Partida Rol por web

- Si, este es el lugar - Descabalgo, cojo el bastón y el goteante odre de agua y miro alrededor dando un pequeño sorbo - Un buen sitio donde preparar una emboscada, mi patrón, haga el favor de no separarse del grandullón. Si han llegado antes que nosotros puede que tengamos problemas, Vin o Ada ¿Podrías buscar rastros?

Agudizó el odio para intentar captar algún sonido de emboscada pero sólo logró escuchar el retumbar de mi propio corazón.

Chicos, será mejor prepararse para lo peor y ojalá toque lo mejor...

Hago una mueca al escuchar al mercader dando órdenes, pero reconozco que lo que dice tiene sentido. Por muy fuera que esté de mi ambiente sigo teniendo los sentidos agudizados por la costumbre.

Así que descabalgo y avanzo con cuidado, fijando la mirada en las sombras y con el oído bien aguzado. Con un poco de suerte no se me escapará ningún detalle.

Los alrededores de la choza están cubiertos de tierra y arena y el viento ha borrado cualquier rastro de huellas o pisadas que se hayan podido producir unas horas atrás. Todo parece tranquilo a vuestro alrededor hasta que una voz os llama desde el interior de la cabaña.
-¿Queréis entrar de una vez? -parece gritar un anciano. -Se os está enfriando el te.

Avergonzado y recordando a mi niñez, cuando mi querido abuelo me llamaba, me hace bajar la guardia y me encamino hacia la voz.
-Vamos que parece que se nos enfría el té.
Espero ver a alguien parecido a mi abuelo, al entrar.

Me encojo de hombros y espero a que el grandullón entre. Todo parece tranquilo, pero si hay algún golpe creo que él lo encajará mejor que yo.

Sorprendido sigo de cerca a Cemabi, si ya han visitado al vidente y no han dejado un regalo de despedida es que estan muy seguros de la victoria...

Tras el toldo de seda azul que cubre la entrada os encontráis con la figura de un anciano sentado en una mesa en la que hay una tetera y media docena de vasos, además del suyo, del que sorbe mientras os espera.
-Saludos viajeros. Soy Idean, aunque casi todos me llaman Vidente. Llevo un tiempo esperandoos. Sentaos y tomad un poco de te conmigo.
El Vidente parece tener unos setenta años, es pequeño y tiene la espalda encorvada por los años de viajes y esfuerzos. Su piel se ha aflojado y cuelga sobre sus huesos, dandole un aspecto cansado y lastimero, aunque su mirada de ojos hundidos sugiere una gran inteligencia. La larga melena gris le llega hasta la cintura. A su lado reposa un bastón d epuntas metalicas que os hace dudar sobre si se trata de un simple apoyo para caminar o un arma.

Me acerco y me siento frente al anciano esperando a que hablara este hombre, Idean. Procuro no beber el té, no es una bebida que me guste.

Me encojo de hombros y me siento. No me apetece ser descortés, pero no puedo evitar una mirada desconfiada hacia la bebida.

- ¿Nos estáis esperando? ¿Alguien os ha advertido de nuestra llegada, Idean? -intento contener una sonrisa; es probable que el otro grupo que nos antecede haya pasado por aquí y le haya hablado de nosotros.

¿Hará el numerito de la videncia con eso?

Pienso... Pienso... Sabe que venimos, porque es vidente. ¡Claro! Me doy cuenta que esto ya lo sabían mis compis y me siento dónde quepo a ver si la bebida que nos dan tiene alcohol
-¿Puedo beber ya? Estas cosas me incomodan, si haré que dar algún golpe, me lanzo, pero hablar... No sé.
Que sed tengo. Miro con impaciencia la bebida.

Idean parece divertido con la pregunta de Vindala.
-Por lo general un hombre en este desierto no oye mas que los sonidos del viento, pero yo os llevo oyendo desde hace media hora. Además, últimamente recibo mas visitas de las habituales.
El anciano os obseva y sonrie. No parece preocuparle si bebeis te o no. Se agacha y coloca sobre la mesa un tablero de ajedrez en el que va poniendo bien ordenadas todas las piezas.
-¿Sabe jugar alguno de vosotros?

Me encojo de hombros. Tengo alguna idea porque en mi antigua banda uno de los compañeros era muy aficionado, pero... tal vez algún otro tenga más posibilidades de vencer al vejestorio.

- Estamos buscando información, anciano -le pregunto con una sonrisa- Y el tiempo apremia ¿por qué deberíamos entretenernos jugando a esto?

-Si que tenemos prisa, pero seguro que jugando al ajedrez nos puedes ayudar ¿No?
Venga, yo me apunto siempre al ajedrez.

Detengo al pedazo de alcornoque de Cernabí sujetándolo por el brazo y lanzándole una mirada penetrante mientras niego con la cabeza. Tengo la sensación de que puede ser una partida en la que nos juguemos mucho más que un rato de diversión.

-Creo que domino el ajedrez, asi que me ofrezco a jugar esa partida