Partida Rol por web

Impo y Wolf abandonan al grupo en el claro, y desaparecen por detrás del carruaje, donde empieza un sendero que desciende por la ladera del acantilado hacia el lago. La pared del acantilado no es recta, si no que tiene una pendiente poco pronunciada, lo que hace que la distancia entre el claro y el lago sea larga, pero fácil de descender. Toda la pared del acantilado está lleno de matorrales bajos, de un metro y medio aproximadamente, y aunque eso si, están muy juntos unos de otros, por lo que si se mira tanto desde arriba como desde abajo, no se consigue ver el suelo de lo espeso que se encuentra. 

Mientras descienden, ven que el lago puede tener varios km de largo, todo ello rodeado por el mismo tipo de paredes como la que están descendiendo. Y que también se pierde el agua tanto por el lado derecho, como por el izquierdo, entre recodos de faldas de las montañas y montes que sirven de presa al lago. Por ningún lado se ve algún asentamiento o pueblo.

Al llegar a la orilla del lago, hay una distancia de unos 12 metros entre la vereda y el agua. Y esa misma distancia se mantiene al menos hacia la derecha. Hacia la izquierda, el terreno es más abrupto y el agua del lago llega hasta la falta de la montaña.

Mientras vamos descendiendo por la ladera, me tomo unos segundos para mirar el paisaje. Es bueno ver algo lindo entre tanta tragedia. Pero no parecía haber nada importante cerca del lago, haciendo una vista general. Apresuro el paso para alcanzar a Wolf que se me está adelantando, y lo acompaño en silencio. No parece tener mucho humor para hablar, y siendo que soy quien más estorba en el campamento, prefiero dejarlo tranquilo. Cada cierto tiempo dirijo mi vista hacia la "pared" del precipicio, tratando de reconocer alguna roca para matar el rato en la caminata.

Una vez llegamos a la orilla del río, miro para ambos lados, pero, como se vio desde arriba, parecía no haber nada. -¿Qué deberíamos hacer, Wolf? No parece haber nada. ¿Nos dividimos o hacia dónde vamos?- le pregunto a mi compañero, que ciertamente debería ser más experimentado que yo en el tema.

De repente, el silencio se rompe por el grito de una mujer, proveniente del claro.

Wolf Levanta una ceja y mira hacia arriba, es imposible que ya estén en problemas, apenas ha pasado tiempo. Tengo claro que no voy a volver. Sólo uno de los dos caminos parece transitable, así que me dirigo hacia la derecha, quiero dar un par de curvas antes de confirmar que no hay nada en ninguno de los entrantes de agua que tapan las zonas de tierra que más se adentran en el agua.

-Vamos a mirar por la derecha, aunque sea dos o tres curvas, no sea que haya algo escondido, nos llevará poco tiempo- no le doy importancia al grito a menos que reconozca que es de su madre, los jóvenes siempre tan revoltosos.

Volteo inmediatamente para intentar escuchar mejor el grito. En cuanto termina, miro a Wolf. -¡Tenemos que regresar! Creo que ha sido mi madre- le digo, sin ocultar mi cara de preocupación. -Podemos revisar el lago después, no irá a ninguna parte-. Me quedo mirándolo, en espera de su reacción, pero listo para emprender el camino por la ladera.

Siendo su madre, no queda otra que regresar, pues la cabeza te juega malas pasadas y seguro que ha sido una tontería o un susto de algo.

-Vamos- asiente a su compañero de investigación, y ponemos rumbo de nuevo al Claro. Por lo menos tenemos algo de información de como está el lago distribuído.

En cuanto escucho el "Va..." empiezo a correr hasta el claro, a ver qué pasó

Corro por el sendero como si me fuera la vida en ello. Las lágrimas me impiden ver bien, pero no tengo tiempo de limpiarme los ojos. Tenía que encontrar a mi hijo. Tenía que estar con él. No podía permitir que le pasara nada sin estar yo presente. Ya había sufrido muchas perdidas y si le pasaba algo, no me lo perdonaría en la vida. Cual fue mi sorpresa que lo veo junto a Wolf, dirigiéndose hacia el claro. Sano y salvo. Sin ningún piel verde persiguiéndole. La alegría fue tan fuerte que ahora no sabía si lloraba de angustia, miedo o alegría.

Cuando lo alcanzo, me fundo en un abrazo con él.

¿¿?? -Ma...- balbuceo al ver con confusión a mi madre corriendo hacia nosotros. -¿Madre? ¿Qué ha pasado? ¿Qué haces aquí?- digo, respondiendo el abrazo de forma incómoda, al no entender qué está sucediendo.

Con lágrimas en los ojos, se me amontonan las palabras en mi boca, mientras me separo de mi hijo y le sujeto por los hombros.

- ¡Un piel verde! ¡Casi me mata! ¡Nos atacó cuando estábamos allí! ¡Fue horrible! ¡Tuve miedo de que te pasara algo! ¡Estaba perdida! ¡Tenía que verte! ¡Tenía que estar contigo! ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo?

¡Un piel verde! -¡Carajo!- Miro a Wolf rápidamente, como diciendo "¿y ahora?" y vuelvo a mi madre. -Yo estoy bien. ¿Está aún allí el piel verde? ¿Cómo están los demás?- Le doy otro abrazo y le sobo en la cabeza, intentando calmarla un poco

Me separo de Impo para hablar, mientras muevo nerviosamente los brazos y gesticulo exageradamente.

- ¡No lo se! ¡Yo he venido corriendo hacia aquí! No... no he visto nada más. Venía detrás de nosotras, y salí corriendo. ¡Tenía que verte!

Wolf escupe al suelo, maldita sea, no podemos dejarlo vivo y que se escape, como dice el dicho, cuando ves a un piel verde, 100 más están cayendo del cielo.

