Partida Rol por web

Nicholas te da un abrazo al verte y mira al fondo -¿Estás sola?- pregunta sorprendido -El comisario dijo que Juliet estaba contigo y con Amanda, esperaba ver a la pequeña a salvo y que pudieras explicarme qué es lo que ha ocurrido y por qué el comisario puede pensar que estáis en peligro.- Tras preguntarte por la pequeña Juliet el tufo a alcantarillado se acrecenta. Lucy se levanta y abre la ventana de la cocina.

El Nosferatu se encuentra ya dentro de la vivienda y escucha desde la oscuridad del umbral. No puede evitar acercarse a la puerta de la cocina cuando el agente Nicholas pregunta por la pequeña. -Seeeh, vamos, contesta, putita. ¿Dónde está la niña?- Firelias se relamen ante la excitación que le provoca un triunfo sobre los Tremere.

Los agentes asienten mosntrándose comprensivos con tu postura y, aunque el primer impulso es ayudarte quitando importancia al pudor que puedas sentir, el recuerdo de tu familia les hace proceder más respetuosamente con tus intimidades. -Lo entendemos. No tardes.- Los agentes salen de la cocina pero no de la vivienda. Ni falta que te hace. Al fingir el pudo y dirigir la mirada hacia abajo distingues la tarjeta semioculta debajo del mueble de la cocina. Nada más salir los agentes te haces con ella.

Veo el coche alejarse mientras entro en el portal, pero no me siento con ánimos para averiguar por qué lo hace. Supongo que el tipo extraño tal vez no quiere que lo vea la policía con la niña, quizás Amanda está buscando un lugar donde aparcar. En cualquier caso, no consigo preocuparme por ello en estos momentos, tan sólo la necesidad de asegurarme de que Allison está bien ocupa mi mente. 

Y en cuanto entro en mi casa, apenas hago un gesto hacia Nick y Lucy antes de dirigirme directamente hacia el dormitorio de mi pequeña. Me dejo caer de rodillas junto a su cama y un pequeño jadeo sale de mi garganta, contenido con cuidado para no despertarla. Estiro la mano para acariciar sus pequeños deditos que asoman bajo el cobertor. Una lágrima de alivio se desliza por mi mejilla mientras poco a poco voy recuperando la respiración y la cordura después de haber pasado minutos totalmente cegada, con el terror latiendo en mi cerebro. 

Cuando por fin me siento recuperada me inclino para besar suavemente su frente y me limpio la mejilla con el dorso de la mano antes de ponerme en pie. Me aseguro de dejar a Allison bien tapada antes de volver hacia la cocina. Allí abrazo a mi hermana y a Nick y asiento levemente con la cabeza. Empiezo a hablar, pero debo detenerme y carraspear para que desaparezca el nudo que ha estado atenazando mi garganta. Me acerco al grifo y lleno un vaso con agua para bebérmelo de un par de tragos largos. 

- Estaba conmigo, sí. - Baja la calle, vámonos, nos va a ver. Ya está dentro de la casa, me está buscando. - Las últimas palabras que me llegaron de la pequeña Juliet desde el coche, mientras ya caminaba hacia el portal, resuenan en mi mente y sacudo la cabeza. - Pero no han querido subir. No sé si han ido a aparcar... No sé exactamente, necesitaba subir, ver a Allison. Podemos llamar a Amanda ahora y preguntarle. - Olfateo y hago una mueca de asco. - ¿A qué huele aquí? - Me acerco al desagüe de la pila, intentando averiguar si el mal olor proviene de la tubería. - ¿Se ha estropeado la trituradora? - Pregunto, mirando a Lucy. 

