Partida Rol por web

- Oh dios mío...- palidezco ante lo que insinúa el señor O'Rick - No quiero escuchar nada más... No... ¡No puedo creer que esté preguntándonos si alguno de nosotros sabe forzar cajas fuertes!

Y sin embargo... ¿no tiene algo de razón en lo que dice? ¡No! Por dios. ¡Estos dos individuos están sacando lo peor de mí! ¡No quiero ni pensarlo!

El edificio, al menos vuestra planta, está en absoluta tranquilidad. Se ve que no hay mucho movimiento en esta planta, o quizás es que los despachos estén vacíos. Pero no escucháis los típicos sonidos propios de un edificio de oficinas de estas características.

Viendo que el piso está totalmente tranquilo, Kellemport acerca su oído a la puerta de la caja de seguridad. Con movimientos lentos y suaves empieza a girar la cerradura de combinación tratando de escuchar el click característico que le indique está dando con los números correctos...

Después de unos instantes se aparta ligeramente frustrado: - Esta vez he estado más cerca de conseguirlo, pero parece que sigue estando fuera de mi alcance, con algo de tiempo quizá lo consiga pero por ahora nada... ¿Se les ocurre algo? -

A estas alturas ya nada me sorprende. O quizás sí: me sorprende ver que todavía estoy aquí, que no me he ido corriendo. ¿No lo hago por miedo, nervios? ¿O quizás porque aunque no quiera reconocerlo la sensación de hacer algo prohibido hace que se me acelere el corazón?

Para tomar el aire salgo al pasillo. No hay nadie. Me acerco a las escaleras y echo un vistazo. Está claro que estos dos van a querer sacar la caja fuerte del edificio, haya guardia o no. Deshago mi camino y echo un vistazo al final del pasillo, a la ventana. ¿Dará casualmente la parte trasera del edificio? Una idea loca surge en mi cabeza. Regreso al despacho:

- ¿Y si tiramos la caja fuerte por una ventana a un callejón trasero?- los otros dos me miran probablemente sorprendidos - Yo... eh... creo que si van a hacer lo que quieren hacer... y seguro que lo harán... al menos no me gustaría que nos pillaran con las manos en la masa. Podemos tirar la caja por la ventana o bajarla por la escalera de incendios... y luego volver a subir y salir por la puerta sin que el guardia vea nada. Si tapamos el panel quizás nadie se de cuenta de lo que ha pasado aquí...

Tengo que tragar saliva al acabar. ¡Como se entere mi padre de lo que estoy haciendo ya me expulsado de la familia! ¿Y la policía? ¡Oh dios mío! ¡Podría acabar en la cárcel por robo!

Sorprendido por la propuesta de Robert Peabody no puedo evitar levantar una sorprendida ceja al escucharlo.

Parece que el señor Peabody al fin se muestra más... participativo... Desde luego la inmensa mayoría de las propuestas que hemos hecho hasta ahora escandalizarían a cualquier persona de buenas costumbres, pero situaciones desesperadas requieren de medidas desesperadas si se desea cierta garantía de éxito... Y estamos inmersos en una carrera contra reloj.

-Señor Peabody, me sorprende su renovada determinación. Desde luego lo que usted propone es muy adecuado, tal vez lo más adecuado sea el descenso por la escalera de incendios, ya que si la arrojamos simplemente por la ventana el estruendo generado podría llamar la atención del guardián de la puerta, viéndonos abocados a una sensación altamente incómoda. Si les parece bien yo mismo podría eectuar el descenso.

Mientras hablo intento, en vano, abrir la caja fuerte al estilo del señor Kellemport.

Mientras O'Rick comienza el descenso con la caja fuerte, yo le acompaño sujetando desde arriba. Es mucho más fácil si la bajamos entre dos.

Entre tanto aviso a Peabody para que vigile: - ¡Señor Peabody! Esté atento por si viene alguien a la oficina, y en ese caso entreténgalo. -

Menudo caos estamos montando para abrir una condenada caja fuerte...

- Vale... err... vigilaré.

Robert contempla como los otros dos hombres parecen tener alguna dificultad para cargar entre ambos la caja fuerte, pero se va hacia las escaleras para comprobar que el guarda no acude al escuchar el ruido.

Con muchísimo cuidado, comienzo el descenso por la escalera de incendios, mientras mis compañeros me prestan su ayuda.

