Partida Rol por web

En una hora se pondría el sol por el horizonte, los últimos rayos del astro pegaban contras los tejados de la ciudad. Sólo quedaban dos horas para que se preparasen, darse un buen baño y perfumarse. Llegarían muy justos de tiempo a la recepción.

Sentía la necesidad de darme un baño, por alguna razón me sentía sucia y perdida. Me despedí de mis amigos con la mano y me adentré en las murallas del castillo junto a Mordred. Dejé a mi yegua en el establo, a cargo del mozo para que la refrescase y le diese de comer. Entré por las cocinas y pedí a las criadas que me preparasen un baño bien caliente.

Subí por las escaleras del servicio hasta la más alta de las torres para encontrar con Merlín. Estaba con la nariz metida en sus libros, por mucho que intentase hablarle, no me oiría. Me dirigí a mis aposentos, cuando el aroma del agua caliente con pétalos de rosa me inundó me deshice de toda mi ropa y entré en el agua para relajarme. Cerré los ojos y traté de sumirme en la soledad y silencio que me rodeaba pero sólo podía oír los gritos de la mujer apedreada.

Su regreso al castillo disto mucho de ser feliz,no solo se movieron en un silencio sepulcral sino que lo peor de la noche estaba aun por venir,una vez dentro de la ciudad se despidieron de galeas y lilyan para continuar junto a elizabeth su viaje rumbo al castillo, a veces mordred deseaba tener el tambien una casa en el pueblo en lugar de tener que pasar las noches en aquel castillo donde sentia que las mismas paredes lo escuchaban,no podia soportar la idea de tener que ir a una cena luego de lo que habian vivido pero su padre no concentiria que faltara no fuera cosa que aquella noche encontrara a una familia dispuesta a sacarcelo de encima.

Mientras elizabeth subia a ver a su padre mordred se dirigio hacia su habitacion con sus pensamientos como unica compañia, incluso sin madre eli no sabia lo afortunada que era de al menos tener un padre en quien confiar,el en cambio sabia de sobra que ni su padre ni su madre eran de fiar en ningun asunto.En sus aposentos tomo un baño de agua caliente como queriendo quitarse algun tipo de suciedad que simplemente no se iba, se cambio sus ropas por un traje de gala y fue a la habitacion de elizabeth para hablar con ella,sabia que las palabras no lo harian sentirse mejor pero en momentos asi necesitaba el calor de la mano de eli-elizabeth soy yo-dijo mientras entraba en la habitacion, sabia que ella podia estar bañandose pero no le importaba demasiado se conocian desde que eran niños y no creia que tuviese algo que no hubiera visto ya.

Los minutos se me echaron encima. Y el relax dejó pasó al sueño. Me había quedado dormida en el agua caliente entre pétalos de las más hermosas rosas. Cuando oí pasos vagamente me desperté creyendo que era una de las criadas pero al oír su voz me sobresalté. Tapé con las manos mis senos desnudos mientras me encogía para que no viera mi desnudez por completo, sólo distorsionada por el agua.
-¿Qué creéis que hacéis? -pregunté malhumorada.- ¡Qué seais el hijo del rey no os da permiso para entrar y salir de las alcobas de las damas!-Le salpiqué con el agua con mis manos tratando de espantarlo- No soy una de vuestras rameras, ¡fuera!-le ordené mientras volví a cubrirme con las manos.

