Partida Rol por web

La tormenta de arena

I. Un tesoro bajo las arenas

Cargando editor
27/07/2015, 16:40
Napoleón Bonaparte

El Corso miró a Duvaquel con rostro serio. Resultaba imposible adivinar si a Bonaparte le gustaba lo que Jules comentaba.

- Coronel Duvaquel... Actualmente, hallar esa tumba es lo principal para el Directorio y para Francia. Por lo tanto, enviaremos a esta expedición vengan treinta o cincuenta mil mamelucos.- respondió Napoleón. Concocida era la vehemencia y valor de Bonaparte, pues en Italia se encargó de portar el estandarte del ejército francés durante el asalto de un puente custodiado por los austriacos. Si el Corso decía que combatiría con diez mil soldados, lo haría de la forma más eficaz y resuelta. Ese hombre sabía más de estrategia militar que todos ellos en cinco vidas.

- Ahora si me permiten, el general Murat dará los detalles sobre la dotación.- Y tras estas palbras, se sentó en su butaca de madera de roble dejando la palabra a Joachim.

Cargando editor
27/07/2015, 16:47
Joachim Murat

El general de caballería recogió la batuta y prosiguió la exposición.

- Mañana tras el toque de diana, partiremos hacia el noreste. - comentó el general haciendo saltar de nuevo los rumores, ya que ante la crítica batalla que se avecinaba, el Corso se desprendía de su mano derecha - El contingente de escolta estará formado por el tercer y quinto regimiento de infantería, los cuales estarán liderados por el Coronel Duvaquel. Además de los regimientos de fusileros, contará con el apoyo de el segundo pelotón del quinto escuadrón de caballeros dragones liderados por mi persona.- comentó Murat mirando al resto de civiles que estaban en la reunión. - Ustedes constituirán el equipo científico de esta expedición, y no tengo que aclarar que son el conjunto vital para que esta misión se lleve a término.- añadió el general mientras dejaba de señalar con la batuta y la cogía con ambas manos.

- Igualmente, no quiero engañarles. Puede que topemos con alguna avanzadilla de Ibrahim Bey... con lo que no será un camino tranquilo ni seguro...

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Podéis seguir interpretando. Todo el mundo una tirada de psicología oculta.

Cargando editor
27/07/2015, 17:06
Charles Duvalier

Con las palabras del doctor Leblanc no puedo evitar un estremecimiento, ¡la peste! Puede que la peor pesadilla de la humanidad.

La actitud de Napoleón me tranquiliza parece que todo está bajo control hasta que dándonos más detalles nos comenta la expedición anterior del teniente Luc LOvain.

Casi se me escapa un espontaneo “¡Queee!” Un pelotón de caballeros dragones ha desaparecido enviados hace una semana y ahora espera que nosotros tengamos éxito.

Miro en dirección a los dos militares convocados como yo por si pudieran comandar una unidad lo bastante grande pero todavía no acabo aclarándome con las insignias, graduaciones y tropas a sus órdenes.

Intento mantener la calma tomando nota mental de llevarme todas mis armas y munición para ellas.

Las palabras finales de Murat acallan mis temores. Suspiro aliviado enrojeciendo al sentir miradas girándose hacia mí.

Cargando editor
27/07/2015, 17:12
Charles Duvalier
- Tiradas (1)

Notas de juego

Las palabras finales de Murat acallan mis temores. Suspiro aliviado enrojeciendo al sentir miradas girándose hacia mí.

Estaba editándolo para enviar esta frase.

Lo había preparado antes del de Murat pero al hacer la tirada no sé porque el ordenador la ha enviado como sólo para el director. Sin dejarme añadir la frase.

NOTA GUARDIÁN: Hecho

¿Puedes añadirla?

