Partida Rol por web

Lord of Abysses

1.1-Primera Sangre

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09/03/2014, 18:36
Director

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16/03/2014, 20:13
Director

En revisión de las últimas frases, añadiendo el desenlace de una última trama que se te ocurrió esta mañana, tu libro estaba prácticamente acabado, pero como toda escritora siempre lo verías incompleto, siempre creerías que podrías haber añadido más, la sensación de no haber transmitido cuanto hubieras querido, el deseo de poder ir a cada hogar para leerlo en persona y transmitir la importancia de cada acto que allí se narraba. Pero las editoriales exigían resultados en un tiempo límite, y ésta era una editorial que al parecer pretendía abrir nueva en la ciudad, se llamaba LunaNueva, y había comenzado según te contaron adquiriendo prometedores escritores con novelas de estilo terror-gótico, entre las cuales estabas tú con aquel primer bosquejo de historias vampíricas.

Ya hacía tiempo que había oscurecido, una noche de luna llena y un cielo oscuro por los gases de la ciudad, habías quedado para cenar con un directivo de la editorial, quien supuestamente hablaría contigo para recibir tus impresiones de tu obra, leerla en las siguiente semana, y si a bien quería la suerte, comprarla. Pagaban bien, eso ya era raro en el gremio, y habías recibido un adelanto bastante motivador, aunque el bote vendría si decidían contratarla para las diversas novelas que les propondría.

Las nueve menos cuarto, en cuarenta y cinco minutos en el Restaurante Caprichiosa, un poco alejado del centro de la ciudad y el distrito más corporativo, casi tocando los distritos más marginales, pero dentro de los límites de la clase media en los que se podían encontrar múltiples lugares de ocio en los que cualquiera podría divertirse. El claxon de los automóviles no respetaba el espacio urbano y el transitado pavimento de alquitran se rodeaba del tóxico humo de los tubos de escape.

Notas de juego

 

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16/03/2014, 20:43
Sabrina Lovewood

Chasqueó la lengua y ladeó la cabeza mirando la última frase. Lo sentía artificial y poco realista. Ya se habían escrito varias historias sobre vampiros y aunque el tema le interesaba, lo encontró insuficiente, como si le faltase algo. Aún así, había conseguido meterle algo de trama innovadora y no seguir con los ya aburridas historias de amor. Tampoco había podido investigar mucho más, pues era un tema fictício y al que le faltaban hechos y pruebas. Eso sí habría sido interesante. Pero no podía pedirle peras al olmo. Suspiró.

¿Las nueve menos cuarto? ¿Aún faltaban tres cuartos de hora? Tiempo más que de sobra. Se veía a leguas que Sabrina no era la típica chica que tardaba más de una hora entre decidir qué se ponía y luego pensar qué maquillaje la haría parecer más natural. Ella era así y punto. Buena impresión intentaría causar, por supuesto, pero eso no quitaba que dejase de ser ella misma. Toda esa sencillez se veía reflejada en su propio piso. Que aunque más que un piso, podría considerarse una enorme habitación. Un "loft" como algunos presumidos lo llaman para hacerse los interesantes.

Situado en el viejo ático de un edificio al lado de un río, no muy transitado, se encontraba el pequeño hogar de Sabrina. Algunos dirían que parecía una cueva, pero a ella le encantaba y no lo cambiaría por nada del mundo. Unos libros, unos asientos por si recibía compañía y un despacho. No necesitaba mucho más.

Las nueve. Se dirigió a su armario. Ropa bastante holgada y de diferentes colores predominaba en él. Le gustaba ir cómoda. Muy cómoda. Por no decir que no tenía ningun zapato que superase los dos dedos de altura. Su elección fue una camisa blanca y unos pantalones negros. Sencillo, elegante y poco original, pero nunca fallaba. Un recogido sencillo, en el que solo se le escapaban algunos mechones rebeldes y estaba lista.

Las nueve y diez. Llegaría de sobra, pero empezaría a salir ya pues no quería encontrarse algun imprevisto y llegar tarde. Echó un último vistazo a su trabajo y lo metió en un sobre. Lo hecho, hecho estaba. Cogió las llaves de su "cafetera" como ella lo llamaba. Solía ir en bicicleta a todas partes, ya que así parecía que contribuía un poco más a no contaminar aún más (si es que se podía) esa poluta ciudad. Pero desde que un día la pilló desprevenida un diluvio y le estropeó el trabajo de un mes, había conseguido un vehículo por buen precio. Aunque eso no implicaba buena calidad. Le servía, así que no pedía más.

Subió e inició el ritual de encendido. Unos golpes por aquí otros por allí, introduce la llave, la gira y las palabras mágicas: Vamos, precioso. Arranca. Como si de magia se tratase, el coche responde y arranca tras varios ruidos no muy normales. Esto siempre conseguía arrancarle una sonrisa. Así me gusta. Volvía a susurrar.

Puso rumbo hacia el restaurante, a paso lento y encima con tráfico, pero iba bien de tiempo. Intentó no aparcar muy lejos, pero sobretodo sí lejos de la zona marginal. No quería volver a casa andando, cosa que era lo más normal por allí. Finalmente encontró el sitio perfecto y pudo abandonar su vehículo con más o menos seguridad de que al volver seguiría ahí sano y entero. Con el sobre que contenía su relato, se encaminó hacia el restaurante.

No había ido nunca, pero sin duda por el sitio en el que estaba y por su nombre, parecía lo suficientemente elegante y refinado para que ella, de no ser por esa cena de trabajo, hubiese puesto ahí un pie por propia voluntad. Una vez delante de la enorme puerta y el enorme cartel luminoso, se quedó quieta para darse unos minutos. Apretó el sobre con fuerza, pues de él dependía su salto a la fama, y se intentó colocar en vano uno de sus mechones rebeldes.

Con paso firme y cabeza alta abrió la puerta y se adentró en busca del directivo. Probablemente la identificaría él a ella antes que al revés.

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16/03/2014, 22:52
Sergei Novidich

  El restaurante Caprichiossa, como se puede adivinar por su nombre es un restaurante italiano, corriente, pero no vulgar, sin una decoración ostentosa es algo bastante simple y todas las mesas están llenas, puedes oler las pizzas al famoso horno de leña que suele dar categoría a esta clase de locales ambientados.

 Al pasar por la entrada un camarero guapo y rubio parece discutir en italiano con otro que pasa de largo con unas bandejas rumbo a una de las mesas junto a la entrada. No más lejos que dos mesas de la salida tus ojos se clavan en los de un joven que se levanta de una mesa solo adornada por dos copas y una botella de vino y te observa con sus ojos verde jade.

