Entonces te despertaste.
No estabas con tus compañeros.
Éstos habían desaparecido.
Por el tejado de la cabaña apareció un pie gigante.
Un pie con dedos y uñas pétreas.
Su pulgar era tan grande como tu cuerpo.
Su tobillo asemejaba a cinco caballos juntos.
Tras mirar por un hueco del tejado lo viste.
Era un ser espeluznante, gigante, aterrador, peligroso.
Parecía querer aplastarte con sus zancos.
La lluvía seguía cayendo, en el suelo, el tejado, tu cara y su piel... de piedra.
Fue entonces cuando con otorgó otra pisada y aplastó totalmente tus sientes contra el suelo...
...entonces despertaste.
El día era claro, las nubes se había marchado y el sol amenizaba la jornada junto con el silbido de pájaros cercanos. Teníais el cuerpo helado, pero nada que no pudiera ser calentado colocándose al sol. A lo lejos se veía, ahora con gran facilidad por la luz del solar, un agujero en la montaña que teníais enfrente de vosotros, a pocos kilómetros. Era la entrada de una cueva.
Allí esta -decía tragando saliva el joven mientra señalaba con el dedo-. El pozo... El pozo de la Locura -las rodillas le temblaban-.
El sol me descubre completamente despierto. Salgo al fresco aire de la mañana, el aroma de las montañas y la naturaleza siempre me ha encantado. El sol se eleva en el cielo, festejando con su presencia el día que acaba de nacer.
Tori sale de nuestro improvisado refugio, y señala una herida, la única falla en ese paisaje de ensueño: una cueva, oscura, tenebrosa. Allí se refugian los últimos caballeros de Idhún de esta zona, y allí puede que encuentre mi destino. Miro al pastor.
Miro al joven pastor. Has hecho un buen trabajo, maese Tori. Luego vuelvo la vista otra vez a la cueva.
Samen puso su mano sobre el hombro del joven pastor, dándole un apretón y al mismo tiempo concentrándose para hacer su magia fluir e infundirle confianza a Tori, despejando el horizonte de su mente, por el momento, del acecho de los miedos.
“Ánimo, hombre. No hagas caso de los chismes que se cuentan en el pueblo. No hay más locura allí que unos hombres que decidieron descabelladamente de desertar su ejército: los caballeros de Idhún. O lo que queda de ellos...”
Dirigiendo su mirada hacia el agujero en la montaña, añade: “Después del ataque de los ogros, prefiero que nos andemos con cautela. ¿Tori, conoces un camino para llegar desde detrás a la cueva, un rodeo? No quiero encaminarme en esta dirección estando bajo ojos vigilantes que podrían vernos desde allí.”
Como monje y curador, seguro que Samen también conocerá un hechizo para inspirar confianza en sí mismo en sus compañeros, espantar miedos, calmar los nervios…?
¿Tiro un dado o lo resolvemos de forma narrativa?
Sean chismes o no, señor Samen, son historias que se cuentan desde hace mucho, historias que se me han asentado en la cabeza... -respondió el pastor-. ¿Dar un rodeo? Lo siento, señor. Ya les dijo el señor Brandilor que yo les guiaría, pero no entraría en tal lugar... además, nunca he pastoreado por estas zonas, están muy lejos de casa, asque no conozco el terreno. Tan sólo sabía llegar hasta aquí, aquí estamos, y aquí me quedaré, si no les importa... -añadió-.
Samen, eso se resuelve de manera narrativa, ya que no hay manera (con este reglamento tan simple) de arbitrar eso.
La verdad es que no se podía decir que había dormido a pierna suelta. Supongo que la tormenta y la incomodidad del lugar hicieron que oscuras pesadillas acompañaran mi sueño, así que cuando amaneció me alegré bastante por volver a ver la luz del sol.
Tori parecía estar en medio de una de mis pesadillas cuando nos señaló el lugar donde se encontraba el pozo de la Locura. La fama tenebrosa del lugar debía ser impresionante para provocar en el muchacho ese temblor de piernas y aunque a la luz del día todo se veía mucho mejor, el recuerdo de mi pavoroso sueño se hacía más palpable al contemplar ese agujero.
Desde luego si el mero hecho de contemplarlo a varios kilómetros de distancia podía provocar esos funestos pensamientos, no me imaginaba qué nos iba a deparar cuando nos introdujeramos en la cueva.
