Partida Rol por web

El p³ había cerrado sus puertas para el público en general. En la entrada había una foto de Wyatt. Una en la que aparecía sonriente y feliz, contento por la vida que había tenido, aunque breve. Vuestro primo había disfrutado cada paso que había dado y cada vivencia mágica que había tenido. Aunque aquello le hubiese supuesto su muerte, todos sabíais que el tiempo que había vivido, había sido totalmente feliz. Y eso, en cierto modo os reconfortaba.

El Pub había sido decorado al detalle, todo estaba lleno de flores, coronas y crespones. Vuestras tías estaban en la entrada recibiendo a todas las personas que iban llegando, algunos viejos amigos de la familia, como Darryl, su mujer y sus hijos. A vuestros tíos que antes no habían estado por allí, Henry y Coop. También había ninfas, duendes, gnomos e incluso algunos demonios que Wyatt había convencido para "pasarse al lado del bien".

Había decenas de criaturas mágicas, e incluso amigo de Wyatt a quienes les había contado su verdadero secreto. Había podido llevar una vida plena y mágica, combinándola también con su vida mortal y mundana.

Si él lo había conseguido, ¿por qué vosotros no? Lo que más os preocupaba es que él había muerto joven, y que no queríais que a vosotros os pasara lo mismo. Pero vosotros no llevaríais esa lucha en solitario como vuestro primo, vosotros lucharías juntos, pero como uno solo.

Ahora había llegado el momento de Wyatt, había que llorar su pérdida y rezar porque vuestros nuevos enemigos respetasen, al menos, aquel momento de luto.

Henry, antes de entrar, respiró profundamente. Había estado en casa para cambiarse y, sí, para llorar también. Sus fuerzas lo habían abandonado según introdujo la llave en la cerradura de su casa. Se desplomó allí mismo, sin poder siquiera abrir.

Carraspeó para deshacerse de aquel nudo que estaba en su garganta. No estaba preparado, lo sabía, pero no había otra. Tenían que despedirse de Wyatt. Tenía que darle las gracias. Tenía que decirle adiós.

Entró y se encontró con una gran cantidad de personas. Se quedó encima de las escaleras unos segundos, asimilando la cantidad de gente que conocía Wyatt, preguntándose cómo pudo salirle bien el contar su secreto a los humanos, qué iban a hacer ahora los demonios que habían decidido unirse a él.

Bajó un par de escalones antes de ver a su padre. Aunque se notaba la diferencia de edad, Paige tenía razón: Eran casi como dos gotas de agua. Tropezando, bajó hasta llegar a él y se fundieron en un abrazo. Henry no lloró, sólo buscó consuelo en su padre.

Habían pasado varios minutos, lo que a Henry se le hicieron escasos segundos. Se separó de su padre y se dirigió a la barra para sentarse, mientras saludaba a algunos conocidos.

Llegaron al párking del local, estaba lleno de coches y tuvieron que dejar el suyo un poco lejos, bajaron del vehículo, Pat estiró la camisa gris marengo, para que no tuviese arrugas, y se arrgeló los pantalones negros, para que la raya quedase centrada, se acorcó de su madre y de los consejos en temas de vestuario que siempre le había dado y que ella de forma sistemática se dedicaba a ignorar, parece que algo aprendí mamá. Adelantó el asiento y cogió de la parte trasera el bolso y la chaqueta fina también negra, no sé por qué suelo tener frío en los funerales, pensó recordando otro funeral no lejos en el tiempo ni en su memoria, su mano fué instintivamente al colgante con forma de lágrima de color azul que resaltaba en su escote, cuando se dió cuenta del gesto intentó disimular llevándosela a la nuca, como para comprobar que el moño en el que llevaba recogido el pelo no se había soltado, pero no engañó a Cass que se había acercado a ella al ver que tardaba demasiado.

- Vamos, es la hora - dijo Cass, enganchó su brazo al de ella como cuando eran pequeñas y se dirigieron hacia la entrada - estaré a tu lado si tienes que apoyarte en alguien.

