Partida Rol por web

Vuestros pasos, precedidos por los de Galos, os llevan en dirección al interior de la gruta. El pasillo de la izquierda que la estatua de Poseidón había señalado de forma ominosa daba a una zona amplia, llena de diversos desperdicios, algas y corales que cubrían la mayor parte de las paredes.

Una pequeña obertura a la izquierda parecía haber sido el nicho donde una bella estatua de una especie de Diosa Gato había formado parte del ajuar personal de Laódice. Ahora la estatua se encontraba fragmentada en el suelo en varias piezas. Las algas aquí han crecido hasta casi llegar al techo, y una serie de cangrejos albinos se arrastran por los alrededores agitando sus pinzas, rebuscando entre las arenas algo que llevarse a la boca.

El Audaz se desliza como una sombra hacia la zona de la estatua derruida sin que sus pasos apenas dejen huella.

Sigo a Galos que se ha adentrado velozmente en la caverna - Pues entremos y que los dioses nos sonrrian.-

El mago avanza tras de Licurgo sin perder de vista la estatua para averiguar algún indicio de peligro, al igual que en el resto de la caverna. Sin duda esta vez no sería el primero en tocar nada ni en avanzarse.

 Siguiendo los sigilosos pasos de Galos y pegada a la pared contraria, avanzo hasta adelantarme un par de pasos del grupo. -Desde luego, no seré yo la que toque esos restos- y dicho esto, asomo la cabeza en el pasillo de la derecha a fin de saber si está despejado, siempre avanzando con suma cautela tratando de no activar algún mecanismo oculto. 

Dejaos de cautelas civilizados. ¿No veis que los pasos temerosos nucna recorrieron ningun sendero digno de ese nombre? Tomad ejemplo y seguidme sin desfallecer.

Y con una gran risotada subacuatica el barbaro sigue adentrandose en la guarida de la temida Laodice.

Sacerdote, le susurra Wenden una vez sus compañeros se han adelantado dejandoles atras a ambos, dime si noves nada extraño en el tal Galos. Hay algo en el que hace que se me erize el vello de la nuca. ¿Hay manera que tu dios te diga si es realmente quien dice ser?

Extrañado por las palabras del Bárbaro, niega con la cabeza. - Ahora mismo no puedo hacer nada. - Susurra: - Necesito tiempo para recuperar el poder que he consumido, y quizá pueda pedirle a mi Señor una visión. Aunque suelen ser difíciles de interpretar y no tienen porque tener relación con lo que se quiera saber. - Sigue negando con la cabeza, pensativo: - De todas formas estaré alerta a sus acciones. - Le da un palmada a Weden para animarle a continuar, antes de seguir él tras sus pasos.

El sacerdote sigue los pasos de Wenden hasta quedarse al lado de Demetruius, ya que parece que la entrada se estrecha y no caben todos. Espera su turno para seguir avanzando y escudriñar la estatua mientras vigila la retaguardia, pegando su espalda con el muro derecho.

Demetrius observó detenidamente la talla de la estatua de aquella diosa extraña para el panteón olímpico y no pudo sino admirar la belleza de aquel objeto antes de quedar arruinado. Su mirada le llevó hacia el lugar donde había estado antes de caer y fragmentarse y pudo destinguir entre las altas algas el extraño brillo verde grisáceo que despedía un escudo de cobre que parecía colgar de la pared frente a él.

Con precaución acercó sus manos, temiendo que algún horror abisal volviese a hacerle caer en la pesadilla de sangre y dolor que casi se lleva su vida en la estancia anterior, cuando aquellos peces se abalanzaron sobre él para devorarle.

Pero nada más lejos de la verdad. Cuando pudo asir el objeto tuvo que pegar un par de tirones con fuerza para desencajarlo del asidero que lo sujetaba. Para sorpresa de todos no resultó ser un escudo cualquiera, sino un magnífico escudo con la cara de una horrenda gorgona tallado en su anverso.

El mismo Demetrius identificó el objeto de inmediato, pues no podía caber duda de que se trataba de una hermosísima Égida.

- Maldita sea mi suerte, ¡oh Hermes, patrón de los ladrones, me has abandonado! - se lamentó Galos al ver cómo había perdido la oportunidad de conseguir un objeto tan magnífico para su grupo - Me rindo ante vuestra pericia y vista de halcón maestro Demetrius...

Una vez terminó con sus halagos avanzó hasta el centro de la sala sin saber qué nuevo camino tomar.

En el semblante del mago no había sino orgullo con su hallazgo. Aunque no era el tipo de objeto que le hubiera gustado encontrar ahí abajo, sin duda era maravilloso y de paso podía beneficiarles a todos.

- Sin duda el dios de los mares me ha recompensado para pasar la dura prueba con los peces - dijo luego con un tono irónico pero algo amargo. Luego se giro hacia los combiatienes del grupo para ver si podían darle mejor uso a ese maravilloso escudo.

- ¿Creéis que podéis sacarle buen partido valerosos guerreros?

- Desde luego que seria un orgullo poseer un escudo de tal belleza, aunque en verdad debe de dar un poco de lastima que te lo golpeen una y otra vez. Pero a su vez parece muy resistente, con lo cual podria usarlo sin sentir pena por el. -

- Sin duda, este escudo fue creado para tal cometido buen Licurgo. - dice acercándote el escudo con ambas manos. - Y no solo para los golpes sino para otros tipos de arremetidas mas... místicas - concluyo el mago en un intento de facilitar la comprensión.

 Tras girarme levemente a fin de observar la escenita mascullo - desde luego, los dioses dan pan a quien no tiene dientes - y tras chasquear la lengua en señal de fastidio vuelvo  a mi posición inicial, dispuesta a seguir investigando la caverna.

Wenden remugó sobre la suerte de algunos y la desgracia de otros mientras avanzaba. Llegado a la bifurcación detuvo sus pasos y se dirigió a sus compañeros de fatigas.

Amigos, de nuevo toca que elijamos. Sugiero que sigamos por el camino de nuestra izquierda y busuqemos alguna fiera a la que castigar con nuestro aceros.

Buen escudo. Los dioses están con nosotros. - Dice el sacerdote parándose un momento a contemplarlo al pasar al lado de Licurgo. - Ya no tenemos nada que temer, puedes ir con Wenden y abrir camino por la izquierda. - Continua caminando hasta quedarse al lado de la estatua observándola con curiosidad, intentando identificar si se trata una extraña representación de Artemisa o quizá algo más antiguo, una talla traida de tierras lejanas, de otras culturas donde adoraban mucho más a esta clase de felinos.

Una vez satisfecha su curiosidad espera detrás de los guerreros para seguirles y atento a lo que pueda pasar cuando decidan avanzar.

Galos avanzó hasta colocarse a la altura del bárbaro y observar la bifurcación que se abría frente a todos.

- Mmm, y bien, ¿por dónde deberíamos continuar? ¿Poseidón guía tu entendimiento hacia uno de estos dos caminos que se abren ante nosotros, Dámaso?