Partida Rol por web

Sin meterse entre los hombres, de hecho, manteniéndose más cerca de los recodos pétreos que doblaban por aquél pasillo que les había adentrado en la tierra, Daana se mantenía en pie con la mirada fija en el suelo, presa de escalofríos que nada tenían que ver con la temperatura.

-Saber orar. Saber sacrificar- de la oración a los dioses solo se entendió aquellas palabras, roncas y etéreas que fueron reforzadas por el eco de un graznido que recorrió la oquedad hasta que el cuervo de la völva apareció a su espalda hasta posarse en su hombro revolviéndole los mechones oscuros que caían a ambos lados del pálido rostro de la mujer.

Levantó la mirada al oscuro techo que tenían sobre sus cabezas y los iris grisáceos, nublados por un velo lechoso, se clavaron ahí como si pudiese ver lo que en aquellas tinieblas se escondía, ajena al derramamiento de sangre de los hombres frente a ella.

Wolf retrocede antes los ataques del explorador en estado de berserk. Parecía estar luchando contra un demonio en lugar de un explorador. Trató de centrarse en el combate intentando esquivar los golpes, pero una lanza se clavó profundamente en el costado. El renegado se tambalea, pero después de unos instantes grita mientras que Naul saca su lanza para volver a hendirla de nuevo en su odiado enemigo. Fluidos corporales mezcla de saliva y sangre salpica por doquier y trata de recuperarse apartándose de aquel oso rabioso.

Los ecos de los gritos de batalla reverberan con un sonido escalofriante. Mientras que el gran Jormun se enfrenta a los dos bandidos que hostigan al enfurecido y vehemente Naul, llevándoselo con él hacia un lugar más estratégico (práctica muy empleada por el hirdman) un Ingvarr prudente va deteniendo las acometidas de los dos restantes. El peletero, con fría determinación esquiva un golpe certero en último momento apartándose con maestría para hundir su arma con fuerza en el segundo. Todo esta danza macabra de sangre e ira es silenciada gradualmente por la cada vez más incesante cántico de la völva que su trance le lleva a la fase final para redoblar la intensidad de su letanía, un frío viento cruza la caverna haciendo temblar las llamas de la hoguera y agitando los cabellos de los combatientes , para golpear con violencia al furioso Naul. El explorador siente una revitarizante energía mística que lo inunda, apenas dedica unos instantes en detener su frenesí para luego volver a lanzarse contra el jefe que se va apartando cada vez más sangrando por su herida abierta.

El bandido al ver caer a su compañero se detiene unos instantes para volver a atacar, pero el peletero es hábil con el escudo y detiene los golpes de hacha de su atacante. Por otro lado, Jormun tras abrir de un sólo tajo a uno de sus enemigos, trata de arrinconar a su ya inseguro adversario, liberando a Naul para que despache al jefe sin interrupción; estaba demasiado sumido en el frenesí del ímpetu de la furia como para hacer frente a otros dos adversarios.

Obcecao en su ira, en esa rabia primaria desatada ante el asesino de su familia, el cazador continúa en su empeño de dar muerte a ese maldito ser portador de desgracias. La punta y el asta bañadas en sagre fresca vuelan otra vez a por más...

Ingvarr hostiga a su contrincante. La antigua superioridad numérica de éstos ha quedado ya olvidada y el tiempo cuenta ahora a favor de los exploradores y no de los bandidos. A pesar de que ni él ni su rival encuentran la sangre del adversario, Ingvarr confía en que el empate sirva en los próximos y graves momentos. Los ruidos a su alrededor así lo auguran.

Al escuchar los gritos de mis compañeros luchando con crudeza contra los bandidos mira hacia ambos lados para ver como discurren los combates singulares y la cosa parece estar en tablas hasta el momento, pero eso puede decantarse en cualquier momento con un golpe acertado. Mi espalda está próxima al combate entre el bandido e Ingvarr y miro como otro de los bandidos se acerca a mi posición, también un poco más lejos se encuentra Naul luchando contra el líder de esos bandidos. Sin pensármelo dos y viendo que hay dos enemigos cercas intento un barrido para alcanzarlos a ambos y acabar con sus vidas.

Tambaleándose y cubierta por un sudor frío, la mujer fijó en esta ocasión la mirada en el hirdman, mientras retomaba nuevamente una oración a los dioses en un tono de voz tan quedo que incluso de no existir los sonidos propios de la encarnizada lucha que tenía ante sí no se la habría oído.

Avanzó unos pasos, asomándose más a la gran oquedad en la que las llamas dibujaban sombras grotescas que se retorcían en las paredes rocosas al mismo son que los hombres luchaban sin interrumpir sus oraciones y sin acercarse a los combatientes.

Todo trascurre con rapidez. Tan pronto como empieza ya está acabando. El enorme hirdman gira su hacha con maestría trazando un círculo completo, la sangre salpica con violencia y los intestinos del primer bandido se desparraman manchando el suelo oscuro mientras que el segundo aulla aguantándose las tripas. Ambos caen al suelo pesadamente con los ojos bien abierto. Mientras que la völva entona sus salmos protectores, Naul observa a su tambaleante enemigo. La sangre mana de su gran herida. El odiado enemigo mira a su contrincante, parece tener miedo. Levanta su hacha y grita descargando un fuerte golpe que no llega a su objetivo, se empotra contra la lanza que se quiebra tras atravesar el abdomen del jefe.