Partida Rol por web

Discutían sobre el plan, la estrategia a llevar a cabo. ¿Qué eran esos seres? ¿Acaso se podían convertir en cuervos o los cuervos eran sus aliados? Mía decidió invocar a las águilas y las llamó centrando su atención en el perímetro cercano, como si un círculo invisible se extendiera por un radio enorme.

Viento se preparó para el ataque con su arco, diciéndole a la hadita que buscase refugio y ella lo hizo tras su espalda. No podía o quería dejarlo.

Fafnir también se preparó, pensó en los médicos del pasado y el significado que sus máscaras tenían ¿Llevarían a la vida o a la muerte?

Mía logró conectar con las águilas. Dos vinieron en su ayuda. Eran enormes como si se tratase de caballos que volaban (debido a su enorme tamaño), hicieron un silbido y destrozaron a los cuervos con sus garras. No hubo batalla allí, los animales negros salieron disparados, escapando de las aves. Pero los hombres, esos tipos con capucha, eran otra historia.

La flecha de Viento pegó a uno de ellos en el pecho y él miró esta flecha y se la sacó con un tirón, aunque sangre verdosa salía de la herida. Dos de los cuatro seres entonces se alzaron por el aire, sacando de su espalda enormes alas negras. Las águilas se dedicaron a atacar a uno, entre las dos lo estaban destrozando.

Pero los otros tres se dirigieron al grupo, uno sacó una hoz negra como la noche con la que comenzó a cortar el aire mientras volaba hacia ellos. Desde tierra el dragón no hacía nada, solamente estaba sumido en esa hipnosis y atado con la cadena.

El combate ya había comenzado y curiosamente fue Mia quién lo inició.

Las águilas hicieron su trabajo y mis compañeros tomaron distintos enemigos, uno de ellos vino directo hacía mí.

Al ver los cortes que su oscura hoz formaban y como se acercaba a gran velocidad, sonreí y me lancé hacía el también.

Tras dar dos pasos salté de cabeza girando y esquivando sus cortes para sacar mis dagas al pasar por su lado y trazar dos cortes a su costado, siguiendo de largo.

No le gusto demasiado que la Hadita se quedara junto a él, pero igualmente sonrió con cariño a ella sin decir nada preparándose a defenderla. Tras dar el flechazo que había servido para probar las capacidades de los seres, observo como al que había apuntado se lo sacaba sin mucho drama a pesar que su sangre comenzaba a salirse.

Pronto alguno de ellos sacaron alas como había predicho, aunque no se lo alardeárselo a Fafnir no solo porque estaban en batalla con estos sino porque nada impedía que el súcubo también tuviera la verdad al final de todo.

“Buen trabajo Mia…” Le alabo al ver como uno de esos seres era acosado por las águilas. “Acabemos con ellos rápido.” Comento al resto mientras se tomaba otra de sus flechas y volvia a apuntar al que ya había disparado, Aunque a diferencia de la otra vez apunto a la máscara que tenia puesta queriendo ver que tan resistente era esta.

Mía lanzó destello contra uno de esos seres que la atacaban.  Quería enceguecerlo para que no pudiera atacarla ni a ella ni a sus compañeros.  Aprovecharía para escabullirse hacia la cadena que ataba al dragón. 

Respuesta iluminadora quiero, ¿que es esa cadena que ata a nuestro compañero? ¿Cómo darte libertad, dragón, sed, cadena, cetro o misión? 

Fafnir sacó sus dagas y las usó contra el ser que blandía la hoz. Dos cortes laterales se abrieron bajo la túnica dejando salir sangre y plumas, algo verdaderamente extraño. Pese a ello el de la hoz siguió contra el íncubo con ahínco.

Viento lanzó una flecha al otro ser herido, y esta vez la punta hizo golpear la máscara y se la sacó. Lo que reveló era un rostro humanoide cubierto de pequeñas plumas negras y con ojos amarillos. En el sitio en el que debía existir una boca, sobresalía un hueco en forma de pico. En la punta había como una aguja, negra contra fondo blanco.