Tan pronto como entro en la habitación de elizabeth el familiar olor de su perfume mezclado con pergamino le llego a la nariz. A diferencia de las habitaciones de mordred las de eli eran un derroche de lujo y personalidad llena de brocados y ribetes de seda rosada con una cama de dosel y almohadones de damasco.Las de el por el contrario eran sencillas y sin detalles con un escritorio y su armario por todos muebles además de su cama, jamas había sentido que el castillo era su hogar y por consiguiente no había echo esfuerzo alguno por cambiar aquel sentimiento.
Lejos de alegrarse eli lo recibió con una sarta de gritos y maldiciones mientras le tiraba agua al tiempoque intentaba cubrirse, mordred solo río al verla actuar como una doncella mojigata-tenéis razón no sois una ramera- dijo mientras se corría para esquivar la salpicadura al tiempo que tomaba una toalla para defenderse de futuros ataques-a ellas tengo que pagarles, mientras que vois lo hacéis gratis-le contesto mientras se colocaba detrás de ella para sacarla por las axilas de la bañera antes de envolverla con la toalla-listo ahora vuestro honor de dama esta a salvo-le dijo al oído mientras la estrechaba contra su pecho mientras aspiraba el dulce olor a limpio de su piel, no pretendía llegar a nada pero siempre lo reconfortaba sentir la piel de elizabeth contra la suya.

Por un momento pataleé y chillé pero fue en vano.

Ese abrazo tan cálido me domó y toda mi furia desapareció. Posé mi mejilla contra su pecho mientras sentía su respiración y el latir de su corazón. Cerré los ojos y disfruté de esos momentos que aunque cortos eran lo más parecido que tenía a una familia.
Envolví la toalla más prieta contra mi cuerpo y me aparté de él.
-No tenéis que pagar a las criadas con las que retozáis -le respondí suavemente. Tenía la respuesta pero me había cogido desprevenida y toda la furia se había desvanecido.

Posé mi mano sobre su mejilla y le miré fijamente a los ojos.
-Ahora... fuera. Tengo que vestirme -le pedí amablemente.

Todo el malhumor de elizabeth parecio desvanecerse en el aire tan pronto como mordred la atrapo en sus brazos,en aquella posicion facilmente podria haber deslizado una mano para tocar su trasero pero contrario a su costumbre se limito a sostenerla alli con gesto protector mientras sentia la calidez de su rostro contra su corazon.Cuando finalmente se separaron el humor de mordred parecia estar mejor y habia una sombra de sonrisa en el rostro,sin importar cuan duro fuera el dia no tenia mas que abrazarla para sentir que estaba en casa o al menos lo mas parecido que tenia a ella-eso no es mi culpa,ellas son las que se meten en la cama sin mi permiso-le contesto protestando debilmente antes de girarse para que elizabeth pudiese al menos ajustarse la toalla.

Una vez se lo pidio no hizo falta repetirlo-os estare esperando-le dijo como ultimas palabras mientras extendia su mano para acariciar el cabello y la mejilla de eli antes de salir del baño, si alguien los viera asi podria pensar que eran novios.

Mientras esperaba en la habitacion mordred decidio darle a elizabeth una ultima sorpresa, se puso una roza de un florero entre los dientes y quitandose las botas se recosto en la amplia cama de dosel en una pose sugestiva como si fuera un hombre esperando a su amante.

En cuanto se alejo de baño, deje caer la toalla hasta los pies. Me mire en un espejo y recordando las manos de mordred rodeandome no pude evitar ruborizarme. Mi cara torno a color rojo. Y sacudila cabeza molesta por reaccionar asi. Tome otra toalla y envolvi mi rubia melena en ella. Y me dipuse a salir de aseos desnuda.
Pero cuando lo vi ahi tirado sobre la cama, con una rosa entre los dientes y yo completamente cueros chille. Y tan pronto como chille una rafaga de aire aparecio y brutalmente lanzo por los aires a Mordred hasta estrellarse contra la puerta cerreda.
- te dije que te fueras - le grite mientras me tapaba con la toallaque habian humedecido mis cabellos. Me dirigi a la puerta. La abri y otra rafaga de aire aparecio lanzado al pobre Mordred hasta l otro lado del pasillo
Me asome para ver que seguia vivo pero en esos momentos no me importaba mucho. Le eche la lengua y le dije:
-Para que aprendas la leccion. Y cerre la puerta de un solo golpe furiosa

Su pequeña broma no fue muy bien recibida aunque en su defensa tenia que decir que no esperaba que elizabeth saliera del baño completamente desnuda, al verla asi con su piel aun brillando por la humedad el solo atino a levantar una ceja como toda señal de sorpresa antes de sentir como el viento lo lanzaba contra la pared como si no pesara mas que un muñeco de trapo.

