Partida Rol por web

Kat ni siquiera se dio cuenta de la gran ofensa a la que había sometido a Penny, demasiado atenta leyendo el hechizo mientras todos se reunían alrededor de las tres. Enarcó una ceja.

- Creo que deberíamos valorar las posibilidades de que este hechizo se vuelva en nuestra contra. ¿Y si los entes buenos lo protegen incluso de nosotras y no podemos ni tocarlo? Sigo pensando que deberíamos proteger el libro pero si nuestro primer hechizo va hacia él y nos sale mal puede traer consecuencias no demasiado agradables.

Pat vió como su hermana pequeña elegía el grupo de Mel para leer, su cara era indescifrable para ella pero al menos se acercó para formar parte y no puso ninguna pega al texto; ante su pregunta Pat se quedó muda esperando que alguno de sus primos, más experimentados con la magia, tomase la palabra. 

Chris también estuvo de acuerdo con el hechizo, sólo cuestionó cuándo hacerlo. Pat estaba sorprendida; sorprendida por su reacción al tomar la iniciativa, siempre esperaba a que fuese P.J. quien actuase primero dado que era la mayor, pero en esta ocasión algo la instigó a escribir; y sorprendida por lo bien que estaba siendo acogida la idea.

Sólo faltaban las gemelas por dar su opinión, las miró y entonces vió como Kat levantaba una ceja en un gesto característico. Ante sus palabras se quedó un momento pensando en el texto que había escrito, era cierto que había algo que faltaba; quitó el capuchón al boli y se acercó a ella.

- A ver un momento... - le dijo cogiendo el papel y, apoyándolo en el bloc y con cara de concentración, hizo un añadido en mitad de los versos - ¿Qué tal ahora?

Le devolvió la hoja con una medio sonrisa y, mientras se alejaba para hacer lo mismo con la otra, continuó en referencia al resto de dudas de su prima.

- Y si no, ¿qué hechizo hacemos antes?

Henry suspiró mientras se concentraba leyendo mentalmente el conjuro modificado. Asintió conforme.

Kat, es posible que nos salga mal. Pero el libro se protegerá si el conjuro nos sale mal, así que no debemos temer por él. Y en cuanto a nosotros... No es en beneficio personal, así que no nos va a poder dañar. O, al menos, eso espero. pensó, evitando comentarlo en alto.

- Espero que salga bien. - pienso mientras me sitúo junto a Henry y empiezo a recitar las palabras del conjuro.

Melinda volvió a mirar el conjuro, ahora modificado. Tras releerlo un par de veces y susurrarlo para sí misma para comprobar que sonaba bien. Finalmente, dejó ver una sonrisa de medio lado, aprobatoria. 

- En principio, a mí me parece que está bien escrito así.-dice ella, intentando infundir confianza entre la familia. 

Penny siguió el ejemplo de sus primos y repitió el conjuro.

Estaba releyendo las palabras que había añadido su prima cuando Henry comentó sobre la seguridad del libro. Sus cejas se contrajeron y parecía que iba a replicar ante aquel comentario pero terminó por callarse. En el fondo, sabía que era lo más importante en aquel momento, que el libro quedara protegido. Al fin y al cabo, estaba en blanco así que sino podían tocarlo por el momento tampoco sería un gran drama.

Sin más se unió a las voces de sus hermanos y primos que recitaban el conjuro, deseando con todas sus fuerzas que funcionara.

Cuando Pat acabó de rectificar la segunda hoja, se la devolvió a su prima con un asentimiento de cabeza y, viendo que ya eran cuatro las personas que había a su alrededor, volvió sobre sus pasos y se dirigió hacia las gemelas y P.J.; seguro que así Penny está mas a gusto, pensó con amargura en referencia a su relación con su hermana pequeña, ¿cuándo se comenzó a torcer tanto la complicidad?

Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos y concentrándose en el presente y en lo que iban a hacer. De inmediato todos volvieron a leer el conjuro y mostraron su aprobación pero había algo que todavía le chirriaba, como cuando se mete algo entre los dientes y no hace daño pero sabes que tiene que salir. Se quedó parada a medio camino de su destino y de repente se dirigió a la barra con paso rápido, había tenido un presentimiento, no era tan seguros como las premoniciones de su hermana pero ella solía hacer caso de sus 'pálpitos', como los denominaba, y hasta ahora le había ido bien.

Al llegar a ella se asomó al interior y, cuando se dió la vuelta, se pudo ver que había cogido uno de los cuchillos que se usan para cortar los limones y que estaba escurriéndose. Pat se acercó hasta donde estaba el libro y se unió al círculo que empezaban a formar sus familiares para recitar el encantamiento.

