Partida Rol por web

Los últimos romanos (Privada)

Escena V: Cementerio de esplendor

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07/05/2017, 23:01
Magister

Esa noche todos dormís hasta bien entrado el día. Poco a poco, a medida que separáis los párpados, notáis que el sol del verano se filtra entre las vigas, las ventanas o los tapices.

Cuando os levantáis, casi invariablemente todos sois acosados por vuestros huéspedes, que os ofrecen cuencos de comidas grasientas, calientes y que serían recibidas con incredulidad en el peor antro de Constantinopla. Pero ninguno de vosotros les hace ningún asco, puesto que no hay nada mejor que comer con hambre.

Al salir a la plaza, si utilizáis vuestro cuerpo como gnomon en un reloj de sol imaginario, veréis que casi podéis pisar con vuestro pie la sombra de vuestra cabeza.

Debe faltar poco para el mediodía.

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11/05/2017, 21:19
Calístrato de Mileto

 ¿Cuanto tarda el sol en curtir las pieles que fabricáis en esta zona? -le pregunto al pueblerino más cercano.- Estoy ansioso por ponerme mi piel de León... ya verás la cara de la gente de Mileto cuando baje del barco cúal Hércules. ¡Cómo se van a poner las mozas! ¡Van a hacer cola para casarse conmigo! 

Mientras acabo la última frase me llevo el puño a la boca y lo muerdo para reprimir el deseo de cubrir a una de los mozuelas del pueblo. Hay temas más importantes ahora.

 

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12/05/2017, 12:29
Jenócrates de Tenedos

Me despierto tras un sueño poco reparador pero mejor que nada, tras del ajetreo de la noche anterior. La espalda me cruje por siete puntos diferentes, ya no estoy hecho para dormir en lechos de paja. Me aseo como puedo y descubro algunas raspaduras sin importancia, fruto de andar correteando por el bosque. ¿A quién se le ocurre? La bazofia que los laces nos ofrecen no mejora el día, pero al menos demuestra que tienen en cuenta sus deberes de hospitalidad y respeto.  Al salir al exterior, el Sol en todo lo alto, deslumbrante como para tener que cubrirme los ojos, me indica que he dormido más de los que parece.

En la plaza, en seguida diviso a Calístrato, lleno de energía como siempre, increpando a algún pobre campesino infortunado. Decido acercarme y cuando le veo piel de león en mano le pregunto:

-¿Te acordaste de apartar lo que te pedí? No todos los días se tiene la oportunidad de experimentar con las propiedades de la carne de león.

Luego, recordando que hay asuntos más urgentes, le pregunto al extraño:

-¿Sabe a dónde han llevado a Tulio, el soldado herido que trajeron anoche cuando llegamos? Me preocupa... Ayer parecía que no lo iba a contar... -y aquello serían noticias terribles: perder a nuestro principal protector en aquella tierra extranjera y parcialmente hostil. 

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12/05/2017, 14:07
Magister

El pobre Alexios tenía los pies completamente destrozados; se había pasado la noche, y parte de la mañana, yendo de un lado al otro ayudando al médico a curar las heridas de aquellos desventurados. O quizá habría que decir afortunados: de vez en cuando un león bajaba de las montañas y atacaba al ganado y al pastor. Sólo que entonces el pastor normalmente no lo contaba.

Y sin embargo aquí estaban aquellos flamantes soldados, el joven con la piel de león preguntándole cuánto tardaría en curtirse como si cada semana matase un león y pusiese su piel a curtir, y el viejo que, sensatamente, le preguntaba por el paradero de sus compañeros.

Al viejo: Se los han llevado allí, aquella naveta alargada (dice mientras señala una naveta alargada).

Al joven: Mi señor, tendremos que usar unos aceites de animal y dejarla al sol durante unos dos o tres días... Si quiere dejármela, mi padre es cazador y sabrá cómo hacerlo. Vivimos en aquella caseta de madera junto al linde del bosque (dice mientras señala una caseta de madera junto al linde del bosque).

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12/05/2017, 14:36
Jenócrates de Tenedos

Agradezco al hombre su respuesta clara y concisa y encamino mis pasos hacia donde ha señalado. Entro en el edificio con bastante incertidumbre, frotándome las manos en un gesto nervioso, ante lo que me voy a encontrar. Ninguno de aquellos cabreros parece un médico decente, precisamente, y el ataque de una fiera como aquella podía ser el fin del pobre Antonio. ¡Cómo desearía poder haber estado allí y haber visto a los soldados y al de Mileto matar a la bestia! ¡Qué gran historia para contar en alguna taberna en el hogar, en Bizancio! 

