Partida Rol por web

Antes de partir, Hernán avisó a un sirviente para que os llevara a las celdas. Cuando éste se fue, os introducísteis por unas escaleras casi circulares y muy irregulares, con peldaños gastados. Ciertamente el palacio había sido construido en sus inicios por alguna especie de ruinas, pues esa parte lóbrega e interna revelaba que se trataba de algun tipo de edificación, ruinas, etc.

Acto seguido, el muchacho que bajó con vosotros avisó a los carceleros que habían estado todo ese tiempo con el párroco. Éstos se acercaron, abrieron la puerta de entrada a las celdas y pudísteis acceder. El sirviente volvió para arriba y os quedásteis con los carceleros.

Luego os invitaron cortésmente a pasar. Al elevar la vista contemplásteis un pasillo cuyas paredes eran pura roca: el calabozo había sido excavado tiempo ha. Al final del mismo sólo había tres celdas, iluminadas por un par de velas cada una. En la última se encontraba un tipo. Avanzásteis, y los carceleros os mostraron, con una antorcha en la mano, a Esquino Maltés, el párroco apóstata.

 Miro al hombre y le saludo cortesmente, siguiendo una estrategia:

 - Saludos, padre, confío en que no hayan sido demasiado duros con usted...

Aquellos calabozos no eran lo que esperaba encontrar en mis viajes fuera de las tierras del señor Lobo, pero al menos estaba de visita y no encerrado en ellos.

Avanzo tras mi señor sin saber muy bien como afrontar esta situación, nunca había tenido que interrogar a un prisionero...

Cuando llegamos a la celda del párroco el señor parece preferir un tono agradable y preocupado. Yo de momento me mantengo callado observando con detenimiento la estancia en la que lo mantenían cautivo así como su aspecto. 

El tipo que había en la celda estaba medio tumbado, pues dentro de ella no había ni un simple cojín de paja. Con ciertos esfuerzos se levantó tirando de los barrotes para levantar su propio peso. Sin embargo, al levantarse vísteis que era un tipo huesudo y delgado.

Las palabras de Lobo lo hicieron reaccionar, aunque no inmediatamente. Miró al joven que había detrás de Lobo y luego a éste. Giró de un lado para otro la cabeza y se rascó lentamente la barba de varios días. Una y otra vez. Sus ojos brillaron, yendo ahora de un lado para otro (sin mantener un contacto visual regular) y una macabra sonrisa se trasladó a su rostro.

MMmmm... -susurró-, no tanto como lo serán con ellos, si...

Su voz era ronca y áspera. Mientras, los carceleros, apretaban los dientes como deseando darle otra buena paliza.

 - ¿Y como es eso?. - Le pregunté, con cortesía.

Maltés cogió una gran bocanada para contestar a don Lobo; sin embargo, vio al chico que tenía detrás, algo tímido, y el aire tomado salió sin pronunciar palabra alguna de su boca. Por contra, se aferró con fuerza a los barrotes, pegándose a ellos; introdujo su huesuda cara entre dos barras e intentó acercarse lo más posible a vosotros. Luego sacó la lengua y comenzó a mojarse los labios, como un lobo que se relame cuando ve a una oveja delante de sus narices. Luego habló.

¿Y tu hijo? -dijo nervioso y riendo- ¿qué, qué haces en un sitio como éste? ¿Qui...quieres que te absuelva de tus pecados? ¡¡Acércate!! ¡Vamos!

Me pongo nervioso cuando se dirige a mi de esa manera. Sin duda la locura le ha consumido...

- ¿Y como podrías absolverme tu si estas condenado? - consigo decir sin tartamudear.

¿De verdad práctica la brujería?. Por su forma de actuar es posible que lo haya intentado. Tan loco que se cree los cuentos de las viejas... Da miedo, no se que esperar de él... 

¿Co... condenado? No... ja ja... -reía complaciéndose por algun tipo de razón que sólo él sabía- No yo... ¡vosotros estáis condenados! ¡El gran Nuño también lo está! ¡Y los de esta casa! Ja ja ja ¡Y los de este pueblo!

Su lengua viperina calló unos instantes para seguir relamiéndose con la cara entre los barrotes. Luego se retiró hacia atrás, hacia donde apenas la antorcha no llegaba tan intensamente.

¡Poco queda...! -continuó. ¡Huid seáis quienes seáis! Ja ja ja... ¡Poco! ¡Nada! ¡Ahora mismo! ¡¡Es ahora!! ¿No lo oís? ¿NO LO OÍS? JA JA JA JA JA

Os dejó sin palabras. Vaya locura.

 Continuo hablándole con amabilidad:

 - Decirme, padre, ¿Por qué estamos condenados?. Tratad de explicarlo para que podamos entenderlo, por favor, ya que me temo que nuestra ignorancia es muy grande y no podemos oír aquello que decís.