Conforme se acercaron a las puertas vieron la foto de Wyatt, con una sonrisa de felicidad daba la bienvenida a su despedida. Vivió poco y mucho a la vez, pensó Pat al verla y le sonrió de vuelta en un acto reflejo, una sonrisa entre amarga y de "buen viaje".

Bajaron al interior y allí estaba el clan Halliwell, los mayores del clan al menos, en la entrada recibiendo a los invitados. Besos, abrazos, alguna lágrima mal contenida, palabras de vano consuelo, ella ya había pasado por eso, sabía que ahora no servía de mucho pero con el tiempo el recordar esos momentos sería reconfortante. Cuando se separó de sus familiares se encontró con un cuadro inesperado, seres mágicos de todas las clases, incluyendo a varios demonios, junto a humanos, todos allí reunidos por respeto y en memoria de un brujo, pero lo que decía toda esa "gente" era que además había sido una gran persona.

Pat sintió una opresión en el brazo y al girarse se dió cuenta de que Cass lo miraba todo con la boca entreabierta, estuvo a punto de soltar una risotada pero se contuvo a tiempo.

- Cierra esa boca, no querrás saber lo que podría entrar en ella - no pudo reprimir las ganas de tomarle el pelo, pero al ver su cara de alarma se apresuró a tranquilizarla - nada que tú no quieras, te lo prometo. - Paseó la mirada por la sala y entre la multitud distinguió a Henry - Vamos con mi primo.

Dicho lo cual cogió a su amiga por el brazo y, abriéndose paso con cuidado, llegaron hasta la barra.

- Hola Henry - no estaba segura si acercarse o no pero al final pudo más el corazón y le dió un suave abrazo y un beso en la mejilla - No sé si te acordarás de Cass - fué una frase hecha, algo para romper el silencio antes de hacer la pregunta - ¿Dónde has dejado el libro? - viendo que el camarero se acercaba desvió su atención un momento, parecía que hoy se le quedaba la boca seca cada cinco minutos - Un bourbon, solo. ¿Vosotros queréis algo?

Cuando llegó, la foto de su primo le provocó un escalofrío que recorrió cada centímetro de su cuerpo. Fue tal el desagrado, que se vio obligada a centrar todo su esfuerzo en reducir a lo justo y necesario el contacto visual con la imagen. Por desgracia, el apremio con el que acabó entrando en el local hizo que no pudiera prepararse para lo que estaba a punto de llegar.

La primera en llamar su atención fue la tia Piper. Su compungido rostro se hizo eco del anterior escalofrío, y le obligó a ralentizar el paso para no seguir acortando distancias con ella. No quería verse en la situación de tener que decirle unas palabras reconfortantes. Esa era tarea de otros. Tampoco quería aguantar las agobiantes preguntas de su tía Paige o de su madre, Phoebe. No estaba de humor, le dolía demasiado la cabeza.

Por ello, decidió pasar lo antes posible esa barrera humana creada por las embrujadas y situarse en uno de los asientos de la última fila. Lo hizo sin pararse a hablar con su primo Henry ni su hermana Pat, y sin dirigir la mirada a ninguno de los demás presentes. 

Al sentarse en el asiento no pudo evitar emitir un suspiro, que se vio ahogado cuando su estómago se comprimió provocándole una incontenible arcada. Por suerte, no ocurrió nada. Se encontraba cansada y algo mareada. Estaba claro que se había pasado. Al llegar a casa, había ido directa a la ducha. Había conseguido evitar pensar en los recientes acontecimientos a lo largo de todo el camino. Pero, una vez debajo del agua, su subconsciente le jugó una mala pasada, sacando a flote su amalgama de sentimientos. La mayoría de ellos centrados en lo que estaba a punto de pasar, dejando el hilo residual de sus pensamientos dedicado a la muerte de su primo. Por ello, cuando una vez fuera encontró a su amiga Candy con un cargamento de cervezas y costo, no opuso ninguna resistencia. Varias horas después, lamentaba haber caído en la provocación.

