Partida Rol por web

Cambió de estrategia con el segundo matón. Se adelantó hacia él tratando que el golpe que le había lanzado fallara al estar tan cerca y buscó golpear la nariz de su rival con el pomo de su espada. Si aún con la nariz rota quería seguir peleando no dudaría en dejar que el filo de su espada cortara el cuello del maleante.

En cuanto apareció aquel noble con su escolta, Silos miró al cielo y comprendió que aquella era la señal que le había enviado Zeus "Gracias, oh, gran Zeus por mostrarme el camino con tanta clarividencia..." pensaba para sí profundamente agradecido con el padre de todo. Por ello, cuando el joven terminó de hablar y dejó clara su oferta, el joven Silos se levantó en toda su envergadura y con la mirada desafiante y la voz decidida le respondió a aquel señor:

-Acepto joven señor, si el gran Zeus tiene a bien darme la victoria que así sea, si por contra he de morir a manos de ese caballero, no tengo ningún miedo, pues mi vida pertenece al padre Olímpico y morir por su causa es la mejor forma de dejar este mundo... -decía con cierto brillo de fanatismo en su mirada mientras que sacaba su espadón que colgaba al hombro- empecemos -concluyó poniéndose en guardia y encarando a su oponente.

A la hora del combate no le gustaba emplear demasiado su labia, sabía que todas sus energías debían emplearse en un objetivo y no distraerse con demás fanfarronadas; pues al fin y al cabo, él no era sólo un sacerdote ...

El segundo hombre que arremete contra un Lucas aparentemente herido en el brazo, le otorga cierto cinismo y confianza al rufián. No obstante, Lucas se pone ofensivo por lo que decide atacarle y así logra tomarlo por sorpresa. Con un golpe certero a la nariz y luego cortarle la garganta, el rufián cae desangrándose lentamente mientras sus compañeros horrorizados deciden escapar por la parte trasera de la taberna y así evitar enfrentarse a Lucas.

¡Has salvado mi negocio! Te has hecho cargo de esos malditos idiotas. Llevaban semanas comenzando a interrumpir mis ventas, pidiéndome protección por cantidades enormes. ¡Venían como dos veces en la semana!  ¡Están locos!

El hombre se veía un poco tenso, al hablar con Lucas tartamudeaba un poco.

Excelente, esto será entretenido. Suficiente recompensa para un día que aparentaba ser tan aburrido – murmuró eso último.

Se cruzó de brazos, y observó a Sir Luke quien se preparaba para el combate.

Sir Luke estaba ayudando a los guardias a controlar la situación en las inscripciones. Son momentos agitados en la ciudad, ya que mucha gente de todo tipo llega y pretende comportarse de la manera que lo hace en su casa, olvidándose que viven en sociedades con normas y leyes. Sir Luke es un hombre serio, de aspecto intimidante, detesta el descontrol y las malas costumbres. Todos lo describen como alguien callado, cuando bien podrían simplemente decir que es fuerte. Así que por algo será.

Cuando Kyle le dijo que ordenó que se ponga en combate, este se sintió un poco desconcertado, pero no dudo ni un segundo en cuestionarle. Tomó la espada que estaba depositada en la mesa de las inscripciones, junto a las demás decenas de guardias del sitio.

De a poco, comenzaron a juntarse todos los ciudadanos para presenciar la pelea. Se sentía la ansiedad en el ambiente. Faltaba tan poco para el torneo, y tendrían la excelente oportunidad de obtener un duelo gratuito al alcance de sus manos. Como una pequeña muestra gratis de lo que se viene.

Sir Luke maneja su mandoble con ambas manos. Su defensa es tosca y sus ataques lentos, pero cuando acierta un golpe, ya puedes darte por muerto.

El enfrentamiento fue agitado. Estos se midieron unos instantes antes de comenzar.

En cierto momento, la irritación entre el público llevó a que un plebeyo gritara que comiencen. Sin dudas, eso fue un detonante para Sir Luke, quien se arrojó de forma violenta contra Silos. Con un fuerte golpe de espadas logró que Silos cayera al piso algunos cuantos centímetros hacia atrás, dándose un fuerte golpe contra la fuente donde antes se había subido para llamar la atención a todo el pueblo con su mensaje.

Sir Luke observó al sacerdote caído y comenzó a sonreir. Kyle, en cambio, se mantuvo atento y no perdió la compostura. Él es más perceptivo de lo que busca aparentar, y no se equivocaba. Silos no había caído fruto del golpe que Sir Luke le arrojó, sino que se había tirado a propósito para hacer que este se confiara. Cuando tuvo la oportunidad, el sacerdote tomó su espada y realizó un corte limpio sobre los tobillos de su oponente.

