Partida Rol por web

Buena idea, al fín y al cabo el Tio Sam paga.—aquello no era del todo cierto, prefería pagar de su bolsillo y es lo que haría, pero el hombre parecía seguir tenso por tener que dar el dinero a una civil. —Sargento...creo que la burocracia tardará bastante en darle su pistola... bastante más del conveniente— apuntó la chica señalandole que tan solo tenían 30 horas.Lo mejor era ir a por Sor Madeleine y llegar a la estación.

-Encontraremos algo por el camino, señor.- dijo Derek mirando al sargento mientras guardaba su pistola -De todas maneras usted es capaz de matar al enemigo con sus manos.-

-No tengo planeado quedarme a dormir a la intemperie ni vagabundear por el desierto señorita Kaplan, asi que no se preocupe. Si en algún momento es necesario recurrir a la cantimplora le daré la mía. Lo mismo le digo Sargento, creo que vamos suficientemente armados para esta excursión, no quiero tener que perder ni un momento más. Así que pongamonos en marcha-les dijo el teniente a sus compañeros.

Thomas miró friamente a Claypole mientras entrecerraba los ojos y apretaba su mandíbula. Luego su gélida mirada pasó del soldado al cabo y dijo.- Ya entregaré ese dichoso papelajo, cuando yo y mi unidad estén muertos por falta de armas con las que defender a mis hombres. Gracias- comentó casí sin abrir la boca y sin dejar de apretar los dientes.

Luego, cuando el capitán les dijo que debían irse se giró hacia este y le contestó alto y claro.- ¡Señor, sí señor!- y salió por la puerta cargando con el material que le habían dado.

Me quedo atrasado unos metros mientras los demás se van, siempre se me ha dado bien el regateo, sin embargo los furrieles son muy suyos y hay que convencerlos.

- Cabo, está cometiendo un error, ¿Sabes quien es ese hombre?- le señalo al malhumorado Highway que se marcha- es el jodido Sargento Highway, has mandado al carajo a uno de los más cabrones de esta guerra, ten por seguro que cuando acabemos esta misión se acordará de ti- le señalo el nombre grabado en el pecho- vaya que si se acordará. Todos sabemos que esos putos formularios son una perdida de tiempo, tienes un trabajo excesivo que te aprieta las pelotas y entregar una pistola más o menos, nadie se daría cuenta, ya que tu dominas todo el cotarro.-dejo claro que el manda-.

Hago como gesto de irme de media vuelta.

-Todavía puedo alcanzarlo, si me das una de esas condenadas pistolas que acabaran en las manos de un niño de academia con galones nuevos; mientras piensas cuando volverá el cabrón de Highway para hincharte las cojones, te estoy haciendo un favor, te lo aseguro- espero con las cejas levantadas.

El resto de tus compañeros se alejaban cuando hablaste con el cabo. Después de escucharte atentamente, sacó la cabeza de detrás del mostrador para echar un vistazo al enorme sargento.

Cuando te giras dice en un susurro- Espera.- y saca de debajo del mostrador una pistola como la de Claypole y un par de cargadores.

En el último inventario sobró esta pistola, no sabía que hacer con ella hasta ahora. Seguro que el sargento le dará un buen uso.- Se dice antes de girarse para revisar una estantería que hay a su espalda, dejando la pistola y los cargadores sobre el mostrador sin nadie que los vigile.

Llegastéis a la puerta de la estación ferroviaria Gare du Nord media hora antes de la salida del tren, tiempo más que de sobra para comprar los billetes y subir al tren. Sor Madeleine llevaba solo cinco minutos esperando en la entrada principal.

La fachada completamente remodelada en 1860 era un claro ejemplo de la arquitectura típica de la revolución industrial, sorprendió a los americanos que nunca la habían visto anteriormente.

Una vez en el interior de la estación comprobarón la enorme altura de los techos que permitía que el humo negro que salía de la única locomotora de vapor que estaba en ese momento encendida, no ahogara a los viajeros que deambulaban por los andenes.

En la entrada me acerco al Sargento Highway, dando un par de pasos rápidos, poniéndome a la altura de los mandos de la misión.

-Mi sargento, tome- le tiendo la pistola que antes demandaba y dos cargadores, sonriendo- no hay nada que Samid no pueda conseguir- le digo sin poder evitar hinchar un poco el pecho- está en regla- añado, sabiendo lo estricto que es el sargento para determinadas cosas.

Sor Madeleine llegó a la estación cuando el resto de soldados llevaban ya unos minutos preparados. Se había retrasado preparándose y rezando varios Aves Marías para que el Señor le ayudase, el doctor le sugirió que no se preocupase, pero eso no entraba dentro de su manera de hacer las cosas, no podía evitar querer hacer las cosas bien, de ahí sus continuos dolores de cabeza... 

La monja, pues, se presentó con su hábito un bolso grande que lo llevaba a estilo bandolera y una buena pamela para evitar que el reducido espacio de la piel de su cara que el hábito dejaba al descubierto quedara expuesto al sol.

- ¿Estamos todos?- pregunto la monja contando a los presentes.

Daisy no había tenido tiempo de preparar un simple neceser, puesto que había acompañado a los soldados a que recogiesen sus cosas pero en menos de un día no tardarían demasiado tiempo. La joven sonrió a la monja y contestó antes de ir a la cabina de la estación.

—Estamos todos, voy a comprar los billetes

Encontrasteis rapidamente el mostrador donde vendían los billetes. Una señora de unos 50 años estaba sentada tras él, vestía completamente de negro, tal vez, pensasteis que sería debido al luto por perder un familiar.

¿En que puedo ayudarles? - os preguntó

Quería..2...4....7 billetes para el primer tren que salga para Reims,o para Frouad, el que llegue antes a su destino, por favor— dijo la chica con tacto sin mencionar su vestimenta, pues no sabía si era un luto o algún tipo de uniforme.

Thomas se detuvo y miró seriamente al soldado que le tendía la pistola. Pero cuando éste le dijo que estaba en regla relajó el semblante y cogiendo el arma le dijo.- Gracias soldado Johnson- dijo palmenándole la espalda, algo poco común en el sargento.

"Que pelota eres Samid." pensó Claypole mientras el sargento cogía la pistola. Derek prefería ir donde el templo druída ese, pero iba a acatar la decisión de la mayoría.

¿Cómo que para Reims o para Frourand?, el doctor les había dado permiso para Frourand no para Reims, ¿es que acaso pensaban estos giris ir de turismo...? no mientras ella fuera con ellos. Pensó la monja iracunda.

- A Frourand mesie, por favor- se adelantó Sor Madeleine a la ventanilla mientras le dedicaba una mirada ceñuda a la enfermera- debemos ir a Frourand no a Reims señorita Kaplan. 

De acuerdo, iremos alli, solo pensaba en el tiempo—se excusó la enfermera agachando la cabeza—30 horas es tan poco....

Derek mira al teniente mientras enarca significativamente la xeja izquierda.

Y nada más.

El teniente dejó que las mujeres comprasen los billetes puesto que él no entendía el francés y ellas sabrían que tren debía tomar o cual era la mejor ruta. En cambio se dedicó a pensar en lo que había ocurrido en los últimos días. En cómo les habían dejado marchar tan fácilmente, en como casi les habían acusado de traición y sobretodo en aquel sueño que había tenido pues no sabía si había sido un sueño o un recuerdo de lo vivido durante esas semanas que no recordaba. ¿pero como era eso posible?