Partida Rol por web

Escucho las palabras del Ojos Rasgados y de la Squaw Maciza con aire distraído, porque no acabo de entender nada. De todas formas, los espíritus deben seguir queriendo que me ponga a prueba y que mate muchos y poderosos enemigos para coger su fuerza y hacerla mía.

Entonces invocan una extraña magia que hace que unas figuras diminutas aparezcan dentro de una caja. Una vez vi unos feriantes que hacían algo parecido con unos... títeres, les llamaron. Se parece mucho, pero con más luz y sin hilos.

Ahí veo cómo hay hombres pequeños que usan armas. Armas que recuerdo... que tal vez he visto por la gran cueva...

Me quedé embobado mirando la pantalla:

¿Cómo podrán haber metido ahí a tanta gente?

Mi puro se movía hasta que me di cuenta de que estaba roto y me caía por todos lados. Lo escupí al suelo sin miramientos y continué mirando la tele.

Veía muchas armas, algunas como la mía pero que disparaban muchas mas veces, aquello era extraña porque no tenían ni tambor.

Luego me fui a dar una vuelta por el vertedero...

Hace unas horas, Pancho se hubiera santiguado y hubiera disparado rápidamente a cualquier caja diabólica que soltase ruido e imágenes... pero ahora pensaba que todo era posible. Se quedó mirando ensimismado la caja de imágenes, gritando ¡Ándale! y ¡Viva México! cada vez que salía Juarez o Zapata. Parecía que las cosas no habían ido tan mal, debía tener cuidado de no cambiar ese futuro...

Cuando el video terminó, se dirigió al vertedero junto a los demás y empezó a buscar algo aprovechable.

Susan se queda mirando la pantalla asombrada. De vez en cuando se pasea disimulando por un lateral para ver que hay detrás de ese cacharro, porque según ella debe ser una especie de ventana. Frunce el ceño al ver que atrás sólo tiene una especie de cuerdas de un material muy raro. Pero lo cierto es que esa gente puede hacer cosas fabulosas, y a ella también le gustaría tener ese poder. Así que sigue a sus compañeros para ver que puede encontrar por el vertedero.

Me relajo al comprobar que elegimos bien al unirnos a los Dragones. Los dragones sí parecen tener algo de sabiduría. El equilibrio siempre es buen camino. Esos Jammers deben estar locos para querer volar por los aires todos los lugares de poder feng-shui. Así que me dejo caer en el sofá y dejo de pensar en nada más mientras veo la sucesión de imágenes en el extraño aparato mágico.

Después de buscar durante un buen rato por el montón de chatarra y deshechos, te haces con un estropeado maletín en cuyo interior están las piezas necesarias (o casi todas) para montar un rifle de francotirador. Por supuesto, necesitaría una limpieza, un buen engrase y alguien que supiera montarlo y calibrarlo, cosa que puede hacer la Profe con algo de tiempo.

Buscando entre los desperdicios te encuentras con un pistolón que parecía estar ahí esperándote. Es como tu viejo revolver solo que sin tambor y de diseño más cuadrado. Al principio te desagrada un poco su forma, pero cuando ves que está cromado cambias de opinión.

En el enorme vertedero hay muchas cosas, entre ellas armas de todo tipo, pero todas ellas te parecen poco comparadas con tu vieja escopeta. ¿Por qué cambiar algo que funciona por otra cosa que quizás resulta ser decepcionante? Y al final vuelves con las manos vacías.

Buscando, buscando entre la basura te haces con un arma de aspecto curioso: Su culata es la de una pistola, pero su cargador está por delante del gatillo y consiste en un clip lleno hasta los topes de pequeñas balas. Su fuego es automatico y se puede manejar con una sola mano, como tu viejo revolver.
Predices que vais a ser buenos amigos.

Cuando regresáis del vertedero, algunos con nuevas armas y otros con las manos vacías, la Profesora y Kar Fai os esperan. El oriental os guiará hasta ese "Salón del Genocidio" donde deberéis contactar con los Jammers y averiguar el porqué de su actuación en vuestra coyuntura. Pero antes hay que comer algo y os tienen preparados unos extraños fideos de sobre con un interesante sabor a petróleo.

