Partida Rol por web

Al día siguiente, amaneció muy tranquilo, como de costumbre en aquella tranquila (por momentos) aldea de Atuña. El día era claro y soleado, y tras comer algo y hacerte con la espada del herrero, saliste a la calle. Aún había rastros ennegrecidos de la pira en el medio de la aldea, y había como movimiento entre las casas, como si los vecinos prepararan algo. No tardaste en comprobar cómo la presencia del cura hacía presagiar que lo que se estaba organizando no era sino el entierro del herrero, seguramente. Acto seguido, llamaste a la puerta de Brixida.

La chica te abrió, y tras darte los buenos días, insistió con tu búsqueda de su hermano...

...pues no he dormido nada -te dijo-. Has de encontrarle, no puedo pasar más noches así, en vela -efectivamente, su cara revelaba que no había pegado ojo en toda la noche-. Señor Felipe -dijo delante de su puerta-, ha de darse prisa; verá, hay algo que no le he contado. ¿Se acuerda vos que le dije que Pere perdió a su familia? Sin embargo... no le conté cómo. Un hombre atacó a la su esposa e hijos mientras pastoreaban en la falda del monte Alcillo, matándolos a todos. De ahí que el herrero se diera tantos paseos y tan largos, para encontrar al bandido... Claro que, Pere le contó algo más a mi hermano, y éste a mí.

La mujer miraba al suelo, como encontrando allí abajo las mejores palabras para atestiguar sus pensamientos.

Inazio me contó que, por boca del herrero, ese bandido asaltante estaba como asalvajado, y era de gran altura y vigor. Yo creo... yo creo que la muerte de Pere tiene que ver, de algún modo, con eso, aunque no sé porqué... Le pido que suba al monte, ¡se lo ruego!, ¡traiga a mi hermano, no vaya a matarlo ese asaltante!

Acto seguida, Brixida fue llamada por una vecina, y se marchó con ella a buscar al señor cura para preparar el entierro y misa del malogrado ejecutado.

Al monte, al monte, si, si... mientras esta se aleja, termina de comprobar las correas. Y hablando para él, se dice que no sabe si realmente ha de hacer caso a esa mujer, o seguir buscando una fémina a la que enredar. Bueno no me ha parecido ver ninguna otra moza aprovechable, así que contentaré a esta...

Las caras desencajadas por el suceso y el olor que emanaba de los restos, y el forastero con el carro que intentaba no llamar en demasía la atención.

Montó en el caballo, y se aseguró de llevar en las alforjas lo necesario para no estar a la merced de los elementos, y porque no le gustaba dejar un carro en un sitio con demasiadas cosas que pudieran ser afanadas.

Bien sabía en donde se le había escapado ayer el hermano y se puso en camino, seguramente algún rastro encontrase y así dar con aquel chiflado.

Deshiciste los arreos de tu montura, y tomaste el caballo para "conmemorar" las travesías que, según Brixida, se daba el tal Pere al monte Alcillo. Saliste de Atuña viendo el revuelo del entierro, y fuiste deshaciendo el camino que te llevó a la aldeíta. en cuestión de poco tiempo llegaste, entonces, al cruce de caminos donde te enfrentaste al oso y donde aquel tipo, que presumiblemente era el tal Inazio, te arreó el puñetazo...

Tras pararte un poquitín en el cruce de caminos, tomaste la vereda que comenzaba a ascender el Alcillo, y empezaste a patear la falda del mismo. No era un monte alto, pero si inclinado y escarpado, y pese a que tu montura había descansado (al igual que tu), parecía que la jornada de batida y búsqueda iba a ser dura, quizá.

Et que entonces, cuando estabas en un pequeño claro entre varios árboles y unas peñas gruesa, viste algo de cierta sorpresa: dos lobos corrían por la falda de la montaña, desde un lateral, hacia tí. Era raro ver estos animales por el dia y tan poco furtivos (cuando se suelen ver en la noche y en manada). Tan sólo eran dos, y tu ibas sobre caballo. Al igual que el oso te embistió el día anterior, éstos parecían querer hacer lo mismo.

Tira Iniciativa (1d10+AGI) (es un combate).

Unos lobos, mas pieles para que comerciar, et parece que quieren jarabe de palo...

Agarra el arco y coloca una saeta en el para disparar al que más se acerque en cuanto estén a tiro.

Iniciativas:
Felipe: 24
Lobo1: 24
Lobo2: 20

_______________

Lobo 1 intenta morderte y esquiva flecha
Lobo 2 intenta morderte 2 veces.

Vamos jamelgo arrea a ese chucho una buena, espolea al caballo para que cargue contra el lobo que se acerca y con el arco tenso dispara contra el otro.

Los lobos atacaron... mas que pareció que la fortuna no íbales con ellos...

Resumen turno 1:

Felipe Pérez, en estando sobre el su caballo, cargó una flecha de su carcaj, y acto seguido, aun estando sobre los lomos bien provisto de aquel que le transportaba, apuntó firmemente contra el lobo1* y soltó la misma. Ésta impactó, directamente, en la cabeza del can, aunque sin mucha potencia:

Daño: 2 (sin armadura) (x2 en cabeza): 4 puntos de daño.

Por contra, el embiste de los lobos no fue tal, que nada más llegar a tu posición intentaron dentellearte,  pero ninguno lo logró. Es más, el segundo, al atacar por detrás, recibió una tremenda coz del caballo que montabas, y éste salió disparado hacia atras**, provocándole daño en los cuartos delanteros:

Daño de tu caballo al lobo2: 8 (sin armadura): 8 puntos de daño.

