Partida Rol por web

Encías os escucha con atención, pero ya a la tercera frase parece que habéis sobrepasado su capacidad de sorprenderse. Su rostro de deforma con la expresión resultado de incredulidad, sorpresa, miedo, confusión, ... De repente os interrumpe avasallado por las revelaciones y vuelve la mirada hacia puerta la gran casa de madera que guarda la entrada de la mina. Donde un muchacho os observa desde la distancia.

Antlón. Avisa a los hombres que ya están aquí, volvemos para el pueblo. - El chico, demasiado joven para que su incipiente bello facial sea algo mas que una mancha borrosa en el bigote y la barbilla, asiente con la cabeza y desaparece tras el umbral.

¡ Antlón ! ... ¡ Antlón ! - grita un par de veces mas hasta que el chico asoma de nuevo por la puerta - Antes de marchar, encargaros de reforzar la empalizada de la mina. No quiero que NADIE entre. ¿ Entendido ?

El chico asiente de nuevo, y esta vez espera a que Encías empiece a marcharse para volver a entrar en la casa y entregar su mensaje.

Encías os acompaña de vuelta a su casa, y en un principio no muestra interés por lo que le contáis. Es como si temiese las noticias y necesitase unos minutos para encajar el golpe. Almas errantes, cofres y monedas, maldiciones ... Es como si no hicierais mas que confirmar las predicciones de los aldeanos mas alarmistas. No le gusta.
En lugar de eso prefiere mantenerse ocupado interesándose por vuestras heridas y en asegurarse de que estéis bien.

Ya en su casa, hace llamar a los curanderos y luego se toma su tiempo para preparaos algo de comer mientras estos no llegan.

Pasados menos de 10 minutos, la olla empieza a desprender un visible humo blanco con suaves aromas de alguna planta que no sabríais reconocer. Alguien golpea a la puerta y al poco rato aparece por las escaleras un hombre acompañado de una mujer y una muchacha, que debe de ser su hija, a juzgar por el parecido entre ambos. Esta ha tomado los exóticos ojos rasgados de su madre, pero con un enigmático verde intenso que cautiva la mirada. Y por debajo de sus desaliñados ropajes austeros, se intuye la silueta de una chica que no debe de superar los 15, pero ya luce los atributos de la mas hermosa de las mujeres que habéis visto en mucho tiempo. Tan solo con verla no hay duda alguna que todos los chicos, y no tan chicos, de Bajomonte la deben de tener presente en sus sueños.

Mientras los curanderos se aseguran de que vuestras heridas no son de gravedad(*), Encías os sirve una humeante y densa sopa de color crema, en la que se bañan restos de setas y unos tacos de carne marrón oscuro.

Entonces ... ¿ Que es lo que habéis encontrado ? - Pregunta finalmente Encías, sin mostrar preocupación alguna por la presencia de la familia de curanderos.

(... Supongo que aquí le volvéis a soltar mas detalladamente lo que habéis dicho en vuestros mensajes ...)

Meldala, ¿ Que opinas de esto ? - Pregunta Encías dirigiéndose hacia el curandero.

El curandero se encoje de hombros, para decir un sincero - No lo se. Han tantas cosas que escapan al entendimiento de los hombres ... - Tiene un acento ligeramente siseante, que delata su origen extranjero, aunque su aspecto si bien se ha integrado completamente con el resto de habitantes de Bajomonte.

Se acerca a la mesa, mientras su mujer y si hermosa hija van recogiendo sus ungüentos, vendas, y docenas de tarritos con exóticas plantas de países lejanos. - ¿ Almas infestuosas ? - Pregunta de nuevo, usando las mismas palabras que ha usado Norte. - Es un término muy genérico. No soy nadie para poner en duda que habéis visto, pero ... hay gente cree que los rayos son los espíritus enfurecidos de las nubes que se están peleando. - comenta con un suave gesto de mano para referirse a Encías.