Es alto y musculoso, en su pálida piel destacan unas ojeras, a medida que te acercas una sonrisa de cortesía se dibuja en sus labios carnosos, en su rostro sin afeitar se dibujan algunas arrugas que desmienten lo joven que pudiera parecer. Levanta la palma de su mano y te recibe con dos besos en las mejillas, está ligeramente frío, como falto de temperatura, decididamente debe ser por el tipo de piel, con toda probabilidad no es de la ciudad.

En los últimos cuatro años Quenohay ha recibido gran cantidad de inmigración a cubrir las necesidades de una población que se ha visto enormemente incrementada por una naciente industria del ocio informático y desarrollo de transportes.

El sobre entre tus manos, apretado contra tu pecho se interpone en el afectuoso saludo, pero no parece molestarle y señalándote la silla de madera blanca casi nueva se presenta - Por favor siéntese, soy Sergei Novidich- Como pensabas, no es de aquí, le delata su nombre aunque no tiene acento alguno que lo demuestre. Te sientas algo nerviosa y él se sienta también, mirando a la gente a su alrededor con rápidos y discretos movimientos oculares a ambos lados, se frota las manos pero no parece ser en busca de calor, tal vez no sea muy hábil con las palabras, quienes se dedican al mundo de la literatura son más bien frikis y eruditos ermitaños, nada que ver con este pseudo-modelo de Calvin Klein.

Alarga la mano hacia el sobre - ¿Puedo? - Está más bien serio, al darse cuenta que observas sus labios vuelve a realizar la misma sonrisa formal que se suele dar en las reuniones de negocios sin importar cuanto puedas incomodar. Le das el sobre y sin abrirlo ni echarle un vistazo siquiera lo deja en la mesa, bajo sus brazos cruzados y manos entrelazadas.

Vale Sabrina, he pedido vino, espero quieras probarlo al menos - Sirve a ambos en sus copas - Es un trabajo bastante grueso, seguro que será un gustazo leerlo. ¿Has estado muy apurada? Esperaba que me hablaras un poco más de ti, desde LunaNueva tratamos de estudiar el curriculum.... social personal, de nuestros futuros escritores.

Acerca de ti, tu entorno, tu disponibilidad, también sobre tu libro por supuesto, ¿Tienes pensado escribir alguno más? - Alargas la mano agradeciendo la copa, cuando tus ojos observan el líquido tinto puedes ver un brillo en Sergei, ha sido apenas un segundo, algo te ha parecido ver brillar en sus ojos verdes... de nuevo te das cuenta con rubor que estás intercambiando una larga mirada con él, no ha debido ser real, solo una distracción y nada más.

Notas de juego

Lanza psicoanálisis

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16/03/2014, 23:31
Sabrina Lovewood

Lo cierto era que el sitio la sorprendió. Era bastante más simple de lo que parecía en un principio. Típico y poco original, pero así de efectivo. Palabras que la describían bastante a ella. Como ya había predicho, el directivo la reconoció al momento. Le dió su sello de aprobación mental al restaurante y se dirigió hacia el hombre que le ofrecía asiento.

Los dos besos a modo de saludo la pillaron por sorpresa. Ella se esperaba algo más formal, como un apretón de manos. Pero supuso que esa confianza se debía a su origen extranjero. El tacto frío casi le provoca un escalofrío. Quizá entre que no era de aquí y que acababa de llegar habían provocado ese efecto en su piel. No le dió más importancia y se sentó.

Observó el vino detenidamente. Como si una alarma se hubiese disparado se sintió observada segundos antes de probarlo. Si no fuese porque estaba en un sitio abarrotado de gente, podría haber malpensado y desconfiado. Pero era imposible que ante tanta gente ése hombre hubiese podido intentar hacerle algun mal. Venga, Sabrina, te estás volviendo loca, estas últimas noches casi sin dormir para poder acabar el escrito te están volviendo una paranoica. Se dijo y sonrió con la copa en las manos y dió un breve sorbo. Gracias. Dijo amable. Ella era más de cerveza, pero no le haría un feo a alguien tan importante para su carrera.

Acto seguido, se dispuso a responder a sus preguntas. Pues ahora mismo dispongo de mucho tiempo para dedicarlo a lo que verdaderamente me gusta, que es escribir. Por no decir que eres una veinteañera marginada y antisocial que se pasa los días encerrada en su piso. Y cierto era que hasta hace poco trabajaba escribiendo una columna en una revista de tercera categoría. Pero la hija de uno de los trabajadores se "benefició" al jefe de la revista, y no le renovaron el contrato. No es mi estilo cerrar las puertas a ninguno de mis relatos. Siempre los termino de forma que se puedan continuar de forma natural. Me gusta crear ese suspense y ganas de leer el siguiente en los lectores. Espero que sea de su agrado. Dijo con otra de sus amables sonrisas que se le daba tan bien poner.

- Tiradas (1)

Motivo: Psicoanálisis

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 40 (Fracaso)

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17/03/2014, 22:19
Sergei Novidich

El tipo se interesó por tu primera respuesta, alza la mano para detenerte, pero ya estás en carrerilla y no puede detenerte, es como si le interesara ahondar en tu vida social - ¿ Cuanto tiempo dedicas a escribir y cuanto estás dispuesta a dedicar ? ¿Tienes pareja o hijos? - ¿Se estaba insinuando? - Él no pareció darle mayor importancia, tan solo te miraba esperando la respuesta. El camarero que llevaba una pizza caliente a la mesa de al lado pasó junto a vosotros dirigiéndoos una mirada cotilla que rápidamente dirigió al frente sin perder pieza de lo que se dijera, pero tus segundos de silencio en que pensabas las palabras de tu respuesta fueron suficientes para que se marchara.

Hizo un aspavientos - Por favor, toma otra copa - Rellenó de nuevo tu copa de vino mientras mantenía la mirada fija en tus ojos azules, procedió a volverse a explicar, esta vez más explícitamente en lo que le interesaba. - Necesitamos saber de estas cosas, por si hubiera posibilidades para trasladarse, tal vez presentar un proyecto o ser la voz frente a otras editoriales, ¿Qué tal se te da hablar en público? ¿Hablas algun idioma?

Levanta una de las finas mangas de su camisa negra y mira un reloj de muñeca al terminar de servirte la copa, un reloj corriente, de los que cualquiera podría llevar, un vistazo rápido apenas y vuelve a cubrirlo mientras recupera la atención de tu mirada sobre sus ojos. No esboza sonrisa alguna, no parece darle ninguna importancia, pero sí está atento a lo que vayas a decir, parece que tiene un sinfín de preguntas para tí.

