Partida Rol por web

Molestarme el arañazo del oso y más el mordisco del lobo, y sintiendo mis fuerzas algo escasas pensé que lo mejor sería descansar y preparar algo que me sirviera de remedio para esa fea herida del lobo. lavar-se con agua y tapar con trapo seco parecía lo mas indicado.

El lugar podía bien ser un sitio en donde esperar a que la noche pasara y con un fuego y un buen follaje en donde recostarme y así descansar.

No se por que coño me meto en estos berenjenales, a lo sumo si mañana no encontrare al tipo ese yo me largo de aquí. Se decía el mismo mientras arreglaba un poco aquel sitio. 

Empezaste a retirar algunas piedras y tablas que había en el interior de la ermita, ruinosa toda ella, con el fin de pasar la noche allí. Al menos no estarías a la intemperie, ni tendrías que preocuparte por que ninguna bestia se te abalanzase. Cuando llegara la noche (que aún faltaba) quizá tendría todo dispuesto. Et que vislumbrando el mejor sitio para dormir en el interior en unas horas, que ojeaste con curiosidad las escaleras que del campanario. Et antes que pusieras pie en ellas para subir, que se asomó un tipo, sorprendiéndote desde las sombras, mas sus intenciones no eran infames.

Sólo se acercó a ti, y era un hombre. Nada más advertirle, te dista cuenta que era aquel que te arreó un guantazo en la cara (narrémoslo así, pues recordar el puñetazo puede que hasta vos doliera...), et que quedóse plantado delante de tí, como ensimismado y distante, cual pasmarote. Era Inazio, el hermano de Brixida.

¡He tu! Bastardo malnacido, quieres ayudarme, con la mano en su lanza y con semblante desconfiado, pues era el mismo loco que tras ser rescatado de morir en las fauces de un oso hambriento. Me manda Brixida, he de contarte cosas que pasaron en Artuña y que os conciernen. Ha de saber que una pira con los restos del herrero quemado vivo, alumbró la noche que pase en su pueblo.

Hace una pausa y sigue contando; Tú más que nadie has de saber que quien mato a la familia del herrero ha de estar por aquí y no es seguro estar, ademas, una vez te he salvado la vida y no creo que sean dos las veces que lo haga. Así que bajemos juntos al pueblo para que tu hermana pueda descansar.

Brixida... -repitió Inazio ahora con la mirada perdida. Y pareció que recordaba algo-. No entiendo, ¿qué herrero? ¡déjame en paz! -el tipo parecía no recordar nada, como cuando te lo encontraste-. No iré contigo a ningun lado -estaba algo nervioso y asustado-, ¡no sé ni quien eres!

Parecía que, simplemente por la acción de la palabra, no lograba acordarse de mucho.

Soy, el que te salvo el pellejo, bien te hubiera dejado comer por el oso si llego a saber que me arrearías el guantazo que llegó después.

Tengo algo, que al parecer se os cayó a vos, en el fortuito encuentro con el oso.- Y mostrarle el cuchillo que recogió del suelo, creo que es del herrero del pueblo, has de conocerlo. Y mostrarle en ese momento también la espada del herrero. 

*¡Quedate aquí! no tengas prisa, preparemos algo para pasar las horas, y mañana te acompaño junto a tu hermana, ¿no entiendo que buscas en el monte alcillo? ¿setas? es pronto para que salgan. ¿Y no sabes algo de un loco que puede ir por aquí matando a la gente?

Pe... perdona... -se acordaba perfectamente del puñetazo que habíate arreado el día anterior-. Trasgó saliva el tal Inazio, y en cuanto le mostraste el cuchillo con la imagen de una huella, sus ojos parecieron abrirse en demasía, su rostro pareció brillar, e incluso pudiste ver cómo el interior de la su sesera se iluminaba fruto de una (quién sabe) iluminación divina: un fogonazo de recuerdos le vino a la mente.