Una vez puestos al día, armados y listos para actuar, se os pone bajo la tutela de un tal Justinian, un extraño personaje aliado con los dragones. Él os guiará hasta el lugar donde debéis contactar con los Jammers y por el camino os explicará lo que debéis saber sobre el inframundo para no morir al girar la primera esquina.
-Jejeje, así que unos cowboys, eh? –Justinian comienza a hablar sin poder reprimir una rara emoción. –No, en serio, no os lo toméis a mal, quiero decir. Sé que Kar Fai tiene un sexto sentido o algo así para encontrar candidatos a Dragones que sean capaces de sobrevivir un poquito más que las gentes normales en la guerra secreta, pero… ¿Cowboys, en serio? Bueno, qué más da. Veréis este lugar al que llamamos Inframundo es muy grande, aunque si nos centramos en sus lugares importantes no es para tanto. Esos lugares, como el Vertedero, que por cierto es mil veces mayor que lo que vosotros visteis, están conectados por una serie de túneles que no se ajustan exactamente a las leyes físicas que conocéis, ya sabéis, eso del espacio, la gravedad, la geometría… En fin.
El lugar se divide en cuatro niveles. Ahora estamos en el segundo, donde se encuentran las Pagodas: Hielo, fuego, oscuridad y trueno; Cada una está gobernada por un hechicero con su séquito. Una vez dominaron el mundo entero pero hubo un cambio de realidad y… Zas. Los cuatro acabaron aquí, lamiendo sus heridas y guerreando entre ellos. Ni se os ocurra acercaros a sus pagodas; esos tipos te matan primero y te preguntan después.
De pronto, al girar una esquina os encontráis con una escalera mecánica que desciende hacia la oscuridad.
-No os dejéis engañar. Esta escalera sube al tercer nivel donde está el lugar al que os dirigís. Ya os he dicho lo de las leyes físicas alteradas… bajar hacia arriba sería la expresión, jejeje. En cualquier caso no os recomiendo que vayáis al primer nivel; dicen que es el más cercano al infierno, a pesar de que tiene mar; un mar sin cielo y del cual nadie ha regresado, pero qué más dá; supongo que lo dirán por Guyzu zu, un lugar terrible lleno de monstruos y fuego que da acceso al submundo, una especie de sótano del Inframundo del que nadie sabe nada. Pero no nos centremos en el primer nivel. Aquí en el tercero también hay cosas bonitas; además del Salón del Genocidio al que por cierto estamos a punto de llegar, hay un par de bosques, por si os gusta la naturaleza… y morir en ella y un centro de “reprocesamiento de biomasa” de la ACID por si queréis que os conviertan en monstruos sin cerebro. Y luego el cuarto nivel, bueno… Dicen que es el mejor. Hay un hotel, un templo para meditar… Y un montón de paranoicos fanáticos armados que confunden a todo el mundo con espías y les disparan con todo lo que tienen a mano. Pero no es algo que deba preocupar a unos… eh… cowboys como vosotros. ¿No es así? En fin, ya hemos llegado. ¿Veis?
Frente a vosotros se abre una enorme caverna iluminada por una especie de hongos iridiscentes. En el centro se alza una construcción curiosa que recuerda a un viejo cobertizo rodeado por decenas de añadidos que lo convierten en una gran estructura de dos plantas con uan terraza abierta en el piso superior. Un flujo contínuo de gentes de toda índole están continuamente entrando y saliendo del lugar, dejando escapar una bocanada de sonido a todo volumen de su interior, mientras que muchos otros se limitan a vagabundear por los exteriores, pidiendo limosna o vomitando o ambas cosas a la vez.
-Bueno, amigos, yo os dejo aquí. Espero que hayáis memorizado el camino de regreso, si es que vais a regresar. ¡Buena suerte!
Y así Justinian se marcha, dejándoos solos en tan extraño lugar.

Mientras el tipo del corte de pelo raro nos va hablando enciendo un cigarrillo con filtro y aspiro con mucha fuerza:

Esto ya no es lo mismo, sólo sabe a algodón sucio. -dije en voz mas alta pensando para mi- A saber que cojones le meterán.

Y entonces el forastero comienza a repetir una y otra vez al misma frase:

-No, aquí el único cowboy que hay soy yo, los otros no lo son ¿o es que no lo ves? -había visto algo sobre telefilmes de vaqueros, vaya mentiras con las que les alimentaron, El espaghetti western hizo mucho daño...-

Comienzo a revisar mi nueva arma que me había colocado bajo el sobaco. Era muy curiosa, tenía mas balas pero no tenía un tambor redondo, lo cual la hacía algo mas ligera, la vuelvo a enfundar con un rápido movimiento y saco mi antiguo revólver dándole dos vueltas hacia mi, aparto la tapeta y cuento las balas para enfundarlo de nuevo con dos rápidas vueltas hacia delante. Cuando el pitillo comienza a quemar la propaganda que le habían inscrito como "Camel Light" lo tengo que tirar.

Hay que joderse, ahora que si sabe bien se acaba. Aquí lo hacen todo al revés.

Paso dos dedos por el ala de mi sombrero y les digo:

-Listo. ¿A dónde vamos ahora?

