Partida Rol por web

La señal de alarma interrumpió el remanso de calma y tranquilidad. Todo el grupo se movió como uno solo en dirección a los gritos. Sin importarle lo peligroso que fuera.

Una vez llegaron ante la capitana esta les explicó la situación. Por fin el enemigo había dado señales de vida.

Mientras se dirigían hacia la otra orilla, Necrull aprovechó para renovar sus invocaciones.

Muy bien. Estoy listo. Vayamos a conocer a estos amables piromanos.

Cuando la capitana da las instrucciones el brujo asiente.

Muy bien gente, voy a volverme invisible y estaré por encima de vosotros. Si veo algo avisaré, y si nos atacan tendremos dos frentes.

Dicho esto, Necrull desapareció de la vista de todos.

 Apenas desaparece Necrull divisáis como un nutrido grupo de jinetes trasgos carga hacia vosotros, mientras le siguen de cerca dos poderosos canes del infierno.

El druida entró en escena e invocó la ayuda de la naturaleza. Unos granizos como puños cayeron sobre la zona, haciendo mella en el enemigo.

Y efectivamente. No tardamos demasiado en encontrar a la patrulla enemiga. Realmente, antes incluso de verklos u oírlos, podemos detectar su asqueroso hedor.

Porfidius, desmostrando unos reflejos excelentes y supongo que olvidadas ya sus dudas anteriores, logra lanzar un hechizo que ralentiza su avance.

Y yo, sonriendo debajo de la cimera de mi Yelmo, digo entre dientes.

Ya sabéis lo que toca!.

A la carrera de nuevo espada en ristre me lanzo contra un Trasgo y su montura y mientras llego, añado.

¡Que dientes tan bonitos que tienes!.

Y lo siguiente que se escucha en el ahora campo de batalla, es el aullido de dolor del jodido chucho y el resonar de mi acero.

¡Vamos!. ¡Acabemos con esta escoria a nuestro estilo!.

Y ya estoy dispuesto a seguir repartiendo mandobles contra lo primero que se me cruce.

 La tormenta de hielo pilla a todos los enemigos en su radio de acción: huargos, trasgos y canes del infierno se ven afectado por el hechizo. A pesar de ello, esto no les detiene.

Mientras, el guerrero actúa como tal: antes de que se acerquen los huargos se abalanza directamente hacia ellos. Uno de ellos recibe una fea herida en su hombro por el ataque de Hendech y chilla de dolor y furia. Una mirada de odio cruza su rostro...

Los canes del infierno no lo dudan, corren hacia delante y en el último instante se detienen para escupir su particular llamarada, que afecta a Evea, Porfidius, pero sobretodo a Shadobeard, que desafortunadamente se encuentra en el radio de acción de ambas.

Katan espolvorea al enorme esqueleto con cabeza de toro con sus polvos magicos. En realidad, se trata tan solo de polvo de piedras, pero al rezar a las Parcas, la estructura osea del minotauro se vuelve dura como la roca.
Ambos muertos vivientes, bajo las ordenes de Katan, se lanzan al ataque blandiendo sus armas contra los fieros canes.

Uuuuulardoooo. Grita Ular, el segundo de su especie.

Clplplclllplplp. Intenta gritar el esqueleto, pero tan solo hace traquetear a su mandíbula.

 El minotauro intenta golpear al can de fuego con su enorme hacha, pero el animal se mueve con rapidez y con suficiente tiempo para esquivar el golpe... algo que aprovecha el otro zombi para lograr golpearle en el lomo. El can del infierno aulla de dolor y comienza a sangrar, pero no es suficiente para terminar con su vida.

El brujo aprovechó que estaba invisible y se elevó por los aires hasta quedarse justo encima de uno de los jinetes. Desde su posición disparó su rayo infernal golpeando a uno de los grandes trasgos.
En cuanto lo hizo su figura volvió a hacerse visible, pero como estaba volando no le preocupó mucho ya que no creía que le pudiesen hacer demasiados ataques.

No obstante sí que se quejó un poco pues esperaba hacer más daño a la criatura, ya que esta parecia poco afectada por su rayo.

Veremos el próximo que tal te va.