Cargando editor
27/07/2015, 17:15
Eugène Descoteaux

El capellán había permanecido prácticamente todo el transcurso de la reunión oculto en las sombras de la tienda, escuchando y evaluando los excéntricos y ambiciosos planes que Gran General explicaba a todos mientras no dejaba de preguntarse porque había sido citado y en que podría ser él útil. 

El general Bonaparte  ya había finalizado su intervención y había cedido la palabra a sus generales más importantes. Cuando Murat explicó que ellos formarían parte de un "equipo científico" Descoteaux se inquietó de sobremanera. Él era un hombre de Dios, ni un explorador ni arqueologo, nada de eso, solo un miembro del clero de la Iglesia de Francia y cuya misión era única y exclusivamente la de alimentar la fe de los soldados en aquellas áridas tierras y procurar en la medida de lo posible que se cometieran cuantos menos pecados fueran posibles.

- Con la venia del Gran General Bonaparte, aquí presente.... - empezó a decir con cortesía y modales propios de la nobleza y dirigiendose a Murat - General Murat... dedicaré mis oraciones al éxito de esta empresa, para que Dios todopoderoso bendiga vuestras acciones. - añadió santiguandose -  Aunque he sido convocado aquí, dudo que haya en mi mano nada más que pueda realizar formando parte de ese equipo científico... probablemente seré más útil aquí consolando y confesando a los soldados, especialmente aquellos que están a punto de ser abrazados por el señor... - 

- Tiradas (1)

Notas de juego

EDITADO CON LA TIRADA 

Cargando editor
27/07/2015, 17:21
Abeillut Sadar

En poco sorprendió a Sadar que aquellos extranjeros hubiesen decidido marchar sobre Egipto con el afán de apropiarse de las riquezas allí presentes. El saqueo y el expolio habían sido siempre la seña de identidad de cuantos habían irrumpido en su hogar en tiempos pasados, y no había razón para pensar que las cosas podrían ser de otra forma con los franceses. Tampoco le importó demasiado al bereber el saqueo de aquellas tumbas, de las cuales tenía poca o ninguna constancia. Si por el camino mataban unos cuantos turcos, habría valido la pena el viaje, y quizá con el oro que obtuviesen del viaje obtendría una buena soldada y podría solazarse un tiempo. Sólo le preocupaba la extraña sensación que, desde hacía un par de horas, le atosigaba. Una negra impresión que no compartió por sentirse ajeno en aquella discusión entre franceses, de la que le costaba captar la mayor parte...

Notas de juego

Parece que algo de tiempo puedo sacar, al menos de momento... :)

Cargando editor
27/07/2015, 18:56
Dr. Emelien Leblanc

Las palabras de Bonaparte cayeron sobre mí como un bálsamo, calmando mis dudas y preocupaciones. Tuve la convicción de que si el general se tomaba el asunto con la importancia debida, como bien acababa de mostrar, teníamos buenas posibilidades de superar esta crisis.

Perdido en mis pensamientos, capte el tono general de las palabras de Duvalier y Murat, si bien no su gravedad. Un pelotón desaparecido... bien podría ser que los mensajeros del pelotón hubiesen sido interceptados, y en cualquier caso nosotros descubriríamos en persona que es lo que había ocurrido con ellos, y podríamos auxiliarles. Esto acallo la vocecita que me acusaba de querer abandonar mi responsabilidad para con aquella enfermedad endiablada; si el General me quería en la expedición seria por una buena causa.

Las palabras del Capellán Descotaos me sacaron de mis cavilaciones, y quizá llevado por la emoción del momento olvide mis habituales maneras distantes y seguras para posar una mano en su brazo captando así su atención.

- Llevaremos soldados con nosotros, y sin duda requerirán de sus servicios Padre. 