¿No deberíamos haber hecho una tirada para reducir la fatiga?, al fin y al cabo se supone que algo habremos descansado durante la noche.
Efectivamente, podéis intentar reducir la fatiga. Os quedo aquí esta parte del reglamento:
Siempre que el aventurero tenga un momento para descansar, puede hacer una tirada para reducir fatiga. Tira 1d6 y si el resultado es menor que la fatiga actual, baja un punto. Esto solo puede hacerse una vez por cada descanso. Entre aventuras la fatiga vuelve a ser 1.
Motivo: Reducir fatiga por descanso
Tirada: 1d6
Dificultad: 1-
Resultado: 5 (Fracaso)
Motivo: Reducir fatiga por descanso
Tirada: 1d6
Dificultad: 1-
Resultado: 3 (Fracaso)
Hago una tirada para reducir la fatiga. Pongo igual o menor que 1 (mi fatiga es 2) porque no hay un menor estricto. Saco un 5 (la segunda tirada no vale, estoy con el movil , no he visto el resultado de la primera y he pensado que no la había hecho). En cualquier caso da igual porque es un gran fracaso así que Shawak sigue con dos de fatiga.
“Lamento que nuestros caminos ya tienen que separarse, Tori”, dice Samen apretándole de nuevo el hombro. “Comprendo tus preocupaciones y que te agradezco mucho la ayuda que nos has brindado. Vete con calma. A nosotros no pasará nada. Nos vamos a enfrentar con unos hombres de carne y hueso, no con fantasmas”, termina bromeando un poco.
Luego se vuelve hacia sus dos compañeros. “Grim, rastreador curtido por la naturaleza quien eres, ¿seguro que sabrás encontrarse un camino un poco más al descubierto hacia la cueva?”
Motivo: Reducir fatiga
Tirada: 1d6
Dificultad: 1=
Resultado: 3 (Fracaso)
Motivo: Reducir fatiga
Tirada: 1d6
Dificultad: 1=
Resultado: 6 (Fracaso)
Gracias por recordar, Jezgai. Tiro una vez para mí y una vez para Shawak.
Fallo dos veces. Master, propongo que cambiemos de regla, que la fatiga se reduzca con tirar igual o menos el valor de fatiga.
Miro hacia la montaña, y luego a Samen, sin mucho convencimiento. Miro hacia derecha e izquierda, pero luego asiento.
Ciertamente, es una cueva de origen calizo, así que supongo que tendrá más salidas. Pero me preocupa que esas salidas adicionales también estén vigiladas. Pero seguro no lo estarán tanto como la principal. Miraré a ver.
Sin más, empiezo a revisar la pared de piedra, buscando otra entrada que esté más a cubierto que la principal. Quizá alguna que no esté vigilada, o al menos no tanto.
Por fin, encuentro lo que busco: allí al frente veo una cueva. Lo curioso es que a poco de entrar, incluso a través de la oscuridad natural de su interior, puedo ver que hace un recodo dirigiéndose hacia el pozo de la locura. Supongo que podrá llevarnos allí.
Podemos probar por esa. digo, señalando en esa dirección.
Motivo: Buscar otras entradas
Tirada: 2d6
Resultado: 9
Motivo: otras entradas
Tirada: 2d6
Resultado: 3, 4 (Suma: 7)
A falta que el máster confirme. Por muy explorador avezado que sea, si algo no existe no existe.
Tori se despidió de vosotros. Lo hizo con cierta tristeza, pues había compartido con vosotros varios días de viaje y ciertamente le parecíais personas bondadosas. Por su parte intentaría volver cuanto antes a Xermalud y pastorear de nuevo su rebaño. También esperaba veros, por supuesto, de regreso en la aldea para cobrar la recompensa y saber que estábais bien.
Sin más dilación avanzásteis hacia la cueva. Unos seis kilómetros distaban de ella, y tardásteis una hora aproximadamente, a paso no muy fuerte. El lugar parecía desolado, y no había por allí sonidos de aves, ni tan siquiera el viento silbaba entre los arbustos. El terreno era algo más plano que tras el último transcurso, pero las afiladas rocas no cesaba (si bien estaban más dispersas). Y pusísteis pies en la tierra.