Aun aturdido por la repentina golpiza mordred intento levantarse para balbucear alguna disculpa pero antes de darle tiempo a nada eli abrio la puerta y volvio a utilizar aquel brutal viento para enviarlo volando hasta el fondo del pasillo no sin antes sacarle la lengua como si aun fuera una chiquilla-que caracter,si sigue asi la vida de casados sera dificil-dijo el bromeando para si mismo mientras se frotaba la cabeza donde estaba seguro que le saldria un buen chichon,aunque pensandolo bien quizas fuera para mejor,cuanto mas feo estuviera menos tiempo tendria que pasar viendo desfilar a las chicas que lo querian por esposo.

Luego de sacudirse el polvo y alisar un poco su ropa mordred volvio hasta la puerta de la habitacion solo que esta vez se sento junto a la puerta esperando a que eli saliera,despues de todo sus botas seguian alli adentro.

Abrí el armario y dejé el nuevo vestido sobre la cama. Sequé mis cabellos mientras murmuraba para mi palabras de maldición hacia Mordred.
Abrí la puerta para llamar a una criada que me ayudara a peinar cuando lo vi sentado junto la puerta.
-¿Qué hacéis ahí Mordred Pendragon? -le pregunté, llamándole por el apellido de su padre.- Buscáis más palizas.

Mientras esperaba alli sentado mordred podia oir los murmullos de los nobles que estaban ya congregandose para cenar en el castillo aquella noche,entendia que mantener buenas relaciones con su gente era importante pero organizar cenas con baile todas las noches parecia un despilfarro de dinero aun cuando se encontraban en una epoca de prosperidad,lo peor de todo aquello era que su padre ni siquiera intentaba disimular el echo de que una de las razones para la asiduidad de aquellas cenas era encontrar una prometida para el.Si bien el era el unico heredero(o al menos lo mas parecido a uno) no entendia que se le habia metido a su padre en la cabeza que buscaba tan vehemente una esposa para el, en alguna parte de su fuero interno mordred sospechaba que su padre suponia que el era el amante de elizabeth o lilyan y antes de que tuviera posibilidad de rebelarlo queria ponerlo a buen recaudo con una familia noble para poder asi olvidar la mancha que suponia tener un hijo bastardo que se la pasaba entre otros de su misma clase.

Cuando eli finalmente abrio la puerta se veia radiante con su vestido aunque su cabello aun estaba mojado y sin forma-shhh,no digais ese nombre o alguien podria enterarse-dijo mientras le tapaba la boca como finguiendo que era un gran secreto aun cuando la mitad de la corte lo sabia-ademas vengo por mis botas,pero sin aun estas enojada-dijo mientras le rodeaba la cintura y empezaba a besarla en el cuello-tendre que convencerte para que cambies ese ceño fruncido-dijo mientras una de sus manos ascendia para acariciar las hebras doradas que formaban el cabello de elizabeth,sabia que podia terminar otra vez tirado contra el muro pero preferia intentar quitarle el mal humor a eli de otra manera.

Me quedé quieta entre sus brazos, sentía sus labios en mi cuello mientras cerraba los ojos dejándome conquistar. Volví a la realidad un instante después y me aparté suavemente de él, cerré la puerta y me interpuse entre ella y Mordred.

-No juegues conmigo, Mordred- le avisé- ¿No querrás romper el corazón de una bruja? -Di un paso al frente, acercándome a él- Ya viste que le pasó a Arturo cuando dejó a Morgana.

Lo esquivé y me acerqué a mi cama con dosel. Cogí sus botas y se las tiré a los pies.

-Ahí las tienes, a no ser que vayas a peinarme -decía mientras me sentaba frente al espejo del tocador- será mejor que te vayas -Y comencé a cepillarme el cabello una y otra vez. 