Y sin embargo, lo sucedido durante todo el día empieza a hacer mella en mí y me doy cuenta de que sólo me preocupo por las tuberías para no pensar en ello. Me acerco a mi hermana y me dejo caer en una silla a su lado. Me mantengo en silencio durante algunos segundos, mientras mi cabeza termina de dar vueltas. No sé muy bien cómo explicar lo sucedido en la comisaría, o el miedo que todavía late bajo mi piel al recordarlo. Tengo la impresión de que mis temores y pensamientos puestos en voz alta sonarán ridículos. Mis ojos se detienen en Lucy primero y luego en Nick. - Voy a llamar a Dean ahora mismo para que se quede con Allison unos días, hasta que se resuelva el caso. No podría perdonarme que algo le sucediese por mi culpa. Sé que él la cuidará como lo haría yo misma. - Suspiro y me pongo en pie mientras saco el teléfono del bolsillo para salir al pasillo a llamar a mi ex-marido. - Nick, mientras tanto llama a Amanda y preguntale dónde están. Debemos ponerlos bajo protección cuanto antes. Después podremos sentarnos tranquilamente y trataré... de explicaros todo. - Empiezo a dirigirme hacia el pasillo, marcando el teléfono de Dean.

        Roux se queda algo sorprendido por las palabras de Isabella. - No queríamos causados problemas, será mejor que nos dejéis por aquí, segu… - Sin embargo sus palabras se ven cortadas por la reacción de Juliet. - De nuevo esa sensación, esa reacción, esa... Cosa. - Pone su brazo sobre la espalda de la pequeña y la aferra con cuidado. Antes de lo que hubiera previsto llegan a lo que parece ser la calle de Isabella, donde se hunde en su asiento para tratar de pasar desapercibido ante el coche patrulla, aún sin saber si dentro se encuentra alguien.

       Antes de que pueda evitarlo, Juliet se lanza a por Isabella, algo que él mismo hubiera hecho de tener oportunidad. Observa como la mujer corre hacia su casa, tratando de averiguar si él es el culpable de lo que allí pudiera suceder, o es tan solo otra victima más del juego de algún desalmado. El coche baja la calle y se alejan despacio de aquella sensación.

       Sus ojos se clavan en los de Amanda tan solo unos pocos segundos, antes de llevarlos hacia la parte delantera del vehículo. - Debo protegerla. Pero puede que te estemos poniendo en peligro a ti también. Será mejor que nos separemos y te olvides de nosotros. - Roux suena algo cansado, quizás abatido, pero con la convicción tan firme como en el primer momento del día. - Hay un lugar al que podemos ir para escondernos, alejémonos de aquí y separémonos. - Desde la parte trasera del vehículo observa a Juliet y trata de reunir toda la información que tiene.

Al recoger la tarjeta del suelo me invadió la alegría, al menos había un poquito de luz en toda aquella historia, con la matrícula del coche podría hacer mucho. Salí de la cocina con una sonrisa radiante y coqueta. –Gracias chicos, sois un verdadero encanto. Me habéis salvado el día.- Coqueteé un poco más sutilmente mientras recogía las mochilas y salí pitando de allí.

Antes de pasar por el hospital para llevarle a Jake su bolsa, pasé por la redacción para verificar las fotos. Efectivamente la cara del chofer siempre estaba borrosa pero el resto, como la matrícula, estaba perfectamente claro. Era como si llevara algún tipo de filtro delante de la cara. Con la información que saqué de la matrícula tuve claro que tendría que ir a la empresa de alquileres cuando llegaran los tres vehículos que estaban pendientes, si el tipo iba a devolverla quizá esta vez pudiera seguirle.

Mientras esperaba a la hora de la entrega decidí ir a ver al padre Lagrange a la catedral.

Avanzas por el pasillo marcando el teléfono de Dean y el olor es más intenso y absolutamente desagradable. Huele a alcantarilla, heces y desperdicios, demasiado fuerte como para que provenga de una sola tubería, parece como si alguien hubiera arrojado un camión de...