Centrándose en dejar su estado en un segundo plano, pasó lentamente la mirada por todos los presentes, intentando disimular (sin mucho éxito) el desagrado que le provocaba la presencia de tal disparatada y amplia variedad de seres mágicos. Se sentía desplazada, y ese sentimiento le enfadaba mucho más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Entonces volvió a ver a Henry y Pat, esta vez con otros ojos. Quizá no era tan mala idea unirse a ellos, formar parte de ese 'algo'. Sin dudar ni un segundo se puso en pie, y se acercó hasta ellos. En el momento justo como para escuchar la pregunta de su hermana. - Una cerveza para mí, Pat.

Llegó al llegar al P3 acompañada de su amiga Elizabeth con la que había compartido todo en su vida, todo menos su secreto, el secreto de la familia.

Al llegar comprobó lo querido que era su primo Wyatt. El parking estaba lleno de coches de la gente que fué a darle el último adiós.

Las hermanas de P.J. llegaron justo antes que ella. Nada más entrar algo le llamó la atención.

Allí había todo tipo de seres sobrenaturales, incluso demonios. Tuvo que contenerse para no matar a alguno de ellos para saciar su sed de venganza. Pero finalmente consiguió calmarse. Al fin y al cabo si seguían con vida seguro que era porque su primo así lo consideró oportuno.

- Gracias por venir. - le dijo a Elizabeth. A lo que ella respondió que era lo menos que podía hacer por ella en estos momentos tan duros.

- Hola Pat, Penny, Cass... - dijo al llegar hasta sus hermanas.

- Elizabeth, ¿te acuerdas de mis hermanas Pat y Penny? - le preguntó. Era evidente que de Penny si pues no sería la primera vez que sus conversaciones giraban en torno a la pequeña de la familia. Aún así supo mantener la compostura y disimuló perfectamente saludando con la misma cortesía a ambas hermanas. Este es Cass. Una amiga de Pat. Ella es Elizabeth. - comentó a modo de presentación. Y este de aquí es Henry, nuestro primo.

Cuando Kat llegó, no fue sola, iba acompañada de su hermana de la que no se había querido separar ni un momento. Se habían pasado la tarde hablando de Wyatt, recordando viejos tiempos, ocasiones en que las había pillado donde no debían... En algún momento incluso habían llegado a la risa descontrolada, como reflejo del dolor que sentían en ese momento y como un intento de expulsarlo de su corazón.

Fuera como fuese, cuando por fin penetraron en el extraño ambiente del bar, Kat estaba por fin con los ojos secos y más calmada. Sus ojos recorrieron el lugar, deteniéndose un segundo en la foto de Wyatt para evitarla inmediatamente después. Apretó los labios, convirtiéndolos en una fina línea. No vas a llorar más, se dijo.

Le dio un suave apretón en el brazo a su hermana y le señaló con la cabeza en dirección a su padre, indicándole que iba hacia ahí. Tras separarse de ella y cruzar la estancia con unas pocas zancadas, se abrazó a él.

- Hola, papá - musitó respirando el aroma tranquilizador del hombre que la había criado. Permaneció así unos instantes, sintiendo como vibraba todo su ser en un intento de controlar sus sentimientos antes de separarse y mirarle con una pequeña sonrisa -. Nos vemos luego, me voy con Henry y los demás.

De nuevo, se cruzó la sala observando a todas las criaturas mágicas que la rodeaban, apenas sintiendo la emoción que se habría apoderado de ella en otra ocasión similar. Parpadeó en un intento de aclararse la mente, pensando que era horrible incluso el atisbo de emoción que ya sentía.

- Hola chicos - murmuró en cuanto se acercó a su hermano y su primo, saludando con un rápido beso en la mejilla a Henry y frotando el brazo de Pat como en un intento de darle calor. ¿Cómo lo estará llevando? Seguro que es una situación particularmente difícil para ella, con todo tan reciente -. Pedidme algo fuerte, por favor.

