Partida Rol por web

Si los magos quisieramos instaurar una tiranía, no nos haría falta esperar a que la situación se pusiese peor, no tendría más que empezar a llamar a los Hijos del hielo y tomar por la fuerza la ciudad, y con las tres grandes sierpes bajo mi mando, nadie impediría que tomara el trono... No te preocupes por los magos, primero hay que ganar la guerra.

Sin duda sabes que en algo está mintiendo, algo no cuadra ¿Por qué iban a reunir un ejército tan basto si no tenían intención de usarlo? Los Garras rojas a penas acababan de llegar y ese ejército no se forma en un día. No sabes en qué te miente, pero sin duda algo oculta. 

Será mejor andar con precaución con el mago.

-Muy bien.-Respondo al mago.-Se hará como habéis ordenado. ¿Podéis recomendarme a alguien más para formar mi grupo de aventureros?

Las palabras del mago me dejan un sabor agridulce en la boca. Algo me dice que esto no acabará bien.

No, eso lo tendrás que hacer tú solo. - Habló en tono serio y la imagen se desvaneció del amuleto.

Dudabas sobre las palabras del mago, no te gustaba ese tipo, prácticamente te había llevado hasta ese momento bajo presión, recuerdas cuando te dejó en suspensión en el barco, con varias millas de caída. ¿Alguien así era digno de confianza?

Entonces recordaste al campesino que te había dejado carbón, una situación caótica sería desfavorable para los campesinos, una guerra dentro de la ciudad les hará ser las víctimas, quizá lo más noble sería avisarles para que dejen la ciudad antes de que el peso del la guerra les someta.

Y... ¿Dónde diablos se había metido tu hermana?

-Sea así.-Susurro al ver desaparecer la imagen del mago del amuleto.

No me fío de él, pero puede ser un aliado útil mientras intento arreglar las cosas en esta ciudad. Debo proteger a los campesinos y advertirles de lo que se les viene encima. Además, debo bucar a mi hermana... y no puedo hacerlo todo solo.

-Mañana será un día duro.-Digo al fin mientras me meto en la cama.-Muy duro.

No confiabas en Gandalf, sospechabas que su plan realmente es apartar a un lado a los Garras rojas y hacerse el con el poder, sustituir  para su propio beneficio, dejando la ciudad a su merced, incluso acabar con el rey e instaurar un sistema basado en la magia en el reino... no querías formar parte de eso. Es posible que lo único que quiere es mandarte a la muerte enviándote a acabar con los barracones de una poderosa orden por saber más de la cuenta.

Te fuiste a dormir, querías levantarte temprano e ir a buscar a tu hermana, ir a ayudar a los campesinos, o incluso salir de la ciudad, era peligroso quedarte allí, tenías miedo que un sitio de la ciudad, acababas de llegar y tenías que pensar en tu hermana y un sitio en Nightshade se podía prolongar mucho tiempo.

El sol salió y te iluminó la cara, despertándote; aún estabas cansado, pero no era momento para se perezoso, tenías que tomar muchas decisiones en éste día.

Me despierto cansado. La noche ha sido más larga de lo que esperaba, y el sol no ha traído consigo respuestas, sino más bien al contrario. El poderoso mecenas que parecía haber encontrado aquí no es sino un vulgar hechicero con ansia de gobernar y un corazón podrido... debí imaginarlo, el único importante es mi señor, el gran dragón rojo. El y mi hermana.

Aún no puedo entrar en el distrito donde ella está... puede que alguno de los campesinos me ayude o sepa como, en las ciudades la población de baja estracción social suele ayudarse... o eso decía mi amo, nunca he visto una ciudad.

Sea como sea, debo ponerme en marcha... y es un buen sitio para empezar.

Como una centella me visto y bajo las escaleras hasta la sala común de la posada. Acto seguido, me despido, pago la habitación y salgo en dirección a mi fragua del día anterior.

Sales de la posada en la que te hospedabas, echaste la vista atrás y con lo que habías recopilado sabías que posiblemente no sería seguro volver a esta posada, quizá aquí comenzaría la pelea entre los hombres del Caballero blanco y los Garras rojas. Saliste de nuevo al barrio de los mercaderes, donde habías visto a patrullas de los garras rojas asaltar algunos puestos. Esta mañana todo se había aclarado y se veían puestos destrozados, mas de una docena de ellos, algunos de ellos quemados. El mayor batacazo fue cuando viste una pila de cadáveres, todos con el uniforme de los garras rojas frente a la taberna del Ciervo y el arco, y dentro de ella más de diez de la misma guisa, pero quemados, junto a la taberna. 

La noche había dejado muchas pérdidas en el barrio de los mercaderes, pero cuando saliste hacia los arrabales todo volvió a la normalidad, estaba como el día anterior, con algo más de bullicio porque los campesinos se preparaban para partir hacia las aldeas de los valles a preparar las huertas durante la primavera y a plantar el trigo que se recogerá antes del otoño siguiente.

A lo lejos, en el camino que venía desde la puerta principal viste una masa rojiza que se hacía mas grande, que caminaba con pasos metálicos y con marchas de combate. La Garra roja había llegado.

-Ya estan aquí.-Susurro.-Debo avisar a los campesinos para que, como mínimo, se alejen de la ciudad lo más posible.