El destello de Mía encegueció al tercer enemigo, el que estaba junto al dragón. La respuesta le vino a la joven en la forma de una voz interior. “El dragón está atado por una cadena normal, es su voluntad la que no la rompe. Liberad su voluntad y liberaréis al dragón.”

Las águilas terminaron de fulminar al ser que tenían entre sus garras pero los otros tres seguían peleando. Dos estaban bastante heridos y uno intacto. El de la hoz tiró un tajo al aire y de pronto los chicos sintieron como el aire provocaba cortes en su piel. Apenas rasguños debido a su nivel de entrenamiento pero, en seres comunes, podrían ser mortales.

Abrio los ojos sorprendió ante la apariencia que se mostro su enemigo cuando le desprendió el casco con un flechazo. Finalmente cualquier duda de que fuera una especie de pajaros debajos de esa ropa dejaba de ser posible.

Sin embargo eso no cambiaba mucho la situación que tenían en mano. Observo como estaban yendo sus compañeros, antes de recibir aquel ataque que no necesito estar cerca para asestárselos. “Maldito!”

Pero en vez de vengarse decidio seguir con el suyo, apuntándole una vez mas y dispararle con ningún objetivo en particular mas que darle. Luego de eso se traro de acercar donde estaba Mia que le parecía estaba apurada para liberar al dragon aunque el problema era que no había tomado el cetro que tenia Viento para hacerlo.

El sentir los cortes en la piel solo me hace sonreír.

-Es eso lo mejor que tienes?- le pregunté al de la guadaña para luego activar uno de mis poderes con las dagas extendidas y comenzar a moverme alrededor de él comenzando a cruzarlo en todas direcciones y cortándolo cada vez que pasaba con las dagas.

Mía fue hacia Viento y tomó el cetro que este le ofrecía.  Volvió sobre sus pasos a lanzar Destello sobre el hombre-cuervo más cercano a la cadena y le pidió a sus amigas águilas que lo atacaran para impedir que se le acercara.  Iba a activar el cetro.  

¿Qué debo hacer para liberarte amigo dragón? 

De nuevo Viento usó su arco y lanzó otra flecha hacia el ser al que le había privado de la cobertura de su máscara. Este graznó cuando su mejilla derecha fue insertada por la saeta. Mientras las águilas dejaban caer los pedazos de su víctima, quien ahora había pasado al mundo de los muertos. Fafnir, en un vertiginoso movimiento, comenzó a rebanar a la criatura que portaba la hoz. Sintió, a medida que la sangre salía a borbotones de los cortes abiertos, que su mano (la de la armadura) se calentaba un poco más pero en vez de quemarlo lo hacía sentir más fuerte.

Mía tomó el Cetro que el joven del arco le ofrecía y se comunicó con Dragón. El enorme ser por primera vez la miró, como si realmente la viese, y le dijo:

“Libérame de la voluntad del Cetro, déjame hacer mi voluntad en cambio. No quiero seguir órdenes, soy un ser noble y antiguo. Dime que soy libre y lo seré...”

En eso se oyó el grito de un águila, el tercer “Cuervo” la había rebanado en dos con un movimiento de sus alas. De pronto se dieron cuenta que las plumas de las alas que salían de su espalda eran afiladas como cuchillos. Y no cabía duda de que el tercero de los enemigos era el más feroz. De pronto esas plumas salieron volando de costado, como púas de un erizo, y se clavaron en la piel de los guerreros. Incluso el hadita tuvo una en su hombro, y eso que estaba cubriéndose tras su querido amigo.

Hermana águila, has dado tu vida.  Así como tú lo has hecho, yo acudiré al llamado de los tuyos cuando me necesiten.

Mía avanzó hacia el dragón, colocándose cerca de la cadena.  Mientras pedía al otra águila que la protegiera del ser aquel.

Dragón, ser noble y antiguo, ¡yo te libero!  Usa tu libertad con responsabilidad.  ¡Úsala para el bien!  

