Partida Rol por web

Ante la escueta respuesta de Jormün Daana asintió a su vez con evidente alivio aunque esa sensación se desvaneció tan pronto como volvió a alzar la cabeza al asentir y el estómago se le encogió subiéndose hacia la garganta como si estuviera asomándose al borde de un acantilado.
El mundo entero se movió a su alrededor o así lo vio la völva que vio con todo lujo de detalles como las cortezas de los árboles que les rodeaban se retorcían en un baile macabro.

-No...- cerró los ojos creyendo así que la sensación desaparecería. Ya no veía el entorno girar, pero sentía que seguía moviéndose como si el suelo que pisaba se tambaleara bajo ella. Clavó la rodilla en la tierra y una mano al lado como si el brazo fuera un bastón en el que apoyarse. Abrió los ojos y descubrió que la figura de Ingvarr a su lado no era más que un borrón neblinoso que danzaba en el vacío.-No-repitió esta vez más para ella, dando voz solo a la mitad de sus pensamientos. Cerró los ojos con fuerza y crispó las manos sobre el suelo.

Un mensaje ahora no, por lo que más queráis...

Sobre ella planeó el cuervo de la mujer hasta tocar el suelo, apoyándose sobre uno de los  lobos abatidos. Aquél que había saltado sobre Daana y que la flecha de Naúl había atravesado. El pico del cuervo horadó la carne muerta, haciendo un ruidillo desagradable de jugosidad que a la mujer se le antojaba atronador.

La visión se pierde y temes caer al suelo. Pero algo cambia y sientes que recuperas la verticalidad y la visión. Ves ante ti una gran loba blanca. No sabes porqué pero sabes que es una hembra. Está a unos metros de ti, en lo alto de una pendiente rocosa. El animal espera a que llegues hasta él. Entonces comienza a ascender a toda velocidad. De vez en cuando se detiene y te espera, tienes la certeza de que quiere que la sigas. Asciendes y asciendes...

 Naúl estaba junto a la volva, atendiendo al aturdido Igvarr cuando la mujer empezó sufrir otra de esas alucinaciones... o contacto con los dioses. Se debatió durante unos instantes entre si intentar sujetar a la vidente o apartarse. Finalmente se apartó para ver la escena. Temía que si intentara interponerse, la visión o el contacto con los dioses se perdiera.

Viendo que Daana empezaba a retorcerse como hiciera la noche pasada cuando invocó el poder de los dioses, miro a Ingvarr y le digo:

- Sujeta las riendas del caballo- Luego dejo el hacha en el seuelo y avanzo para tomar en mis brazos a la völva inetntado que no se lastime en uno de sus extraños bailes d eposesión que los dioses le mandan, quizá por que la forma d ela mujer no se adecua a la forma real de los dioses ni a su tamaño. Una vez la tengo entre mis brazos intento acariciar su pelo para quitárselo de la car mientras le susurro:

- Tranquiiila, tranquiila, ya está, no pasa nada..

Ingvarr volvió a escupir sangre. Asintió a las indicaciones de la mujer, consciente de su situación. Conocía bien las heridas que producían las bestias y había vivido a menudo situaciones semejantes por descuido o por exceso de confianza. En este caso, era la ignorancia de a qué se enfrentaban lo que le había hecho vulnerable.

Pensaba en esto mismo cuando la völva clavó una rodilla. El cazador estiró el cuello, como un animal alerta de repente ante algo inesperado. Lo último que hubiera pensado era que su sanadora enfermase. No sabía nada de estas cosas, pero apostaría a que los dioses se divertían con ellos, y que tanto la actitud extraña de la mujer como el reciente y fulgurante ataque de los lobos estaban íntimamente relacionados.

El cuerpo de Daana se adecuó al agarre de Jormün mientras que su consciencia estaba lejos del grupo y los ojos cerrados con fuerza se movían bajo los párpados con rapidez como si la mujer se encontrara en una pesadilla.

En la visión habló pero de su boca no salió ninguna palabra que los hombres pudieran reconocer y extendió una mano más allá del cuerpo del hirdman, queriendo alcanzar algo que no estaba físicamente allí,algo que parecía esperarla con paciencia, lejos de la violencia mostrada por los animales a los que habían dado muerte.

Pero ella no es un animal.