¡AAAAAAAAAAAAaaaaaaaaHH! -un grito desde la penumbra os sobresaltó. Los carceleros golperon las celdas para que se callase, pero siguió gritando como un poseso. Luego paró, se levantó, se rasgó las vestiduras y volvió a acercarse a los barrotes para mirar a don Lobo. Sus ojos estaban abiertos; su boca mostraba una mueca tenebrosa, con una pseudosonrisa:

No es dentro de seis días -comenzó- JA JA JA, ¡es ahora! ¡AHORA MISMO!, y en el bosque de Lara se abrirá el pozo del abismo, y del pozo emanará una extraña humareda de la que saldrán langostas. Su apariencia será parecida a caballos preparados para la guerra; sobre su cabezas tendrá una corona que parecerá de oro. Su rostro será como de humano y su cabello como de mujer, pero sus dientes asemejarán a león, tendrá coraza de hierro y el ruido de sus alas parecerá el estruendo de los caballos que corren hacia la batalla... JA JA JA... Tendrá cola como de escorpión y aguijón en su punta, y el poder de causar daño a los hombres durante cinco meses. Su rey es el rey del Abismos, llamado en hebreo Abaddón y en griego Apolión.

Luego Maltés cayó. Se tumbó en el suelo y no dijo nada más.

 Miro al hombre con rabia y luego me dispongo a salir rápidamente de la celda, mientras buscaba a alguien a quien dar órdenes:

 - Quiero que se ponga al castillo en alerta y con toda atención, el ser al que el cura hereje adoraba anda suelto y debemos de hacerle frente. Que manden un mensajero al pueblo, a casa del cura, y que informe a mis sirvientes para que vengan aquí inmediatemente. También quiero un grupo armado a buscar a los que han ido al bosque, yo iré con ellos, pero debo de hacer una cosa antes...

 Fui a la biblioteca del castillo, a buscar cualquier referencia a ese demonio, Abaddón o Apolión, esperando encontrar algo sobre él.

La piel se me puso de gallina. Aquel párroco había perdido la noción de la realidad y hablaba totalmente convencido de aquella supuesta criatura maléfica y poderosa que arrasaría el pueblo y el castillo, así como a todos los que encontrara en su camino. Aunque lo que me resulto mas extraño fue que mi señor creyera a pies juntillas lo que el loco decía y que comenzara a dar ordenes para prepararse para lo que supuestamente se nos venía encima.

Faltaba poco para que la alarma se propagase por todo el castillo y para que algunos hombres fueran a buscar al resto del grupo. El señor salio de allí y yo aun me quede quieto mirando a aquel hombre que había sido párroco. En cierto sentido me daba pena...

- ¿Por qué ha hecho esto? - pregunto desde la total ignorancia, no comprendía que podía hacer que un hombre jugara con la brujería - ¿en que momento pensó que ese tal Abaddón era lo que necesitaba? - 

Esquino Maltés miró al joven Delojo. Tan sólo acertó a reirse de su pregunta. Pero no dijo nada.

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La única biblioteca que había eran unos pequeños estantes en la habitación de don Nuño. Quizá convendría saber de quién hablaba Maltés antes de efectuar un rastreo --> tirada de Leyendas(CUL) o Conocimiento Mágico (CUL).

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Enseguida los sirvientes de la casa-palacio se alertaron y pusieron la órden en marcha: avisarían a los que habían ido a casa del párroco. Sin embargo, le comunicaron a don Lobo la imposibilidad de formar un grupo armado. La noche antes, en la cena, ya le había dicho don Nuño el porqué de su estancia: Don Nuño partiría en breves con sus hombres, de ahí el encargo para Manuel Lobo y su séquito (sino hubiera desecho el entuerto el propio Señor de la Casa de Lara...)

 Trato de buscar información sobre ese ser, pero ninguno de los libros de Nuño es de magia, así que me decanto por buscar alguno de leyendas, entonces encuentro algo...

Rápidamente recordó las palabras de Esquino: "Abbadón... Apolión"... Lobo se percató en la biblioteca que eran ángeles del infierno; incluso había escuchado en algun momento de su vida que además se podría comparar con el mismísimos Satanás... Sea como fuere, el caso era más bien turbio... Lobo no consiguió información alguna en dichos libros, ya que la mayoría eran de guerra y de cantos antiguos.

Puedes deducir, finalmente, que las palabras de Esquino hablaban sobre una de las criaturas de Abaddón.

No conseguiría respuestas desde mi actual posición, debería optar por "pasarme" a su lado...

- ¿Y que debemos hacer para salvarnos? - me parecía estúpido hablar como si creyese en todo esto. Esperaba otra cosa de mi viaje... - ¿Solo podemos correr? - cada palabra me sonaba mas absurda, pero parecía que mi señor creía en todo aquello y yo debía intentar ser útil. - ¿tu por que estas a salvo? ¿acaso le has jurado lealtad y te perdonara por ello? ¿no podemos hacerlo nosotros? -

Me acerco a los barrotes, insistente, pero manteniendome a suficiente distancia como para que no llegue a tocarme aunque estire el brazo a través de ellos.  

Esquino sigue tumbado, no contesta, igual que antes.

Me da rabia que ni siquiera me conteste ¿no usan métodos para hacerlo hablar?. Miro a los carceleros y resoplo para tranquilizarme. Si hay que llegar a esos extremos que sea mi señor o Nuño quien lo ordene...

Me giro y voy en busca del señor de Lobo, preguntando a los distintos siervos que me encuentro para llegar hasta su localización. 

Os reunísteis y preparásteis. Antonio no había conseguido arrancar ninguna confesión (o barbaridad) al tal Esquino, que se quedó tumbado en su celda bocarriba. Don Manuel sólo pudo sacar unas pocas conclusiones, aunque puede que relevantes. Además, Margarita y Francisc ya habían sido avisados por uno de los siervos y se encontraban en camino: en breves os reuniríais en la casa de Nuño.