Partida Rol por web

El buque navega sobre la superficie aceitosa durante varias horas, en las que la tripulación parece relajarse e incluso os dejan sentaros en cubierta, teniendo una vista perfecta de aquel extraño paisaje de la Luna.

Durante todo ese tiempo, no se ve nada ni a nadie, estáis totalmente solos en la inmensidad del oceáno de aceite. Hasta que por fin el paisaje cambia y a lo lejos véis una montaña, bueno, más bien una colina, bajo la cual hay un puerto negro y retorcido que os recuerda a una sombra sacada de una pesadilla en el que hay amarrados cuatro barcos negros como el carbón.

Tras el puerto retorcido hay una ciudad que se va haciendo más grande y nítida conforme avanzáis hacia el puerto. Es un horrible conglomerado de torres y edificios grises todos ellos retorcidos, distorsionados, templos extraños que se parecen a los templos Maya y Azteca, a las afueras de la ciudad a la derecha e izquierda, se ven sendos bosques de hongos que os recuerdan a champiñones gigantes de formas obscenas y colores azulados y morados.

Cuando el barco entra en el puerto, véis que hay una red de callejuelas en la que hay hombres de Leng totalmente desnudos y unas extrañas bestias blanquecinas parecidas a sapos sin ojos con una masa de tentaculillos rosados que les salen de los morros chatos y poco definidos.

La ciudad está atestada de estas bestias y de Hombres de Leng por todas partes, debe de haber cientos o quizás miles de ellos. Os quedáis petrificados.

Pero que clase de artefacto era éste que podía volar como navegar, ¿acaso estábamos teniendo contacto con seres de otro planeta con una inteligencia muy superior a la humana pero de un corazón carente de sentimientos? poco podía pensar viendo todo aquel panorama que nos envolvía en un ambiente nunca visto.

Cuando llegamos a la ciudad nos encontramos que estaba repleta de aquellos seres desnudos y unas criaturas horrendas que estaban por toda la calle, más me apoyé en mi determinación de ayudar a los doctores y de esa forma pude conservar la cordura en este mundo de locos.

Después de la pesadilla de viaje por el espacio con esas criaturas enormes acechando pensé que ya me sentía mejor y era capaz de digerir lo que me contaban los sentidos. El negruzco mar no era algo que fuese capaz de entender, pero era más razonable que viajar entre planetas en un barco.

Cuando llegamos a la ciudad y veo las familiares formas de las culturas precolombinas confío en encontrar algo familiar entre ellas pero las dantescas criaturas informen me devuelven de nuevo a la pesadilla en la que vivimos (¿?) desde que caímos por ese oscuro pasaje al infierno que constituía aquel pozo de la ciudad perdida.

Me alejé inconscientemente hacia atrás, tratando de apartarme lo más posible de esos monstruos, mi visión desfallecía y volvía, como un mareo intermitente que me hacía aferrarme a lo que tenía al lado para asegurarme que me encontraba en un sitio real, y no flotando por las oníricas ilusiones de un sueño.

Roger estaba desorientado. Todo aquello estaba minando su ánimo y su raciocinio estaba desapareciendo por momentos. El viaje en aquel barco estaba haciendo sus efectos: Roger se sentía impotente y no sabía como reaccionar a semejante abanico de aberraciones.

—¿Qué es este lugar? —preguntó al que suponía como capitán.

Estaba abatido y no esperaba respuesta pero tenía que intentarlo. Se sentía como un títere y todavía no sabía quien movía los hilos.

Tras vuestro asombro inicial, empezáis a temblar descontroladamente, todos menos Roger, quien parece no afectarle la visión de tan horripilantes seres y se dedica a tatarear una vieja canción.

Un grupo de algo menos de una docena de esas asquerosas bestias, sube a bordo al amarrar el barco, tras una breve discusión en una jerga inteligible con el jefe de los hombres con cuernos, las bestias se acercan y os levantan en peso, cargándoos como fardos al hombro.

Sois transportados desde el barco al muelle, desde el muelle a la calle que circunvala el puerto y desde el puerto hasta uno de los edificios cercanos de mayores proporciones, sin ventana de ninguna clase, en el que al entrar notáis un frío intensísimo y os dáis cuenta de que el edificio entero está forrado de una piedra blanca brillante que nunca habíais  visto. Os transportan a lo largo de un estrecho pasillo y cada uno depositado en una celda totalmente oscura, aunque por lo menos, no os han atado.