Y entonces todo cesó,el brazo extendido cayó laxo sobre el hombro de Jormün y desde ahí se resbaló hasta caer a un costado. El cuerpo entero de la mujer se relajó y su respiración se normalizó siendo casi imperceptible. Frunció el ceño y abrió los ojos, parpadeando varias veces al intentar enfocar la mirada, regresando al plano físico.

-...-despegó los labios quizá para preguntar cómo había pasado de estar junto a Ingvarr a encontrarse entre los brazos de Jormün, siendo consciente por primera vez de lo fácil que tenía el hombre machacar algo usando solo sus manos. Después señaló hacia la pendiente rocosa, donde la había visto en su visión y donde casi podía seguir viéndola.-Tenemos que subir por allí- dijo en voz baja. Ahora no solo Ingvarr tenía que descansar, tal y como la dejaban los mensajes de los dioses no podría subir en pos de la loba blanca.

-Estoy bien-asintió para dar más fuerza a sus palabras pero solo consiguió que el último de los coletazos del mareo le recordara cual era su lugar.-Gracias.

Naúl estuvo a punto de impedir de que Jormün sujetara a la volva, pero prefirió no acercarse, mantenerse a una cómoda distancia. Al fin pasó todo... y Daana recuperó el conocimiento. Parecía agotada tras la experiencia.

En silencio el cazador miró hacia la pendiente de piedra, dónde él mismo había estado apenas unos instantes antes. Finalmente asintió.

- Continuemos, pero antes tenéis que descansar.- Dijo sacando un cuchillo.- Mientras recuperáis el aliento desollaré los lobos.

-Por Ymyr, hombre - respondió Ingvarr a Naúl -. No estoy tan inútil como para no poder desollar a un lobo.

El dolor en el estómago no era poca cosa, y en el costado las costillas se movían como si estuvieran bailando una canción de ebrios, pero sacó el cuchillo de desollar y se dispuso a abrir a una de las bestias.

-Tendremos una excelente piel para la noche. Si además, mantiene el olor de los lobos, podremos desconcertarlos.

El tiempo pasa. El grupo descansa. Un meditabundo Jormün, apoyado en un tronco observa el horizonte con el ceño fruncido; la völva sumida en sus pensamientos trataba de discernir algo en las nieblas de las visiones que los dioses envían, todo aquello era muy extraño. Finalmente los otros dos compañeros estaban sumidos en sus quehaceres con las pieles. Pronto tendrían que tomar rumbo, pero ¿adonde? ¿Habían solucionado el problema por el cuál habían sido enviados hasta allí? ¿Aquello había acabado? Demasiado fácil.

 Naúl estuvo repasando el suelo, las huellas de los lobos mientras Ingvar estaba desollando los lobos.

 - No sé dónde pueden tener el cubil estas bestias, o si son un grupo nómada que recorre las regiones exteriores.

 Dice al resto, viendo que se quedan como a la expectativa de que continuara, añadió.

 - Dudo mucho que estos lobos sean el motivo por el que los dioses mandaron las visiones a Daana. Tal vez haya un punto de reunión donde podamos dar con el resto de los lobos, en caso de que haya más. O tal vez debemos continuar... hacia alguna parte. Alguna idea. ¿Daana?

Miro a Naúl tras sus palabras y luego miro si la völva está bien y recuperada:

- Daana, mujer,...völva...¿Sabes que camino debemos tomar o el lugar al que tenemos que ir, te lo han revelado los dioses?

Daana se pasó la lengua por los labios, tras la visión, cuando el hirdman tuvo que sostenerla estaba demasiado ida y quizá sus palabras le habían pasado desapercibidas incluso a él pese a  estar tan cerca de ella. 

La loba blanca ascendió por ahí- señaló la pendiente, hacia las paredes rocosas de las montañas-nos espera para que la alcancemos.

Se pellizó el puente de la nariz y volvió a hablar.

-Es decir... yo sé que nos espera para continuar la guía.

Como respuesta a las palabras de la guía, puede oírse un aullido corto, como de llamada. Los aventureros centran su atención hacia las faldas rocosas hacia la pendiente que parte de ellos. A unos veinte metros, al final de la pendiente, hay una figura observando. Es un animal blanco que vuelve a aullar. Está en lo alto de una roca, hacia el final de la ladera, entre los árboles. Hace un gesto impaciente con la cabeza y salta de la piedra internándose más hacia el noreste perdiéndose.

Ingvarr enarcó una ceja.