La puerta de la pequeña Allison está etreabierta, se mueve levemente. Estás segura de haberla cerrado al salir, quizá la niña se haya despertado. Accedes al cuarto de la pequeña comprobando que el olor proviene de allí. Te acercas a la cama para comprobar que el bulto es tu hija sin percatarte que la puerta se cierra en silencio hasta que la luz del pasillo se desvanece por completo. -Si gritas os mato a las dos- escupe una voz rajada y desagradable que os hiela la sangre. Notas una presencia a tu espalda y reprimes las arcadas. -¿Mamá?- pregunta la pequeña Allison visiblemente asustada. Sigues sosteniendo el teléfono y, por acto reflejo, marcas el último dígito del teléfono de Dean y, lentamente, desplazas el pulgar sintiendo el tacto de los botones hasta localizar el de llamada y lo pulsas esperando que el asaltante no oiga el sonido de llamada.

El detective avanza por el pasillo extrañado de no escuchar a Isabella hablando con su ex. Al llegar ve la puerta del cuarto de la pequeña Allison cerrarse y aguarda. Todo está sumido en silencio. No quiere molestar ni despertar a la niña pero tiene muchas preguntas que hacerle a Isabella, algunas en privado y la impaciencia se apodera de él llevándolo hasta la puerta. Se percata del olor, muy suavemente llama a la puerta y abre una rendija.

-Isabella, ¿estás ahí? No tardes, tenemos que hablar.-

Comenta el detective con el ceño fruncido. El extraño comportamiento de su amiga le dice que algo no va bien pero no acierta a discernir de qué se trata.

De pronto, alguien llama a la puerta del cuarto al tiempo que descuelgas el teléfono. Nicholas está al otro lado. Alguien te abraza e inmoviliza desde atrás con una fuerza bestial y te lleva a la puerta que comienza a abrirse deteniendo el movimiento. Notas el tacto húmedo del asaltante y su hedor es insoportable. Se te revuelve el estómago y comienzas a marearte. Una mano mugrienta y húmeda te tapa la boca y la nariz asfixiándote en su pestilencia.

-Isabella, ¿estás ahí? No tardes, tenemos que hablar.-

Notas la presencia del asqueroso que ha irrumpido en tu hogar acercarse a tu nuca, pero no su aliento. Lentamente aparta su mano de tu cara. Notas los surcos de manchas pringosas que ha dejado tras de sí. La mano baja hasta tu cuello rodeándolo con dedos largos y fuertes que lo oprimen lo suficiente como para sentir la amenaza aunque no tanto como para impedirte hablar. Sientes la presión de la sangre en tu cabeza a causa de la opresión y el maldito hedor saturando tu mente. El cuerpo húmedo del ser se aprieta contra tu espalda y temes que una mala contestación deje a Allisón huérfana de madre.

La pelirroja ha detenido el vehículo en doble fila y girada hacia atrás atiende las palabras de Roux. -No puedo dejaros ir así sin más. Aun tengo muchas preguntas. ¿Cómo sabes que está más segura contigo que en comisaría, con migo o con Isabella?¿Qué pasó en esa casa y qué son esas extrañas marcas de la puerta?¿Dónde está su padre?- Amanda niega con la cabeza y aprieta los labios, una lucha se libra en su interior. Nuevos interrogantes quedan en sus labios al ver a la pequeña Juliet junto a ti, hundida en el asiento de atrás, temblando y llorando como si estuviera encerrada, aterrorizada, como si la estuvieran amenazando de muerte o algo parecido. -¡¿Pequeña?! ¿Qué tienes?- 

La cabeza de la pequeña se alza, gira y, con desmesurado temor, mira hacia la casa de Isabella. Acto seguido está a punto de gritar pero se deja caer de nuevo en el asiento tapándose la boca con ambas manos, como si temiera que alguien la fuera a oír.

Amanda, visiblemente alarmada por la situación, te pide explicaciones mientras pone la mano en el contacto del coche -Me contarás todo lo que pasa sin dejar ni un detalle ¿entendido?- Es más una sentencia que una petición. Se vuelve hacia adelante, arranca el coche y se aferra al volante poniendo todos sus sentidos en la carretera -¿Dónde está ese refugio tuyo?- El vehículo se aleja con rapidez de la casa de Isabella y un atisbo de esperanza ilumina el rostro de Juliet que se deja caer sobre ti abatida.