La voz de Mía tenía la dulzura de la miel, y la fortaleza de la Tierra. 

Si ver como una de las águilas era partida en dos, ver a su hadita herida lo alerto de lo peligroso de este lo lleno de ira. Mirando con preocupación a la hadita supo que esto debía terminarse antes de que todos terminaran peor.

Con su nueva prisa dirigió su mirada al cuervo con el que había estado peleando hasta ese momento y conjurando su voluntad en el viento, logro que este produjera un feroz corte donde se encontraba este parado con la esperanza de acabar con este sin importar la mana que gastara.

“Aguanta hadita, acabaremos con estos monstruos rápidamente.” Le dijo con esperanza que la herida no habría hecho tanto mal, ya que si fuera asi se sentiría lo mas culpable por ser demasiado cauto en esta batalla.

Sentí ese calor, pero yo era el fuego ahora, el sentirme más fuerte me hizo recordar mi encuentro contra los jinetes, esa vez me contuve, pero al mismo tiempo también sabía que debía de seguir sincronizándome con la armadura.

Me lancé contra el enemigo herido, guardando las dagas para esta vez juntar los dedos de la mano derecha y lanzar una estocada al corazón de mi enemigo, buscando arrancarlo por completo y explotarlo en mi mano.

El descenlace se desencadenó de golpe. Viento, iracundo por las heridas de su amada hada, utilizó su Maná para conjurar un viento que cortaba a la criatura, y la cortó. Rebanó partes de su piel hasta que la sangre cubrió al guardián como si muchos filos de cuchillos lo desgarraran. El otro cuervo vio su corazón arrancado por Fafnir que ahora comenzó a sentir un poder implacable y voraz. El dragón por su parte, el gran cautivo, se separó de las cadenas y tragó de un solo bocado al último de los enemigos.

Por un instante todos vieron las marcas de la batalla: sangre en el suelo, partes de hueso, y desolación.

-Libre soy, como mi hermano. Siervo vuestro soy, de todos modos, de todas formas tengo una deuda de libertad con vosotros. Mi generación es tan antigua como la tierra y cumplo mi palabra. Os agradezco, guerreros. Sois realmente los llamados por la leyenda...  

Con un movimiento de sus fauces un hilo de luz dorada llenó a todo el grupo sanando cada herida.

-Parte de mi pago este es, sigamos camino.  

Suspiro aliviado cuando vio a todos los enemigos muertos frente a él, sin embargo no se calmo buscando su hada para ver su herida y curarla de ser necesaria. Pero el dragon se le adelanto sanándola a ella como al resto del grupo.

“Gracias dragon.” Le agradeció empezando a prestarle atención a sus palabras. “Si debemos seguir en busca del pergamino, tal vez podrias ayudarnos con el enemigo que nos espera pero preferiría que fuera por propia voluntad.” Comento mirándolo al dragon antes de volver con el hada.

“Te arriesgaste mucho, no vuelvas a darme un susto asi.” Le advirtió aunque rápidamente su gesto serio fue reemplazado con una sonrisa cariñosa sintiendo difícil pelearse con ella. “Aunque te agradezco que me hayas dar cuenta de mi error en darle demasiadas oportunidades al enemigo. En una próxima batalla te protegeré mejor.”

¡Vientos Dragón!  Vamos presto.  ¡Hay mucho que hacer!  Nos espera el reto más difícil.

El dragón se muestra agradecido y decide ayudarlos por voluntad propia. La hadita promete a Viento cuidarse más la siguiente vez. Remontan vuelo nuevamente hacia el último lugar que deben visitar en las Tierras del Norte. Se sienten plenos de salud, el aliento del ser al que han salvado ha repuesto sus fuerzas. Se sienten poderosos: Fafnir más que todos pero debe tener cuidado… su poder es prestado y maligno si no lo controla.

A lo lejos, luego de unas horas de vuelo, ven un Castillo oscuro con altas torres, algunas de las cuales están encendidas.