- Tiradas (1)
Cargando editor
27/07/2015, 19:42
Napoleón Bonaparte

- Su concurso no sería necesario si no fuera una petición personal del Cardenal Luc Van Haal- argumentó mientras señalaba al sacerdote que se sentaba junto al General Murat. - El cardenal es de origen flamenco, pero ha vivido gran parte de su vida en Valonia. Además de sacerdote, es un reputado antropólogo...- continuó con la presentación, intentando dar a Descoteaux de su presencia en aquel concilio. - Si no fuera por el Cardenal, hubiera permanecido aquí en el campamento, pues a buen seguro, mucho de los enfermos requerirán de los sacramentos...-  afirmó dando por sentado que las enfermedades y los combates causarían un mínimo no desdeñable de bajas. 

Así era Bonaparte, una mente altamente cualificada para las probabilidades y las matemáticas.

Cargando editor
27/07/2015, 19:43
Luc Van Haal

El orondo sacerdote de negros hábitos y cara severa miró al capellán con ojos que intentaban escudriñar su alma. Al cabo de unos segundos, relajó discretamente la tensión de sus carrillos para entrar en la conversación:

- Es un placer conocerles a todos caballeros. Perdonen mis formas, sobre todo los oficiales militares, jamás he formado parte de la dotación de ningún regimiento, jajaja...- rió distendidamente. - Aunque creo que me adecuaré rápidamente. - afirmó mientras sus ojos volvían a posarse en el rostro de Descoteaux.

Cargando editor
27/07/2015, 20:59
Eugène Descoteaux

Descoteaux no se había percatado aún de la presencia de aquel cardenal, cuando el general le presentó se inclinó con una reverencia servil dada la posición en la jerarquía eclesiástica de Van Hal. - Desconocía que fuese una petición personal de su eminencia el cardenal. - contestó circunspecto el capellán galo. - obviamente no tengo nada que decir en contra de ello, mi vida está al servicio de Dios y de Francia, por descontado. - dijo tiñiendo sus palabras del patriotismo y nacionalismo que era de esperar en aquellos tiempos expansionistas.

El capellán no obstante optó por no preguntar más por ahora acerca de su elección aunque seguía teniendo sus dudas acerca de porque el cardenal le había escogido a él. Supondría que tarde o temprano lo descubriría. 

Cargando editor
27/07/2015, 22:23
Dominique Vivant

Al hablar el médico de la peste no pude evitar sacar un pañuelo de la manga y llevármelo con horror la boca, tapándome media cara con él.

¡Sacre bleau! La peste aquí...

Me indigna la indiferencia con la que el general recibe la noticia.

Maldito enano cabrón... Míralo... Casi parece que esté contento con esa noticia. Seguro que ya está pensando como convertir eso en algo que le de alguna ventaja.

Estoy muy alarmado, aunque al informarnos de la misión me parece un alivio dejar el campamento infectado. Llevaremos una buena escolta y me parece preferible enfrentarnos a una posible patrulla enemiga antes que a los miasmas infecciosos del campamento. Morir entre sufrimiento con el cuerpo lleno de bubas no es un final digno para el Barón de Denon.

Los titubeos del sacerdote me hacen creer que se trata de alguien con la mollera muy blanda... O de un verdadero mártir.

Finalmente me decido a hablar con Napoleón, a fin de cuentas lo que quiero decirle es importante, y ya nos conocemos.

Mi General... Esos documentos... Supongo que podremos llevarlos con nosotros. Sería importante estudiarlos durante el camino. Seguro que poseen algún significado oculto. Pistas que nos puedan ayudar a encontrar esa tumba...

O quizás se quiere quedar con los documentos y enviarnos con cuatro indicaciones para no perder los originales. Pero no se lo voy a permitir. Yo no soy uno de estos soldados iletrados.

Los documentos que se refieren a lugares importantes acostumbran a ocultar pistas que sólo se pueden interpretar a pie de... a pie de tumba en este caso.

