Partida Rol por web

Tras salir de la cocina y despedirte de Terry te dispones nuevamente a subir por el elevador hasta la planta superior donde una vez en ella la voz de ese maldito hijo de puta vuelve a resonar en tu oído, esta vez te dice que ya puedes deshacerte de la silla de ruedas, que ya no es necesario que sigas sobre ella.

Llegas hasta el final del pasillo no sin antes mirar de reojo la habitación donde todavía debe yacer el cuerpo de Dwight. Justo en el final del pasillo, a mano izquierda hay una pequeña puerta que abres sin ninguna dificultad.

Tras ella y bajo la tenue luz que entra desde el exterior de la mansión a través de una pequeña ventana se muestra una vieja biblioteca llena de polvo, telarañas y viejas sabanas llenas de mugre tapando parte del mobiliario del lugar.

Todas las paredes están adornadas con amplias estanterías donde en el mejor de los casos hay dos o tres libros en todas ellas.

Miras al techo y puedes ver una gran lámpara de araña, muy similar a la que te cayo hace unas horas en la entrada de la mansión.

Con los nervios a flor de piel, Dakota volvió a subirse en aquel infernal aparato para llegar a la planta de arriba. Cada vez que subía o bajaba las escaleras en la plataforma, su corazón se aceleraba, temiendo a cada momento que se rompiera o que aquel loco aprovechara para mandarla de cabeza al infierno. Pero esta vez tampoco sucedió lo que temía y, no sin cierto alivio a pesar de la extrañeza que su mandato le produjo, abandonó la silla una vez que llegó a la primera planta.

Aún le dolía la pierna así que, cojeando, pasó delante de la habitación en la que el cuerpo de Dwight estaría tirado en el suelo. Intentó no mirar hacia el interior para no volver a echarse a llorar, la pena era muy grande y si volvía a ver el cadáver quizás no tendría el valor para seguir intentando escapar. Eso fue lo que le impulsó a seguir caminando hasta dar con una puerta por la que no había pasado antes.

Se encontré en una estancia que, viendo las estanterías casi vacías, en otros tiempos debía haber sido una biblioteca. Miró con recelo la lámpara colgada del techo, recordando el accidente nada más entrar en aquella maldita casa e, intentando no acercarse al centro de la estancia, comenzó a mirar las estanterías y apartar las polvorientas sábanas que cubrían los muebles. Buscaba cualquier cosa que les pudiera servir para largarse de allí o, mejor aún, dar con el escondite de aquel cabrón y tener la oportunidad de sacarle los ojos aunque fuera sólo con las uñas.

Al apartar las viejas y mugrosas sabanas dejas a la vista un amplio sofá, varias mesas de madera  de lectura y la correspondiente silla para cada una de ellas. Todo está muy viejo y en mal estado, claramente las termitas han hecho de las suyas en este lugar.

Cuando te acercas a las estanterías puedes observar no sin cierto sentimiento de asco la temática de los mismos. Todos ellos hablan de la muerte. Maneras de matar, como momificar cuerpos, los mejores instrumentos de tortura, etc. Algo desde luego nada agradable para el ser humano.

Dakota comenzó a toser cuando apartó las polvorientas sábanas que cubrían los viejos y apolillados muebles. Como todo en aquella casa, la podedumbre y la suciedad lo invadía todo y la joven sólo podía pensar en las ganas que tenía de salir de aquel asqueroso lugar. Estaba harta, cansada, dolorida, muerta de miedo y de rabia, una mezcla de sentimientos que la dejaban completamente abatida.

Se acercó a las estanterías a mirar los pocos libros que había, dándose cuenta al instante de la mala idea que había sido. Sin lugar a dudas aquella era la casa de un perturbado que gozaba del sufrimiento y la tortura. Con asco, comenzó a sacudir los libros con la esperanza de encontrar algo que le diera una pista sobre el hombre que los mantenía encerrados, quizás una foto, o una carta, o... La desesperación la impulsaba a hacer cosas sin sentido.

En tu empeño por encontrar algún tipo de pista o información acerca del psicópata que os ha encerrado en esa mansión,, buscas y rebuscas  por todos los rincones de la biblioteca sin encontrar nada.

En un momento dado te diriges hasta una de las estanterías donde unos pocos libros se muestran apilados unos encima de otros. Empiezas a zarandearlos uno a uno boca abajo con la esperanza de que de entre sus páginas caiga como caído del cielo algo que responda tus preguntas.

Justo cuando zarandeas el último libro, de entre sus páginas ves como cae algo al suelo. Rápidamente te agachas para recogerlo y cuando lo tienes entre tus manos y lo miras se te apodera de ti un escalofrió que recorre todo tu cuerpo.

Lo que ven tus ojos es una fotografía relativamente reciente de vuestro grupo de amigos en la que falta Max. Que casualmente fue el que os saco la foto.

Comenzaba a desesperarse y a perder la paciencia. Allí no encontraría nada que les sirviera para escapar de allí o, por lo menos, que les ayudara a entender porqué estaba sucediendo todo aquello. Esa angustia que amenazaba con hundir su pecho hasta cortarle la respiración, hizo que empezara a agitar los libros cada vez con más furia, pero allí no había nada. Sólo cuando llegó al último encontró una foto que, cuando vio quiénes estaban en ella, la dejó completamente helada.

Se acordaba muy bien el día que la habían sacado. Allí estaban todos, también Dwight, y recordó que había sido Max el que se había empeñado en hacerla. Su cabeza empezó a girar vertiginosamente, llenándola de ideas que cada vez le parecían más creíbles. ¿Qué hacía aquella foto allí?

Max... Cabrón ¿dónde te has metido? Llevamos esperándote muchas horas y no has aparecido... ¿Por qué? ¿Por qué nos estás haciendo esto? Somos amigos joder... No, no puedes ser tú.... Joder, no hay otra explicación.

Por más que intentara negar la evidencia, la idea de que el culpable de la muerte de Dwight y del estado en el que se encontraban el resto no podía ser otro que Max se abría camino en su cabeza.

Con la foto en la mano salió de la habitación para buscar a sus dos amigos. Tenían que ver con sus propios ojos lo que había descubierto y que fueran ellos los que tomaran una decisión.