La catedral de St Patrick tiene sus puertas cerradas a esas horas de la noche. Tras llamar repetidas veces un cura te abre y pregunta con buenos modales por los motivos que te llevan a llamar a la catedral tan tarde. El nombre de Bastienne le hace reaccionar y sin más preguntas te hace pasar. Te conduce a través de la inmensidad del edificio, cruzas el altar, accedes a la parte que los fieles no suelen ver, al menos los que no tienen un contacto directo más allá que el de asistir a misa, subes unas escaleras y arriba, en una especie de desván, está el padre Bastienne.

La habitación tiene el suelo formado por vigas de madera desgastadas e irregulares que han permanecido impasibles a lo largo de los años. Vigas de aspecto más lustroso decoran el techo. Las paredes son gruesas y de un blanco apagado. Algunos muebles de madera robusta y tapetes bordados descansan aleatoriamente aquí y allá. En las paredes, fuera del alcance de cualquier persona pero sin llegar a las vigas, se lucen varias pinturas de aspecto tenebrista, con motivos religiosos, que recuerdan a las obras de Zurbarán.

En el centro hay una mesa grande, también de madera gruesa y resistente, algo agujereada por las polillas y los años. Sobre ella yace un grueso libro de páginas amarillas y adornos dorados y dos cuadernos, uno en el que escribe Lagrange y otro ajeno a él según muestra la letra diferente.

El cura te indica con la mano que pases y sin anunciarte se marcha por la pequeña puerta cerrándola a su paso.

Tras terminar de escribir se reclina en su asiento -Bienvenida, señorita Davidson. Por favor, no se quede ahí. Pase y siéntese. ¿Qué tal se encuentra su compañero?- pregunta educadamente haciendo referencia cortés a Jake aunque sus ojos demuestran querer saber qué es tan urgente como para visitarlo a altas horas de la noche.

- Uf... - No puedo evitar una mueca de asco al notar el olor con más intensidad en el pasillo. No sé a qué se debe, pero voy a tener que arreglarlo. Es completamente asqueroso.

Al ver la puerta de Allison moverse, entro en su habitación, preocupada por si mi pequeña se ha despertado con todo el jaleo. Pero al escuchar la voz detrás de mí me quedo sencillamente helada. Mi respiración se detiene por un instante y mi dedo se mueve por inercia en el teléfono, terminando de llamar a Dean.

Todo sucede muy rápido, el tipo me agarra y sujeta la puerta para que Nick no pueda entrar y Allison... Toda mi atención está en mi niña, que está despierta y asustada. Y si grita seguro que el tipo repugnante le hace daño. Me mantengo inmóvil, esforzándome por controlar las arcadas antes de hablar. - Ahora salgo, Nick. - Respondo con voz ahogada, esforzándome por seguir respirando a pesar de la mano que aprisiona mi garganta. - No te preocupes, no tardaré. - Añado, intentando parecer calmada y con la adrenalina circulando a toda velocidad por mis venas.

Y mi voz es suplicante cuando hablo de nuevo en un susurro. - Por favor, no le haga daño a ella. Haré lo que quiera, pero no le haga nada. - Musito tras esperar unos segundos. - Por favor. Es todo lo que tengo. Por favor... - Mi mente funciona a toda velocidad, buscando alguna salida y tan sólo me queda la esperanza de que el tipo se apiade de Allison pues ahora mismo vendería incluso a la niña Engen para salvar a mi pequeña. El teléfono en mi mano me recuerda la llamada que estaba haciendo y rezo mentalmente para que Dean entienda lo que está sucediendo y haga algo.

Aparqué la moto junto a la catedral sin notar el cansancio. Cuando tenía algo gordo entre manos era como si me conectaran a una batería, todo podía esperar. Sin embargo cuando el cura abrió la puerta fui consciente de que estaba tratando con religiosos y ellos lo hacían todo despacio, algo que no iba para nada conmigo.

Seguí con paciencia al sacerdote hasta la sala donde estaba Lagrange.