- Si se llama el "Libro de la Sangre" ha de ser por algo, ¿no?

Se hizo una incisión en el meñique de la mano izquierda y apretó para que saliese un poco de su sangre, sangre del linaje, pensó antes de añadir su voz al coro mientras dejaba caer un par de gotas sobre la cubierta.

Henry tendió la mano a Pat para que le diera el cuchillo. El poder del linaje seguramente estaba en su sangre, como pasaba con las Embrujadas, que habían tenido que usar su sangre en muchos conjuros. Henry se cortó la yema del dedo índice e hizo presión con el pulgar para que unas gotas se unieran a las de su prima.

Si le hubiesen dicho que en esos momentos iba a caer muerta de forma instantánea, no se hubiese sorprendido. Llevaba conteniendo la respiración tantos segundos que ya había perdido al cuenta. La tensión de la habitación, la importancia de lo que en ella estaba ocurriendo y el sentimiento de estar haciendo algo 'prohibido' eran indescriptibles. Tanto, que por un momento dudó de cuál era su postura hacia ello. Por suerte su mente supo jugar sus cartas a tiempo, recordándole lo mucho que odiaba su herencia familiar y todo lo que estaba vinculado a ella.

- ¿¿¿Tenemos que hacerlo todos??? - Ver a su hermana y después a su primo dejar caer parte de su sangre sobre el libro le provocó un vuelco al corazón. Sin poder evitarlo, echó uno de sus pies hacia atrás, como si eso fuese a permitirle abandonar el lugar sin que nadie pudiese interponerse en su camino. No tenía intención de hacerlo. Si lo hacía, quedaría ligada para siempre a ese libro. ¿Y si se pusiese en contacto con ella? ¿Y si pudiese compartir su dolor? Podía parecer una locura pero, ¿no lo era saber qué era lo que estaba a punto de ocurrir? Desesperada, movilizó su mirada en busca de unos ojos amigos.

Los ojos de Penny se cruzaron con los de Tam y fue ella quien le devolvió la mirada. Pero no dijo nada más, confiaba en su prima Pat y el conjuro que había dicho. Había visto miles de veces a su madre realizar ese tipo de conjuros, así que no dudó ni un solo instante. Tomó el cuchillo que su hermano estaba usando y se cortó ligeramente la palma de su mano para dejar que algunas gotas de su sangre fluyeran para caer encima del libro.

Entonces comenzó a recitar las palabras del conjuro, Chris también lo hizo y juntos se unieron al resto del grupo.

Los ocho primos, rodearon al libro y formaron un octógono. Con la sangre de Pat, Chris y Henry y recitando los versos del conjuro, un brillo comenzó a salir del tomo.

El símbolo de la portada comenzó a brillar con una suave luz azulada, iluminando todo el bar y haciendo que un ligero temblor azotase la cristalería de las estanterías. El brillo baño por completo a los ocho y sintieron una sensación cálida y reconfortante recorrer todo su cuerpo. Lo habían conseguido, habían hecho su primer conjuro, habían logrado proteger al libro y ahora, todos y cada uno de ellos, habían quedado ligados al Libro de la Sangre.

Su libro.

Henry sintió poder, poder que se desprendía del libro e inundaba la sala. Aunque no sólo el P3, si no también a él y supuso que también a sus hermanas y a sus primos.

No quitó las manos de libro hasta que todo volvió a la normalidad. Entonces, con cuidado, acarició la portada y dio un paso atrás.

Creo que el libro nos ha reconocido, hemos vinculado nuestros poderes con el suyo dijo, sin apartar la mirada del libro. Se llevó la mano a la frente y, de ahí, se la pasó por toda la cabeza, alborotando su pelo.

Y parece que sí ha funcionado, buena poesía, Pat añadió mirando a su prima.

Mal rollo. Definitivamente esa era la forma de definirlo. La luz, el tintineo de las cristaleras, el cosquilleo de su cuerpo. Definitivamente, nada bueno podía salir de todo aquello. Que Henry acariciara la tapa le provocó un escalofrío, y no pudo evitar separárse del grupo que habían formado. La distancia le sentó bien, y le reafirmó las ganas de marcharse de allí. - Si hemos acabado... tengo que marcharme. Me esperan. No era cierto pero, ¿a alguien le importaba?