Cerré los ojos e imaginé a una madre amorosa peinando mis cabellos, haciéndome trenzas, diciéndome lo hermosa que soy y lo mucho que nos parecemos. Un beso en la frente y otro en la coronilla. Y las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas. Abrí los ojos y vi el reflejo de una mujer que se encontraba justo detrás de mí. Mis cabellos estaban peinados y posó su mano sobre mi hombro, yo dejé mi mano sobre la suya con cuidado y al darme la vuelta desapareció. Sólo estábamos Mordred y yo.

Me levanté sorprendida por todo lo ocurrido. Me limpié la cara con el dorso de la mano y me quedé mirándole con una sonrisa triste dibujada en mis labios.

-¿Sabes lo más triste? Qué lo más parecido a una madre para mí ha sido Ginevra, quien guarda un profundo odio hacia mi persona. -Mi sonrisa se borró- Si no le da un hijo a Arturo en breve, pedirá la anulación de matrimonio y yo acabaré en su cama.

Con cada beso mordred podia sentir la calida piel de elizabeth raspandose contra sus labios, aquel aroma que solo ella poseia le llenaba las fosas nasales,el hubiese continuado de aquella forma pero elizabeth se alejo cerrandole la puerta-sabes que no seria capaz de hacer nada que te lastimara-le dijo mientras acariciaba su mejilla antes de que ella volviese a retirarse.

La relacion con elizabeth siempre habia sido mas dificil que con lilyan,de algunas forma aquellas bromas sobre amores y encuentros siempre parecian llegar un paso mas alla con ella, luego de tanto años ya resultaba dificil ver donde acababan los chistes inocentes y donde empezaban las verdades que no se atrevia a decirle a la cara,no queria lastimarla ni crearle espectativas pero el mismo no estaba muy seguro de cuanto de sus sentimientos de proteccion eran amor fraterno y cuanto era algo mas profundo.A veces parecia que su padre podia tener razon en buscarle una esposa,su vida seria sin duda mas facil si no tuviera que estar constantemente tambaleandose en aquella zona indefinida de afecto donde se encontraba eli.Cuando la vio llorar sintio el impulso de ponerle una mano en el hombro pero solo se quedo alli esperando a que se deshaogara,le partia el corazon pero al menos sabia que ella confiaba en el como para llorar en su presencia-antes me casaria contigo que dejar que ese viejo hipocrita te ponga un dedo encima-le dijo mientras la tomaba por la mano y la apretaba una vez mas contra su pecho en un abrazo reconfortante,no sabia que tanto podia influir en aquella descicion pero estaba dispuesto a pelear con uñas y dientes antes de ver a su padre con su mejor amiga-sera mejor que nos vayamos a la fiesta o vendran y nos encontraran ahogados en lagrimas-dijo mientras se separaba y le ofrecia el brazo a elizabeth para llevarla al salon,sabia que se llevaria un buen escarmiento por presentarse con una mujer tomada de su brazo pero el bienestar de elizabeth le preocupaba mucho mas que los regaños de su padre.

-aun faltamedia hora y nuestros amigos no han llegado -di un suave respingon.- Lo se. Lo se. Eres el invitado de honor. - accedi a su peticion. Pero no dije nada de lo anterior. No debria haber dicho nada. Los pllanes que merlin y arturo tenian para mi debian quedar entre nosotros. Si, sin duda debia mantenerme calladita.
Me cogi de su brazo. Me parecia uun joven tan inocente en medio de las tramas de este reino. Si hablase... sobre el futuro de Galeas o de LiLyan, el que habia pensado Arturo para ellos. Pero no dije nada. Ya habia dicho mucho.
Abri la puerta y salimos de mi alcoba. Por un instante oi mi nombre y me gire. Una mujer de incalculable belleza me miraba desde el espejo. Poso su dedo indice sobre sus labios en señal de silencio. Asenti y cerre la puerta