Tamara llegó con su hermana gemela. No se había separado de ella en toda la tarde, aunque finalmente admitió que en realidad tampoco había querido quedarse sola ella tampoco. Gracias al haber estado llorando y riendo juntas, ahora se sentía más fuerte y despejada. Aunque la tristeza no desaparecía.

Esa tristeza salió de nuevo cuando llegaron al P3 y vio la foto de Wyatt, tan sonriente y tan feliz. Tuvo que bajar la mirada y respirar, si hubiera podido habría abrazado a Kat otra vez, peor ella ya estaba entrando, ambas se habían detenido a observar la foto, pero Tam necesitó algo más de tiempo. Finalmente le sonrió y le ofreció buenos pensamientos por si en algún lugar la escuchaba. Después apretó el paso para llegar hasta su gemela.

Ella le dio un suave apretón en el brazo a su hermana y le señaló con la cabeza en dirección a su padre, indicándole que iba hacia ahí. Tam mientras se quedó abrazando a su madre y al resto de la familia, que estaban en la entrada dando la bienvenida a todos.

Después acudió también con su padre, no pudo evitarlo, se lanzó a sus brazos sabiendo que la protegerían de todo como cuando era pequeña, y aunque no lloró, sí tuvo que cerrar los ojos un instante para contenerse y controlar su dolor.

- ¿Cómo estás? Consiguió preguntarle, aunque sabía la respuesta. Estuvo un momento charlando con él y luego se despidió para ir a ver a su hermano Henry, tenía ganas de abrazarle también pero observó que ya estaban muchas de sus primas y algunas desconocidas, amigas seguramente, las recordaba vagamente, tal vez las había visto antes, pero ahora no le preocupaba o le importaba recordarlas o no, quería abrazar a su hermano pero con ellas allí, bufff lo mismo le molesta pensó la joven mientras se acercaba y saludaba a todas: Hola, soy Tam. Estaba acostumbrada a decir su nombre sobre todo cuando la gente la miraba sorprendida al ver doble, aunque ahora ya no se parecían tanto, era una costumbre que no dejaba atrás. Muchas veces tuvo que hacerlo con su madre y sus tías, y mucho más con sus primos cuando pasaban temporadas sin verse, así que le salía ya de forma natural. No dijo nada más, sonrió tímidamente a todas y no pidió nada, no tenía ganas de tomar nada.

Miró a Henry y se acercó a él, primero fue deprisa, como temiendo una reacción por parte de su hermano, luego aminoró por miedo a que la rechazase, pero finalmente se detuvo, respetando la opinión que podía tener el chico. Así que se acercó y le ofreció una sonrisa triste y un apretón en el brazo, dejando pie por si él quería más o por si simplemente quedaba en un ligero achuchón.

Cuando Pat oyó la voz de su hermana pequeña a su espalda pidiendo una cerveza se sobresaltó, no se había dado cuenta que había llegado, pero reaccionó rápido.

- ¡Y una cerveza! - elevó un poco la voz al camarero cuando vió que se alejaba para ponerle el pedido, se dió la vuelta y recibió a Penny con una media sonrisa - Me alegro que hayas venido, - no estaba segura después de tu actitud de hace unas horas, se acercó a ella, le dió un abrazo, éste un poco más largo que el de su primo, y le susurró al oído - siento la distancia que se ha formado entre nosotras, no quiero ni pensar en que te hubiese pasado algo en este tiempo. - se separó un poco y, con una lágrima escapando de cada uno de sus ojos, acabó de hablar aún sin soltar el abrazo - Tenemos que ponernos al día, prometo no sermonearte.

Se separó por fin, miró alrededor y vió como P.J. se acercaba con su amiga Elizabeth, espero que se controlen y no monten una escena, antes estábamos en familia pero ahora es el momento de honrar la memoria de Wyatt, pensó mordiéndose ligeramente el labio inferior.

- Hola P.J. - devolvió el saludo - Elizabeth, un placer verte, aunque las circunstancias sean las que son.