Vete a la mierda. - Replica Encías con una media sonrisa que deja entrever una buena amistad - Esto es serio.

Lo se, lo se - Se disculpa Medala sin alterar su foráneo tono de voz, al mismo tiempo que juguetea cuidadosamente con la vieja lampara que habéis traído de las montañas - Lo que quiero decir, es que a veces la mente nos juegas malas pasadas. Esta condicionada por lo que creemos, y lo que queremos ver.

Bien, ¿ y que coño quieres decir con esto ? - Protesta Encías.

Que como ya te he dicho al principio. No lo se. Los ojos ya han visto, ahora es el turno de la mente interpretar lo que ha sido hallado. Habría que estudiar mas cuidadosamente esas monedas, esa "sustancia" - Enfatiza mirando a Jaesh - ... o este escudo de armas. - dice mostrando la lámpara. - ... tratar de averiguar quien pudo haber sido el usuario de ese "almacén". Y no solo eso, sino averiguar que uso le daba.

Todas estas respuestas podrían arrojar un poco de luz.

¿ Pero y que hacemos mientras tanto ? ... ¡ Bajomonte no puede aguantar mucho mas tiempo con las minas cerradas !.

Querido amigo ... - Meldala se encoje de hombros con comprensión e impotencia - Elegir estas cosas esta en manos de los Dioses. Ya te advertí desde el primer día que nada volvería ser igual.

Mientras intentaba saciar su voraz apetito escuchaba a los dos hablar sobre el tema, como si fueran ajenos a la conversación.
- Echa chustanchia... perdón... decía que esa sustancia negra, con mis conocimientos, y en esas condiciones de trabajo, puede observar que soltaba emanaciones malignas. Sobre el tema de las sombras... es cierto que era mas todo metal que físico, pero era difícil no creer en ella cuando sus gélidas manos nos pasaban y desgarraba parte de nuestro ser, o nos obligaban a movernos en contra de nuestra voluntad. Es mas, seres que antaño sin duda estaban vivos, encontrados momificados y devuelto a la vida, por decirlo así, e incluso ese ser monstruoso, un Minotauro envuelto en las mismas circunstancia que los seres momificados que encontramos, cosa que no he querido decir delante de los demás aldeanos. Pero sin duda, creo hablar en nombre de todos, volveremos para hallar la verdad en todo este asunto y devolver la paz a este bello pueblo
Miro de reojo a la enana, que estaba extrañamente callada desde que llegaron al pueblo.

Norte esta comiendo hasta que escucha lo siguiente

Cita:

Le lanza una mirada fulminante al hombre y termina de comer mas apresuradamente antes de hablar.

-No se trata de simples espíritus.- Entona la ultima palabra como si imitara a alguien mofándose de las supersticiones.

-Encontramos los restos de mineros que debieron perecer en esa mina. Muertos que se levantaban con hambre voraz y casi nos destripan allí mismo. Sombras que volaban acechantes en nubes revoloteantes. Criaturas de épocas imperecederas, con el cuerpo destruido pero aún capaces de mostrar su poder como cuando estaban con vida.-

-Ese minotauro putrefacto casi acaba con mas de uno de nosotros.-

Hace una pequeña pausa, mirando al fuego, mientras recuerda la forma de la criatura.

-Aún recuerdo la imagen, allí quieto en un halo de luz azul tenue, con cientos de sombras bailando a su alrededor como si retorcidas imágenes de un alma se tratasen. Balanceaba su cuerpo, apenas se movía ... o emitía sonido alguno ...-

Toma otro bocado de comida antes de añadir.