Luego de algunas protestas un tanto débiles elizabeth finalmente acepto ir con el, su ultima observación había quedado sin respuesta lo cual le causo muy mala espina a mordred, elizabeth no era del tipo de persona que se guardara sus opiniones pero si ella no quería profundizar debía tener sus buenas razones. A veces olvidaba que incluso los bastardos como ellos eran piezas en el juego de la corte, sin feudos sin títulos y sin nada a menos que sus padres así se lo permitieran, ellos creían ser libres pero no eran mas que perros con cadenas cortas listas para ahorcarlos si querían olvidarse de aquel echo.
Mientras caminaban juntos hacia el comedor mordred sintió un escalofrío repentino y vio como elizabeth se giraba pero al mirar en aquella dirección solo vio un espejo que le devolvía su propia mirada confundida-te juro que uno de estos días le voy a retorcer el pescuezo a esa bruja-dijo aun sabiendo que lady pentrose oía todo lo que decían. Dentro del consejo privado de su padre el miembro menos querido era marian pentrose también conocida como "la araña", a pesar de que muchos sospechaban de sus capacidades mágicas arturo la protegía pues ella usaba su don para saber que hacia y decía cada persona dentro del reino e incluso mas allá.

-Ha sido cosa de Arturo, queria comprobar que no mancillas mi cuerpo con tus manos impuras -le respondi medio en broma, medio en serio.
Y en mi cabeza pude oir una voz que susurraba mi nombre. Un escalofrio recorrio mi espalda. Me aparte suavemete de Mordred delizando mi brazo del suyo hasta quedar nuevamente libre.
-Esto... debo irme -dime atragantada. Todas las mentiras se me hacian un nudo en la garganta.-Alguien necesita de mi presencia-explique-Ve llendo tu, cuando lleguen nuestros amigos, recibilos con el gran anfitrion que eres.
Recogi la parte delantera de mis vestidos y me eche a correr a toda prisa por el pasillo en direccion contraria a la fiesta

Mientras caminaban hacia el comedor la aprension de elizabeth parecio disminuir un poco luego de aquel extraño sentimiento,incluso se atrevio a bromear diciendo cosas que incluso parecian algo que saldria de la boca de su padre.No era ningun secreto que el y arturo no tenian la mejor de las relaciones lo cual solo hacia mas divertido el echo de ver como el viejo idiota trataba inutilmente de producir un heredero que nunca llegaria, en cierto sentido era ironico que la causa de que no pudiera tener hijos fuera tambien la que mas se beneficiaba de aquel echo.Una vez el estuviera en el trono su madre podria volver a ejercer la magia con libertad confiada en que su hijo regresaria britannia a sus antiguos metodos simplemente como otra forma de venganza.

Pero todos aquellos pensamientos tan hermosos se vieron abruptamente interrumpidos cuando eli se deslizo de su lado para empezar a balbucear una excusa,si habia algo que a ella no le faltaba eso era capacidad para la actuacion por lo que aquel intento tan torpe por engañarlo no hacia mas que disparar todas sus alarmas, no entendia que cosa podia tenerla tan mortalmente asustada pero no pensaba permitir que quien estuviera haciendo aquello campara a sus anchas sin que el lo supiera-no te preocupes,estaremos todos esperandote con los brazos abiertos-dijo besandola una ultima vez en la mano antes de ver como ella se alejaba con el felizmente ignorante de lo que sucedia-te falta mucho para poder jugar conmigo padre-penso mientras su magia entraba en efecto,el pequeño beso que le habia dado a elizabeth habia dejado una pequeña marca negra que se convirtio en una minuscula araña que se colo entre los plieges de su manga donde nadie podria verla,ahora tenia oidos alli donde ella fuera sin que nadie se enterara.

En su camino al salon tenia una discreta sonrisa en el rostro la cual se mantuvo en cuanto llego alli y empezo a socializar charlando alegremente con los nobles que vivian en el castillo y se encotraban ya en el salon,nada mejor que mesclarse con la multitud para mantener la atencion lejos de el.