Notas de juego

Lanza Observar % base 25%

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18/03/2014, 12:01
Sabrina Lovewood

No pudo evitar esbozar una expresión de confusión. ¿En serio era necesario ahondar tanto en su vida personal? Ella no le veía la utilidad por mucho que le diese vueltas. Incluso le empezó a parecer un poco sospechoso. Si cualquier otro desconocido le hubiese hecho preguntas de ese tipo sin ninguna razón aparente, se habría levantado y habría salido de allí corriendo. Pero ahora no podía moverse, y no podía dejar que su extrema desconfianza se interpusiese en su carrera profesional. Llevaba demasiado tiempo esperando esta oportunidad. Quiso darle una oportunidad más, intentando evitar contestar lo que ella creía que él quería. Si se conformaba con esta respuesta, significaba que todas sus sospechas eran sólo paranoias.

Podría trasladarme a dónde se me necesitase. Todo lo que me ata a estar aquí, podría llevármelo a cualquier parte. Dijo con una sonrisa. El camarero que había vuelto a pasar sin que tuviese que hacerlo, pareció decepcionado con la respuesta y volvió a la cocina. Y escribir es mi pasión y oficio, por lo que siempre le dedico la mayoría de mis horas. Es como mi hobbie. Dijo de forma natural, pues no mentía. Desde pequeña que por alguna razón, siempre había querido ser la mejor en algo. Hacerse famosa, descubrir o crear algo innovador, algo que la hiciese resaltar por encima de los demás. Y encontró en la escritura esta oportunidad. No la dejaría escapar.

Y en cuanto a lo de hablar en público, no tengo ningún problema. Dijo intentando parecer segura, pues aunque no le gustaba nada hablar en público ni la muchedumbre, tenía que conseguir ese puesto costase lo que costase. Ya se las apañaría si le hacían hablar en público. Y aprendí Latín en la universidad. Dijo, intentó no especificar el nivel, porque aunque se le dio bien, tampoco era una experta. Las típicas "ocultar la verdad no es mentir" de las entrevistas.

Esperó pacientemente, si esa era la respuesta que buscaba Sergei.

 

- Tiradas (1)

Motivo: Observar

Tirada: 1d100

Dificultad: 25-

Resultado: 52 (Fracaso)

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18/03/2014, 21:40
Sergei Novidich

A Sergei le hizo gracia esto último y resopló en una risa queda y sorda - Poco útil el latín ¿no? Quiero decir, ¿Quien habla latín? Ni siquiera sé como es esa frase que van grafiteando por las paredes carpa... no se qué. - Vuelve a reír al pensarlo y hace media negación con la cabeza, un gesto que corta a la mitad para observar el restaurante. Sabes bien de lo que habla, Carpe Diem, muchos jovencitos lo andaban escribiendo por las paredes como si de un lema revolucionario de la generación venidera se tratara.

No es todo lo que esperaba averiguar de ti, pero tampoco tengo toda la noche, tengo que recoger otro proyecto dentro de treinta minutos. - Parece que se lo piensa, tampoco mucho tiempo pero su mirada se queda clavada en el fondo del restaurante dos segundos antes de volver a ti - Sé que es muy informal y nos acabamos de conocer, pero ¿Qué haces esta noche? ¿Querrías acompañarme? Recojo el proyecto. Tomamos algo rápido y vamos a beber un par de copas, así nos conocemos mejor. En cualquier caso debo irme.

Deja un billete sobre la mesa y se levanta, colocando una mano sobre tu silla te invita a levantarte. No has tocado la segunda copa pero no hace ningún comentario al respecto. Solo caminais juntos hacia la salida del restaurante donde la puerta hace sonar una campanita situada en el interior.

El lugar se llama Rock-Café, y está en la Plaza del Rey. En el distrito lila, se supone es una historia de fantasmas y resurgidos. -Las luces de un coche se encienden, no es nada del otro mundo, de hecho, los bajos están un poco sucios, pero por el resto es completamente normal. Él se dispone a despedirse si decides no acompañarle.

Notas de juego

Lanza observar y decide si irás con él esta noche, o vas por tu lado

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19/03/2014, 14:30
Sabrina Lovewood

Sabrina ya suponía que lo del idioma no era algo para fardar. Sergei no era ni la primera persona ni tampoco sería la última en resaltar lo extraño de haber aprendido algo de esa lengua. El caso es que ella tampoco sabía por qué lo había hecho. Simplemente le llamó la atención y le pareció interesante, además de que daban créditos gratis en la universidad y así mataba dos pájaros de un tiro. No dijo nada al respecto, ni siquiera se sintió ofendida.

Las prisas del directivo la pillan por sorpresa. Sin duda no iba a ser como ella se esperaba: una tranquila cena, hablando de sus ideas y proyectos. Tenía prisa y la invitaba a ir de copas con él. Se quedó pensándolo unos segundos. ¿Era la única que pensaba que sería algo... muy raro? ¿Irse de copas con un posible jefe a los minutos de haberle conocido?

Le acompaña y sigue todo el camino de salida, pero en su cabeza sigue debatiendose si ir o no. Desde luego ni le apetece ni le parece normal. Sólo iría por "hacerle la rosca" y eso no era muy propio de ella. Si elegían su escrito, que fuese por su contenido. A ver si iba a resultar uno de esos jefes que pedía cosas indecentes a cambio. Aunque más bien le parecía el tipo de jefe que va a varios oscuros a colocarse. Pero ahí ella no iba a meterse. Desde luego el asunto no le venía en gusto para nada, así que intentó excusarse quedando bien.

Estaba algo nerviosa por esta entrevista, así que esta noche no he podido dormir bien. Estoy algo cansada y me gustaría descansar. Le dice mientras él ya está en el coche. Pero le agradezco el haberme invitado y el ofrecimiento. Le dice de forma cortés. Espero con muchas ganas su llamada. Le dice para despedirse. Una vez el hombre arranca y se va, Sabrina se dirige a su coche, dándole aún vueltas a lo raritas que podían llegar a ser algunas personas. Y pocos segundos antes de llegar a su coche y sacar las llaves para abrirlo, sacude la cabeza como para quitarse esa idea de la cabeza y no darle más vueltas. Su cerveza y su bañera de agua caliente la esperaban en casa.
 

- Tiradas (1)

Motivo: Observar

Tirada: 1d100

Dificultad: 25-

Resultado: 94 (Fracaso)

Notas de juego

Dios, soy una empanada de la vida xDD

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19/03/2014, 18:49
Director

Las calles están menos transitadas a partir de las diez y media de la noche, algun coche aislado que regresa de una jornada laboral que se ha alargado demasiado y el taxi es el transporte favorito para los amantes de la noche que no esperan dormir hasta el día, la policía patrulla metódicamente los distritos más urbanos, siendo las urbanizaciones de las afueras de Quenoay los lugares en los que más se nota la ausencia de vida diurna.