¡Ya recuerdo! -dijo con cierta euforia por el logro-. El cuchillo, ¡Pere!, ¡mi hermana! -ciertamente, parecía que las piezas de la historia veníanle solas a la mente-. Santo Dios... -decía como fatigado y asombrado-. ¿Que qué busco en este monte? ¡Nada! ¡Sólo HUÍA! -te dijo con gran pesar-: Al ver a los soldados del feudo, corrí, pues ya sabía yo a lo que venían: pretendían ajusticiar a Pere por... -se detuvo un rato, camino de un lado a otro con la cabeza agachada, y luego, volviéndote a mirar, continuó con gran dificultad (como si le costara mucho o no quisiera contarte lo recordado)-... por, por pertenecer a la Cofradía de los Caminantes.

Hubo un silencio. Te miró y esperó a que lo asimilaras. No pretendía que conocieras dicha "cofradía" (o lo que fuera) tan sólo divisó tu reacción.

Es... la Cofradía es una junta de cazadores, clérigos y cualesquiera que muestre fidelidad, de ahí el simbolo de la huella de este cuchillo -levantó un poco el mango del mismo-. Los Caminantes atrapan y eliminan criaturas prohibidas, herejes, malvadas...

¿De qué diantres hablaría Inazio?

El señor Pere, desde la muerte de los suyos, se unió a ellos con la esperanza de dar caza al ser responsable: un Mairuk, un hombre maldito y terco, afincado por aquí, en este monte, desde hacía poco. El señor del feudo, muy ligado a la Inquisición de Aragón, sabía que Pere pertenecía a la Cofradía. No me preguntes cómo. Solo sabía que si me sorprendían con el herrero, me harían lo mismo -recordó que le dijiste lo de la pira, unas lagrimillas le vinieron a los ojos. Sin embargo, aguantó y continuó hablándote-. Pere, entonces, me ordenó que huyera al monte. Fue cuando en plena carrera resbalé y me golpee la cabeza ¡ahora lo recuerdo! -al parecer, ya había recompuesto su historia-; luego me encontré con el oso y luego... contigo. Siento lo del puñetazo... Yo estaba arriba, en el campanario, y desde allí te ví venir: por eso he bajado. Estuve pidiendo ayuda con la campana,tirando de ella y haciéndola sonar pues..., a lo lejos, en la otra falda del monnte, lo he visto... Ese gigante... anda cerca... ya viene.

La efusividad de Inazio al recordar habíase tornado ahroa en preocupación.

Cofradía de los Caminantes... la cara ensombrecida por tener el rosrto de cara al suelo, reflejaba preocupación y pese a que parecía que no escuchaba, cada una de las palabras de Inazio eran escrutadas y sospesadas. ¿Mainuk? se preguntaba y pronto su asombro y nerviosiso, la tensión se podia palpar en sus tensas manos, que fuerte apretaban su lanza y su escudo, No será a mi que llevo dos días entrenando con carroñeros a quien me de caza un mainuk, jajaja. ¿Y para que coño tocas la campana, no ves que así solo puedes lograr llamar su atención... ahora que lo pienso, tu sigue tocando la campana y le tenderemos una trampa. Explicare su plan de atraer a ese humanoide y luego atacarle entre los dos, sorprendiendo Felipe por la espalda. ¿bien entonces, actuamos?

Nosé, pidiendo ayuda -decía en referencia a lo de tocar la campana-, aunque pensándolo bien... -ciertamente comprendió que bien podía atraer a ese ser-. Luego escuchó tu plan de atacarle por la espalda.

Bien, seguiré tocando un rato, y vigilaré por el campanario. ¿Tú donde te vas a situar? ¿Fuera o dentro de la ermita? Mire a ver, señor -te dijo con cara de nerviosismo-, que ese ser no es hombre cualquiera, es bestia, diría yo... Por algo la Cofradía querría cazarle...

