Partida Rol por web

Tanto Coriander como Ioseph no tuvieron duda de cómo había tenido lugar el combate. Los cruzados, que portaban el símbolo de Iomedae en el pecho, habían sido atacados por las esporas venenosas del basidirond. El primero había muerto antes de poder alcanzar al hongo. El segundo había cargado contra el enemigo y lo había destruido, pero había caído presa de su veneno poco después. Los dos cuerpos estaban frescos y apenas rígidos. Debía de haber ocurrido poco antes de los temblores.

Ambos cruzados vestían camisotes de malla de gran calidad con la barda de Iomedae en el pecho. Uno de ellos, enganchado al cinturón, llevaba una poción, mientras que el otro portaba un pergamino. Los dos llevaban gujas y un guantelete armado. Eran humanos de mediana edad, sanos y enteros.

-Gujas. Pensaba que los paladines de Iomedae usaban espadas largas... -murmuró el aristócrata dándole con el pie a una de las armas.

Cage se dio cuenta de que el cuerpo en el que había un pergamino tenía en la mano un símbolo sagrado.

Ioseph se dio cuenta de que el cuerpo en el que había un pergamino tenía en la mano un símbolo sagrado.

La idea de esporas asesinas me hacía aún menos gracia que la de los no-muertos. Luchar contra algo que no se ve y no se puede esquivar no era una de mis prioridades... Sin embargo, alguien había hecho el trabajo por nosotros. Lástima su final. Mis ojos felinos escrutaron los cuerpos en busca de cualquier tipo de información o de objeto que llevasen y brillaron unos instantes.

-Chicos, ese hombre tiene algo en la mano. Dije, señalando al hombre con el pergamino. ¿Sois capaces de identificar el símbolo?

El pañuelo cubría por completo mis fosas nasales y mi boca. No quería arriesgarme a sufrir el mismo destino que los dos hombres.

Al principio Ioseph había seguido las instrucciones de Lann y se había tapado la boca con la mano, pero cuando se encontraron con los cadáveres se le olvidó seguir cubriéndose la boca.

-La guja es el arma de Shelyn. Vamos a ver ese símbolo -dijo, y se agachó para recogerlo con delicadeza de entre los dedos muertos. Le echó un vistazo y se levantó para enseñárselo a los demás.

El Tiflin se acercó a lo que quedaba del hongo, fascinado, sacó un pequeño pellejo de cuero en forma de saquito, un pequeño y afilado escalpelo y cortó un trozo del fúngido con mucho cuidado.

-Este ejemplar de hongo de las cavernas es excepcional- Comentó mientras se guardaba el pedazo en el saquito-. Su ritmo de crecimiento se sale de toda escala que se viese en la superficie... y esos sacos de veneno, ¡miren que tamaño! 

El cuervo le graznó a modo de alerta pero Kevveon le ignoró

Ioseph distinguió en el símbolo, una obra de arte que bien podría valer varias semanas de sueldos, un pentáculo invertido y el rostro de un minotauro grabado en el centro. ¡Baphomet!

-Kevveon, ten cuidado -dijo Anevia-. No estás del todo en forma y si se activase una espora tardía podrías morir...

-No son paladines de Iomedae -dijo Ioseph, que de pronto había empalidecido. Soltó el símbolo sagrado como si le quemara en la mano-. Creo que son adoradores de los demonios. Ese amuleto es de Baphomet, un señor demoníaco.

A Coriander le daba igual a quién sirvieran. Su mundo estaba lleno de grises, por lo que no se sorprendió del dios al que servían, cosa que si pareció alertar al paladín. Si él supiera...

-Cojamos la poción y sigamos para delante. Después de todo ellos ya no la necesitarán.

-¡Servidores de Baphomet! Pero... ¡si visten como cruzados! -Anevia se agachó y rozó el símbolo de Iomedae, tan parecido al de su esposa-. Por los dioses... Hemos de regresar cuanto antes. Si hay más como estos, Irabeth puede estar en peligro.

-Je. -El elfo sonrió de medio lado-. Llevaba mucho tiempo sospechando que había infiltrados entre los cruzados de Kenabres y esta es la prueba. El culto de Baphomet, conocido por algunos como la orden de Templarios del Laberinto de Marfil, se había infiltrado hasta entonces en grupos mercenarios, pero esto... Deberíamos llevarnos los cuerpos con nosotros para probarlo ante los gobernantes de la ciudad una vez regresemos.

¿Adoradores de demonios? Entonces han tenido lo que merecían, sin duda.

Kevveon se apartó del hongo y se acercó al resto del grupo. -Como cruzados visten si, pero para probablemente para poder moverse a sus anchas por aquí... Y si aquí siguen no me importaría darles el mismo trato que les ha propiciado ese fúngido.

Mientras los demás hablaban Ioseph se había arrodillado de nuevo para quitarles las armaduras a los falsos paladines. Descendía de una orgullosa familia de cruzados, y no iba a permitir que aquellos farsantes siguiesen vistiendo con el símbolo de Iomedae y burlándose del valor de sus antepasados. Y si lo que decía Aravashnial era cierto... Tenía que volver cuanto antes con su familia para avisarles.

-No sé si podemos llevárnoslos, Aravashnial. Ya vamos muy cargados. Pero nuestra palabra y el símbolo de Baphomet serán suficiente prueba. -Cogió el símbolo sacrílego con infinito cuidado, como si temiera que fuera a morderle, y cogió la mano del elfo para ponérselo en la palma-. A lo mejor llevan alguna otra prueba encima.

-¿Finiquitado la investigación habéis, nobles señores? -preguntó Lann-. No son estos los únicos cruzados que se ven; en los últimos días, muchos transitan por estos túneles y se dejan ver por los alrededores de Neatholm. Aliados de una tribu mezquina parecen ser; gente de mal vivir y falsas buenas intenciones con los que preferimos no juntarnos.

Me coloqué la manga de la camisa de tal forma que cubriese mi mano y cogí el pergamino del hombre para leerlo mientras respondía despreocupadamente a los demás.

Tal vez esto sea de ayuda....

El pergamino resultó incomprensible para el félido, no así para el tiflin. Se trataba de un pergamino mágico escrito en dracónico.

El Tiflin leyó el pergamino rápidamente y lo volvió a enroscar con agilidad.

-Este pergamino contiene un conjuro de miedo. Todos aquellos enemigos que lo escuchen huirán despavoridos durante un momento- Alzó la mano con el pergamino, mostrándolo al resto-. Si nadie lo quiere, puedo darle uso si llega el momento.

Hice un gesto con la mano, indicando que no tenía interés alguno en el papel que ni siquiera había entendido. Dejé los cuerpos y miré a Ioseph, indicándole con la mirada que estaba preparado para marchar.