En las vallas publicitarias se anuncia repetitivamente los conciertos de Lizzy, la nueva estrella Rock-Punk en Quenoay, desde hace unos meses todos los chicos adolescentes se mueren por esos conciertos, y los auténticos punk-anarquistas aunque reticentes terminan muchos por asistir. Es una artista de la calle y en varias ocasiones ha aparecido en las noticias montando conciertos sorpresa en medio de la calle al más puro estilo de los Beatles.

Encuentras aparcamiento en la misma calle de tu casa, no en tu mismísima puerta, qué más quisieras, ya es una suerte encontrar un aparcamiento en plena ciudad siendo la mayoría parquing privado subterráneo. La gente se rifa el aparcamiento. Hace una noche fresca, no parece que vaya a llover, para quien le guste puede ser una buena noche para salir, todos los días hay alguno que otro local abierto.

Sabrina pasa por el buzón, ni siquiera propaganda, ni tan solo el polvo se ha dignado a atravesar la fina rendija del buzón para depositarse en su metálica cavidad. Cierras la portezuela. El pasillo de tu portería es largo y mal enyesado, con algunas bombillas colgantes, un repiqueteo al fondo del pasillo te hace ponerte en guardia.

 

Dos viejetes juegan una partida de ajedrez en la penumbra de una bombilla, a un lado de la escalera. Nunca les habías visto, apenas sales de tu loft, mucho menos a estas horas recibas las invitaciones que recibas, así que para tí es un hallazgo ver tan arrugados, aunque aparentemente muy bien de salud, sus entrañables rostros enfrentándose en tamaña batalla sonríen con complicidad y la vista fija en el tablero. Aunque sí la levantan para verte venir, una mirada algo lasciva, pero a la vez comprensiva de que ya jamás tendrán la líbido, fuerza y galantería para tomar una mujer como lo hubieran podido hacer en su juventud. La lascivia se convierte en simpatía, pues disfrutan de cualquier compañía que les brinde unas palabras amables. - Buenas noches bonita - Hablan como si le hablaran a su nieta.

Notas de juego

Puedes hablar por tus dos vecinos, inventar de ellos alguna forma de ser, dato personal o anécdota que creas que Sabrina preguntaría si entablas conversación con ellos, y postear el resto de tu noche así como tu despertar.
 

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20/03/2014, 15:47
Sabrina Lovewood

No había mejor sensación que la de llegar a casa. O eso pensaba Sabrina. A pesar de su edificio casi en ruinas, de su barrio poco elegante y legal. Es más, recordaba la última vez que al volver a casa se encontró a un par de jovenzuelos en la esquina de su bloque colocándose y haciendose unas rayas. No tardó nada en darles un par de collejas, de forma literal, y mandarles a casa a beberse un vaso de leche con cacao caliente.

Tampoco le sorprendía encontrar su buzón tan solitario como ella. Hacía mucho que había dejado de esperar respuesta de las innumerables editoriales a las que había enviado varios escritos. Pero esta vez, al volver, no había cartas ni yonkis en pañales, pero algo consiguió sorprenderla de nuevo. Esos dos ancianitos, que a pesar de demostrar seguir siendo hombres y analizarla, se le antojaban entrañables.

Buenas noches tengan. Dijo con algo de amabilidad. No era muy tarde, y algo de compañía no le vendría mal a ella tampoco. Le explotaría la capacidad de socializarse si no dejaba ir un poco y este parecía un buen momento. ¿Cómo va la partida? Pregunta pretendiendo ser amable y echando un vistazo al tablero.

El hombre que no había saludado pero que sí que había levantado la vista, volvió a bajar la vista hasta su jugada. Estaba bastante igualado: a ambos les quedaban pocas fichas, pero éste último parecía empezar a meterse en un callejón sin salida. Pues no muy bien como puedes ver, preciosa. El vejestorio este se aprovecha de que me han operado de cataratas... ¡tres veces! Se queja. Y es entonces cuando el otro viejo se echa a reír. ¡Cada vez que lo cuentas añades una operación más! No me llores y mueve ficha, que a nosotros no nos queda mucho tiempo ya y se nos hace de noche. Se burlaba el otro. Esto hizo esbozar una simpática sonrisa en Sabrina.

Ignorando a su compañero, el hombre que perdía se gira a la muchacha. Yo, en mis tiempos, era el mejor. Una vez conseguí el primer premio en un concurso estatal. Dijo con orgullo. El otro hombre puso los ojos en blanco. Por última vez, ¡no puedes presumir de eso! ¡Solo estábamos tu, un amigo mío del pueblo de al lado y yo! Yo me puse enfermo y no pude ir y mi amigo no había jugado en la vida. Dijo el otro hombre, empezando a perder la paciencia con su amigo, que por lo visto era de toda la vida. Otro descubrimiento que hizo sonreír a la chica. El primer hombre, que presumía de premio, movió la mano para quitarle importancia y puso la mano al lado de su boca para susurrarle algo a la chica. Excusas... que fingió estar enfermo para no enfrentarse a mí. Dice para luego reír de forma traviesa.

Sabrina quiso colaborar y mientras se iba consiguió susurrarle al viejecito: Torre a e8. Y mientras se daba la vuelta para subir las escaleras hasta su piso se despidió. Buenas noches y buena suerte. Dijo simpática con la mano levantada. No le costó adivinar que el anciano había entendido su pista y tras haber subido dos o tres escalones, se le oyó reír victorioso y gritar: ¡Jaque mate!. También pudo oír al otro hombre quejarse. ¡Niña, me lo estás malcriando, a ver quien le soporta ahora!

