Partida Rol por web

Ante vosotros varias rampas gigantescas parten del bullicioso muelle hacia lo alto de la galera que os va a transportar a la isla del Hierro, la tarde se ha mostrado desapacible y lluviosa, como si lamentara la marcha de tan valerosos héroes hacia un lugar para algunos llamado hogar y para otros desconocido. Solo algunos rumores os llegan a la mente mientras os acurrucais en vuestros ropajes para intentar no calaros por la lluvia, una isla exterior al continente conquistada por vuestra nación como punto más exterior, una lucha contra el gran enemigo de vuestra sociedad " Caos " y una gran victoria final. Poco más sabéis sobre lo que allí aconteció, la política y la religión cuando se juntan siempre dan el silencio por respuesta.

Mientras rumiáis vuestros pensamientos, un nutrido grupo de personajes se mueven alrededor del enorme barco, un numeroso grupo de guardias, los cuales se mueven en perfecta armonía militar, delatando su sincronía, intentan subir a bordo 8 carros cargados hasta los topes y tapados con recias lonas para evitar mojar su contenido, al frente de cada carro dos caballos de carga bufan nerviosos al intentar cargar tan pesada carga bajo un suelo tan extraño para ellos, además de 5 caballos del resto de los guaridas, más tranquilos estos por estar entrenados. Los marineros expertos en la carga y descarga de su barco se afanan de manera experta en señalizar el embarque, a un lado dos grupos, ligeramente separados entre ellos, como si una fina barrera mágica los separase, a cada lado de esa fina barrera tres mercenarios con sus monturas esperan a que se les indique el turno de ascenso......

Abro partida para que vayamos conociendo vuestras personalidades y transfondos. Tranquilos que la partida en sí no comenzará hasta el día 1 o hasta que no esté todo el mundo listo.

A partir de ahora siempre que habléis de cosas de la partida en vuestros diferentes grupos, si hay alguien cerca de otro grupo será posible que se enteren de algo ( si creo que es posible que alguien ajeno al grupo pueda oírlo, pediré a ese alguien una tirada de escuchar ), dependiendo de la tirada de escuchar, recibirá una parte más o menos pequeña, a trozos o diferente.

Sed bienvenidos, disfrutad y si tenéis alguna duda, indicarlo siempre, es mejor solucionar cada problema en su momento.

Atrus apoyaba su cuerpo sobre la cruz del caballo. Arrebujado con la capa y la capucha, sus ojos observaban todo el trajín, pero enfocado en los rostros de las personas que harían ese viaje juntos. Podía ver las espaldas de sus compañeros, y si apenas movía la cabeza, podía ver los otros tres que se mantenían levemente alejados.

Estaba relajado, pero también molesto con aquella lluvia. Parecía que iba a tomar su tiempo la carga, y ellos mientras tanto seguirían mojándose. Su mirada ahora abarcaba todo a su alrededor, una mezcla perfecta de vigilancia y aburrimiento. Eran tantos soldados juntos que nadie se animaría a atacarlos, pero nunca estaba de más vigilar. Además, ¿qué otra cosa podía hacer en ese momento?

Doflar se balanceaba sobre sus pies, de un lado a otro, inquieto pero sereno. La lluvia lo golpeaba molestamente, mientras parecía murmurar algunas palabras para sí.

"Interesante... Interesante... Ya quiero partir..." pensaba entuciasmado el pequeño hechicero mientras miraba a su alrededor. "Oh! Mis compañeros... gente ... rara". El puerto mostraba su usual movimiento, con los expertos marinos yendo y viniendo, cargando provisiones para el viaje, gritándose y largando órdenes a diestra y siniesta para una mejor coordinación de esfuerzos.

Todo cuanto veía le llamaba la atención. No hacía mucho tiempo que estaba compartiendo su vida con gente de otras razas. Sus costumbres, actitudes y sus modismos excéntricos y rudos, todavía le llamaban poderosamente la atención. Así y todo le parecía fascinante aquel mundo desconocido para él, y sus ansias de comenzar aquella aventura le carcomían la cabeza.