Le tendió la mano y lo mismo hizo Cass. Iba a preguntarles si querían algo, ya que su bebida estaría a punto de llegar, cuando oyó un murmullo desde detrás de las recién llegadas seguido por la presentación de Tam, las saludaron y les dejaron sitio a las gemelas, Kat al pasar por su lado le dió un apretón en el brazo que ella agradeció con una ligera inclinación de cabeza. Por fin llegó su bebida y la cerveza para Penny, alargó los brazos y cogió ambos vasos dándole el suyo a su hermana.

- ¿Alguien quiere algo de beber? - preguntó ahora, oyó a su prima y antes de que el camarero se fuese le pidió un whisky con soda para ella, al menos es lo que recordaba que bebía.

Henry no dejaba de observar todo a su alrededor cuando se acercó Pat con Cass, al que Henry saludó con una sonrisa. Ante la pregunta del libro, Henry respondió

Está en mi casa, no tenía otro lugar donde dejarlo...

Pensó en ese momento en si atacaban su hogar buscando el libro, y en su compañero de piso... Y rápidamente desechó la idea. Seguramente irían antes a por sus tías, a las cuales miró en ese momento.

Recordó en apenas unos segundos todo lo que Wyatt le había contado sobre ellas, lo que él había escuchado a sus padres sobre sus aventuras y desventuras...

Y ahora nos toca todo a nosotros.

Yo no quiero nada contestó a la pregunta sobre la bebida. El alcohol le podía soltar los sentimientos y no estaba dispuesto.

Chris fue a casa a cambiarse, el funeral seria pronto y no quería llegar tarde, todos irían al bar. Mientras se desvestía pensaba en que aun no podía creer lo sucedido a su hermano. Se dio una ducha fría, después se puso un traje negro y  espero a que su hermana saliese para ir juntos. Mientras esperaba solo una cosa se le pasaba por la cabeza.

No puedo creer que Wyatt haya muerto, él siempre fue el más poderoso, ahora tenemos que tomar el relevo, aunque no creo que tengamos suficiente poder para hacer frente a lo que llegue. Encima ahora soy el hermano mayor… y el primo mayor también… que extraño me parece pensar en ser el mayor.

Cuando apareció su hermana Chris le mostro una débil sonrisa, después la abrazo y le dio un beso, sabía que su hermana lo necesitaba apoyo, y ahora le tocaba a él ser el fuerte de la familia. Cuando estuvieron preparados se marcharon hacia el club, allí les esperaba toda la familia. En la puerta pudieron ver una foto de Wyatt, al verla no le hizo demasiada gracia, ver a su hermano en esa foto sonriendo le hizo sentirse bastante mal, asique abrió la puerta y dejo entrar a su hermana, después la siguió. Al entrar pudo ver que mucha gente fue al entierro de su hermano mayor, era muy querido por todos, o al menos eso parecía. Después de abrazarse con todos sus familiares y allegados se dirigió a la barra, donde se encontraban sus primos.  Sonrió a todos y dijo.

- Hola chicos, ¿cómo lo lleváis? – No era la mejor frase, pero era lo que le salió. Cuando vio que el camarero se acercaba hizo una seña y dijo. – Ponme lo de siempre por favor. – después de eso se sentó en un taburete a esperar su bebida.

Poco a poco más y más personas iban llegando. Sin poder evitarlo, Penny se sentía cada vez más agobiada y fuera de lugar. Como si estuviese en el entierro de otra persona, en una reunión de otra familia. Pero no, era la suya. Lo tuvo claro cuando sintió el fuerte abrazo de su hermana Pat, las palabras susurradas junto a su oído y le dedicó una ligera sonrisa, suficiente para que supiera que le había escuchado. Cuando vio llegar a P.J. y saludó por inercia a sus acompañante, o cuando uno a uno iban llegando todos sus primos. Su atención iba directa a los ojos rojos, las manos temblorosas y la apariencia alicaída de todos ellos. Y de nuevo, sintió que algo en ella no encajaba. No compartía su dolor, ni su pena, ni sus recuerdos. No conseguía sentir que había perdido a alguien de su familia, a un ser querido. Para ella Wyatt no era más que el primogénito ejemplar que dedicaba su vida a salvar el mundo. 

