Partida Rol por web

Sir Llywelyn marchó con Noah. Una semana antes había puesto un cartel, para que, los sargentos y otros hombres de armas, que quisieran ir, pudieran seguirle, pero, el mismo día que lo puso lo quitó. Antes de nada necesitaba permiso, y si acaso, algún tipo de ayuda, para que ... el conde le concediera poder cumplir con sus misiones.

- Vamos Noah, nos marchamos a otro viaje. Tenemos que ver al conde.

Ahora, ya en el feudo de su Señor Conde, solicitaba audiencia privada para lo que pudiera ofrecer, y sobre todo, para el permiso que necesitaba.

Cuando llegas a Sarum, al castillo del Conde, uno de sus consejeros te anuncian de que no se encuentra en el castillo, el Conde junto a todo su séquito ha partido al señorío de Cholderton

Dándole las gracias, y preguntándole hace cuanto partió, me despido. 

- Buenas noticias entonces, pero marchamos en su búsqueda. Un suspiro de paciencia le armó para hacer la pregunta que deseaba el dato y necesitaba: - ¿Y cuanto hace que partió pues?

Deseaba poder alcanzarle en breve. Tal vez no fuera ni hoy ni mañana, pero, en breve.

-Partió hace ocho días, iba a pasar una temporada allí

- Mil gracias y buen día tenga usted.

Azuzó al caballo y le comentó a Noah que emprendieran el camino.

Era buena señal. Estar en una localización le haría más fácil de encontrar. Durante los primeros minutos el paso era largo, como si la prisa le azorase, pero, lo que quería era alejarse de allí. Era como que no necesitaban estar más tiempo del justo y necesario en un lugar al que no le sacaban partido en estos momentos.

- Hay que moverse, y si vamos a ir unos pocos, habrá que reclutarlos luego.

Apenas hacía un día que Sir Edward se marchó con la comitiva del Conde de Salisbury cuando te avisan de que tienes una nueva visita, en este caso, una sin anunciar.

Tu mayordomo te anuncia que Sir Llywelyn de Shewton estaba en la puerta pidiendo ser atendido

Ealasaid se encontraba tejiendo y conversando con su dama de compañía Mollie, la hermana de Sir Ewan y con su fiel Skylar acostado junto a las damas.

Cuando el mayordomo dio las nuevas la joven dama lo miró confundida y sorprendida, sus ojos fueron hasta Mollie y asintió para después hablarle al mayordomo.

- Hágale pasar a la sala de recepciones, estaré acompañada por Mollie, que un par de guardias estén presentes también así como mis sirvientas.

No pensaba estar a solas con un caballero casado y que además, había llegado al señorío sin estar su esposo, por lo que evitaría las habladurías reuniéndose con él en público, con las puertas abiertas. 

Nada más levantarse su enorme y peludo guardián se levantó con ella, caminando a su lado hasta llegar a la sala y, cuando todo estuviera listo y el personal solicitado en su posición, recibiría a Sir Llywelin.

Vestía con un sencillo vestido oscuro que denotaba el luto por las recientes muertes sufridas por la familia. Apenas portaba joyas y de su cuello colgaba un elegante crucifijo de madera oscura. Sus cabellos mostraban una sencilla diadema trenzada y caían sobre sus hombros con elegancia. 

- Bienvenido seáis a Cholderton, Sir Llywelyn ap Gryddyd de Shreton. Lamento informaros que mi esposo no se encuentra actualmente, por lo que deberéis perdonar su ausencia. ¿Qué ha traído al señor de Shrewton hasta nuestro hogar? 

Su voz era seria y formal, su mirada calmada pero algo fría y distante. Su fiel Skylar se

tumbó junto a ella, mirando a aquel caballero que le resultaba desconocido y junto a ella, algo más apartada se encontraba también Mollie, la hermana de Sir Ewan. 

Clavó rodilla en tierra, para dar el saludo típico con: 

- Propicios días tenga su familia y señorío, que acojan a este viajero y a su escudero en su trayecto y ofrezcan las prebendas, al igual que este caballero colaborará con su seguridad. 

Tras eso se puso en pie, y ya saludó más cordial y amigablemente. Ante todo, el protocolo tenía que ser al menos, el común, ya que, así tenía que ser.

Con el tintineo de la armadura, como si viniera de un combate, pero con el escudo bajo el brazo, comentó: - Buen oso le acompaña. Me gustan los animales con semejante porte. No es que le fuera a pedir un cachorro, hijo de Skylar, pero, si se lo ofrecían, no dudaría en aceptarlo. Pero no se demoró en prefectos ni en alabanzas, tenía prisa y no dudaría en seguir el camino que tenía que recorrer. - La guerra me ha traído hasta sus puertas, pero esa desgracia no me ha seguido. Puede estar tranquila. Me comunicaron que el Conde vendría a estas tierras a pasar unos días, y antes de nada, me presento ante los señores de "la casa", y de paso, aprovechamos el momento para preguntar por su paradero.