Llegó hasta su piso y aspiró el aroma. Le encantaba el olor de su casa y le encantaba su loft en el ático de ese edificio. Se preparó la bañera caliente y tras desvestirse dejando caer la ropa suavemente por su piel y aprovechando que tenía el pelo recogido, se preparó para relajarse en el agua caliente durante un rato. Desnuda, se dirigió a la cocina y cogió una cerveza. Ventajas de vivir sola. Le apetecía y se lo merecía. Se adentró en el agua caliente, con el botellín al lado de la bañera, para poder irle dando tragos. Se encontraba tan relajada, que su mano se deslizó sin ninguna resistencia por su propio cuerpo. Empezó por el cuello con un suave automasaje, fue bajando por el pecho y luego el vientre, y finalmente llegó a su entrepierna. No le avergonzaba ni se sentía mal haciéndolo. Eran necesidades básicas. No era virgen, por supuesto, sus aventuras durante la adolescencia había tenido, así como también algun encontronazo con algun chico en un bar. Pero nada serio. No creía que necesitase algo serio. Su mano empezó a moverse con maestría. Era importante descurbir lo que le gustaba a una misma para luego enseñar o aprender de los demás. El agua empezó a moverse y balancearse en la bañera, su espalda se empezó a arquear. En todo el piso había silencio, excepto por su respiración agitada y por sus gemidos que empezaban a escapar de sus labios. Le gustaba disfrutar del momento y hacerlo lo más duradero posible. Con los ojos cerrados, empezó a aumentar el ritmo, pues al fin y al cabo, el secreto estaba en la mezcla de lentitud y rapidez. Sus gemidos ya no podían callarse, ni siquiera mordiéndose el labio aunque lo seguía intentando. Alcanzó el clímax y recuperó el ritmo de su respiración lentamente. Necesitaría una nueva ducha.

Con tan sólo una camiseta encima, se metió en la cama y puso el televisor. Ventajas de que todo el piso fuese la misma habitación. Poco a poco empezó a quedarse dormida, y finalmente apagó el televisor y se dejó llevar por los brazos de Morfeo.

Solía dormir a pata suelta, sin pesadillas, pero odiaba despertarse. Las sábanas se le pegaban y tenía que ponerse el despertador lejos de la cama para tener que levantarse a apagarlo. Así lo hizo. También le fastidiaba pasarse todo el día en la cama, pues le gustaba saber al final del día que lo había aprovechado. Se levantó y se preparó unos cereales. La tele de nuevo encendida con las noticias. No venía mal saber qué pasaba ahí fuera. No tenía planes para ese día, hacer limpieza probablemente y no separarse del teléfono esperando noticias de Sergei. Se sentía como una adolescente enamorada y esto le hizo esbozar una risa en forma de bufido.

Notas de juego

Se me olvidaba: De mí para ti, con amor (culo <3)

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20/03/2014, 22:25
Vecino Jason

En la televisión matinal solo dan dos cosas, los dibujos animados de Bob Esponja y Noticias, juegas con el mando entre cucharada y cucharada de cereales aunque tu interés se encuentra con las Noticias. Un incendio en el único orfanato de la ciudad ocupa más de la mitad del telenoticias. Se trata del orfanato Santa Margarita en el distrito más barriobajero, el distrito más marginal de Quenoay, lleno de edificios de pisos pequeños y aglomerados llenos de gente.

  "El orfanato Santa Margarita de Quenoay estalló en llamas durante la noche, los bomberos pudieron sofocar las llamas rápidamente y las peligrosísimas tareas de rescate de los cuerpos comenzó en la madrugada. Aún se desconoce las causas del accidente pero por la rápida y súbita propagación todo apunta a un accidente de gas.

 Probablemente no ha habido ningún superviviente y hasta ahora se han recuperado quince cuerpos, dos de ellos adultos. Las tareas de rescate se suspenderán por riesgo de derrumbe, recuperándose los cuerpos esta misma tarde de los escombros"

"Davinia Versai una chica de 17 años de familia ucraniana desapareció hace ya 48 horas, prometedora escritora de novelas salió de discoteca la noche del martes y no regresó a casa. Últimos testigos de la discoteca afirman que se marchó sola y ebria, su familia denunció la desaparición en la misma mañana pero la policía no se puso en marcha hasta pasadas las primeras veinticuatro horas. Si alguien puede facilitar información de Davinia por favor llamen al siguiente teléfono:  *** ** ** ** "

Te estremeces por lo terrorífica que puede ser Quenoay, por lo terroríficas que pueden ser las personas y lo mucho que nos importan sus vidas, nos importan los desconocidos, nos importa indirectamente el bien de una comunidad que muchas veces nosotros mismos perjudicamos para beneficio propio, una paradoja. Buscamos a alguien a quien achacar todos los problemas de la ciudad y así evitar nuestras propias responsabilidades.

Si un mendigo no recibió limosna esa tarde y llevado por un impulso drogadicto o de hambre mató a la chica para llevarse su dinero achacaremos la culpa al mendigo. ¡Por supuesto! Era un yonki y un pobre, no es culpa nuestra que él tenga acceso a drogas, no tenga hogar, comida, ni familia o lazos afectivos, es culpa suya, por ser quien es y seguir existiendo. Y le condenarán a una pena de muerte. Siempre buscamos excusas.

Un estruendo en las escaleras te saca de tus ensoñaciones, ves tu reflejo en el televisor apagado y la cuchara golpea con su ruido metálico el fondo del bol de cereales vacío. Lo dejas a un lado y rápidamente te diriges a tu puerta a mirar con precaución, un hombre se ha caído por las escaleras, parece uno de los viejos de ayer, le está costando levantarse pero se resiste a decir nada, tan solo llevas una camiseta y sientes el impulso de salir a ayudarle. ¿A donde irá tan temprano?

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22/03/2014, 00:05
Sabrina Lovewood

A Sabrina no deja de sorprenderle lo terrorífico y encantador que podía resultarle esa ciudad. Le gustaba. Claro que le gustaba esa ciudad. Se había criado ahí. Entre sus callejuelas llenas de verjas que resultaban retos a la hora de saltarlos, sus pandillas con las que intentaba evitar cruzarse y de las que acababa corriendo a toda velocidad. Y luego estaba este lado oscuro. Un incendio en el orfanato. En el mismo orfanato en el que ella misma había pasado gran parte de su vida. Sintió que una parte de ella se iba en ese mismo instante. Sintió la muerte de todos esos niños que eran completamente inocentes. Pero el verdadero escalofrío le recorrió la espalda de punta a punta cuando vio la segunda casualidad y/o coincidencia con ella. La chica desaparecida. Prometedora escritora, que fue a una discoteca y ha desaparecido. ¡Podía haber sido ella misma ayer! Le costó volver a coger aire. Apagó las noticias. Suficiente por hoy. También se le quitaron las ganas de desayunar, y sólo tomó un bol, cuando solían ser dos o incluso tres.

No le dio tiempo a recogerlo todo cuando oyó un estruendo en el pasillo. ¿Qué coño...? Pensó extrañada. Se asomó por la mirilla y vió al anciano tirado en el suelo. Estuvo apunto de salir así corriendo, pero se dio cuenta de que no estaba vestida. Corrió a ponerse los pantalones de la noche anterior y salir por la puerta a socorrerle.