* * *
El sol os golpeaba el rostro amenamente, y Grim, una vez llegásteis a las estribacones de aquel monte, intentó vislumbrar algún tipo de entrada posterior. Lo cierto es que le pareció difícil que hubiera segundas entradas, ya que la parte posterior del monte caía en precipicio, en vacío, y la existencia de túneles allí abajo, en lo profundo de aquellos lugares inhóspitos, parecía algo poco creíble. Lo más probable es que aquella cueva fuera una cueva simple, tal vez profunda, pero sin modificaciones. Una vez cerca, os asomásteis a su entrada. Una bandada de aves entraron en la misma, esquivando las estalactitas y estalagmitas naturales. El lugar era apartado, rocos y seco.
No Samen, de momento se queda como está el reglamento. Por cierto, reducir fatiga sólo sería para una persona en cada momento de descanso (o uno mismo, o un compañero/a).
Grim, aún no estábais en el monte donde se halla la montaña (me ha parecido entender en tu post que estábais ya allí).
Miro las aves como entran tranquilamente en la cavidad. No soy una experta en estas cuestiones, si se tratara de robar los tesoros de alguna urraca sería distinto, pero el comportamiento de los animales (no humanos ni humanoides) no es mi fuerte, aún así creo que si esas aves no han dudado en entrar en la cueva es que no debe tener un peligro cercano... al menos para ellas.
“A mi me parece también buena señal que entran aves”, opina Samen. “El hecho es que, con la desolación que nos esperaba fuera, sin animales ni graznidos de aves, me han entrado escalofríos...”
Mira sin embargo a Grim esperando de él que dé la palabra final por ser sólo el verdaderamente competente en exploración.
Me quedo mirando a la cueva. El hecho de que entren las aves, evidentemente, es una buena señal. Pero, si no hay gente en la entrada, ¿qué demonios sucede? Es decir, si yo tengo un grupo de soldados estacionados en una cueva, voy a vigilar la entrada de la cueva, sí o sí. Sin embargo, parece que no esté vigilada. ¿Acaso confían tanto en la fama de la cueva que prefieren no vigilarla? ¿O son tan pocos que no tienen gente para vigilarla? En ese segundo caso, probablemente estarán más adentro. Miro a mis compañeros.
Entremos, pero intentemos permanecer a cubierto. Parece una cueva bastante amplia como para poder hacerlo. Mirad aquella columna de allí, y aquellas estalagmitas. No creo que sea muy difícil escondernos allí. Yo iré delante, mirando que no haya nadie vigilando. Vosotros seguidme, pero a un poco de distancia.
Dicho esto, empiezo a deslizarme hacia la cueva. Por el camino encuentro una zona donde no hay sitio donde ocultarme, y me toca ir un pequeño trecho al descubierto. Espero que en ese momento no hubiera nadie vigilando. Mientras avanzo hacia la cueva, miro a su interior a ver si veo a alguien allí.
Motivo: esconderse
Tirada: 2d6
Resultado: 3, 3 (Suma: 6)
Motivo: Buscar guardias
Tirada: 2d6
Resultado: 3, 6 (Suma: 9)
En buscar guardias he sacado un 6, veo si hay, pero como no sé si hay prefiero esperar que el director diga si veo algo o no.
Grim pareció encabezar en vanguardia la exploración de la cueva. Si habría allí soldados de Idhún, lo deseable era acabar con ellos. Xermalud debía vivir en paz, y vosotros debíais cobrar vuestra recompensa. El soldado avanzó, haciendo resonar en ecos sus pisadas, y éste se percató, para su alegría y la de sus compañeros, que en la entrada no vigilaba nadie.
Ésta comenzaba en un pasillo largo, iniciado en una puerta con un dintel cincelado, en el que estaba grabado en la piedra una inscripción:
"Alejáos de aquí quienes quieran vivir" -se leía en letras toscas-.
No parece que haya nadie allí. Pero es el inicio de la cueva (no sabéis cómo es).
“Alejáos de aquí quienes quieran vivir" , musita Samen repitiendo las palabras en el dintel cincelado. “Si tienen que recurrir a tales trucos para espantar a la gente, al fin y al cabo no pueden poder ofrecer mucha resistencia”, comenta el joven monje para sembrar un poco de optimismo entre sus dos compañeros.