De forma inmediata, Sir Luke quedó postrado de rodillas en el suelo. El sacerdote simplemente acerco el filo su acero a la garganta de tal bestia, y todos supieron que había triunfado en la contienda.

La intención de Lucas había sido salir tras el tercer extorsionador y acabar con el, sólo las palabras del tabernero le detuvieron. Envainó la espada, aflojó las correas del escudo y se lo colgó a la espalda.

Dios debe teneros en alta estima al hacerme entrar justo cuando necesitabais ayuda. Se acercó buscando sitio en la barra. en cambio a mí a duras penas me deja ganarme unas monedas. Puso una de las dos monedas que le quedaban. Espero que esto de para algo de queso con pan y una jarra de vino, si no pues servirme sólo el queso con pan.

examinó al tabernero. Había conocido a toda clase de personas a lo largo de sus años de servicio en el ejercito aunque el tabernero parecía demasiado asustado para ser de esos que intentan timarte aún después de salvarle la vida.

No pudo evitar una carcajada. El brazo izquierdo le hormigueaba por el esfuerzo mas estaba satisfecho. El rufián que había logrado huir sin duda lo contaría y empezar a hacerse una reputación en aquel lugar era bueno para él.

Pensó en todos aquellos nobles y cortesanos que iban a pagar una pequeña fortuna por participar en una farsa de combate cuando lo podían tener gratis caminando por las calles de aquel tugurio pero claro lo que aquella gente buscaba era fama sin arriesgar la vida. Nada nuevo para él.

Relajaos, mi buen hombre, si os parece bien me quedaré por aquí unos días para asegurarnos que no vuelven y para que veáis que me caéis bien nada más pediré alojamiento. 

No, hombre por favor. ¿Qué dices? No podría cobrarle de ninguna manera a la persona que acaba de salvarme, a mí y a los demás, claro.

El tabernero rechazaba las monedas de Lucas, devolviéndolas cerca de este.

Tomarás mi mejor cerveza, comerás lo mejor que tengo, y te quedarás aquí todo el tiempo que requieras.

Soy muy afortunado de tener un caballero aquí cerca. Los guardias reales jamás dan una vuelta por estos lares, por eso ocurren tantas calamidades.

Este sirvió una jarra grande de cerveza para dejarle cerca de él. Luego buscó algo de pan y acerco jamón y quedo cerca de este. Cuando realizó esto, el tabernero también se dispuso a comer un poco, mientras le contemplaba.

El sacerdote apartó de una patada el arma de su enemigo, por si pretendía alguna estratagema, y acto seguido levantó la vista al cielo en gesto de agradecimiento al todopoderoso Zeus mientras pensaba "Gracias gran Zeus por otorgarme la victoria en este día decisivo...". Luego, sintiendo la mirada de todo el público y la faz extrañada de Kyle de Vincenzo, le interpeló sin desviar la mirada de su contrincante, diciéndole con cierta soberbia en su voz:

-Decidme una cosa joven señor, éste era un duelo a muerte ¿cierto? -expuso mientras entendía que el silencio del noble era señal de asentimiento, para luego dirigirse a su rival derrotado y decirle- vuestra vida está ahora en mis manos señor Luke, y mis manos son las del todopoderoso Zeus, renegad ahora de vuestro dios muerto y aceptad al señor olímpico como vuestro dios, de lo contrario os mandaré rápidamente al Hades para que os hagan ver en la muerte lo equivocado que estabais en vida... -concluyó dejando pensar a aquel hombre la que podía ser la última decisión de su vida.

En las puertas de los muros de la ciudad de Banderlei se avistaba un carruaje con unos tintes de lujo bastante resaltantes. Era de una tonalidad oscura, con unos bordados metálicos que podrías asumir eran de oro. No se podría apreciar el interior, pues este estaba oculto bajo unas persianas de tintes rojos y amarillos de una calidad bastante fina. Aquél llamativo carruaje que estaba siendo perseguido por la mirada de los plebeyos, matones y caballeros quienes pasaban a su lado, estaba resguardado por soldados a caballo; dos delante, dos detrás.

Aveline se encontraba dentro de este carruaje, sentada, mirando hacia...ningún lugar en particular, simplemente se mantenía en silencio mostrandose bastante distraída cuando aquél hombre arropado en una sotana negra le hablaba, mientras el carruaje les dirigía a quien sabe donde.