Ni siquiera esperó a ver qué respondías. Estaba algo nervisoso, e Inazio subió arduo al campanaerio a tocar la campana. En pocos segundos pudíste oir el retumbar del badajo con el borde. Primero suave y luego... luego intensamente.

Fuera lo que fuese eso o esa cosa si acudiera a la llamada, muy probablemente fuera a depredar con lo que en su camino se le cruzara, y con las últimas peleas algo cansado se sentía, así que sin mucho con lo que poder preparar y confiando en su lanza, se instalo en lo que el creía que era un sitio ventajoso, por estar a cierta altura y cerca de la entrada a esa estructura. Preparo un pedrusco de importantes dimensiones y apalanco la espada de tal modo que pisando como un pedal la roca cayera en la cabeza de su presa. una vez tuvo su bienvenida preparada se sentó a esperar en la penumbra, oyendo el repicar de las campanas.

En pensando en colocarse en un lugar ventajoso, que Felipe tomó su lanza, mas buscando piedra grande que poder empujar y matar a ese supuesto "gigante", que no la halló. Todas eran pequeñas, y un buen pedrusco estaría, seguramente, a pleno campo. Cuando salio de la ermita para intentar adquirir alguna, miró con cuidado por doquier y finalmente oteó un canto blanquecino de grandes dimensiones. Cogiólo con dificultad, mas desde la torre o el tejado bien que destrozaríale la cabeza a cualesquiera. Claro que, en entando en la pequeña iglesia, un gruñido apareció por detrás.

Et que del susto te giraste, dejaste caer la piedra (Dios gracias por que no te cayó en el pie) y vístes tras de tí a un ser enorme y musculoso:

Fue entonces que el tipo alargó tus brazos, dispuesto a agarrarte por detrás. Llevaba pieles por encima y un garrote como arma improvisada. Si no fuera por su inesperada y exagerada altura (casi dos varas de altura) dirías que era un vagabundo. Pero no, su aspecto era cuanto menos... peligroso.
 

No esperaba atareado con la losa que nada le sorprendiera y menos un gigante que cuanto menos de dio un susto de muerte.

-Hijo de la perra sarnosa. Acertó a maldecir mientras echaba mano a la laza para intentar parar a ese ser. ¡AYUDA, BAJA!

El enorme tipo apretaba su garrote con fuerza, pero parecía que tu reaccionarías antes.

Iniciativas:

Felipe: 22
Gigante: 18

Declara y actúa ;)

No parecía que fuera a mediar palabra. Y por la envergadura de sus brazos un solo golpe certero muy bien pudiera aplastar su cráneo. Con un tipo tan grande pocas oportunidades tendría y procuro acertar antes que golpear muy fuerte, esperando incapacitar a ese portento.

Aquel tipo de enormes dimensiones intentó aporrearte hasta en dos ocasiones toscamente, haciendo estallar su garrote en los bancos de la iglesia al no se capaz de alcanzarte. Sin embargo tú, habiéndole dado la lanzada antes, le penetraste con la lanza en la pierna izquierda.

Daño: 6 (/2 por pierna) (-1 por Pieles): 2 puntos de daño.

En esos momentos llegó Inazio a la carrera, descendiendo por los maltrechos escalones de la torre lo más rápido que pudo. Un cuchillo portaba en su mano, blandido en alto, y al mirar al tremendo ser se horrorizó, el cual sangraba ahora de la pierna, fruto de la punzada de Felipe.

¡A por el! ordena a Inazio, cuando le ve aparecer.

Quiso hacer entender a ese ser, por si su raciocinio reaccionaba, que ahora estaba en desventaja. Con un poco de suerte arremetiera contra el enclenque, que cuchillo en mano intentaría atacarle. O eso esperaba Felipe.

Iniciativas:
Felipe: 28
Gigante: 25 (Garrotazo y Garrotazo, uno a cada no de vosotros)
Inazio: 17 (cuchillada y esquiva)