Sin aguantarse más tiempo, se acercó a un marinero que pasaba cargando un pesado barril. Lo tironeó suavemente de su blusa para llamar su atención y le preguntó en un marcado acento común

- ¿Cuántos días de viaje son a la Isla de Hierro? - El mediano tenía la intención de satisfacer una de sus tantas curiosidades.

Ya ha llegado el dia, cuando la ordenanza de partir hacia la isla de hierro le llegó al Capitan, una serie de sentimientos contrapuestos nacieron en mi interior, por una parte alegría por el destino, un lugar de gloria y fama, oportunidad para avnazar en mi carrera, pero por otro lado tristeza por qu abandono lo que hasta ahora habia considerado mi hogar y sabiendo que si volvemos a lo mejor no lo hacemos vivos.

Pero como persona fiel al codigo militar y a mi capitan, comenzamos con los preparativos para inciar el viaje, avituallamiento de las tropas, preparar el equipo, pasar revista a las tropas y por ultimo cargar los carros en el buque, cosa que constaba mas de lo que esperabamos, pero no era un suboficial de unos novatos, ya tenian alguna escaramuzas a sus espaldas y era la hora de demostrarlo delante de los mercenarios que nos acompañaban...

señores (dirigiendome a los soldados que conducen a los carros) no tenemos todo el día para subir los carros al barco, no se si a ustedes les gusta mojarse como un pollo, pero yo prefiero terminar y estar caliente en el camarote. Asi que vamos controlen a esos caballos, sigan los consejos de los marineros y SUBANLOS YA!!!

El capitan espera partir lo antes posible y no tenemos que ser por nuestra lentitud que eso no se cumpla. 

Y esto va para los 4 restantes, en el momento que este el camino abierto, corriendo como el viento, para subir el resto de caballos y lo que falte de equipo.

SEÑORES CUANTO ANTES ACABEMOS, ANTES NOS RESGUARDAREMOS DE LA LLUVIA Y SI LO HACEMOS BIEN LA COPA DE VINO CALIENTE CON ESPECIAS VA DE MI CUENTA

Mi pequeño viaje llevaba a su fin. Mi hermano ya estaba en una carreta, con destino a su futuro hogar, relativamente a salvo. Ya mas no podia hacer por el. Ahora, era momento de volver a casa. Se suponia que la guardia iba a traer al resto de nosotros a casa, asi que aprovecharia ese viaje de vuelta gratis.

El dia estaba nublado y lluvioso. Envuelto en mi capa azul, camino hacia la embarcación, curiosiando el equipamiento que iban cargando. Eran valiosos suministros, que dejarian en buenas condiciones a la guardia de la ciudad.

La lluvia era continua y aunque no hacia demasiado frio, iniciar el viaje todo mojado, no seria algo bueno. Disimuladamente voy hacia el lugar donde pasariamos el viaje, para dejar mis bartulos, y tratar de secarme un poco.

Con suerte habria alguien mas de casa con quien hablar.

Esperando para subir al barco Ashrac observa todo el movimiento que hay en el muelle pensé que el barco era solamente para nosotros y no con tanta gente después observa a sus compañeros parece que vamos a tener un viaje un poco incomodo, miren como grita aquel de allá. haciendo referencia al caballero con la cruz blanca en el pecho de su armadura.

Ni bien subí al barco me apresure a buscar un lugar seco. Los laudes de madera no se llevan bien con el agua. Inmediatamente noté que algunos hombres estaban un poco tristes. Tal vez era la lluvia, tal vez algunos de ellos sufrían desarraigo. Quien sabe.

Vamos a amenizar un poco el viaje.

Después de hacer un poco de memoria recordé una vieja canción que me enseño una vez un marinero. Me pareció apropiado para la ocación, así que me puse a tocar

Estaba terminando de tocar cuando escuché a Gardian gritando como un loco desde la cubierta.