-Buenas noches padre Lagrange. Jake está bien le han operado y se recuperará, pero probablemente nos costará un tiempo volver a estar seguros en casa.- Esbocé una pequeña sonrisa acordándome de Jake.- Seguro que, ahora que está a salvo y atendido, estará torturándose porque no consiguió sacar una sola foto enfocada del culpable. Creo que tengo una buena pista mañana para localizar al agresor.- Mientras me sentaba contesté a la amable pregunta del sacerdote dispuesta a ponerme manos a la obra.

-Padre, soy consciente de que es muy tarde, pero en caso de desaparecidos las primeras 48 horas son las más importantes. Pasado ese tiempo se reducen notablemente las posibilidades de encontrarles. En realidad no sabemos si se les han llevado o si han escapado, pero en ambos casos hay que encontrarles. Por lo que me ha explicado sospecho que tenemos más posibilidades de encontrar algo que la policía.

       Roux se frota la nuca buscando la mejor manera de explicar cuál es el “refugio”. - Vaya hacia la universidad y cuando estemos cerca te indico. - Sus ojos se mueven con preocupación sobre el paisaje que van dejando atrás. - Trataré de explicarla todo lo que sé, pero a cambio debe confiar en mí. Necesitaremos algo de comida para cenar, y algo de abrigo. No llevará una manta en el coche, ¿Verdad? Es igual, podemos pasar por un seven & eleven. Ahí delante hay uno. - De su bolsillo saca algo de dinero, y se lo tiende a Amanda con rostro cómplice. - Le agradecería que entre usted. No nos marcharemos. - Sus palabras son sinceras y eso es algo que no pasa desapercibido.

         Esperan en el coche hasta que regresa con las cosas, observando desde este todo lo que ocurre, incluso siguiendo con la mirada a Amanda, por si encontrase algún comportamiento extraño. Una vez vuelve acomoda a Juliet en el asiento trasero, la tapa con una de las mantas y otra hace de almohada. - Trata de descansar pequeña, esta noche estaremos a salvo. - La da un suave beso en la frente y la arropa para que esté cómoda. Después, se hunde en el asiento del copiloto, y va dando indicaciones a la conductora.

         Su voz es ahora más tranquila, y mantiene un tono que no moleste a la pequeña. - Quizás debería llamar a Isabella... Puedo hacerlo yo quiero decir, usted esta conduciendo. Gire aquí. Espero que este bien, hoy ya nos hemos llevado un par de sustos, pero quizás usted pueda ayudarnos más de lo que piensa. Aparque por aquí, seguiremos a píe. - Una vez aparcan, se carga a la pequeña entre sus brazos, manta incluida, y avanza seguro hacia su objetivo. - Bueno, lo cierto es que puede no parecer un refugio, y no es que sea el lugar más recóndito, pero hay algo aquí, que infunde paz. - Sus palabras, que hacen crecer el misterio, no hacen más que presentar el Central Park. Roux observa la reacción de Amanda con curiosidad.

           Poco a poco se van adentrando en el parque, en dirección a la zona más frondosa de este.

Con una mano te sostiene el cuello -Buena chica- mientras la otra, callosa, grasienta y asquerosa, se desliza por tu cuerpo. Sientes su olor, su inmundicia, pegándose en ti como una capa de mugre viscosa. -Busco a esa niña que, cito textualmente "estaba conmigo". Tienes tres segundos.- Sus dedos se detienen en tu ingle y presionan sintiendo el pulso a través de tu piel. Su cuerpo de piel resbaladiza se frota con el tuyo. -Uno, dos...- 

El monstruo se detiene y permanece en silencio. -Tst- manda callar a Allison que se incorpora en la cama con lágrimas en los ojos y te arrastra hasta una de las esquinas de la habitación.

