eso. Quería volver a su casa con su familia. Volver a ese estúpido barrio donde tantas personas horribles vivían. Sí, eran malas personas, pero ya lo sabía y ya no podían sorprenderle.

- Haga el movimiento de muñeca mucho más amplio, sin miedo.

Apretó los dientes con fuerza obligándose a contener un sollozo. Tendría que volver a intentarlo, no había opción. Si no, el profesor se pensaría que estaba siendo una rebelde, y eso haría que le detestara todavía más. ¿Podría llegar a ser más odiada allí que en su anterior vida? ¿Por qué nunca había barajado esa posibilidad?