-Por los dioses. Será la primera vez que un rastreador se vale de la guía voluntaria de la presa. ¿Qué es esa loba? Casi diría que no es la bestia que parece. Sigámosla, rápido. Nos traerá respuestas.

 Naúl observa a la criatura, algunas leyendas hablan de lobos blancos, pero él, que lleva más de una década cazando presas en el bosque no había visto jamás.

¿Comó puede cazar en estos entornos si no tiene una manada o un pelaje que le permita acercarse a las presas antes de atacarlas? Con ese pelaje se ve de lejos. Tal vez se ayude con la niebla y el olfato, pero incluso así un lobo gris o pardo lo tienen más fácil. 

 Miró a la Volva, quien momentos antes habló de una loba blanca. Sería un enviado de los dioses. De ser así, cual de ellos habría sido, ¿el maldito Loki? ¿Freya?... ¿Odin? A decir verdad, el pobre desdichado viudo nunca había creído demasiado en los dioses, siendo tan solo un practicante, como el resto de habitantes de los fiordos según su parecer. ¿Tal vez por esto los dioses le castigaran con la muerte de su familia?

 Ante las palabras de Ingvir, simplemente se puso en marcha abriendo la marcha.

Al ver otro animal el hirdman agarra con fuerza su hacha de dos manos por si el animal intenta atacar a algún miembro del grupo. Luego cuando ve que todos aceptan las palabras de Daana, se relaja un poco y les sigue, siempre con un ojo pendiente de todo por si aquello es una trampa y debe defender a sus compañeros.

No podría simplemente creer que aún se plantearan la naturaleza de la loba blanca. ¿Acaso no era evidente? Dejó a Ingvarr y a Naúl ir en cabeza pues ellos se manejaban mejor en ese terreno pero sin alejarse ni de ellos ni de Jormün a sabiendas de que toda la fortaleza que podría encontrar sería de sus compañeros de viaje dadas sus carencias físicas. El aullido de la loba hizo que le erizara la piel sintiendo como si les conminara a darse más prisa antes de adelantarse a ellos hasta desaparecer más allá de donde alcanzaba su vista.

Y sin embargo, mientras avanzaba, Daana sabía que les esperaría si no físicamente sí donde ella podía verla, enfrentándose a esa mirada abrumadoramente sabia y paciente.

Poco a poco los aventureros van adentrándose en una zona más escarpada. De vez en cuando podían divisar la loba blanca que parecía asegurarse de que les seguía. El día va transcurriendo, ha pasado un par de horas y en un par de horas más el cuerpo les requeriría su *segunda comida. El suelo que pisaban cada vez es más duro y el ascenso estaba mellando su resistencia, la fatiga se había convertido en una molesta compañera de viaje. Debían descansar. 

Mientras que los cuatro viajeros se toman un respiro, si miran a las rocas que sobresalen un poco más arriba sobre sus cabezas, podían ver al animal vigilarles desde lo alto. No eran conscientes, pero habían ascendido unos veinte metros con respecto a la zona boscosa donde habían recibido el ataque.

Allí arriba el aire helado cortaba sus mejillas y el paisaje era embriagador. Toda esa zona boscosa repleta de árboles nudosos y milenarios mostraban un cuadro único que despertaba una sensación de paz inefable. El aire frío parecía más puro y llenaba dolorosamente sus pulmones. Sus miedos y inquietudes parecían dormir cuando contemplaban desde allí arriba la naturaleza que les rodea.

 Durante la ascensión, siguiendo la senda que les marcaba la loba blanca, Naúl prestó atención en los rastros que pudiera dejar esta. Pues tras los primeros metros no podían saber si se dejaría ver más o no, si encontraban su rastro la podrían seguir.

 Cuando finalmente la fatiga del grupo aconsejó el descanso, Naúl buscó un lugar que diera algo de abrigo para hacer un campamento, pero era un lugar difícil para encontrar un sitio en el que sentir confort. 

- Esta noche dormiremos pegados unos a otros junto a esas piedras, las piedras cortarán el aire de poniente.- Dice señalando hacia el oeste.- Cuanto más pegados estemos unos a otros menos aire sentiremos y más calientes estaremos.

 Dijo mientras sacaba mantas de la bestia de carga.

- Daana parece aún afectada por las visiones... deberemos hacer las guardias entre el resto, o mañana puede ser un lastre.