La vieja armadura de Llywelyn esta bien mantenida, pero, el brillo que tenían las armaduras, esta ya no lo poseía. Estaba "mayor", y aunque su metal estaba en perfectas condiciones no resplandecía como le gustaba a muchos lucir. Llywelyn no era de esos, y  gustaba más de esos destellos ser apagados o simplemente no existir. Lo consideraba ostentoso y presuntuoso, y eso no corría al lado del carácter de este caballero.

Miró al servicio, esperando confirmación de que pudieran tener preparada alguna comida para atenderles a ambos.

- Gracias, Skylar lleva conmigo unos pocos años y se ha convertido en un fiel amigo.

Continuó escuchando lo que decía, quedándose pensativa y algo asustada cuando dijo que la guerra lo había seguido, aunque pareció calmarse al mencionar él que no había llegado con él allí. Aún así, se encargaría de indicar a los guardias de su hogar que reforzaran las defensas y avisaran al pueblo, para que mantuvieran los ojos bien abiertos.

- Lo lamento Sir Llywelyn ap Gryddyd, el Conde partió con mi esposo y su séquito hace apenas un día. Se dirigen hacia el señorío de Steeple Langford. Desconozco si regresaran en unas semanas... La intención del conde era esa, pero desconozco qué sucederá al final pues aún no he recibido misiva alguna de mi esposo. Seguramente me escriba en cuanto llegué... 

- Gracias, Skylar lleva conmigo unos pocos años y se ha convertido en un fiel amigo.

- Magnífico ejemplar. Contestó amable y demostrando un fidedigno interés.

Se agachó, clavando rodilla en tierra otra vez. - La información es preciosa, al igual que el tiempo y vos, Señora De Brice. Debo partir de inmediato, antes de que se demoren las acciones para proteger a nuestras gentes.

Se puso en pie y preguntó: - Si da usted su permiso y no tiene órdenes para mi, marcharé en breve, ya que he de localizarles. No es que pareciese apresurado, pero, tenía trabajo que hacer, y no se haría solo si no actuaba con prontitud.

- Gracias

Respondió con un ligero asentimiento de cabeza, aunque miró algo sorprendida al caballero cuando se arrodilló ante ella pues no creía que mereciera tales honores. 

- Entendido Sir Llywelyn ap Gryddyd, informaré que tenga dispuesto su caballo y el de su escudero a la mayor brevedad posible. Si desea tomar algo de agua, vino o alguna fruta para su viaje no dude en solicitarlo y haré que el servicio lo atienda como merece un caballero de su posición. 

- Muchas gracias Lady Ealasaid de Bryce. Remarcó el detalle de su matrimonio, ya que, él mismo era uno de los pretendientes de esta hermosa mujer. - Y si no fuera ....

- El escudero quedó toda la recua, pero se agradece mucho su ofrecimiento, y el esfuerzo que haga por combatir a los sajones, seguro repercutirá en el beneficio y seguridad de nuestros hogares. Estaba aceptado aquellos alimentos que pudiera ofrecerle, y Llywelyn solo bebía agua. No gustaba de perder la cabeza, entre otras cosas, porque además le daban ardores en el estómago y estaba incómodo muchas horas. Tal vez una copa en un brindis, pero solía solo mojarse los labios, y dejar la copa, ya que era un gesto por cumplir, ya que, ni si quiera ingería el licor.

- Un placer ayudar a los caballeros del Conde

Lady Ealasaid miró al servicio, indicándoles que trajeran algunas bebidas y viandas para el caballero y su escudero. En cuanto estuvieran preparados indicaría que los dejasen seguir el camino mientras avisaba a las gentes de Cholderton para que estuvieran atentas a posibles incursiones. 

- Gracias Mi Lady. Respondió protocolario y educado.- Y en mis oraciones estará toda su familia.

Con una genuflexión de cabeza se despidió. No había que entretener más a la "Dama de la Casa" ni perder más el tiempo. Era hora de moverse, y no es que la prisa le azuzara, pero estar 10 días de camino, para buscar a un hombre, era una empresa muy lenta, para una sola acción. Además, sería demasiado, si esta acción o decisión llegaba tarde, si el defender nuestros hogares no era posible.

¿Para qué familia? Si apenas quedaban tres miembros de su familia y uno de ellos era su esposo... 

- Que Dios les guarde en su camino, rezaré por ustedes y su misión. 

Marchó.