Partida Rol por web

La sacerdotisa de Yeenoghu sintió como el acero mágico de Eralissa penetró su armadura y su carne, provocándole una herida que ésta vez no se cerró, una herida que le laceró la carne e hizo que empezara a sangrar, pero pese al susto inicial, no parecía preocupada por esa herida menor.

Trató de responder a Eralissa con un golpe de maza que solo golpeó al aire  entre las dos mujeres.

Los gnolls que quedaban con Karcos atacaron, uno contra el cazarrecompensas y otro contra Tirios. Las oxidadas y melladas hachas volaron por un instante al unísono para clavarse en sus enemigos, un verdadero golpe de suerte para los gnolls que a pesar de ser mayoría habían caído como moscas, sin a penas conseguir herir a nadie.

Tras ser herido nuevamente Karcos descargó un golpe vertical, de arriba a abajo, que seccionó al gnoll casi en dos partes separadas por una sanguinolienta línea roja, que dejaba ver huesos, músculos y vísceras. 

Me estoy haciendo viejo... - Dijo tocándose la herida de hacha, mientras el gnoll frente a él se retorcía moribundo en el suelo.

¡Maldita perra! ¡Estoy aquí! - bramó delante de la clériga gnoll. Le había hecho muy poca gracia que su golpe rebotase contra la endurecida piel de la criatura y, sin embargo, Eralissa lograse acertarle y herirla. Para enfurecerle aún más, la gnoll le había ignorado y había contratacado contra la mujer, haciendo caso omiso de su amenaza.

Eso le iba a costar caro. De nuevo intento cortarla en dos, con un tremendo hachazo de arriba a abajo. Y de nuevo sucedió lo mismo, atravesó su defensa, pero el arma de Norwan rebotó contra la piel de la gnoll.

¡Pero que demonios! ¡Tiene la piel más dura que cierta parte de mi cuerpo por las mañanas!

La hembra de gnoll es más dura de lo que parece, aunque tiene poco éxito al tratar de defenderse de sus dos atacantes. Norwan parece motivado, pero se le va la fuerza por la boca. Parece un buen guerrero, pero habla demasiado.

- Intenta flanquearla - dice intentando moverse hacia un costado mientras evita el ataque de su rival - yo me encargo de distraerla

Tiene poca fe en que aquel humano rebosante de testosterona le haga caso, pero son tácticas de combate básicas. Mientras busca una posición ventajosa, trata de ensartar de nuevo el corazón de la seguidora de Yeenoghu, y siente como su espada atraviesa su protección hasta atravesar piel y músculos. La estocada ha sido limpia y certera

Akeelah estaba sola y alejada de la acción principal, lo ideal para un mago, se mantuvo donde estaba y comenzó a recitar las palabras de un conjuro que siempre daba en el blanco. No tardaron mucho en salir dos proyectiles de pura fuerza desde su mano, que se acercaron a la clérigo Gnoll y le cayeron encima.

Con cierta pericia lanzó una estocada al último guerrero gnoll que quedaban en pié, atravesándole de costado a costado, atravesando los pulmones de aquel gnoll que caería muerto en cuestión de segundos, perdiendo la vida en un instante.

Malherida, la clérigo se revuelve tras recibir los proyectiles mágicos, que no pudo esquivar de  ninguna de las maneras, y descargó con fuerza, golpeando a Eralissa en la cabeza, propinándole un fuerte golpe contundente que laceró la cara.

Vas a morir maldita zorra. - Bramó en una perfecta lengua común.

Karcos cargó por la derecha sobre la clérigo, completando el flanco de Eralissa con una carga que por poco falla. El movimiento fue torpe, pero con el impulso de la carga consiguió impactar en la carne de la gnoll. Su espada de adamantina atravesó la armadura y cortó la piel, pero por algún motivo su piel se curó hasta casi cerrar la herida (-3pg).

Mierda, creo que resiste los golpes no mágicos... Tendremos que emplearnos a fondo.

Aquelah se acerco algo mas a aquel combate cerrado que libraban los guerreros,pero todavia estaba a cierta distancia del combate, donde no podian alcanzarla, haciendo unos simbolos y pronunciando unas palabras lanzo un conjuro, pero esta vez no era un fuego abrasador o proyctiles de pura energia, era algo que frustraria mucho mas a un guerrero, la intencion de Akeelah era cubrir el arma de la clerigo Gnoll de grasa para que esta no pudiera usarla en combate y se le escurriera de las manos.

El arma de la clérigo gnoll queda impregnada de una grasa arcana que hace que su arma, al prepararse para un nuevo ataque, se le escape de las manos.