Fue ya con la cerveza en la mano y a mitad camino de dar el primer trago cuando vió llegar a Chris, y por fin sintió cómo esa desazón que le quemaba por dentro disminuía un poco. Inconscientemente se movió hacia él colocándose a su lado. Pero no le dijo nada. No tenía nada que decir. Se limitó a rozarle la mano de manera prácticamente imperceptible. Un simple gesto que le daba una milésima parte del apoyo y la seguridad que en esos momentos necesitaba, aunque solo fuera para no salir corriendo.

Melinda no sabe cuántas veces lloró mientras se cubría de luto, se miraba al espejo, examinando todas las imperfecciones que una amargura así causaba: ojos hinchados y enrojecidos, las comisuras de los labios torcidas hacia abajo. Nunca se había sentido tan mal, tan... tan vacía. Sabía que esa noche no podría dormir, ni esa... ni las siguientes. Aunque al menos podría despedirse de él.

Mientras el vestido negro cubría su piel, las lágrimas volvían a descender por sus mejillas. No podía creerse la razón de su luto, aún no lo había asimilado. No podía creer que su hermano mayor, aquél que siempre veló por ella y por Chris, quien siempre tenía algo de tiempo para dedicarle a pesar de lo atareado que pudiera estar. Nunca perdió la sonrisa ni el ánimo... Y ahora... no estaba.

Se quedó mirándose al espejo unos minutos más, mientras intentaba disimular con maquillaje los rasgos del llanto y cepillaba su cabello para poder recogérselo. No sabía cuanto tiempo tardó en salir de su cuarto, pero cuando lo hizo, intentó aparentar ser la Melinda de siempre. Dejó que su hermano Chris la abrazase, estrechándolo entre sus brazos y volviendo a contener las lágrimas. Fue un abrazo largo e intenso, seguido del beso de su hermano y otro de ella en su mejilla. Le sonrió agradecida y tomó aire antes de ir rumbo al bar. 

Durante el camino no dijo nada, se limitó a mirar por la ventanilla durante todo el trayecto. Cuando llegaron y vio la foto de Wyatt, casi vuelve a derrumbarse de nuevo, pero sólo frunció los labios y acarició con infinito cariño la fotografía, como si fuera su hermano de verdad. Tras un suspiro, pasó a saludar a sus padres y ofrecerles su apoyo, a sus tíos, a amigos de la familia y otros allegados. 

Finalmente, acabó junto con Chris y el resto de sus primos en la barra del bar. Saludó al resto con un abrazo a cada uno y un afectivo beso en la mejilla 

-Hola...-saludó con voz débil tras sentarse al otro lado de su hermano.-... Siento la tardanza...-dijo con voz cansada, dándose cuenta de que Chris y ella fueron los últimos en llegar prácticamente. 

Mientras esperaba a que el camarero le sirviera, Chris se dio cuenta de que su prima pequeña se acercaba, al igual que su hermana se ponía a su lado, ahora estaba rodeado por la familia, algo que le agrado. Cuando su prima le acaricio la mano, con una caricia que era bastante recatada, por no llamarla casi inexistente, pero fue suficiente para Chris, este sonrió y rodeo a Penny con su brazo. Era su prima pequeña y ahora el que era mayor debía cuidarla, aunque estaba bastante seguro de que la joven no lo necesitaba, al igual que sabía que a ella no le gustaría ser protegida, era bastante autosuficiente. Después se acercó un poco más a ella y le pregunto, aunque no en un susurro, ya que realmente no le importaba quien le escuchase, no era algo privado, era algo que todos debían responder realmente, aunque fuese una respuesta bastante obvia.

- ¿Cómo te encuentras? 