Mejor voy a ayudar antes de que me arrojen por la borda por holgazán.

Dejé mis cosas en un rincón y salí a cubierta para ayudar a los otros hombres con el cargamento.

La misión está por terminar algo que me tranquiliza, me preocupaba un poco que esto pudiera tardar más de lo necesario, pero todo a fluido sin mayores percances, sin embargo no puedo bajar la guardia, el embajador ha depositado su confianza en mí y no puedo defraudarlo.

La lluvia junto a la espera empieza a acabar con mi paciencia. Deseo embarcar y zarpar lo más pronto posible y todo este ajetreo me parece que está tardando una eternidad. Con un poco de impaciencia me acerca a los dos cabos hago una seña para que me escuchen antes de que empiecen cualquier labor de embarque, desde allí le dirijo la palabra a toda la guardia.

-Nuestra misión está por terminar, pero no podemos bajar la guardia hasta el final, ustedes han sido seleccionado entre los mejores de nuestros soldados, así que manténganse firmes y preparados para cualquier cosa, esta carga es sumamente importante para el bienestar y estabilidad de nuestro hogar, así que no podemos darnos el lujo de ningún error, dejo encargados a los cabos de su embarque, así que sigan sus órdenes.

Mientras doy el discurso observo muy bien a los mercenarios que se han contratado con el fin de evaluar cuál puede ser el mejor papel que pueden tener en nuestro grupo.

Al terminar, me dirijo a los cabos y en vos baja les digo

-Dejo esto en sus manos, nos reuniremos en el barco para definir todo lo necesario para este viaje.

Le hago una seña de agradecimiento a guardián por tomar la iniciativa, luego me pongo al frente de la guardia con el fin de empezar el embarque en cuento sea posible.

La lluvia, contrariamente a lo que pudiera parecer por su capucha y embozo, no le molestaba. Adoraba aquél clima frío y húmedo que muchos otros detestaban, pero es que para él atraía recuerdos de su infancia y de sus primeros años como aventurero, primero en aquella pequeña aldea donde aprendió a cazar y después en los bosques donde perfeccionó su arte. 

Hacía ya muchos años de aquello, muchos años desde que había abandonado a su maestro elfo para ver más allá de entre los árboles y perseguir presas más peligrosas que ciervos, jabalíes, zorros y algún que otro lobo. Él deseaba medirse contra oponentes de verdad, seres que pudieran enfrentarse a él y tener una oportunidad contra sus afinadas flechas. Así es como se había convertido en lo que era, un mercenario, un matón a sueldo que, por el precio adecuado, hacía lo que fuera; había intentado mantener una integridad moral, unos valores, pero no siempre había sido así. 

Eso, por supuesto, también cambió. Sólo había que verle en ese instante, rodeado por aquellos dos santurrones. Ahora él también era así, había aprendido, había cambiado. Se le había mostrado el camino, había logrado purgar sus pecados mediante el fuego y el látigo; había maldecido, odiado, deseado su muerte, pero ahora, ahora daba gracias por su nueva vida. Estaba purgado de todo mal, y ahora llevaba aquél mismo destino a todos aquellos que se oponían al pacto. Estaba deseando comenzar, pero para eso tendrían primero que poder zarpar. No culpaba a los soldados por no conseguir subir a los caballos y aquellos pesados carros, pero habría agradecido un poco de prisa. 

- Esto se nos va a hacer eterno chicos - Dijo en voz alta, tanto para sus compañeros como para los otros mercenarios que permanecían separados de ellos, mientras acariciaba su corcel - Tal vez deberíamos ayudarles.

Después de subir al barco busque los camarotes para dejar mi equipaje, para luego ir a ayudar a subir la carros de carga al barco. Luego de dejar mi equipaje en mi camarote me dispuse ir a la cubierta del barco para ayudar a los demás cuando a mitad del camino pude escuchar al cabo Gardian dando ordenes desde la cubierta.