Sus compañeros no podian verlo ya que estaban concentrados en el combate cuerpo a cuerpo, pero en el rostro de Akeelah se dibujo una ligera sonrisa de satisfaccion, al ver como La clerigo perdia su arma, ser incapaz de agarrar tu arma en medio de un combate tenia que ser frustrante para la gnoll, pero era tremendamente divertido para Akeelah.

Había fallado ya dos golpes contra aquella perra y estaba encolerizado. Había derramado solo la sangre de un gnoll, mientras sus compañeros habían dado cuenta de todos los demás. Tempus no estaría contento con su actuación. Aquella debía cambiar.

Pero no lo hizo. Norwan puso tanto impulso para golpear a la cara-perro que perdió el equilibrio en el ultimo momento y tuvo que apoyar el escudo en tierra para no caerse. Aquello era la gota que colmaba el vaso, era demasiado deshonroso para alguien con el ego de Norwam.

¡Tempus! Dame muerte ahora mismo si no estas complacido con tu sirviente. Prefiero perder la vida a fallar mis golpes. - gritó furioso.

El golpe en la cabeza está a punto de hacerle caer, pero finalmente consigue mantenerse en pie. Agitando la cabeza trata de sacudirse el aturdimiento, mientras con el rabillo del ojo ve como Karcos consigue golpear a la gnoll mientras su arma resbala extrañamente de sus manos. Motivada por la momentánea ventaja, ataca de nuevo al enemigo con el apoyo de su dios.

- Heioroneus, ayúdame a castigar a esta criatura maligna para que su alma se pudra en el infierno

La clérigo, muy malherida y desarmada opta por la magia para atacar a Eralissa, que había sido la única con la destreza suficiente para atacarle con un conjuro que le infligió una herida negruzca, que potenció castigando el bien que había en el interior de la muchacha.

Yeenoghu, te ofrezco este alma como sacrificio

Se levanto del suelo con el impulso de un salto, harto ya de tanto errar. Fijó sus ojos en la cabeza de la caraperra y descargó su hacha entre los ojos de su contrincante.

Finalmente la sangre de la gnoll manchó el filo de su hacha, y cayó muerta. Norwan no dijo nada, simplemente se quedo mirando el cuerpo de su victima. De la rabia acumulada se había mordido el labio y la sangre caía por su barbilla.

Con la hembra gnoll ya en el suelo, envaina su espada con dificultad, ya que la mano le tiembla de manera extraña. Se agacha apoyando las manos sobre sus rodillas y respira hondo para recuperar el aliento. El golpe en la cabeza le ha dejado algo aturdida, pero el último ataque ha sido mucho peor. Simplemente le ha puesto la mano encima, pero ha podido sentir cómo una fuerza maligna intentaba arrancarle la vida desde dentro. Nunca antes había sentido algo parecido.

- Maldita sea - dice jadeante - no sé que me ha hecho, pero casi no puedo respirar

Poco a poco se recupera, aunque las dos heridas continúan ahí. La de la cabeza es más aparatosa, ya que algo de sangre ha cubierto su rostro, cayendo hasta manchar su hasta ese momento impoluta armadura. El puño de Heironeus es ahora casi imperceptible, tapado por la sangre de su leal seguidora.

No había pasado mucho tiempo desde la caída de la gnoll clérigo que tantos problemas había dado, Eralissa estaba doblada sobre sí misma tras el último movimiento de aquella criatura, que tras perder sus armas había optado por la magia y de pronto, en el silencio tras el combate escuchasteis un grito ahogado en la casa de la que había salido la clérigo, aparentemente lejano pero desde luego salía de dentro de la gran casa que teníais frente a vosotros.

Norwan estaba un tanto afligido tras su penosa actuación en la lucha. No tenía ni ganas de registrar a la clériga a la que finalmente había dado el golpe de gracia.

Todavía sangraba por la herida de hombro, pero no merecía ser curado por la mano de Tempus. Sin embargo, la malherida mujer que tenía al lado si lo merecía. Había segado la vida de un buen número de caraperros y había hecho la mayor parte del trabajo con la poderosa clériga. A pesar de ser mujer, había luchado con ferocidad, y era digna de recibir el calor de Tempus.

Sin decir una palabra se acercó a Eralissa y posó una mano sobre su cabeza ensangrentada. - Tempus esta complacido con tu actuación, recibe su gracia. - Los pelos del brazo de Norwan se erizaron. Su mano empezó a emitir un calor intensó. Notó como el poder de su dios recorría su cuerpo hasta trasladarse al de la mujer.

Al cabo de unos instantes apartó la mano, y la cabeza de Eralissa había dejado de sangrar, aunque su bello rostro estaba manchado por sangre seca.

De pronto un grito proveniente de una de las casas lo sacó de su leve apatía. - Veamos que hacían esos caraperros aquí. - Se encamino hacia la casa, pasando por encima de la clériga muerta, y pisándola fuertemente en la cabeza.