El contacto de Chris dio a Penny una pequeña parte del aplomo y la seguridad que había perdido desde que conoció la noticia de la muerte de su primo y sus consecuencias. Por supuesto, puso todos sus esfuerzos en asegurarse de que nadie notase esa reacción.

- Bien - le contestó en un susurro, dedicándole una ligera sonrisa al momento que miraba de perfil hacia él. Tras unos segundos de silencio, continuó. - ¿Tú cómo te encuentras? - Lo hizo con algo de miedo y reparo. Seguramente, estando poco segura de querer escuchar la respuesta.

Sonrió a su prima, ya que no quería que se sintiese peor de lo que ya estaba, todos habían perdido a un ser muy querido. Sin levantar la voz, sino todo lo contrario, bajándola hasta el mismo volumen de su prima le contesto.

- No es mi mejor día, pero estoy bien, realmente mi hermano sabia en lo que se metía, la vida de cazar demonios es peligrosa, pronto lo comprobaremos. No va a ser ningún juego de niños.  – Según hablaba se iba poniendo más serio, era cierto que todo había cambiado, la cosa se iba a poner fea muy pronto, y ellos debían descubrir que le paso a su hermano, seguro que no iba a ser algo fácil.

Por último llegaron los hermanos del fallecido, en sus caras se notaba la tensión y la pena de los duros momentos, Pat recibió el suave abrazo de Melinda y correspondió con fuerza contenida, cuando se separaron la miró a los ojos por un momento, quería que supiese que entendía por lo que estaba pasando y que si quería hablar de ello, por muy doloroso que fuese, allí estaba ella.

- A un funeral no se llega tarde Mel, - le dijo en voz baja cuando su prima se excusaba- se llega cuando el corazón lo permite.

Dicha la frase llevó su vaso a los labios y bebió un trago, sintió el calor bajar por su garganta y burbujear en su estómago, calentándola durante un momento antes de volver a sentir el frío en el cuerpo. Sus ojos se fijaron en el intercambio entre Penny y Chris, y apartó la mirada sintiéndose una intrusa, sin saber qué más hacer dejó vagar su vista por el resto de invitados mientras bebía pequeños sorbos para combatir el frío.

Una mesa.

Un libro.

Un reloj de pared.

Un salón.

Una casa.

Una imagen confusa.

Un símbolo recién conocido.

Dos hombres.

Gemelos.

Pérdida.

La daga.

El Libro.

¡El Libro!

El escenario del P³ tenía un cartel inmenso con dos fotos, una de Wyatt en la actualidad y otra cuando tan solo era un bebé. No había ataúd porque su cuerpo no había sido encontrado, pero para aquellos que no sabían la verdad, simplemente se les había dicho que el cuerpo estaba en el tanatorio.

Junto a ambas fotografías había un crespón negro enorme, y una corona gigantesca que rezaba: "Tus padres, hermanos y el resto de familiares te echarán de menos por siempre". Era una frase sencilla pero relataba una gran verdad. A su lado había un micrófono, exactamente el mismo con el que Pat había tratado de golpear al brujo que les había atacado apenas unas horas antes.

Justo cuando Melinda entró por la puerta, Piper, la matriarca de la familia, fue la primera en subir al escenario y llamar la atención de todos los presentes. Un silencio sepulcral invadió en pub. Quizá nadie que hubiera estado allí antes lo hubiera podido escuchar. No se oía absolutamente nada. Aquello heló la sangre de muchos y otros tuvieron un terrible escalofrío.

Había llegado el momento de aceptar la verdad, de que Piper, la madre del niño mágico más poderoso del mundo se subiera a un escenario para anunciar a todo el mundo, tanto a la comunidad mágica, como la mundana y la inframundana, de que su hijo, Wyatt Matthew Halliwell, el primer niño brujo del Linaje Warren-Halliwell, el Niño dos veces Bendecido, el más poderoso de toda la Tierra, había fallecido.