—Aveline, ¿me estás escuchando? —le dijo aquél enmascarado, mientras dirigía la mirada hacia esta.

—¿Qué? —Contestó Aveline, atónita, volviendo de sus no tan relevantes pensamientos hacia la mirada del hombre. —Lo siento, Monsieur. ¿Decía?

El hombre bajó la cabeza por unos segundos, masajeando su entrecejo a la vez suspiraba ante la arrogante pero distraída muchacha. Una vez más, este dirigía la mirada a ella. Llevó sus manos al interior de la sotana y extrajo un sobre que llevaba un sello oficial nobiliario. Se lo extendió a Aveline y esta lo tomó.

—Escucha, Aveline. No volveré a repetirme, ¿de acuerdo? Tu misión aquí no consta de las estupideces y excentricidades de ese torneo superficial. Haz lo que tienes que hacer y lleva esta carta "al hombre". ¿Entendiste? No se admiten fallos en esta contienda. Es de suma importancia que la carta llegue a las manos correctas.

—¿Acaso he fallado alguna vez? Ponéis en dudas mis habilidades. —largó una risa tras su comentario, mientras abría la puerta del carruaje, del cuál salía disparada, tropezando un poco en su salida. Tras reincorporarse, apresuró su paso camino hacia el interior de la ciudad.

Antes de salir, se pudo escuchar otro suspiro más del hombre de la sotana, el cual al ver a Aveline saltar, se acercó a la puerta para ver si la estúpida muchacha no se había caído ante el movimiento del carruaje. Pero como otras veces en el pasado, ya esta no se encontraba a la vista de este. Se había perdido entre los callejones de Banderlei.

***

Caminó desde los barrios bajos hasta la parte alta de la ciudad, donde los comerciantes y la pequeña nobleza se encontraba, así como la arena en la que se disputa el torneo más importante de Varkoglia. Ella solo podía pensar en cuán ridículo y absurdo era este evento del cuál solo se desangraban los bolsillos de los demás para satisfacer a unos cuántos hipócritas pudientes.

Fue en medio de su paseo por la ciudad que notó aquél discurso, reto y contienda entre el loco ferviente y el chupamedias de turno. Mientras escuchaba a Kyle De Vicenzo pronunciar sus palabras y observaba la pelea entre ambos, se mezcló entre la multitud para no llamar la atención. 

—¡Ja! Nada mal para un loco supersticioso. —dijo ante la decisiva victoria de aquél pagano helenista, en un tono que fue escuchado por aquellos entre la multitud que estaban a su alrededor. Aunque era improbable que muchos escucharan sus palabras por los gritos y alaridos de la multitud ante el combate frente a estos. 

Se quedó ahí con los brazos cruzados expectante ante los movimientos que De Vincenzo realizaría ante la derrota de su vasallo.

Se relajó mientras mordía un trozo del jamón. Hacia tiempo que olvidó lo que era ser soldado, aportar lo poco que tenía, su espada, para que otros pudieran seguir con sus vidas. Muy pocas veces, en realidad, sus acciones habían servido para mejorar la vida de la gente. Quizás hoy fuera una de esas. Dio un trago a la cerveza limpiándose después con la manga.

Y dime ¿son habituales este tipo de rufianes por aquí? ¿no hay nadie que controle los bajos fondos? Pues lo normal es que una ciudad como esta tenga sus bandas que lo controlen y no gusten de gente que les quiten el trabajo.

Dudaba mucho que en una ciudad tan grande unos rufianes como aquellos tres pudieran trabajar en una banda bien organizada pero cosas más raras se habían visto. Lo mejor, estar preparado para lo peor.

Acabo de llegar y apenas conozco nada de la ciudad. Algo de información me vendría bien, como quien es el jefe de la guardia, a quien es mejor no molestar, ya sabes, lo habitual para poder llevar una vida tranquila.

En efecto, sacerdote, la vida de mi hombre te pertenece ahora.

Kyle mantuvo la compostura, mientras contemplaba la situación. De repente, ya no le parecía gracioso lo que estaba ocurriendo. No tanto por la muerte de Sir Luke, a quien estima como un general podría apreciar simplemente a un gran guerrero, sino por lo que su familia podría decir al haber dejado que semejante escándalo que involucra asuntos religiosos, ocurriese con su permiso.

Pero sí le matas, no será Zeus quien vaya a salvarte, sino mi acero a quien te encontrarás en este momento.

Has ganado mi permiso para entrar al torneo. ¿Tan ambiciosos son tus dioses que desean sacrificarte solo para ganar un adepto forzoso a una religión que ni siquiera conoce?