Susan observa con ojos críticos al tipo de pelo extraño - Joder, otra vez empieza con el rollo ese de los niveles del inframundo... - piensa. Entonces deja de escucharle por completo y sólo se fija en eso que le tapa los ojos y las extrañas pintadas en un lado de la cabeza - ¿No será descendiente de algún cheroqui? - la mujer sigue observando cada arruga de la piel de ese tal Justician, y luego, cuando este deja de hablar, se fija en su compañero. Su arma también parece poderosa, aunque ella todavía no ha podido probar la suya. Sin embargo, aunque se trate de una arma del futuro puede suponer que será mejor que su antigua pistola. Entonces Susan contesta a la pregunta de Rubio.

- Pues no sé si todavía tienen que contarnos algo más del Inframundo, de Pagodas, geometría...pero yo estoy deseando probar a mi nueva amiguita - dice mientras saca el subfusil y lo mira con admiración.

Estoy todavía un poco aturdido por la sobredosis de información que me ha llegado por las pantallas iluminadas, pero poco a poco voy dándome cuenta de que esto no es una visión sino una nueva realidad. Con todo y hasta que no entienda mejor el nuevo mundo en el que me estoy introduciendo, más me vale mantener la boca cerrada. Afortunadamente el nuevo cañón que he encontrado en el Vertedero y que llevo cruzado en mi espalda me da seguridad. Casi tanta como mi fiel Remington, que sigo empuñando con decisión.

La zona exterior de los Salones del Genocidio está plagada de personajes extraños; chusma que parece venida de todas partes del tiempo y del espacio que se afanan en cumplir sus variopintos intereses. Podéis ver a un soldado de la primera guerra mundial discutiendo con un oriental ataviado con el uniforme de un guerrero imperial; no muy lejos de vosotros hay un predicador chalado que trata de convencer a la gente para que "adoren al tentáculo" y más allá un tipo siniestro vende libros que fueron escritos en una realidad altrrnativa en los que un tal "Frodo" se quedaba con "el anillo" y se convertía en un tal "señor oscuro"; también veis a un exhaltado que increpa a unos rabinos acusándoles de haber perpetrado un genocidio contra alemanes y polacos hasta que el rabino acaba convirtiéndole en ceniza gracias a dos potentes rayos que salen de sus ojos.
El interior del local está decorado con motivos bélicos que parecen homenajear a los caídos en alguna batalla; los ocupantes del lugar os miran cuando entráis, pero ninguno se atreve a acercarse a vosotros; notáis que aunque casi todo el mundo va armado, no hay signos de pelea ni agujeros de balas en las paredes. Llegáis a pensar que edte sería un buen lugar de no ser por la actuación en vivo de una banda de melenudos que chillan algo llamado "death metal".
El piso superior está aislado sonoramente del inferior, y a pesar de que suena una música chirriante igualmente molesta, es posible incluso hablar.

Inspiro profundamente ante el panorama desquiciante que nos rodea.

-Compañelos, puede que entre los Jammels esos nos encontlemos al peludo que conocimos en la celda de Badvalley -comento-. Podlíamos fingil que al final los Dlagones nos palesielon unos panolis y que lo que lealmente quelemos es destluíl los lugales de feng shui. Segulo que les gusta oíl eso -añado. Y después de pensarlo unos segundos, continúo-: Cleo que plefielo buscal a los Jammels en el piso de abajo, entle la música infelnal. ¿Y vosotlos?

-Como prefieras oriental -le contesté- yo intentaré hacer lo que mejor se me da, o se me daba en mi tierra.

Comencé a caminar hacia la barra mientras mis espuelas resonaban en el suelo y los tacones hacían ecos contra la pared para situarme la lado de una chica.

Levanté las cejas y le dije al camarero:

-Un whisky, y para la señorita lo que quiera.

Le guiñé un ojo y me di media vuelta clavando el tacón de la bota en la barra para apoyar los pies. "Desenfundé" una cerilla que llevaba en el bolsillo y cuando llegó a mi boca ya estaba encendida y preparada para dar lumbre a un pitillo de esos que la boquilla rubia.

Cuando escuché que me servían puse el codo un poco hacia atrás para poder agarrar mi vaso y me lo bebí de un trago:
-No me gusta beber solo muñeca. ¿Vienes mucho por aquí o simplemente escuchaste ese ruido y y la curiosidad te llevó a mi lado?

Susan levanta la parte frontal de su sombrero y sonríe a Joe irónicamente - ¿Fingir que los Dragones nos parecieron unos panolis? Ya verás, se me va a dar de muerte fingir eso... - y tras dar unas palmaditas al oriental en la mejilla, le dice - Yo iré a la planta de arriba - y se mete hacia dentro, con los pulgares metidos en los bolsillos, y con un paso al más puro estilo John Wayne.