Partida Rol por web

-No -le cortó Ioseph, por primera vez acercándose (aunque muy lentamente) a los malos modos-. Seguimos todos juntos. Esta cueva no es segura, ya lo hemos visto.

Horgus miró a Cage con gran arrogancia, pero se abstuvo de comentar nada. Abrió la puerta del norte, que daba a la nave principal del templo, y un fuerte olor a polvo y a podrido les llenó las narices. El noble bajó la antorcha para mirar los bancos de piedra rotos y los muebles carcomidos por el tiempo. Al fondo, de espaldas a ellos y sentado en un banco, había una persona, inmóvil.

-¿Hola? -preguntó Horgus-. Mmm. Seguramente esté muerto.

Coriander se volvió para mirar hacia donde Horgus señalaba. La mujer, que parecía mucho más despierta y animada, se atrevió a acercarse a los restos. Por el tamaño de la figura, y por su larga y espesa melena, se tenía que tratar de un enano. Estaba lleno de polvo y telarañas, así que la presunción de Horgus no iba mal encaminada.

La bruja dio un rodeo guardando las distancias para verle de frente.

El enano estaba muerto; de eso no había ninguna duda. Tenía los ojos vidriosos y opacos, la boca abierta y la mandíbula desencajada. El pelo, gris y lacio, había sido trenzado junto a la barba con mucho cuidado y ahora era nido de arañas y otros insectos. Parecía momificado, pero el tufo a muerte que desprendía resultaba evidente.

En el suelo, junto a él, había un martillo enano de gran calidad, y en su cinturón había varias bolsas que podrían tener algo útil en el interior.

-Tened cuidado con lo que tocáis, mi señora. Está visto que por aquí hay mucha fauna variada y no precisamente amistosa- El tiflin se acercó a Coriander por si algo salía de entre las sombras... o del enano momificado.

Me acerqué con los demás a ver el cadáver del enano... Y a descubrir si había algo de interés, claro. Mis grandes ojos observaron el martillo con interés. Un martillo de aquella calidad seguro que valía una pasta si conseguía venderlo... pero no quería lleva un objeto tan pesado, así que descartó la idea por el momento.

Mis ojos brillaron de interés al ver las bolsas. Pobre enano, morir aquí abajo solo... Al menos encontró un lugar tranquilo entre tanta piedra. Me acerqué y cogí una de las bolsas, la de la izquierda del enano, para ver lo que contenía. Algo me dice que no vas a necesitar más esto...

El clérigo se levantó de un salto y trató de estrangular al pícaro.

Coriander estuvo a punto de decirle cuatro cosas bien dichas al niño-gato, pero el clérigo les sorprendió a todos levantándose de su asiento entre una humareda de polvo.

-¡ஶாநாசிஒங்! -exclamó ella avalanzándose sobre le muerto para intentar tocarle, pero se le escapó por varios centímetros.

-¡Lo sabía!- Gritó Kevveon al ver levantarse a la momia. Algo en su interior le dijo que algo iba a pasar, y acertó. Levantó la ballesta y apuntó entre los ojos. El virote salió volando y le atravesó la cabeza.

El virote atravesó el ojo del clérigo y salió por el otro lado de la cabeza. Una materia pútrida brotó del agujero; el monstruo gritó, enfurecido, y clavó las garras en torno al cuello del félido. Las uñas el enano eran negras y exudaban algo claramente venenoso. No tuvo que apretar demasiado para que la sangre brotara y la hemorragia hiciera perder el conocimiento al pícaro, que cayó al suelo inconsciente.

Coriander intentó tocar al clérigo una vez más, pero sus aspavientos impidieron que pudiese rozarle.

Al escuchar los gritos Ioseph recogió la guja que había apoyado en la pared y corrió en ayuda de sus compañeros. Le pareció ver a Cage en el suelo, pero no tenía tiempo de pararse a comprobar si estaba bien. Con un grito le hundió el filo de su arma al engendro en el costado.

El mago vio como caía el hombre gato por el rabillo del ojo. Retrocedió un paso para poner distancia entre él y el muerto viviente, cargó la ballesta y apuntó de nuevo, nervioso.

El clérigo no se inmutó con aquel ballestazo. Su siguiente presa, la aasimar, le quedaba cerca. De dos garrazos certeros le rajó el pecho; Coriander sintió un fuerte mareo por la pérdida de sangre y lo putrefacto de las uñas del muerto viviente, pero logró mantenerse entera y respirando por el momento.

-¡Cage! ¡Coriander! ¡Aguantad! -gritó Anevia renqueando hacia la nave principal. Cargó una flecha y disparó al clérigo. La flecha se clavó en el banco de piedra más cercano, vibrando inocua.

Coriander apoyó, esta vez si, las manos en las garras del enano cuando este las apartó de su pecho tras desgarrárselo. La luz pasó de las yemas de sus manos a la cuarteada piel del muerto golpeándolo y dejándolo seco en el acto.

La bruja retrocedió y se sentó en el banco apretando la tela de su túnica rota contra la herida.

La energía positiva canalizada por Coriander acabó con la energía negativa que había reanimado al clérigo muerto. El enano cayó al suelo provocando una nube de polvo negro que tardó un buen rato en asentarse.

+50 px para todos por volver a Horgus Amistoso
+100 px para todos por matar a la mosca
+50 px para todos por prevenir que se degraden las actitudes de los pnjs
+150 px para todos por matar al huecuva

-Muertos vivientes... ¿Que será lo próximo?- Kevveon se acercó a Coriander, preocupado-. ¿Estáis bien? 

Ioseph le echó una mirada preocupada a Coriander, pero casi de inmediato su atención se volvió hacia Cage. Se arrodilló junto al félido y presionó suavemente las heridas del cuello con las manos. No era suficiente para detener, ni siquiera ralentizar, la hemorragia, pero temía estrangularle.

-¿Puedes curarle? -preguntó a la aasimar.