Piper habló sobre su hijo durante muchísimo tiempo, estuvo casi hablando una hora sobre todo el bien que había hecho, explicando a todo el mundo cuán maravilloso era. Y no hablaba el amor de una madre, sino una razonable mujer consciente de todo el bien que había hecho su hijo.

Piper finalizó con unas palabras sin una sola lágrima en sus ojos.

"Estás a salvo, eres amado y eres sabio"

Después miró a Chris y le señaló el micrófono al tiempo que se retiraba y le indicaba a él que subiera para despedirse de su hermano. Después sería el turno de Melinda y después del resto de familiares. Así es como lo querían Piper y Leo. Y así es como debía hacerse.

Le tomó por sorpresa las palabras que tu prima Pat le dedicó. Suspiró con pesar y volvió a abrazarla con cariño, dejando un suave beso en su mejilla de agradecimiento. Aunque no tenía del todo razón, porque Melinda aún no aceptaba la muerte de su hermano, seguía creyendo que estaba viviendo un mal sueño... Su corazón le pedía que se quedara en casa, metida bajo una manta de la que no pudiera salir jamás, no hasta que despertase por fin. 

Pero una parte de ella, su parte siempre racional y lógica, le decía que debía ir al funeral. Porque su hermano se había ido y merecía una despedida de su hermana pequeña, no sería ella quien se lo negase. 

-Gracias, Pat.-le agradeció a su prima en un susurro antes de separarse de ella. Finalizó el abrazo tomándole la mano y estrechándosela con cariño entre las suyas. 

Fue entonces cuando su madre pidió atención, ella estaba subida en el escenario con el micrófono delante de ella. Melinda sabía lo destrozada que estaba, y aún así parecía muy fuerte y segura ahí arriba. No hablaba como una madre destrozada, si no como una mujer que conocía a Wyatt, probablemente la única persona que lo conocía totalmente... Y aún así, la amargura que sentía, era más que patente. 

No, ningún padre debería ver morir a algún hijo...

Cuando vio que les cedía el micro, miró a su hermano Chris con una expresión indescifrable, no sabía ni ella misma lo que sentía, sólo sabía una cosa:

-No puedo hacerlo sola... Chris, por favor, acompáñame.-le pidió con el corazón encogido.

Cuando su madre empezó a hablar todo el mundo guardo silencio y todos escucharon lo maravilloso que era Wyatt, Chris escucho todo lo que su madre dijo sin perder ni una palabra, la verdad es que su madre siempre había sido muy fuerte, y en ese momento lo estaba demostrando, no todo el mundo podía mantener la compostura en cosas así, lo más lógico era desmoronarse, pero su madre era diferente. Cuando acabo de hablar hizo una seña a Chris para que subiera, él ya se había imaginado que le tocaría hablar, pero aun así no sabía que debía decir. Cuando fue a subir su hermana le pidió hacer eso juntos, a lo que él se volvió hacia ella con una media sonrisa y asintió, después le ofreció la mano para que lo acompañara.

Cuando su hermana cogió su mano subieron hacia el micrófono, Chris observo a todos los acompañantes y aclaro la garganta, después decidió ser el primero en hablar, dejando a su hermana el final.

- Bueno, nunca e sido muy bueno con estas cosas. – Hizo una breve pausa mirando a los presentes. – Lo primero, agradeceros a todos el que hayáis venido, es muy importante para nuestra familia ver que nos apoyáis en estos duros momentos. También decir que no discrepo en nada de lo que dijo mi madre, ya que mi es cierto que mi hermano es la mejor persona que he conocido, siempre preocupando se por nuestra familia, siempre haciendo el todo y llevando la carga de toda la familia, para que nosotros pudiésemos tener una vida tranquila. También decir que todo el bien que el a echo en su vida no dejare que desaparezca, honrare a mi hermano y su memoria cogiendo su relevo. – Era posible que algunos no entendieran a lo que se refería Chris, pero para el mientras lo entienda su familia, para él estaba bien. Después se volvió a su hermana y le ofreció acercarse al micrófono para que ella también dijese algo.