Podría saquear los cadáveres, sin embargo, seguramente ya lo haya hecho su verdugo. Sencillamente me limito a observar de pasada por si encontrase algún arma u objeto que pudiera parecer interesante y sigo mi camino.

Al llegar, aviso al campesino de la llegada de los garras rojas y le sugiero asentarse algo más lejos de la ciudad, aunque sea por un tiempo. Dicho esto, le pregunto si sabe cómo puedo llegar hasta mi hermana.

Ya nos marchamos de todas formas, gracias por preocuparte de nosotros, marchamos hacia las aldeas de los valles - te dijo el campesino que ya había preparado a toda su familia para marchar -  espero que nuestras casa sigan aquí a nuestra vuelta... Hay un muchacho que sabe cómo entrar, no se cómo se llama, lleva un traje blanco, y va encapuchado. Iba a salir de la ciudad por una ruta para el contrabando que hay en las alcantarillas de la ciudad... hay una entrada allí - dijo señalándola; una vía no mucho ancha que un barril pero suficiente para que pudieras entrar -  si corres aún puedes cogerle.

-Gracias.-Digo despidiéndome. Acto seguido me meto en la vía y corro tan deprisa como puedo en busca del muchacho.

Corriste y abriste la tapa metálica que conducía hacia abajo, donde no había luz. No llegaba a las alcantarillas, era una alcantarilla de pega, pues no había agua estancada ni suciedad, solo un pasillo de piedra, uno que iba hacia afuera de la ciudad y otro que iba hasta su centro. 

Lógicamente corriste a encontrar al muchacho que salía de la ciudad por el paso, corriste al trote, la armadura te pesaba, pero continuaste y no te costó encontrarle. Sus ropas eran blancas con trazas azules, un hacha de mano y una espada corta le colgaban del cinto, un arco y flechas a la espalda, y un cinto con bolsillos estratégicos para diversos instrumentos.

No te habías acercado lo suficiente cuando se dio la vuelta, desenvainando la espada y extrayendo el hacha a una velocidad asombrosa, poniéndose en guardia con una pose que denotaba que había sido entrenado para la pelea, no solo sostenía la espada sino que se colocaba de lado, con la espada corta apuntando a tu cuello y el hacha preparada para atacar.

Date la vuelta y corre sin mirar hacia atrás o nunca encontrarán tu cuerpo.

-Espera, por favor.-Digo mientras me cubro con mi escudo y mi espada por si intenta atacarme.- No vengo por tí. Solo busco la manera de entrar en la ciudad para encontrar a mi hermana. Podría estar en problemas. Uno de los campesinos que huyen me ha dicho que habías entrado por aquí y que podrías servirme de guía. No quiero más que entrar en esa zona de la ciudad. Por favor.

No bajó las armas, ni titubeó un ápice pero escuchó tu escusa, historia y plan hasta el final, solo entonces guardó las armas y se acercó a ti. - De acuerdo, yo te meto y te saco de las murallas cerradas de la ciudad, pero a cambio tú me tienes que conseguir un caballo con equipo para montarlo y comida para varios días.

-No acostumbro a hacer tratos con aquellos a quienes no conozco...-Digo bajando mis armas.-Aunque supongo que no me queda otra que aceptar. Mi nombre es Dovahkiin. ¿Me daréis al menos vuestro nombre o el motivo por el que huís? Supongo que tiene que ver con la caza de garras rojas de esta noche... pero lo educado es preguntar. No os confundáis, no tengo nada que ver con ellos, solo busco a mi hermana. En fin. acepto vuestro trato.

¿Caza de Garras rojas? Los Garras rojas no son más que marionetas, marionetas más moldeables que los Rantanos, pero son los mismos los que tienen los hilos... no yo no me voy por huir de los Garras rojas, salgo de la ciudad porque las cartas ya están dispuestas y no se puede nacer nada más. Ya mataron a un rey, acabarán con otro, solo para liberar a su señor, preso por traición en nuestro plano. 

No te voy a decir mi nombre porque su sola pronunciación te pondría en peligro Dovahkiin, marioneta del traidor Vintur, ya sabía quién eras y qué haces en ésta ciudad; esa hermana tuya, Chandra corre mucho riesgo paseando el pase de Garl por los barrios nobles.

-Vaya.-Respondo.-Pareces saber mucho de mi situación mientras que yo no sé nada de ti... ¿Qué debería hacer según tú para evitar lo que está por venir? Y si no puede evitarse... ¿Puedes contarme algo sobre la gente que acecha a mi hermana? ¿Y las dos mujeres que estaban en la taberna? ¿Sabes algo de ellas?

¿Y por qué te iba a informar yo sobre esas cosas? No por poseer un conocimiento estoy obligado a revelarlo Dovahkiin... y no hay nadie que aceche a tu hermana, al menos de momento, pero están acabando con todo aquel que tubo alguna relación con los Rantanos.

Consigue un caballo para mí y te diré cómo entrar en el barrio noble sin ser visto, búscame en Las cinco espadas.

-Suponía que érais el bueno en esta obra.-Digo con una ligera carcajada.-Y pensaba que ya que no me disteis vuestro nombre para protegerme, estaríais mejor predispuesto hacia mí. En fin, busquemos ese caballo. ¿Alguna sugerencia de dónde encontrarlo?