Pasó el cuchillo y vió como Henry también se hacía un pequeño corte y dejaba caer unas gotas, bueno parece que la idea no es descaballeda, pensó mientras lo miraba de refilón. La pregunta medio susurrada por su hermana hizo que volviesen a su mente las reticencias aportadas por ella, como se había ofrecido para guardar el libro Pat creyó que empezaba a aceptar lo inevitable, pero no era así; por suerte, o a saber qué fuerzas obraron el milagro, no se fué y se quedó para recitar el conjuro.

Tanto Tam como Chris se unieron al gesto de dejar caer sangre, ya había gotas de las tres ramas de la familia por lo que leyeron las frases de las hojas y el libro comenzó a brillar. Pat estuvo a punto de interrumpirse por la sorpresa, aunque lo tendría que haber esperado ya que era lo que debía pasar, pero no dejó de sorprenderle que el hechizo funcionase.

Después de la sorpresa inicial se quedó maravillada por lo que vió y sintió; el brillo casi la cegó pero no había dolor en la luz, al contrario era como haber estado sumido demasiado tiempo en la penumbra, y por fin salir a la luz del sol y sentir su calor; un escalofrío la recorrió de arriba abajo, y se sintió parte de algo mas grande que ella misma, mas grande que toda su familia y mas profundo que la amistad o el amor. No había palabras para describirlo.

En la neblina que se había convertido su visión, acertó a ver a su primo acariciar la cubierta, es el gesto que define lo sentido, pensó mientras lo oía; ante la última frase sólo pudo sonreir de medio lado con cara de 'yo no he sido'. Antes de poder contestar Penny dió varios pasos hacia atrás y dijo algo sobre tener que irse, no la oyó bien pero supuso que había sido demasiado para ella, el conjuro, la sangre, la luz, la calidez inundándolos; demasiado para alguien que no quiere tener nada que ver con la magia. Esperaba que recapacitase y que se diese cuenta que, quisiera o no, era parte de la familia y eso no lo podía borrar, lo mejor era estar bien unidos pero no iba a obligarla a hacer algo que no quisiese. Cuando esté preparada vendrá, fué su pensamiento antes de responder a Henry.

- Gracias, pero el mérito es de todos. - dijo quitando importancia al escrito y subrayando que la unión de todos era lo importante - Espero que ahora nuestros poderes sean más fáciles de controlar.

La magia que fluyó tras ese acto era más que perceptible. Con los ojos cerrados, Melinda sonrió para sí... le gustaba la magia, la idea de poder practicarla ahora le encantaba, aunque no lo hacía tanto el motivo. Se humedeció los labios y suspiró, con alivio.

Wyatt, el legado estará a salvo... te lo prometo

Miró a Pat con una sonrisa.

- Bien hecho-la premió, acercándose a ella para estrechar su hombro con afecto. 

Entonces, vio que Penny se excusaba para irse. Melinda frunció ligeramente el ceño y tocó su hombro para retenerla un minutos.

- Espera, Penny-le pidió, con voz suave, afable-. No te retengo demasiado... ¿Estás bien?-se apartó de los demás, para tener algo de intimidad-Y lo pregunto de verdad, por lo que espero una respuesta sincera-le dijo, sonriendo de medio lado. 

De nuevo, sus planes de huída fallidos. ¿Es que no iba a conseguir terminar el dichoso día en paz?

- Si, si... eh.... - las palabras de Melinda eran tan reconfortantes como siempre. Tanto, que por un momento Penny se olvidó de donde se encontraba y se trasladó a la cocina de su tía Piper, en los que había compartido tantos momentos con su prima. - Solo estoy cansada - continuó, con una media sonrisa algo forzada. Sus ojos, en conexión directa con los de Melinda, dejaban claro que había algo más. - Eso solo que.... - nerviosa, dirigió la mirada al resto de sus primos y bajó todavía más el volumen de voz, intentando mantener la conversación en un plano privado.

- Esto no me gusta, Mel. No quiero ser una bruja.

Una vez verbalizada se dio cuenta de lo sumamente infantil que resultaba esa frase. "No quiero ser una bruja", como la adolescente que se queja por ser demasiado alta o baja, o tener una nariz demasiado particular. No, no le gustaba la magia y, por desgracia, no era algo que pudiese extirparse así como así. Al menos, no bajo el consentimiento familiar. Suspiró un segundo manteniendo los ojos cerrados e intentándose tranquilizar. No tenía sentido que siguiera abriéndose en canal por ese camino.

- No me hagas caso. La muerte de Chris, el ataque, las visiones... estoy cansada y descentrada. Necesito descansar. Cuando lo haga, estaré mucho mejor. - concluyó, con una pequeña sonrisa, algo más solida y segura que la anterior.