-Sera mejor que me apresure a ayudar a los demás o Gardian pensara que estaba holgazaneando...-

Gerald, hombre enérgico por naturaleza, había llegado diligentemente junto a sus compañeros y había dejado su montura y equipaje en el navío, para ponerse manos a la obra. Le gustaba trabajar. La mayor parte de su vida había consistido en ello en el seno de la Orden, como organización militar siempre había trabajo por hacer arriba y abajo, entrenando reclutas, cargando materiales de construcción o cavando zanjas y levantando taludes. 

Se movía por entre los caballos calmándolos, se le deba bien el trato con los animales, aligerando así el tiempo de carga de las mercancías y ayudando al resto de los soldados, moviéndose como un igual. Si bien su indumentaria indicaba otra cosa, esa armadura completa con ornamentación fina y delicada, así como el diseño de su capa y equipo en general, indicaban una vida pudiente.

-Vamos compañeros, tratad bien a las bestias, y ellas nos ahorrarán tener que tirar nosotros de los pesados carros. Con delicadeza chicos, yo ya tuve mi ración de realidad hace nueve años en las colinas orientales de las Tierras Pétreas, cuando tuvimos que mover los soldados a mano las malditas piezas de artillería para asaltar Fuerte Colmilludo. Creedme, no querríais pasar por ello jajaja.- Animaba a los trabajadores con voz grave y firme.

Encogiéndose de hombros, bajó de su corcél y, sin necesidad de tirar de las riendas, lo guió hacia el barco. Tenía buena mano, más con el que llevaba tiempo siendo su compañero, y no puso ningún problema en bajar a la bodega de carga, donde tendría que pasar varios días. Sería una mala experiencia para el equino, pero una vez estuvieran en marcha se encargaría de que no lo pasara mal. 

Una vez lo dejó, subió de nuevo a cubierta y se acercó a los pobres animales que coceaban y se negaban a subir, acercándose a ellos tal como había hecho Gerald para calmarlos y ayudarles por las tablas. Sin embargo, al contrario que su compañero, el no hizo comentario alguno ni dio ánimos a los soldados ni marineros, permaneció en silencio excepto por alguna palabra suelta dedicada a los caballos. 

Cargado con el pesado barril, el marinero mira con desdén al mediano, descarga sin prisa su carga hasta el suelo y mirando al encapotado y lluvioso cielo rumia más para sí que para Doflar " Con este tiempo de mierda, lo cargado que va a ir el puñetero barco y demás con tanto canso de agua dulce preguntando sin parar, fijo que aunque el viaje se hace normalmente en 10 días, este  se va a hacer jodidamente largo " Tras ello se escupe a las mojadas manos, carga el barril y comienza a subir la rampa dejando atrás al sorprendido mediano.

Doflar empezó a sentir mareo ni bien arrancó el viaje. A pesar de su mal estar, trató de darle ánimo a su pony que parecía nervioso ante el horrible clima que azotaba a la galera. No muy lejos de él, deambulaba su halcón de un lado a otro, buscando una posición adecuada y cómoda para el resto de la travesía.

Para mantener ocupada su mente, el mediano trataba de recordar viejas canciones. Buscó con los ojos a Fonkin, el bardo del grupo, para que entonara alguna canción que levantara su ánimo.

- Oye Fonkin, puedes tocarte algo alegre?- dijo practicando una simpática sonrisa.

Las palabras del capitán y el cabo nos hacen centrarnos en el trabajo, no hemos acabado ni mucho menos, apenas se puede decir que comenzamos la parte importante del viaje, cuando regresamos cargados con toda la impedimenta y la mercancía, mucho de lo que ocuparse y más fácil de robar y asaltar. Pero para evitar eso estábamos nosotros, aunque lo primero era meter todo en el barco, tarea a la que me uno con el resto de compañeros.