Sin notar el cambio, el cuerpo del ser ya no está ahí. La habitación se vuelve más oscura. Como si una negrura exterior asfixiara las luces que llegan del exterior. Sientes la brisa, la ventana está abierta y el aire fresco de la noche entra depurando el aroma. En algún momento te parece ver unos ojos entre la oscuridad, una mirada familiar, tranquilizadora, azúl. Buscas bien, pero no hay nadie más. Poco a poco todo vuelve a la normalidad. Todo salvo la película grasienta que queda por toda tu espalda. Estás impregnada de inmundicia. Las piernas te flaquean y tiemblas. -¿Mamá?- pregunta Allison desconcertada momentos antes de dejarse llevar de nuevo por el sueño y caer dormida en la cama. Es entonces cuando una voz familiar resuena en tu cabeza -Estás a salvo. TRANQUILA. Desnúdate, tira esa ropa y date una ducha.- La voz tiene un calor especial y, pese a lo extraño de la situación, surte efecto. Fuera de toda lógica es como si una parte de ti creyera de verdad que se trata de un "ángel" de la guarda protector. -Estoy aquí. No me iré y contestaré todas las preguntas que te rondan en la cabeza, pero antes debes lavarte y, sólo después de poner a tu hija a salvo, hablaremos. Llama a tus compañeros policías si quieres pero cuidado con que te tomen por loca. Cuando estés lista para hablar sube a la azotea.- Velaré tu casa desde allí.

El cura responde a las palabras de Jackie con una sonrisa. -Me alegro por Jake- Acto seguido asiente -No pongo en duda la eficiencia de la policía pero, en este caso, mis recursos son diferentes. ¿Es usted supersticiosa, señorita Davidson?- Bastienne se levanta de su asiento y comienza a caminar con las manos entrelazadas a su espalda -El mundo que yo he visto, el real, difiere mucho de la fantasía de normalidad en la que vive la inmensa mayoría. Existen ciertos seres que se han desviado tanto del camino que se convirtieron en mosntruos de leyenda. El padre Robert "cazaba" a un tipo de estos seres muy concreto. Las marcas de las puertas y ventanas protegen contra el mismo tipo de criatura. Esto explica por qué se vieron obligados a atravesar las paredes.- Bastienne hace una pausa -Demonios, señorita Lagrange. No son más que demonios.- aclara para satisfacer tu curiosidad antes de continuar con el discurso. -Hombres y mujeres que disfrutan atentando contra inocentes. Buscaban a la niña y por eso mataban a todo el que encontraban a su paso. Primero mi compañero, después el desconocido de la mesa y la madre. Lo que me hace pensar que la niña escapó pues, si la tuvieran en su poder habríamos encontrado el cadáver del padre. Creo que tienen al padre recluido y esperan usarlo para llegar a la muchacha.- Suspira profundamente -Claro, ésto sólo son hipótesis basadas en mi experiencia con estas criaturas.-

Cuando el padre Lagrange termina de hablar suena tú teléfono. Tienes un mensaje:

Han encontrado a la niña. Todo apunta a que está bien.

Cole Roberts

La forense acepta el comprar mantas y demás. Duda, sospecha, pero obedece. Hasta que os adentráis en Central Park. Temerosa de cada sombra te habla en susurros alterados para no despertar a Juliet: -¿Qué hacemos aquí? A estas horas el parque da miedo. No me puedo creer que estés pensando en pasar aquí la noche.- Sus dudas y el rechazo de la idea aumentan a cada paso -¿No podemos ir a un hotel, un hostal, un albergue o un motel incluso? Cualquier sitio menos aquí.- Su caminar se hace más corto y se va quedando atrás -Estoy agotada. Quiero una cama donde descansar. ¿Te parece sensato todo esto?- Pese a sus quejas tu determinación y el no entender muy bien la situación la hacen continuar y seguirte -Me debes una explicación. ¿Por qué quieren a esta pequeña?- A Amanda se le cierran los ojos. Está pálida y ojerosa. Sus reflejos son lentos y le cuesta relacionar las palabras. A veces parece aturdida.

Una vez os adentráis se detiene y se apoya en un banco -Creo que me estoy mareando- dice antes de caer desmayada.