- Tiradas (1)
Cargando editor
27/07/2015, 23:27
Jean-Pierre Barraud

Parecía que el General había puesto todas las cartas sobre la mesa. la decisión había sido tomada y debía ser acatada. Barraud no dijo nada, ni siquiera se movió de su asiento. Su obligación era obedecer, y por todos los Santos que obedecería.
Así pues, permaneció inmutable con la vista clavada en Bonaparte, atento por si daba alguna señal u orden; ese era otro hábito adquirido en sus años de instrucción del que no se podía desprender.

No obstante, su rostro mostró una mueca de preocupación ante las palabras del doctor, si la enfermedad campaba entre las tropas, la campaña podía verse afectada. Los entendidos en la materia debían ponerle solución cuanto antes.

- Tercero y quinto de fusileros, y quinto de caballería... - Jean-Pierre rumiaba mientras los demás invitados discutían sobre sus asuntos particulares. No eran pocos hombres, desde luego; era más que probable que entrasen en combate durante el camino hacia su destino...y que Bonaparte lo hubiese previsto.

- Tiradas (1)
Cargando editor
28/07/2015, 10:51
Guardián

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Denotas cierto grado de nerviosismo en los gestos del Cardenal Van Haal. Es difícil darse cuenta de la tensión que intenta disimular.

Cargando editor
28/07/2015, 10:52
Napoleón Bonaparte

El Corso miró directamente a los ojos de Vivant. Le resultaba gracioso ver a aquel hombre allí, despojado de sus habituales comodidades y de su pomposa forma de vida, pero Bonaparte, solía guardar siempre el decoro de una persona de su rango -aunque la persona que tuviera en frente no le agradara ni lo más mínimo. La relación entre el Comandante en Jefe y el Barón de Denon, era de beneficio mutuo o simbiosis. Ambos colaboraban por un bien conjunto que les permitiera promocionar. El noble lo hacía en pos del conocimiento y la riqueza que se pudiera obtenerse de aquella tierra abandonada a la arena del desierto, en cambio Napoleón buscaba triunfar y progresar dentro del escalafón del Directorio galo.

- No debe preocuparse su excelentísimo Vivant. Esos documentos le serán entregados mañana mismo a la hora convenida de partida.-  respondió con una sonrisa desafiante - Sabe Francia, que no estarán a mejor recaudo que en sus manos.- agasajó con comentarios halagadores. 

-Si no tienen más cuestiones, les rogaría que marcharan a descansar. Mañana será un día largo para todos...- intentaba cerrar la reunión con sus palabras - Y en mi caso, tengo una importante batalla que preparar.- sentenció con su habitual poca expresividad.

Cargando editor
28/07/2015, 11:44
Dr. Emelien Leblanc

La reunión terminaba dejando en mi cabeza mas incógnitas de las que había respondido. ¿Que encontraríamos en la tumba? ¿Que sería de mis pacientes? ¿Realmente había un tesoro aguardándonos en aquel país dejado de la mano de dios?

Me hubiese gustado tener la oportunidad de estudiar aquellos papeles, incluso aunque mi formación no me aportase información tan relevante como a otros expertos, pero ni me plantee hacer tal petición pues era evidente que no me correspondía a mí su estudio.

Salude con un gesto de agradecimiento hacia Napoleón por haberme elegido para aquella oportunidad, y me retire el primero de la tienda. Necesitaba descansar, pero antes quería pasar de nuevo por el hospital de campaña para dar las últimas indicaciones antes de su partida. Aun necesitaría un par de horas antes de permitirse algún descanso.

Cargando editor
28/07/2015, 12:53
Dominique Vivant

Agradezco con una cortés reverencia sus halagos y su promesa de entregarnos los documentos e intercambio una mirada de complicidad con Devalier.

Me guardo el pañuelo en la manga y me dispongo a abandonar la tienda del general. Está claro que no hay nada más que añadir y que su mente ya anda ocupada en la batalla que se avecina.

Por fortuna no soy uno de sus hombres de armas... O a bien seguro que iba a estar en primera fila.