Bajé a toda prisa por las escaleras del servicio. Crucé por la entrada y me dirigí a las mazmorras, allí podía escuchar a los desgraciados pidiendo misericordia y diciendo sandeces al ver a la única mujer que pasaba por allí, es decir, yo. No hice caso,  simplemente pasé como si fuera una suave brisa de verano, sólo un borrón pasajero.

Conseguí distraer a los guardias con mi magia y pasé por delante de ellos, sin que se dieran cuenta. Y seguí descendiendo. Estaba bajo el castillo a bastante profundidad. Tomé una antorcha y llegué hasta una caverna donde el viento sacudió mis cabellos, despeinándome.

-IDIOTA, TE ATREVES A TRAER UN ESPÍA ANTE MÍ -gritó una voz ensordecedora en la cueva sin apenas luz. 

-No se a que te refieres. Aquí sólo estoy yo -le respondí con todo el respeto pero confusa.

-¡¡MENTIROSA!! -rugió la voz, una violenta ráfaga me hizo retroceder con la fuerza que me azotó. Una dragona salió de un lugar oscuro para posarse ante mí- Huelo la sangre de la bruja en ti. -La miraba sin entender. La dragona sopló fuego hacia el techo molesta- Cuando vuelvas sin espías, hablaremos de lo que tengamos que hablar -y concluyó nuestro diálogo. Alzó el vuelo y se perdió en la oscuridad de la cuerda mientras rechinaban sus cadenas.

En aquel momento mordred parecía el alma de la cortesía, saludaba a todos los caballeros y le regalaba un beso a todas las damas. Su misterioso buen humor no tardo en atraer a una bandada de cotorritas que muy pronto estaban revoloteando alrededor de el sirviendole vino y riendo como idiotas de sus chistes mientras mas de una lo miraba con ojos soñadores esperando que el la eligiera como su amor, aquellas niñas le proporcionaban la cobertura perfecta alejandolo de ojos indiscretos al tiempo que le permitía moverse sin temor a perder su tapadera.
Las cosas estaban fluyendo suaves como la seda como un refrescante cambio de aire, muy pronto sintió una presencia junto a elizabeth y sonrió sin proponerselo, al fin sabría quien estaba presionando a eli.
Pero antes de que pudiera regodearse por su astuto plan sintió un golpe mágico tan fuerte que literalmente lo sentó en su silla por el repentino dolor de cabeza, luchando por no demostrarlo mordred apenas alcanzo a escuchar unas palabras inteligibles antes de que su familiar literalmente se desintegrara a causa de aquella monstruosa energía, lejos de hacerlo sentir mejor ahora mordred estaba todavía mas preocupado, a quien conocía elizabeth que tuviese aquel poder tan terrible

No entendía que había ocurrido. La dragona dorada parecía demasiado enfadada como para explicármelo. ¿En que la había ofendido? Me di la vuelta y volví por donde había venido. Dejé la antorcha en su lugar, esquivé los guardias, ignoré a los presos y ascendí escaleras hasta llegar a la entrada. 

Sacudí mis ropas y me dirigí al gran salón, lugar de recepción. Cuando llegué busqué con la mirada a mis tres amigos pero no veía a ninguno, hasta que me encontré a Mordred sentado en una silla mientras un montón de cortesanas trataban de animarle con sus palabras.

-Queridas señoras -les dije al ponerme a su lado- sus hermosas caras han hecho que el joven Mordred se embriagara de tanta belleza como si de vino se tratase. -Me acerqué a más a él y comencé a abanicarlo con un abanico que había por allí- Será mejor que lo dejemos reposar para que vuelva a recuperar fuerzas.

Todas ellas picaron y se fueron una a una entre risitas, encantadas de mis palabras. En cuanto se habían ido me volví a mirarlo con cara de preocupación.

-¿Estáis bien, milord?