La lluvia se desliza por los animales y la carga, en ocasiones hacen que lo que en otras circunstancias sea un trabajo sencillo, en esta ocasión sea algo más pesado y complicado, las cuerdas mojadas se encogen y es más difícil coger fardos y otros materiales atados. Mis manos resbalan ligeramente en algunos puntos al empujar el carro para cargarlo a bordo, pero poco a poco se va moviendo hasta donde debe, queda mucho por hacer, pero también somos unos cuantos para poder hacer el trabajo.

Aunque por fin habían llegado al barco, la operación de carga estaba siendo un auténtico caos. Gerald y otro soldado competían por ver quién gritaba más, y entre ese lío los animales, mojados por la lluvia, se revolvían y coceaban, reacios a subir por las tablas. Damrod se dirigió mucho más calmado con su caballo, y lo subió sin problemas. La personalidad de aquel hombre, tranquila y reservada, agradaba a Harold. En su tierra todos los hombres eran así, serios y de temple de acero. Alzó el rostro a la lluvia, que no le molestaba en absoluto. Para otros aquella temperatura era fría, pero para él resultaba de lo más agradable. Frío era el invierno de su tierra, tres metros de nieve, ventisca de granizo y las fauces de los lobos brillando hambrientas en la oscuridad. A pesar de ello, nunca había querido dejarla. 

Aengrist, todo lo que he hecho ha sido por ti. -rezó en su cabeza, mientras la lluvia corría por sus rasgos duros, que parecían cincelados en hielo-Ayúdame en esta misión que comienza. 

Como bien sabía Harold, el mar estaba plagado de peligros, y su misión podía terminar antes de empezar si un kraken decidía surgir de las profundidades para devorar su barco. Le dio unas palmaditas a su caballo, que, como él, también era un recio ser del norte. Se mantenía indiferente ante la lluvia, protegido por su grueso pelaje blanco grisáceo, y los gritos y el caos no le alteraban lo más mínimo, pues estaba entrenado para el combate. Suavemente, le dirigió con los talones hasta la pasarela, desmontó y subió a la galera junto con Damrod, dejando al animal bien seguro ya en el espacio que tenían reservado en la gran galera. Después, volvió, y asintió a Damrod ante la idea de ayudar a los demás. Calmadamente, sin decir palabra, ayudó a los soldados y marineros a meter a los animales y la carga. 

Ashrac observaba como todos se alborotaban para subir aquel extraño cargamento al barco, pues la curiosidad de lo que llevaban le carcomía la cabeza. 
Una vez que el viaje empieza y escucha las protestas de uno de los marineros esto va a ser eterno, no vamos a llegar mas. piensa disgustado. Después se acerca a sus compañeros bueno, que vamos a hacer para pasar el rato... Cartas, dados, tienen algo para poder jugar? Yo traje unos dados para jugar.

Tras un día de viaje, el continente ya quedó atrás hace tiempo, dejando a vuestro alrededor agua, agua y millas de agua por delante. La tripulación se afana en aprovechar la velocidad del galeón ahora que el viento os es propicio, ayer con la lluvia y el viento del norte apenas avanzasteis lo programado, hoy con el viento a favor, surcáis las olas raudos hacia vuestro destino. Para vosotros, poco habituados al movimiento del barco y a su reducido espacio, pronto os sentís encerrados, la sensación de bamboleo unido al olor de los caballos sudorosos hace que más de uno se acuerde de que tiene estómago.

Primer día de navegación 1 tirada cada uno, constitución dificultad 6 ( así vais limando los dados )

Alguno no sabe usar el pyromancers map, para el combate ??

Interesante sensacion la del vaivén del barco, en el estomago noto cosquillas pero nada que no pueda superar, inicio mis rondas por el barco visitando a todos los guardias que van con nosotros, viendo si dentro de las pocas comodidades que tenemos esta todo en orden y tienen algun problema o queja ( labor que hago todos los dias para ver la moral de la tropa) y luego le doy un informe al capitan.

A los mercenarios de vez en cuanto comparto conversación y juegos, es la mejor manera de ir conociendolos y tener cosas en comun, sobretodo si nuestras vidas van a depender de confiar unos en otros