Sin embargo, alza su bastón y ya se prepara mentalmente para el hechizo de protección. Dejará a Grim continuar tomando la vanguardia.
Miro la escritura en la piedra. ¿Tú crees que fue escrito por ellos? No sé, quizás... tú sabrás mejor que yo si esta escritura es reciente o no.
Miro al interior de la cueva. Esta bien, creo que lo mejor es que yo vaya en cabeza. Si el espacio es lo suficientemente grande, vosotros dos podríais ir uno junto a otro. En caso contrario, yo opino que Samen debería ser el que fuera en medio, con Shawak protegiendo la retaguardia. ¿Os parece bien?
Mientras tanto, empiezo a andar hacia el interior de la cueva. Aunque sé que solo son unas palabras escritas en la roca por mano humana, no puedo evitar que un escalofrío me recorra al atravesar el dintel. Las supersticiones de la infancia son difíciles de erradicar, y a mí siempre me dijeron que me apartara de sitios como estos, que en ellos podría encontrar al diablo*.
* O al dios malvado del mundo este, vamos....
La cueva no resulta especialmente acogedora y ese mensaje no es precisamente una calurosa bienvenida, pero bueno, ya suponía que no nos recibirían aquí con vítores y bandas de música.
Empuño mis cuchillos y avanzo tras Samen sin dejar de mirar a mi espalda, cada vez menos iluminada por la luz de la entrada que se va alejando a medida que nos internamos en la cueva mientras elevo una plegaria a Zherks, el inquietante dios de la oscuridad de mi tierra y aunque nunca he sido muy devota, la verdad es que nunca me he creído todas esas patrañas de dioses, pero en esos momentos, entrando al temido pozo de la locura, me veo capaz de rezar a cualquier ente inexistente si eso puede ayudarnos de alguna manera en la empresa.
Imagino que Grim llevará alguna pequeña antorcha para iluminar el camino, porque supongo que en cuando nos internemos más estaremos totalmente a oscuras.
“Sí, estoy preparando el conjuro”, dice Samen. “Antes nos hago un poco de luz.” Alza el bastón por encima del hombro de Grim. “Soy servdor del dios de la luz. Adoramos a vitalidad, la salud, la pureza. Cada cuidador puede hacer un poco de luz en la vida de la gente… literalmente.” Sonriente, deja desprenderse del punto de su bastón una lleve luz azul.
Después comienza a murmurar las fórmulas preparándose al hechizo de protección para esta vez poder lanzarlo en caso de necesidad con mejor prevención.
Avanzásteis por el interior de la cueva. Grim iba en la vanguardia del grupo, pero era Samen quien proporcionaba visión a través de la luz de su bastón. Las enormes grutas no eran iluminadas del todo, pues los techos los pasillos de roca no alcanzaban a ser iluminados por la luz del mago dado su altitud. Durante el transcurso de los minutos y el lento avance (precavido pero decidido), notásteis algunos ruidos lejanos, aunque no supísteis precisar su procedencia. Algunas ratas correteaban junto a vuestros pies, y la presencia de algunos murcíelagos os hacía estar alerta. Finalmente el pasillo irregular acababa en un acceso a modo de entrada. Tras asomar delicadamente la cabeza, vislumbrásteis un agujero casi rectangular en el suelo, a modo de tumba. No era tal, sino simplemente un gran hueco excavado en el suelo. Al mirar hacia arriba el techo era oscuridad total: la luz de Samen tampoco llegaba a iluminar del todo la gran caverna.
Comenzásteis a oir un gran crujido, como si algo se resquebrajase cera de vosotros, pero no precisamente allí. Algunas piedras y polvo cayeron desde las alturas, pues algo estaba despertando allí arriba. Antes de que pudiérais hacer algo, un chasquido mayor hizo restallar las piedras del techo cavernoso, y algo se precipitó junto a vosotros: era una roca gigante desplomada delante de la entrada. Habíais salvado la vida por muy poco. Sin embargo, aquello no fue lo que os indujo a entrar en un estado de alerta, sino más bien lo que ocurrió con tal pedrusco: la gran roca comenzó a desperezarse, a colocarse de pié y a estirar sus extremidades, cuello y finalmente a mostrar su rostro... Aquel ser os triplicaba en altura y comenzó a reir a carcajadas tras miraros.