Aunque con ese pensamiento se cruza otro de más siniestro, y por un momento me asalta el miedo que todo esto sea un movimiento calculado, y lo fácil que puede resultar que el Barón de Denon muera como un héroe en una escaramuza con los turcos... O que acabemos como la expedición precedente. Desaparecidos en las infinitas arenas del desierto.

¿Qué hago aquí?

Pero ya es tarde para volver atrás y aunque desee un buen asado, acompañado de un delicioso Pomerol al lado de un fuego generoso, todo eso queda muy lejos ahora.

Cargando editor
28/07/2015, 16:25
Charles Duvalier

Me levanto instantes después que Monsieur Vivant siguiéndolo fuera de la tienda.

No digo nada por si nos oyeran los otros reunidos pero su mirada me hace pensar que también podre examinar esos documentos.

Por el camino recuerdo la actitud del soldado enviado a convocarnos a la reunión. Si nos viene a despertar el mismo u otro parecido es capaz de sacarnos en camisa de dormir a punta de bayoneta.

Una vez estamos a mitad de camino le comento lo que pienso hacer. – Antes de echarme a dormir limpiare mis armas. También preparare mi cuaderno lápices y plumas para documentar todo lo que ocurra y veamos.

Cargando editor
29/07/2015, 10:12
Guardián

Egipto, campamento de la Grande Armée, 30 del Mesidor del sexto año revolucionario (30 de Julio de 1798)

Una nueva mañana se alzó sobre las vastas y extensas arenas del desierto. Cuando la corneta rompió para reclamar diana, la humedad y el calor que se respiraba en el campamento, era exagerado. Bonaparte, salió engalanado de su amplia tienda de campaña escoltado por su escamote de guardia. La voz había corrido por el asentamiento como la polvora. Napoleón mandaba a un pelotón de caballería y a un par de regimientos tras la pista del pelotón de Luc Lovain, y el eco de las especulaciones se hacía patente entre las furtivas conversaciones de los soldados. La idea de que aquellas fuerzas estaban condenadas a caer presas de los mamelucos, crecía en fuerza frente a otras hipótesis poco benevolentes. A pesar de la palabrería, allí en mitad del campamento, flanqueados por toda la dotación del Corso, formaban el tercer y quinto regimiento de fusileros y el segundo pelotón del cuarto escuadrón de caballeros dragones. Allí, impasibles -aunque nerviosos ante la empresa que tenían frente a ellos- formaban con gallardía frente a todos su compatriotas.

Murat, líder edicto de aquella expedición, encabezaba las fuerzas junto a los coroneles Galindeau y Duvaquel, segundos del general de la caballería francesa. Como adiciones de última hora, Bonaparte había añadido de forma complaciente un par de baterías de 4 libras al contingente encargado de viajar al noreste. Al ser las piezas de artillería más ligeras, eran bastante óptimas para una misión de este tipo.

El componente civil de la expedición, marcharía montado a caballo bajo el recaudo del teniente Jean-Baptite Lacroix. Escoltados por los valientes jinetes del segundo pelotó. 

Poco antes de salir, Napoleón se acercó con paso solemne y ceremonioso hasta Dominique Vivant. Cuando llegó hasta él, extendió su mano derecha hacia un lado y uno de sus soldados de escolta le entregó un portapergaminos. En su interior se hallaban los documentos requisados en Alejandría.

- Aquí tiene los documentos, Monsieur Vivant. Espero que le sean de ayuda...- comentó el Corso con una sonrisa de medio lado. -¡¡Recuerden caballeros la importancia de su misión!! ¡¡Por Francia!!- y tras sus palabras, todos los soldados gritaron al unísono - ¡¡VIVE LE FRANCE!!      

Acto seguido, Murat alzó su mano y los destacamentos se pusieron en marcha. Se iniciaba una aventura a lo desconocido...