Sir Luke estaba allí arrodillado, observando de frente y sin miedo al sacerdote. Nunca emitió palabra alguna, no por resignación, sino quizá porque desconoce los buenos modos para hablar y hacer diplomacia.

Ellos son una banda… hoy no vinieron tanto como la vez pasada. Pero son alrededor de diez o quince personas, no estoy muy seguro…

El tabernero se sirvió un vaso de cerveza, mientras que tomaba se notaba cierta preocupación en su cabeza. No parecía sentirse bien.

Quisiera pedirle un favor… pero la verdad no sé si corresponde. No luego de que ya me hayas salvado.

Pero si pudieras acudir a un guardia que es amigo mío, y decirle que ellos han vuelto aquí. Bueno, eso quizás podría hacer que aumenten la presencia imperial en esta zona. ¿Podrías?

Salgo a caminar para pagar mi inscripción en el torneo de aquel comerciante. Al menos pude pagar mi estadía por la noche de hoy, aunque me afecta pensar en que si llego a ser derrotado tendré que regresar caminando a casa. Aunque, si Cristo me sonríe, me encontraré con la chiquilla que robó mi dinero y le daré un buen escarmiento, aunque por algo tan simple como un robo no merece la pena de muerte.

Mientras llego al área de inscripciones, puedo observar al lunático luchando con un lacayo de aquel noble, cuyo blasón se me hace familiar... Logro recordarlo, pertenece a la familia noble de los de Vincenzo, a la cual mi familia le juró lealtad desde hace muchos años, y evito mi mirada, pues el odio que poseo ante aquella familia pone mi paciencia a sus límites.

Vi al lunático derribando al lacayo, lo que me produce cierto placer al ver como humillan al general del joven noble, por lo que decido felicitar al predicador, pero luego de que la atención sobre él se haya dispersado... Decido quedarme cerca de los lugares, para mantenerme al tanto de lo que ocurra en el extraño día que es hoy.

Choque de acero es lo que mis oídos captan? Acaso están teniendo una lucha sin invitarme? Que descortés,pensé. Era extraño que apenas empezar ya oyera un enfrentamiento. Seguí el sonido, mientras mi cuerpo sufría escalofríos de la emoción. Acaso podría demostrar el filo de CortaOlas tan rápido? Gracias a Odin por la oportunidad! Al llegar al lugar de donde provenía el sonido, observe a 2 hombres luchar. Uno con armadura de caballero,dando la pinta de pertenecer a la nobleza del castillo. El otro hombre ya lo había visto antes, un lunático vestido en harapos poco elegantes portando una espada?! Me preguntaba qué pasaría si recibiera un golpe directo...

Al terminar la contienda, por más sorpresivo que pareciese, el vagabundo había ganado! Se jactaba de su victoria alabando a un Dios falso, ojalá que Odin lo perdonase por tal atrevimiento. No parecía ser realmente fuerte, sus ataques eran algo lentos y sentí que había ganado por pura fortuna,le enseñaré quién merece la verdadera victoria!

"Hoy,tu! Lunático que osa insultar al nombre de Odin con tu herejía! Si tanta fe le tienes a esa invención tuya, ganame en un duelo y veremos que tan protegido te tiene!-Exclamé,entrando bruscamente por entre toda la multitud, alzando mi cimitarra en contra de aquel vagabundo.

¿Y quién este? Pensé unos instantes.

Como se nota que estos días, Banderlei atrae todo tipo de lunáticos e imbéciles que con tan solo tener una espada, creen que pueden derrocar gobiernos y estados.

Luego me detuve, tenía la intención de simplemente ordenar a los guardias que se lo llevaran, pero quise sacarle jugo a la situación.

Tenemos aquí la lucha de dos hombres que no creen nuestro señor Jesucristo. ¿Cuál de sus dioses es más fuerte? A mí me gustaría verlos en combate, pero, al sacerdote le debo su entrada al torneo.

En cambio a ti, no sé si debiera darte alguna recompensa. Tus dioses no son bienvenidos en nuestras tierras.

Sacerdote, ¿podrás vencerlo y demostrar nuevamente que Zeus brinda su apoyo a tu espada?

Charles, corregí una línea en tu último posteo. Paganos eran aquellos, o mejor dicho, son aquellos que vivían su vida religiosa como politeístas, es decir, creían en un panteón con varios dioses, como son los dioses nórdicos o los helenistas.

Cambié la palabra "paganos" por "Dios falso", que dado el argumento y las creencias de tu personaje, es más acertado.