Allí estábamos siendo zarandeados por aquellos seres que parecían sacados de nuestras peores pesadillas, ellos y esas horribles bestias.

Nos pusieron una bolsa en la cabeza y nos cogieron como sacos para trasportarnos hacia algún lugar, era mi peor sueño si ésto fuese un sueño pues no podíamos escapar ¿hacia dónde íbamos a dirigirnos? sabiendo que no teníamos escapatoria con aquellos dos enemigos que se aglutinaban en las calles.

Ahora nos metían en un edificio y tras recorrer un estrecho pasillo nos depositaban a cada uno en una celda sin ser atados algo habíamos sacado de todo aquello, pero no había luz... esperé que nuestros secuestradores se marchasen para tantear las paredes y la puerta por si encontraba algún medio para escapar aunque nuestra salida sería igual de infructuosa...

El miedo y el asco se mezclan cuando soy transportado por esas repugnantes criaturas. Sin posibilidad de defenderme me resigno y resistiendo las ganas de vomitar que me produce su contacto espero a que me dejen en el suelo. La fría y oscura celda parece ser nuestro nuevo cautiverio, y tras unos segundos de reflexión para tranquilizar mi mente, voy palpando la habitación con una mezcla de deseo y miedo de encontrar algo.

Otra vez cautivo. La cosa empezaba a ser una norma pero por lo menos seguían vivos. 

Roger palpó las paredes tratando de buscar la puerta por la que le habían metido en aquella celda. ¿Tendría una rejilla al exterior? 

—¿Hola? ¿Patterson? ¿Devin? ¿Están ahí? —dijo en voz baja. 

Era frustrante. No había ningún modo de escapar, estábais en una celda totalmente diáfana en la que por no haber, no había ni un "algo" blando sobre el cual uno se podría recostar. Mucho peor que el camarote, el suelo era de un material desconocido más duro que el diamante. Las paredes eran del mismo material solo que más oscuras. La puerta no tenía barrotes, sino que era una losa del mismo material totalemente opaca.

Estuvísteis solos un par de horas como mucho, hasta que la losa empezó a moverse hacia fuera lentamente hasta quedar un hueco suficiente por el cual entró una de esas bestias. La bestia gruñó y cogió a Stuart entre sus asquerosas extremidades y lo levantó sin que pudiera evitarlo, colgándose del hombro derecho. A continuación otras dos bestias entraron y tomaron a los otros dos hombres de la misma manera.

Os condujeron de vuelta a la calle y allí os ataron a tres horribles bestias de carga de al menos 12 metros de longitud y que parecen híbridos entre ciempiés y paramecios, que apestaban de una manera insoportable y desprendían un olor desconocido para vosotros. Atravesásteis una multitud de bestias y hombres con cuernos, la gente os iba abriendo paso y os miraba con curiosidad y divertimento. Las bestias anduvieron bastante rato, calculásteis que habríais hecho el equivalente a una milla, pues salísteis de la ciudad hasta una enorme desolación en la que no había absolutamente nada, sólo cráteres y colinas. La orografía era horrible, apenas había llanos , era un paisaje de pesadilla. Finalmente, vísteis a lo lejos un enorme cráter, de dimensiones gigantescas, más grande que la ciudad de Nueva York, las tres bestias os llevaron hasta el borde mismo, vísteis que era imposible escalarlo, al menos tendría 1,5 km de altura. Entonces el grupo dio un rodeo hasta una cueva en la ladera del cráter, ante cuya entrada os desataron de las bestias y os ataron las manos y las muñecas.

Una de las bestias os hizo un gesto hacia la entrada de la cueva, otra de ellas se internó en la oscuridad y la tercera bestias os empujó para que entráseis.

Sin poder hacer otra cosa que obedecer nos llevaron atados a ese gran monstruo de carga siendo la burla de la gente si esta gente era normal pues ya se veía que todo en este mundo era contrario al nuestro.

Nos llevaron hasta un gran cráter imposible de escalarlo así que nos internamos hacia lo que parecía una gruta. Allí nos ataron las muñecas como sí fuésemos a escapar "qué ridiculez si nos habían transportado durante una milla o más por territorios horripilantes los cuales parecían muchos peores que los pantanos más mortales de nuestro mundo", asentí que más podía hacer adentrándome en aquella gruta sin mediar palabra no había más palabras para las despedidas era imposible escapar no conocíamos ni el lugar ni a la gente lo único que podíamos hacer era seguir el camino.