¿Pero se puede saber qué hace aquí arriba hombre? Sí, ese era su estilo y su forma de preocuparse, regañando primero. ¿Se encuentra bien? Hace la segunda pregunta, aunque una persona normal la habría formulado en primer lugar. El hombre se sigue quejando y tocándose las partes afectadas por la caída. Hay niña, estaba viendo el documental historico de la cadena 3 y de repente se me ha visto mal. Encima en la parte más interesante, cuando esos malditos indios estaban a punto de caer y... El hombre se dio cuenta de la cara de Sabrina, que obviamente no quería tantos detalles y decidió ir al grano. He subido a mover la antena para ver si podía arreglarlo. Le ayuda a incorporarse poniendo los ojos en blanco. Estos vejestorios... cuánto tiempo libre. No más que tú. Dijo una vocecita en su cabeza. Maldita voz. Quédese aquí, -no quería moverle más, por si empeoraba alguna lesión- voy a llamar a una ambulancia.

Dicho y hecho, la ambulancia estuvo ahí en poco tiempo, y encamilló al hombre y Sabrina lo acompañó hasta la puerta de la ambulancia. Introdujeron la camilla dentro y los enfermeros se la quedaron mirando. ¿Qué querían? ¡Ah! ¿Qué le acompañase? ¡Pero si no le conocía de nada! Madre mía, en qué fregados se metía... Ella que quería disfrutar de un día tranquilito. Suspirando sin remedio, se metió dentro de la ambulancia y se sentó junto al viejo. Le intentó sonreír. ¿Hay a alguien a quien pueda llamar? ¿Su amigo de ayer, quizá? Le pregunta. ¿Viviría solo? La verdad es que era tan asocial que no conocía nada de ningun vecino.

Cargando editor
23/03/2014, 20:23
Vecino Jason

La ambulancia inicia su trayecto al hospital, junto a vosotros hay un enfermero bastante atractivo que revisa unos papeles en un portafolios antes de iniciar una serie de preguntas, tu vecino se adelanta contestándote con una sonrisa afable - ¿Yamato? Qué va a hacer, es tan viejo como yo jeje él... - Pero el enfermero le interrumpe, sin empatía por el momento que estábais compartiendo, ¿él qué sabía? Solo se acerca e inicia su rutina de preguntas.

-¿Nombre y edad?

- Jason River, tengo... ¿Estamos a 1995 verdad? Pues 76 años

- ¿Como se cayó? ¿Le había pasado alguna vez antes?

- No, es la primera vez que me caigo por esas escaleras, bajaba de mover mi antena y supongo que hice mal pie, caí desde arriba y me hice daño aquí en el costado, ahora me duele bastante al respirar - El anciano hace señas y indicaciones a cada una de sus palabras gesticulando con fuerza cuando habla de esas malditas escaleras.

-¿Es usted familiar suyo? - Te pregunta directamente, pero solo niegas con la cabeza respondiendo - Soy su vecina, soy quien ha llamado- El enfermero asiente y anota, anota como si le pagaran por cada maldita letra que anotaba.

-Bien, le haremos una placa, pero en principio podrá volver a casa esta misma tarde.  - El enfermero mide la tensión, el azúcar y otros valores de tu vecino que va anotando cuidadosamente en el portafolios. Sinceramente, no tienes ni idea de qué tiene tanto que apuntar.

 

La ambulancia se detiene y os moveis al interior del hospital, lo siguiente ocurre todo muy rápido, pasas con él por todas las salas. Un nuevo enfermero, esta vez más mayor y de pelo ralo, empuja la camilla llevándole a una primera sala en la que un médico determina que le deben hacer la placa, posteriormente la camilla pasa a un par de enfermeras que le acompañan a una sala de rayos X mientras te dejan esperando en un box. Papeles, papeles por todas partes, un desorden monumental en aquel hospital, daban ganas de empezar a preguntar si todos aquellos papeles que rellenaban para luego pasarlos de mano en mano y finalmente dispersarlos por las mesas de varias salas servían de algo o se podían tirar. La hora y media se pasó rápida, ya casi era mediodía cuando os encontrasteis de nuevo en el box y el médico apareció sentenciando su diagnóstico

- Tiene una fisura de segundo grado en le quinta costilla derecha y otra fisura más leve en la sexta. Le dolerá por lo menos durante dos meses, no deberá levantar peso ni agacharse, ni que decir tiene que durante este mes no vaya de alpinismo, jajaja

En dos meses las fisuras se cerrarán solas y dejará de sentir el dolor, mientras tanto  - Anota en un papel el nombre de un par de medicamentos - Le recomiendo tomar estos analgésicos.- Termina cediendo el papel de letra difícilmente inteligible

 

Jason asiente - Gracias doctor -

En unos momentos la enfermera le dará los papeles y podrá marcharse

Retoma entonces de improviso el tema de Yamato - Yamato vive con su nieto en el primer piso, no puede ayudarme, su nieto bastante tiene con él, jeje, da la misma guerra que damos todos supongo aaaghtó athó athó - Empieza a toser y eso le produce un desgarrador dolor que le lleva a sujetarse el lado derecho, cosa que no es buena idea pues retira la mano al sentir nuevo dolor por ello. Cuando parece que le pasa queda pensando - Llevo algo encima para coger un taxi ahora hasta casa, pero para esos calmantes... bueno, si no puedo aguantar el dolor trataré de llamar a servicios sociales por si me pueden facilitar alguna ayuda para pagármelos

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24/03/2014, 13:23
Sabrina Lovewood

Sabrina estuvo al lado de Jason en todo momento. Pensó que la espera se le haría eterna, que estaría todo el tiempo maldiciendo interiormente por haber decidido que hoy era el día Maria Teresa de Calcuta, pero para su sorpresa, se encontró con que se le había pasado el tiempo volando. Se alegró en parte de que no fuese nada grave, pues el viejo le había acabado cayendo en gracia. Escuchó la historia de su amigo y apretó los labios y asintió. Podía hacerse una idea de lo que era aguantar un hombre como este día y noche.

En cuanto les surgió el problema del dinero, Sabrina se llevó la mano a su cadera. Ahí estaba su cartera. Volvió a suspirar. Hoy haría buenas obras ya para todo el año. No se preocupe, pararemos de camino en una farmacia y compraremos lo que haga falta. Le dijo intentando sonreir de forma sincera, pero la verdad era que el dinero no le sobraba a ella tampoco. Hasta que no supiese respuesta de Sergei.