-Es el Castillo de la Orden de la Sombra –explica el dragón de Hielo. De pronto se les acerca Iato que viene volando en una de las águilas de Mía y les dice.

-Tenemos tres entradas: la principal, una subterránea y por arriba, por la terraza del castillo –el Elfo está mirando fijamente la fortaleza –todas tendrán trampas, todas serán díficiles. Elegid, y comencemos con esto. Una vez que tengamos el Pergamino nos iremos de aquí.

Viento le agradeció a la hadita su respuesta y le sonrio con mucho cariño, aunque no pudo evitar echar un vistazo a los nuevos guantes siniestros del súcubo. Aunque todo quedo detrás cuando tomaron vuelo.

Cuando llegaron al castillo y luego de escuchar las palabras de Iato tocaba tomar una decisión. “Creo que la terraza podría ser nuestra mejor entrada. Por si nos toca escapar podríamos hacer una señal para que alguno de los dragones o las agilas nos saque de ahí. Por el otro lado los otros lados nos serán mas difíciles de escapar y entrar, en especial ahora que no contamos con Gregor para la parte subterránea.” Comento con cierta tristeza al final.

Una vez que terminamos con los cuervos y liberamos al dragón ya estábamos listos para seguir, ahora nos tocaba encontrar un pergamino en un castillo perteneciente a la Orden de la Sombra.

No solo la estructura si no que el nombre llamaba mi atención.

-No hay problema por lo subterraneo- le dije a Viento - yo puedo encargarme, sin embargo prefiero entrar por la puerta principal- dije sacando mis dos dagas con la funda y pasándoselos a Mia.

-Ya no los necesito, te los regalo-

Luego de hacer eso tomé el otro guantelete de la armadura y me lo puse.

-Iato...- pregunté al elfo mirándolo de reojo, todavía no confiaba en él- Qué nos puedes decir de esta tal Orden de la Sombra?-

¡Por arriba me parece bien! -dijo Mía entusiasmada.  La luz es mi aliada, mi elemento, y entre más arriba más luz.  Y cuando bajemos, ¡esa luz partirá plaza entre las sombras y la oscuridad!

Luego su rostro se entristeció y miró al suelo, preocupada de la fuerza de sus amigos.  Dejó salir su pensar, sin filtros. Me preocupa que seamos demasiado destructivos.  

¿Cómo podemos saber quienes son inocentes embaucados por la Orden, gente que podemos salvar, antes que matar?  Los volteó a ver uno por uno.  No quiero dañar a nadie que pudiera ser rescatado. 

En eso algo se le ocurrió y le rogó a la Luz:  Dale a mis amigos la capacidad de ver las fibras de bondad que todavía hubiera en las almas de la gente, en aquellos recién atrapados en estas redes y en quienes crece la semilla de la duda ante el mal.   Danos la capacidad de saber la forma de llamar esta bondad adelante, para que desistan de atacarnos y nos ayuden a liberar al dragón,... y a sus propias almas.  

“Dos contra uno.” Afirmo con una sonrisa triunfante aunque disminuyo para no parecer demasiado arrogantes. “Iremos por arriba, de nada nos sirve presentarnos por la entrada principal más que para sufrir de primera mano con todas sus defensas.” Comento y espero que se diera cuenta el súcubo que a pesar que ahora tenían más magia sus números habían disminuido.

De cualquier forma la pregunta que hacía era buena, por lo que vio Iato interesado en su respuesta.

Aunque no por eso ignoraba las palabras de Mia. “Debemos ser al menos algo destructivos estas personas son nuestros enemigos Mia.” Le comento con paciencia y algo de entendimiento, porque antes de toda esta aventura él no era más que un campesino que poco sabia de guerras. “No se si haya quienes no merecen nuestra ira ahí dentro, pero te prometo que si lo hay no les haremos nada y si podemos los sacaremos de ahi.”

Sin embargo como respuesta escucho un rezo de su parte, uno muy noble sin duda pero a menas que sea mágico tendría su dificultad en cumplirse.