Después del breve cautiverio, una bestia de esas que pueblan la ciudad nos saca de la misma entre la curiosidad y la mofa de la "gente". A pesar de no entender nada de esta gente el paseo es humillante por las reacciones de la gente además de repelente tener que ver las desfiguradas criaturas.

Cuando finalmente salmos de la ciudad me siento más aliviado aunque la sensación de impotencia es constante. Recorremos los áridos relieves con la sensación de que nos matarán y nos dejarán en cualquier momento aquí tirados aunque finalmente llegamos a un gruta al pie de un tremendo cráter y no me tenemos más remedio que adentrarnos en ella, sin entender muy bien el destino que nos aguarda.

La apatía pudo finalmente con el viejo Bucks. Incapaz de soltar una palabra o una réplica para encontrar una explicación básicamente se dejó llevar, casi a rastras, por aquellas bestias. Miró alrededor buscando las miradas lánguidas de sus compañeros y encontró en ellas la misma esperanza que en su propio corazón: ninguna.

Trató de levantar la cabeza para observar ese nuevo lugar pero la vista se le nublaba. Quizá era el cerebro que estaba empezando a desconectar, quizá era la falta de esperanza la que le hacía nublar la visión.

Os internáis en la montaña en una oscuridad completa y absoluta, seguidos de cerca por las bestias, las cuales parecen ver perfectamente en la oscuridad, pues aunque tropezáis continuamente, siempre os levantan y os hacen seguir avanzando, por un lado mejor no ver nada, aunque la sensación es terriblemente incómoda e inquietante.

Tras un trayecto de media milla o algo más, salís al otro lado, ahora os dáis cuenta de que estáis en el interior del cráter, las bestias os desatan y os dejan completamente libres y se retiran a vuestra espalda, miráis de frente y escucháis un ruido, al giraros, descubrías que las bestias, con un rápido movimiento se retiran al interior de la cueva y una de ellas golpea el techo haciendo que éste se venga abajo y bloquee la cueva. Estáis solos en el interior del cráter y no hay salida.

Estáis en una llanura circular, de paredes escarpadísimas, imposibles de escalar, sin vuestras cosas, vestidos con sucios harapos y sin ninguna alternativa. Frente a vosotros hay una estructura con forma de pirámide que todos reconocéis: Es exactamente igual a la de Bendal-Dolum, a la entrada al sucio y asqueroso mundo del que venís. ¿comunicará la pirámide con la Tierra? no lo sabéis pero fijándoos bien, la única diferencia entre ambas es que en esta de la Luna, la piedra está moteada de verde.

Aparentemente, desde fuera, la pirámide no parece estar habitada, no hay signos de que haya sido utilizada y no se ve a nadie por los alrededores, además, la piedra no está desgastada sino que está como nueva.

Roger intentó ponerse de pie y avanzar hacia aquella piedra pero aquellas criaturas reprimieron su intento sólo con una mirada. El viejo dobló las rodillas y buscó en la oscuridad a sus compañeros. Inmediatamente después buscó al que parecía el líder de la expedición.

—¿Y ahora qué? ¿Nos habéis traído aquí para matarnos? ¿Creéis que nuestro sacrificio abrirá una especie de portal que os permitirá invadir otros mundos? —el viejo rió sonoramente. Ni él mismo sabía muy bien por qué había dicho toda esa patraña pero la desesperación en una buena carta de presentación de la locura y Roger conocía ya muy bien la desesperación.

Durante mucho tiempo trató de mantener la mirada a aquella criatura, esos ojos vacíos de todo, inescrutables. Finalmente se dejó caer de espaldas en el suelo con las manos en la cabeza.

Cuando llegamos al interior del inmenso crater me quedo unos segundos observando la familiar pirámide que tenemos en frente, como si se tratara de un viejo rival, un obstáculo que me ha vencido una y otra vez y ahora vuelve de nuevo para enfrentarse a nosotros y volvernos a humillar.

El ruido del pasadizo al colapsar me saca de mis cavilaciones y me vuelvo para comprobar que las criaturas nos han dejado encerrados en este lugar y por supuesto sin tener la más mínima idea del motivo.

Me estaba empezando a acostumbrar a los delirios del viejo anticuario y con cierta pena al ver como su mente iba cediendo terreno a la locura me acerco a él y le animo a ponerse en pie.

- Vamos Sr. Bucks póngase en pie y acerquémonos a la pirámide. Comprobemos si tiene algo que explique que es este lugar.

Mi tono suena más amable que lo habitual pero trato de sonar cercano para no tensar más la mente del anticuario.