Así fue como Sabrina, acabó en casa de ese hombre, con tan solo una camiseta y unos pantalones (ni siquiera ropa interior), con el pelo revuelto y con no muy buena cara. El piso era un desastre, como era de esperar. Para acabarse de ganar el paraíso, Sabrina ayudó a ordenar un poco todo. Almenos, lo suficiente como para hacer un camino seguro por toda la casa, para que el hombre pudiese moverse con más comodidad. Le dejó acostado en la cama para que reposase. Además, con las cuatro patatas y los dos huevos que le quedaban en la nevera consiguió hacerle algo decente para comer. Una vez terminó, se lo llevó al dormitorio. Aquí tiene. No es gran cosa, pero le servirá para coger fuerzas. Si necesita algo, le he dejado mi número apuntado en la nevera, que por cierto está vacía. No dude en llamarme, bajaré esta noche para traerle algo más hasta que se recupere. Le dijo de nuevo tratando de ser amable.

Una vez cerró la puerta de esa cochiquera, Sabrina se apoyó en la puerta y suspiró. Menudo día llevaba. Necesitaba hacer lo que siempre hacía cuando se sentía tan otra persona. Deporte. Subió a su apartamento, comprobó el contestador y comió algo. Finalmente, se puso su ropa de deporte. Le encantaba salir a correr y escuchar música. La ayudaba a crear su propia burbuja y a descargar adrenalina. Correría y en un par de horas estaría de vuelta, lista para volver a hacer de enfermera.

Ahora que se había metido en el marrón y después de haberse gando el cielo, acabaría en el infierno si dejaba que el abuelo se muriese de hambre y asco ahí abajo. Tras caminar unos segundos de calentamiento, llegó a un pequeño camino de tierra que seguía el río y que luego daba la vuelta. Perfecto para hacer un par de kilómetros. Empezó a correr y la música empezó a sonar. Éste era su momento.

- Tiradas (2)

Motivo: Psicoanálisis

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 46 (Fracaso)

Motivo: Observar

Tirada: 1d100

Dificultad: 25-

Resultado: 86 (Fracaso)

Notas de juego

Oye, si me la hago ciega sería lo mismo no? xDD

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24/03/2014, 20:54
Director

El GreenPark estaba a solo seis manzanas, seis manzanas en la que detenías tu marcha una y otra vez cediendo el paso al vaivén de la gente, a las órdenes de los semáforos y al ruidoso tráfico de los coches. Nada que rompiera tu rutina semanal. Las bambas doblaban bien su suela por las calles, se veían blancas, impecables, pronto te encontrabas en GreenPark, el parque más grande del interior de la ciudad, con veintiuna hectáreas era un remanso de paz para quienes pasearan por allí.

Ahora mismo varias famílias lo cruzaban en dirección a los colegios para recoger a sus hijos, pronto esto sería un hervidero de muchachitos.

 

Frente al lago central un adolescente colgaba un póster en el panel de anuncios, siempre echabas un ojo aunque nunca ibas a ninguna actividad. Claro. ¿Con quién ibas a ir? Ese domingo había una regata de barcos teledirigidos y el viernes noche uno de esos bailes a los que iban las parejas de mediana edad mientras en la sombra se escondían los ebrios adolescentes y sus botellas. Todo muy típico según tenías de oídas en la peluquería.

Adelantas a otras corredoras varias veces en tu recorrido, hasta puedes reconocerlas en tus siguientes pasadas agotadas en un banco, realmente han hecho un gran trabajo, pero tú podías más, necesitabas más. Y ver a ese chico cachitas querer resistir tu ritmo para no quedar en evidencia y simular una llamada de móvil para quedarse atrás.... te llenaba de orgullo, si algo se te daba bien, aparte de escribir, era correr.

Empiezas a sudar, el grito de los niños se acerca, crece y asciende como una estampida. Miras tu reloj, son las cinco y media, has corrido durante al menos dos horas y media sin pestañear, nada mal. Una pelota pasa junto a ti... terror, la avalancha de niños la persigue golpeando a un tipo trajeado que leía el periódico en un banco.

Te echas a un lado, la dureza no sirve con los niños descerebrados y éstos pasan por donde tú estabas hace unos segundos haciendo añicos el suelo y levantando la hierba como animales. ¿Qué ibas a hacer? Sus madres no les dirán nada, ya les deben estar viendo.

Bebes un poco de agua para reponer líquidos y emprendes la marcha de vuelta a casa, en Quenoay suele anochecer a las nueve, aún quedarán tres horitas cuando llegues a casa. Vuelves a caminar de vuelta, mirar de reojo los escaparates de las tiendas no sirve de mucho, solo tu reflejo te acompaña en tu fugaz carrera. Llegas a la vieja puerta metálica de tu portería y abres el buzón, nada, que sorpresa. El mal estado del interfono impide que ni los repartidores de publicidad accedan. Recorres el corto pasillo enyesado y mal alumbrado hasta tus escaleras y al llegar al primer piso te encuentras de bruces con un hombre

Debe ser de tu edad, no es precisamente guapo, con esa piel oscura y la barba mal afeitada tiene los peores rasgos de su especie, aún así sonríe, con los dientes algo desordenados. Viste una camiseta holgada y unos pantalones largos que comibinan fatal con unas chanclas de baño. - Hola Guapa - Dice haciendo énfasis en el adjetivo - ¿Desde cuando vives aquí? - No parece tener problema para dejarte pasar, pero hace verlo queriendo una respuesta, al sonreír sus ojos se estrechan aún más, pero no tiene una de esas sonrisas orientales de turista que no comprende, sino arrugada y aviesa, no muy agradable, aunque el muchacho parece que lo pretenda.

Notas de juego

Haz una tirada de Constitución

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27/03/2014, 20:09
Sabrina Lovewood
- Tiradas (1)

Motivo: Constitución

Tirada: 1d100

Dificultad: 18-

Resultado: 76 (Fracaso)

Notas de juego

-.- Odio los dados y ellos a mi. Dejo tirada a ver si mañana te dejo regalito ^^

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01/04/2014, 11:40
Sabrina Lovewood

Como si de balas se tratasen, Sabrina esquiva a los niños. Puag. Ella jamás había querido tener niños. Pensaba que eran como los perros... para tenerlos así de asalvajados, mejor no tenerlos. El caso es que su reloj biológico no es que se hubiese parado, es que nunca se había puesto en marcha. Suponía que el hecho de haber sido adoptada, le influyó desde pequeña a pensar, que para qué tener un hijo si luego lo ibas a abandonar. No tenía sentido. Y como ella no se veía cambiando pañales y preparando biberones, lo tenía muy claro.

Corría de camino a casa con una pequeña sonrisa. Qué bien le sentaba el deporte. Ella no miraba los escaparates por el motivo por el que cualquier mujer lo haría, ella no se fijaba por lo que había al otro lado, lo miraba porque la imagen de ella corriendo y sudando le encantaba. Y no es que se lo tuviese creído, pero no era la única que se fijaba. Varios hombres que paseaban, también se la quedaban mirando. Pero eso a ella le daba igual. Ella era la que elegía a la presa, como si de una cazadora se tratase.