Mira por encima del hombro por si aparece sendero a abajo, si no es así con las armas preparadas sube hasta el claro. La mujer se ha preocupado demasiado por un sólo orco, no concuerda con la historia de coraje que el viejo trampero tenía en mente de ella.

Vuelves por tus pasos hacia el lago. La noche se está haciendo y la luna, que ha ocupado el lugar del sol, se refleja en las aguas cristalinas del lago, ahora de un color negro oscuro. 

Wolf anda refunfuñando por lo bajo, está bordeando al lago buscando pequeñas conchas, ostras, también busca material para hacer una nasa y pescar algo en el lago. De lo que refunfuña es sobre todo llamando inconscientes a los del carro, es sorpréndete lo rápido que se va todo a la mierda, cuando se junta tanta gente, recuerda porque se fue al bosque a vivir. Todos tiene un opinión de cómo se hacen las cosas, se piensan que están de acampada, mientras unos buscan leña, otros calientan los azucares al fuego, bah. Escupe al suelo y se queda de cuclillas mirando el lago.

La superficie está tranquila, cuando la guerra azota un territorio la caza, corre, se esconde o en el peor de los casos muere, por eso es muy difícil hacerse con comida, sin embargo bajo la superficie todo es distinto, a los peces poco les importa los incendios y saqueos, de hecho con menos pescadores ellos están mejor, incluso puede que haya más pesca.

Refunfuñando vuelve a levantarse y sigue buscando comida, ¿será que ya está viejo para estar con más gente? cuanto es un número permitido para él, ¿tres? ¿Quizás cuatro? Todos los que conocía están muertos, para que hacer amigos nuevos si pueden morir también. Pero por otro lado la soledad es un poco aburrida, últimamente le está martilleando la idea que si muere solo, nadie le va a enterrar, puede que se lo coman y nadie se dé cuenta nunca que existió. ¿Puede ser que este viejo lobo todavía quiera estar en manada? mascullando maldiciones sigue cogiendo comida para hacer un fuego más tarde y comer. Aunque no quiere admitir la respuesta, sabe que no dejará a su suerte a aquel grupo.

Todo en el lago es tranquilo y apacible. La oscuridad no lo es tanto con el brillo de la luna tras un cielo despejado. A lo lejos, se puede ver la ciudad, o al menos, lo que parece ser la ciudad. Una gran cantidad de fuego y humo que se alza al cielo. Un vistazo a las montañas que rodean al lago se puede apreciar que no hay candelas que indiquen asentamientos tanto de pieles verdes, como de otras razas. Y si las hay, han sido tan prudentes como para no encender fuego. Una mirada a la cima del acantilado, y se puede ver una columna de humo, procedente del claro. 

En medio de la nada, la tranquilidad es absoluta. Wolf encuentra una barca pequeña, para dos o tres personas, y dentro, hilo de pescar y algún que otro utensilio viejo y estropeado que bien pudiera servir para coger algo. Un par de remos, llenos de moho y húmedos dentro de la barca. A pesar de estar en tierra y medio volcada. La distancia con respecto al agua era pequeña y fácilmente alcanzable por una persona. Un vistazo detenido, y parece ser que no tiene ningún desperfecto.

Wolf mira hacia lo alto del acantilado y niega con la cabeza. ¿Han encendido un fuego?, tal como había pensado antes, se creen que están de acampada. Se aleja de allí, con un leve remordimiento en la cabeza que los está abandonado. ¡Vamos Viejo, pero si no los conoces de nada!

Por fin encuentra sus frutos, una barca abandonada. Pescar por la noche es una actividad que lo hacían los solteros aquellos cuya vida no se regía por el resto, y llegaban a primera hora al mercado con pescado fresco. Ahora mismo para Wolf no significa nada estar despierto o dormido, así que con el cuchillo coge un poco de cebo de los acomodados crustáceos de las rocas y pone el bote en el agua con esfuerzo. Lo deja unos minutos en el agua esperando a ver si llena de agua o no, no parece que haya ninguna fuga. Así que se monta y rema hacia el centro del enorme lago, en silencio y sin ninguna luz.

La barca se mece de manera hipnótica en el agua. Todo estaba oscuro, iluminado por la luz de la luna, que se filtraba a través de las nubes altas de la noche. Pronto observó que el fuego del claro se apagó y una hilera de humo donde antes estaba, comenzó a subir hasta desaparecer poco después. Todo estaba tranquilo.

Ver el fuego apagarse me tranquiliza, no tendría que preocuparme de esos tontos, pero lo hago sin poder evitarlo. La barca aguanta bien, sigue seca por dentro, con lo cual es lo único bueno que le ha pasado hoy, intenta acomodarse en el bote con las manos detrás de la cabeza, había pensado pescar, pero tiene que reconocer que está muy cansado, voy a cerrar un poco los ojos, es lo que piensa mientras se deja mecer por el movimiento del lago.

Está a una segura distancia de la orilla, así que haciendo caso omiso de su estómago que protesta por no llevarse un bocado antes de acostarse, se deja dormir, confiado que está protegido por la oscuridad y el agua.

Amanece y te encuentras en la barca, a pocos metros de la orilla, pero no en el lugar donde estaba cuando habías cerrado los ojos, si no unos doscientos metros más al sur. Aún así, reconoces la zona perfectamente. No estás tan lejos, el movimiento del agua en el lago es calmada y eso ha permitido no moverte mucho de tu punto de origen. Miras al cielo, y sigues viendo nubes altas, pero esta vez densas. Dejan pasar la luz del sol, pero parece como si hubiera un filtro de papel en el cielo. No crees que pueda llover, pero el efecto bochorno que provoca es alto.