Cargando editor
29/07/2015, 13:08
Jean-Baptiste Lacroix

Lacroix no había pasado su mejor noche, finalmente su intuición era cierta, iban a buscar al pelotón perdido, pero había algo más. Una tumba de un faraón, unos tesoros... El no tenia ni idea de esas cosas, ese era el trabajo de los civiles. Pero para enviar a dos regimientos de fusileros, un par de baterías y un pelotón de dragones como escolta, tenia que ser algo importante.

No solo estaba disgustado por no poder quedarse a luchar es lo que tendría que hacer, luchar con mis dragones y hacer de canguro de unos civiles, sino que algo de todo aquello no acababa de gustarle... Cuando tuviera un momento, tendría que hablar con su guía local, el tenia una mala impresión, y al fin y al cabo era el que conocía mejor todo aquello...

El gran Napoleón grito por Francia! Y Lacroix junto con sus soldados grito  ¡¡VIVE LE FRANCE!!

Yo he venido a servir a la grande y libre Francia, espero que esto nos sirva de algo...

A una orden suya, los dragones se pusieron en marcha. Cuando empezaron a marchar se dirigió a los civiles que cabalgaban a su lado.

Muy bien señores, están a mi recaudo. En un tono amable, para tranquilizarlos, añadió tienen la suerte de ir escoltados por los valientes jinetes dragones. Les aseguro que son de lo mejor con lo que cuenta el ejercito francés, pueden sentirse seguros.

Luego su tono se volvió serio. Son mi responsabilidad, así que no quiero que se separen de mi o de mis chicos sin mi permiso, los quiero en todo momento cerca mio, no me gustaría que tuvieran ningún accidente. Espero que les quede claro, señores.

Paseo su mirada por los civiles presentes, para ver si les había quedado claro.

Cargando editor
29/07/2015, 19:25
Dominique Vivant

Después de la entrevista con el general estuve un rato absorto, mirando con la vista perdida como Duvalier limpiaba sus armas y ponía sus cosas en orden.

No pongáis mucho empeño en eso, acabo por murmurarle. Nuestro cometido aquí no es matar mamelucos. Estamos llamados a cosas más elevadas. Vuestro ardor juvenil es encomiable pero, os lo ruego, sed prudente. No quiero tener que decirle a vuestro padre que moristeis como un héroe luchando contra los enemigos de Francia. Seguro que a vos os parece un final muy mítico, pero os aseguro que vuestro padre no lo vería igual.

Le comento, con la cabeza apoyada sobre una mano, recostado con naturalidad sobre un diván de la tienda.

Tras ello salgo para ponerlo todo a punto para la marcha. Me aseguro que vengan varios sirvientes con nosotros y me paso por intendencia para arrancarle al encargado provisiones de verdad, amparado en mi rango y en la misión especial del general.

Una vez conseguido el personal extra y el acomodo adecuado, reviso mi zurrón de viaje y voy a descansar. 

*****

Ante la despedida del general, recojo los documentos que me ofrece con solemnidad, como si se tratara de una reliquia sagrada, y se los confío a Duvalier, para que los ponga a buen recaudo.

Ya tendremos tiempo en los descansos para revisar esos documentos... Pienso, mientras la excitación bulle en mi interior.

VIVE LE FRANCE!

Coreo con todos, llevado por la emoción del momento.

Nos ponemos en marcha y nos habla el teniente de dragones. Lo que dice es... casi bonito.

Muchas gracias, teniente. Le respondo, poniendo énfasis en el cargo. A los militares les gusta que se les recuerde su rango. Les hace sentir poderosos. Y sin duda lo era. O al menos lo parecía con su deslumbrante uniforme, su sable brillante y todos los correajes dorados. Estoy seguro que con usted y sus hombres aquí no tenemos nada que temer. Es usted muy amable.

Viendo a nuestra escolta costaba creer que pudiera desaparecer un destacamento de ellos sin dejar huella... Y eso hizo que un escalofrío recorriera mi espalda, aunque mi sonrisa seguía siendo igual de franca y abierta.