Mientras voy bajando le digo a John:

-Señor Kellemport, ¿no cree que sería más conveniente si usted vigilara y el señor Peabody me ayudara con el descenso? No olvidemos que el consiguió arrancar la caja fuerte de cuajo de su lugar de sujeción... Por cierto, ¿podrían usar algo para atar la caja? Les comento mi plan de descenso: Mientras voy bajando cada nivel, sacando la escalera correspondiente, mi compañero aguardaría en el nivel inmediatamente superior para, una vez haya terminado de desplegar la escalera en cuestión, cederme la caja poco a poco. Y a cada piso que descendiéramos lo mismo... Creo que es una forma segura de hacerlo... O al menos es más seguro que bajarla sin más. Y desde luego también haríamos menos ruido... Cualquier cosa serviría, una cortina o una chaqueta... Mi chaqqueta puede servir si les parece bien...

Espero que mi plan funcione, no me gustaría terminar con el cráneo apalstado por una caja de seguridad sin haber resulto este asunto...

- Tiene razón, O'Rick. Señor Peabody, si hace el favor. - espero a que acuda Robert a echar una mano a O'Rick, y ocupo su puesto junto a la puerta vigilante. - Tengan cuidado, por favor. No me gustaría que nadie sufriera un accidente. -

Entre Maurice y Robert cogen la caja fuerte (que parecía menos pesada a simple vista) y caminaron hasta el final del pasillo, al extremo contrario del ascensor, afortunadamente no se veía a nadie. Y así abrieron la salida de emegercencia y desplegaron la escalera de incendios hasta el piso inferior, al llegar a él replegando la escalera, seguidos de cerca por John, y así sucesivamente piso tras piso hasta que llegaron al último.

Los tres hombres repararon en que efectivamente, su intuición no les ha fallado, la escalera de incendios daba a la parte trasera del edificio, a un pequeño callejón estrecho que separaba el edificio que os encontrábais con el edificio con el que lindaba al sur.

También reparásteis desde arriba, en que en la parte trasera del edificio, en el callejón, un vagabundo rebuscaba inclinado sobre dos cubos metálicos de basura.

El hombre estaba a lo suyo y no había reparado en los tres hombres que descendían cargados dos de ellos con un pesado y cuadrado bulto.

Observo con satisfacción a mis compañeros, en particular al señor Peabody.

Sé de buena tinta lo complicado que es actuar bajo ciertas... condiciones... La presión nunca fue muy amiga mía y terminaba dejándome llevar por la corriente... Por cualquier cosa que me permita apartar mis propios pensamientos de mi mente... Pero los fantasmas del pasado terminan haciendo acto de presencia y resulta totalmente imposible dejarlos fuera... Siempre vuelven... Siempre... Aquellas historias que contó mi padre... Aquella descripción... Aquellas... ...manos... Aquel agujero... ...de bala... ...en su cabeza... Y el encargo que me hizo... No puedo dejarlo de lado... Pero ahora tampoco... tampoco puedo olvidarme de esto... Lo mejor será que vuelva a preocuparme del asunto del señor Maklin... O los fantasmas volverán... Siempre vuelven... Incluso ahora...

Mientras me siento en el suelo con un evidente aspecto apesadumbrado que va más allá de cualquier posible cansancio por el efecto del descenso con la caja fuerte...

-Señores, ahora necesitamos un lugar seguro para abrir esta caja, ¿tienen alguna idea? Yo había pensado en hacerlo en la casa de Jerry... Aunque tal vez no sea lo más apropiado... También podríamos ir a mi alojamiento, si les parece bien. Pero yo necesito comprar urgentemente un bloc de notas.

- Me parece correcto señor O'Rick. Esperenme aquí, iré a por el coche, no es conveniente que nos vean salir de un callejón con una caja fuerte en las manos. - voy hacia el coche y cuando salgo del callejón procuro pasar lo más desapercibido posible. Intento evitar llamar la atención.

Hay que darse prisa, una vez tengamos la caja fuerte en el coche, abrirla sin que nadie nos moleste no supondrá un problema. Me pregunto qué guardará Jerry que sea tan valioso.

Algo confundido me apresuro a decirle al señor Kellemport:

- ¡Que el guardia de seguridad no le vea! Recuerden que tenemos que volver a subir por las escaleras para salir nuevamente por la puerta como si no pasase nada... Luego supongo que podemos ir a la casa del señor O'Rick...

Por un lado estoy deseando librarme de estos dos individuos pero por el otro la curiosidad sobre el contenido de la caja me carcome. Aparte: ¿realmente estamos haciendo algo malo? ¡Estamos intentando encontrar a un amigo! El fin justifica los medios... ¿o no?

Cuando John se aleja, el vagabundo deja de rebuscar en los cubos de basura y os mira fijamente, prestando especial atención en el bulto, parece que el hombre finalmente no puede contenerse más y se acerca a pediros unas monedas.