-Yo me lo tomaría muy en serio. En todo caso debemos investigar ese símbolo ... y una vez descansados deberíamos ir a recoger alguna de esas monedas para que Jaesh la pueda investigar con calma.-

-Y que nadie olvida que esa maldición se encargaba que los cuerpos no podían morir ... a ese cadáver de minero lo tuvimos que derrotar dos veces antes de lanzarlo al vacío ... puede que las sombras hayan obrado lo suyo y mañana encontremos el minotauro en pie donde lo dejamos.-

-Los dioses quieran que no sea así.-

Meldala observa la enana, luego a Encías y vuelve a poner sus ojos sobre Norte. Si bien la reacción de Norte le toma por sorpresa, no lo muestra en su rostro.
Al terminar la enana, Encías intenta mediar entre ambos, pero es de inmediato interrumpido por Medala con cortés gesto de mano.

No se cuales han sido las palabras que te han hecho pensar que no me lo tomaba en serio. Sean cuales sean, te pido disculpas. No era mi intención expresar eso. - Finaliza con el mismo volumen de voz suave e inalterable.

En ese momento, la mujer y la hija de Meldala ya han acabado de recoger los utensilios y se acerca a su esposo con discreción, pero de nuevo es interrumpido por el curandero antes de que su boca emita la primera palabra - Id a casa. - Dice con delicadeza. - No tardaré en volver.

Ambas asienten. La mujer se despide con un - No tardes - mientras que su hija se mantiene silenciosa.

Los pasos de las dos mujeres aun suenan bajando las escaleras, cuando Encías retoma la charla. - ¿ Pero entonces que hacemos ?. Esta noche la gente querrá saber que vamos hacer. Harán preguntas y no se muy bien que tengo que contarles.

En comparación con el curandero, el grandullón de Encías es mucho mas expresivo. Tanto en su volumen, como su ritmo titubeante y en los gestos de su cuerpo, se aprecia la desesperación de quien intenta hacerse el fuerte delante de una situación que lo sobrepasa.

- Creo que Norte estará de acuerdo, junto con Avan, de que volveremos, solo seria necesario estar mas preparado. Ya sabemos lo que nos podemos encontrar allí. Sobre que le puedes contar...? Que retomaremos la búsqueda, que hemos vuelto por provisiones... por cierto, seria estupendo que nos pudieras abastecer, y que solo es cuestión de esperar, yo creo que con eso tranquilizaras un poco a los demás y le darás esperanza.

-Las minas no son seguras ... solo entrar nos atacaron lobos sombríos.- Le responde a Encías.

-Pero como comenta Jaesh, volveremos a allí dentro una vez estemos descansados ... tenemos que estudiar esas monedas.-

-¿Hay alguna biblioteca por aquí o algún sabio que pueda reconocer ese emblema?-

- Las minas no son seguras ... - Estas palabras son las que Encías negras no deseaba sentir, pero no tenia mas que enfrentarse a la realidad. Baja la mirada abatido. Seguramente pensando como le va a explicar al resto de los aldeanos que habrá que seguir esperando. No es hasta que Norte pregunta por algun "erudito", que vuelve a prestar atención.

Mi compañero Meldala es el hombre mas sabio que conozco.

En cuando el curandero descubre que las miradas se fijan en el, se excusa con una sonrisa y levantando las manos, como si esto no fuera con el. - Y ese "sabio" no ha visto en su vida este escudo de armas ... Ya lo dice el dicho; En el país de los ciegos, el tuerto es el rey.

Asiento a las palabras de Jaesh mientras observo como la joven hija del curandero abandona la casa. Aunque he intentado disimular, no he podido dejar de mirarla mientras estaba con nosotros. Espero que su padre no se haya dado cuenta, y si lo ha hecho, que no le haya ofendido.

- Claro que volveremos a entrar - digo finalmente rompiendo mi silencio - En realidad no hemos conseguido nada hasta ahora, y personalmente no me detendré hasta averiguar qué o quien está maldiciendo esa mina. - miro a Meldala expectante, aunque dibujo una mueca de decepción al escuchar su respuesta - Se trata de un emblema antiguo, por lo que tal vez no sea la persona adecuada - Vuelvo a mirar a encías - Quién es la persona más anciana del pueblo?