Maldito can, dice mientras agarra fuerte el caballo, en ese momento deja caer el arco para no resbalar mientras el caballo da una coz, acto seguido agarra su inseparable lanza para insertar al lobo que estaba más dispuesto a morderle, ya que el de la coz parecía no ser peligroso.

Cuando cargaste contra los lobos*, ésto corrieron sin miedo hacia tí.

Iniciativas:
Felipe: 28
Lobo1: 24
Lobo2: 21

_______________

Lobo 1 intenta morderte 2 veces
Lobo 2 intenta morderte y esquivar

Resumen turno 2:

En estando todo decidido, que soltaste el arco tras acertar al Lobo2 con la flecha, cogiste la lanza (el caballo armose de paciencia) y jaleaste la montura para que corriera contra los lobos. Una vez en estando a su altura, cargaste la lanza en tu cuerpo y la lanzaste contra el lobo uno acertándole en la pata izquierda delantera:

Daño: 10 (sin protección) (/2 por pata): 5 puntos de daño

Tras ello, y haciendo resbalar la lanza al suelo tras clavársele en una pata, el lobo al que atacaste te contraatacó con sus enormes fauces, mordiéndote en el abdomen hasta dos veces:

Daño1: 4 (-2 por Gambesón): 2 puntos de daño
Daño2: 4 (-2 por Gambesón): 2 puntos de daño

El otro lobo no consiguió morderte...

Tras este segundo lance, los dos lobos no estaban ya en sus mejores condiciones. La flecha a uno y la lanzada al otro habían sido muy perjudiciales para ellos, y ambos dos terminaron en conciliar su retirada. Uno cojo y otro respirando sobradamante mal, optaron por marcharse no muy rápido de allí, dejándote como vencedor por retirada... Sin duda alguna, que cabalgar tras ellos (y a paso suave sobre la montura) haría llegar hasta ellos y darle un último golpe de gracia*...

Malditos, canes raros me asaltan y ahora quieren dejarme sin sus pieles, con lo mal que me va la economía, o me espabilo o tendré que mendigar y robar estos días.

Bajarse del caballo y agarra arco y flecha con calma, mira a lo lejos como el lobo se tambalea con la flecha aun en su cuello colgando, la saeta surca el cielo y pronto ese lobo sera despellejado.

Bien, hoy comeré carne fresca.

Te apeaste del caballo, cogiste el arco, apuntaste y... ¡¡SPLAFSSHHH!!: otra fecha se internó en los cuartos del animal, cayendo finalmente abatido. El otro lobo logró huir mientras te entretenías con el primero. Aun pensabas lo raro que era que los lobos salieran a paso descubierto tan de mañana (es por la mañana temprano), aunque tales dudas se disipaban sabiendo que, al menos podrías degustar su carne y disfrutar de su piel. Con uno de tus cuchillos, comenzaste a rebanar la piel del animal, sacándole como podías su pelaje que, a pesar de poco proteger*contra hostilidades, el frío no podría entrar bajo su protección y albergue.

Tras descansar un poco tras el duro lance, que continuaste elevándote por el monte Alcillo, tan majestuoso él, y a medida que ascendías para buscar al hermano de Brixida, veías allá abajo, casi diminuta, la aldeita de Atuña, y el paraje más allá era espectacular.

*    *    *

Llegó el mediodía, y te diste cuenta de que no habías llevado provisiones contigo ¡Pardiez! Que el estómago te azuzaba y movíase como caballo hendidos los sus oídos con fiero azogue... Sin embargo, aparte de la piel, tomaste buenas piezas de carne, que no pasarían en conserva varios días, pero al menos podrías apañártelas en esa jornada en el Alcillo, entera, para no pasar hambre. Y en haciendo una pequeña lumbrecilla en un claro del monte, junto a unas peñas bien dispuestas, que te pusiste a comer carne de lobo... En breves se haría de tarde.

Tira por Escuchar (PER)

No olvidarme de coger sendas flechas, arrancando del animal tieso, con el jamelgo arreglado estacado en la loma, donde la hierba creciere mas verde, degusto un pedazo del cánido que se me querría zampar. Rasco mi barba y miro al horizonte preguntando me ¿donde coño se habrá metido el hermano ese loco de la Brixida?

¡Eooo!, ¡anda alguien por aqui?, vocea a la nada por si alguien le escuchara

Nada oíste en respuesta. El monte Alcillo debía ser muy grande como para que nadie, de haber alguien por allí, escuchara tu pregunta. Tras comer algo de carne de lupus más dura que tierna, acabaste tu descanso del atardecer, y continuaste tu búsqueda, monte arriba. Ningún otro evento se te presentó en la tarde, puesto que lo único que allí había era arboleda y arboleda... y más arboleda (sobre todo en la cumbre del Alcillo).

Una vez en su cúside, pudíste ver algo diferente, algo que contrastaba con el paisaje, era una construcción, una ermita. Estaba como abandonada, ruinosa, y presentaba un aspecto pésimo. Sin embargo, cualesquier que pudiera perderse en el gran Alcillo bien podría considerar un buen refugio enclavado en su cúspide. También valdría el mismo ejemplo para huidos o gente perdida... Por ende entráste en la misma.

Una vez dentro víste varios bancos ruinosos y desvencijados, un ábside al fondo con su altar ennegrecido como por el filtrado de lluvias y las goteras, y en el otro lateral unas escaleras que subían al campanario.