Finalmente llega a casa, bastante agotada, pero satisfecha. Hace el rutinario ritual de abrir el buzón y cerrarlo sin sacar nada. Recuerda en bajar a ver al viejo Jason y prepararle algo de cenar. Por suerte no tendría que salir a comprar pues podría separar una sopa con lo que tenía en casa. Haría para dos y así lo aprovecharía más. Pero se encuentra con alguien por el camino. ¡Madre mía! ¿Tanto tiempo hacía que no salía mientras escribía el libro? ¿O se había mudado toda esta gente nueva de golpe? Desventajas de ser una marginada. Vaya, un baboso más. Le mira levantando una ceja algo incómoda. Sigue su camino y le responde sin mucho interés. Mucho. Seca y simplemente. ¿Qué le importaba a este hombre cuanto tiempo llevase viviendo ahí? Subiría, se daría una ducha, le prepararía la sopa y se la bajaría al anciano. Luego volvería a subir para leer un rato, no estaría mal ver la competencia el nivel que tenía.

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17/04/2014, 11:32
Edward Yamato

Vaya humos - Pasas junto al muchacho y subes a tu piso, ¿Estaba la llave echada? El interior está tal como lo recordabas, todo bien ordenado, aparentemente bien ordenado pues si alguien se aventuraba por el impoluto pasillo hasta tu leonera particular podría ver el mismo orden que en un armaggeddon, y es que a veces salía más a cuenta comprar ropa nueva que planchar y guardar la vieja.

En tu nevera sacas un brik de caldo y un poco de pasta, le echas algo de patata hervida y un poco de perejil. Tardas un poco, lo justo para que llegue exáctamente la hora de cenar. Guardas en un par de tapperware la sopa y coges un cubierto para ti.... y otro en tu bolsillo para el viejo... si él tenía los suyos propios mucho mejor, sea o no por escrupulosa, pero nunca habías tenido tanto contacto con un vecino.

Bajas a su piso, la puerta de madera oscura y gastada, astillada en los bordes, lisa y sin relieves está bien cerrada. Picas al timbre pero no se oye nada, no funciona, te obliga a aporrear la madera de la puerta que baila en su dintel haciendo resonar los golpes con más fuerza. Vaya la sorpresa cuando es el muchacho oriental quien te abre y echa la vistazo hacia abajo.... no exáctamente hacia los tapperwares - Vaya Guapa, ¿Me has traído la cena?

Vengo a ver al Señor Jason - Respondes con enorme sequedad -

Sí claro guapa, pasa pasa - El chico te abre el paso. El interior es el más clásico piso de viejo. Un mueble enorme y muy polvoriento lleno de fotos gastadas cubre una pared por completo, guardando entre todo tan solo un pequeño televisor gris frente a un sofá recubierto de varias fundas de sofá.

Está en su habitación - Dice señalando al fondo, tiene la misma distribución que el tuyo. Teóricamente debería ser más grande. Pero armarios en medio del pasillo y mesas muy innecesarias lo convierten en un piso minúsculo. Al fondo efectivamente está su habitación. La persiana está medio bajada y se filtra de forma tenue la luz de las farolas, aunque tiene una luz en el techo tiene encendidas un par de lámparas de mesa, él se encuentra en la cama, semi-incorporado y cubierto con una sábana blanca, con las manos cruzadas sobre su pecho sonriendo anchamente al verte venir- Oh, no hacía falta, bastante has hecho ya por mí hoy.

Huele a .... ¿Tallarines? - El chico oriental está detrás de tí mirándote de arriba a abajo, apoyados ambos brazos en ambos marcos de la puerta. Le ha traído un plato de tallarines, sobre una comoda frente a la estrecha cama del viejo hay un tablero de ajedrez, y sobre una silla junto a la cama hay un par de libros colocados hace poco con sus respectivos puntos de libro ,  Hamlet y Historias de la Antigüedad

Notas de juego

Tira Arte: cocinar, no recuerdo el % pero diría que para algo muuuy suculento es por debajo del 5%

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17/04/2014, 12:18
Sabrina Lovewood

Menuda sorpresa, y quizá decepción. Si llega a saber que el oriental venía a ver y a cuidar a Jason no se habría molestado. Quizá si no hubiese sido borde con él en el rellano, habría sabido que venía a traerle la cena al señor Jason. Qué más daba. Lo hecho hecho estaba y pocas veces se arrepentía de lo que hacía. Dejó el tupper con la sopa a un lado. La podría calentar y comérsela otro día. Con este hombre aquí, tampoco tenía mucho que hacer. Pasó junto al oriental, y simplemente le ignoró. Se preocupó más por su "paciente". Ya sabía que había hecho mucho por él, pero había desarrollado cierto aprecio por él. No mucho, pero más de lo que sentía por cualquier otra persona del mundo. Quizá lo que le había gustado de ese hombre, es que había parecido necesitarla y ella había sido incapaz de negarse a eso. Pero ver que no era así, había sido probablemente la causa de su decepción.

¿Cómo se encuentra? Como me dijo que no conocía a nadie -o eso le había dicho a la hora de llamar a algun familiar o amigo- pensé en bajarle algo de cena. Miró lo que estaba cenando. Igualmente quédese la sopa. La puede aprovechar otro día. Dijo sin darle importancia, tampoco quería que se sintiese mal. Si no necesita nada más, me marcho. Mi número sigue en la nevera. Le recuerda. No sabía cuanto tiempo se quedaría el chino, pero le daba igual. A no ser que la llamase, no volvería a molestarse. Debía centrarse en lo suyo que ahora mismo era... nada.

Se dispone a darse la vuelta, y al notar la mirada del chino en ella, se la devuelve de forma arisca y seca. Levantándole una ceja diciéndole con la mirada "¿y tú qué miras?". Sí, esa era la Sabrina en su estado normal. Cuanto más se acercaba la edad de otra persona a la suya, más arisca se ponía. Las relaciones sociales, no eran lo suyo. Pero por lo que parecía, había hecho una pequeña excepción con el señor Jason.

Volvería a su piso y como tenía planeado empezaría a leer algo. El tema de su último relato le había llamado la atención y le interesaba seguir indagando. No le había gustado el sabor de escribir sobre algo que no era verídico, pero sin duda el tema, le había picado la curiosidad.

- Tiradas (1)

Motivo: Arte: cocinar

Tirada: 1d100

Dificultad: 5-

Resultado: 49 (Fracaso)