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13/05/2017, 11:05
Magister

El edificio consta de una sola nave alargada, iluminada y refrigerada por el aire que entra por las ventanas, cuyas persianas han sido retiradas. Tres filas de camas ocupan el lugar; contáis treinta y seis camas en total. Todas ocupadas.

El médico, un anciano venerable, está al fondo de la construcción, junto a una cama. Junto a él se encuentran las camas de Antonio y el soldado romano que fue herido en el pecho en el combate por el león. Pero a medida que avanzáis por la habitación, veis que son los únicos pacientes que están despiertos.

Allí, tumbados, hay treinta y cuatro hombres, todos ellos profundamente dormidos. Cerca de Antonio está, en un rincón echando una cabezada (pero se despierta en seguida) uno de los soldados romanos de la compañía. No ha querido separarse de su superior.

En camas aledañas a la de Antonio se encuentran los soldados lazes: los tres que partieron con Calístrato, los dos que se quedaron junto al fuego, los cinco que partieron buscando la cena. Los aldeanos los encontraron y los trajeron a ese sitio.

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15/05/2017, 12:31
Jenócrates de Tenedos

Me acerco con calma hasta la cama del pobre Antonio, cruzando la estancia y observando minuciosamente aquella escena, que parece sacada de algún cuento popular sobre el dios Morfeo. "Y aquellos que cruzaron sus dominios, cayeron presos de un sueño del que jamás despertaron" o algo así. Espero que no sea esa la realidad, y solo mi exaltada imaginación, que aquella sea algún tipo de letargia que remita según pasen las horas. 

-Antonio, mi buen soldado, ¿qué demonios pasó anoche? -digo sentándome a los pies de la cama, al ver que está despierto. -Se lo preguntaría a Calístrato pero seguro que me cuenta alguna milonga, como que mató al león con sus manos desnudas.

Luego, me giro hacia el doctor, y ante mi ignorancia, pregunto:

>> Galeno, ¿cómo se encuentran el resto de soldados? ¿Despertarán? ¿Es común en la región esto que les sucede?

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19/05/2017, 14:32
Magister

Antonio, dolorido, se esfuerza en contestarte como puede:

Perdimos el rastro de los soldados cerca del campamento, pero encontramos la luz de este pueblo, al otro lado del pueblo. Decidimos avisaros, pero cuando llegábamos al claro, fuimos atacados por un león.

>> Esa maldita bestia mató a uno de mis hombres, y casi me mata a mí. Pero entre Calístrato y yo lo redujimos, y ahora está muerto.

Calla, pues le duele seguir hablando. El médico te mira largamente, y responde con voz excitada, como si hacía tiempo que no respondía a esa pregunta:

Mi señor, hace mucho tiempo que estos hombres están aquí. De vez en cuando, cada mucho, escuchamos voces en las colinas circundantes y nos acercamos a ver. Sin excepción, cuando llegamos todos ellos duermen. Nosotros los traemos aquí, les damos cobijo de acuerdo con la hospitalidad de estas tierras.

>> Vos, señor, y sus amigos, sois los primeros visitantes que recibimos que no sufren esta compleja enfermedad.

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20/05/2017, 21:22
Jenócrates de Tenedos

-¿Me estás contando la verdad? Parece cosa de espíritus y si te digo mi verdad, en cincuenta años que llevo arrastrándome por este mundo no había visto nunca nada igual. -las palabras del galeno me dejan sin habla, o todo lo callado que se puede quedar este cenutrio charlatán, que es poco. ¿A qué clase de pueblo maldito hemos venido a parar? Irine se partiría de risa, con su cara rajada hecha una mueca, solo con verme la mía de imbécil. -¿Me permitiría echarles un vistazo? No es que tenga grandes conocimientos en medicina, pero entender la naturaleza de todas las cosas es parte de lo que me invita a seguir respirando. -por supuesto, pedirle permiso es una mera cortesía y antes de que responda ya estoy examinando aquellos cuerpos inertes. A la luz del mediodía y con el estómago lleno, quizás sea capaz de averiguar algo más que ayer... o no. Sin duda, de nuestro extraño grupo, no soy el más capacitado para aquella tarea que tal vez sea más propia del solemne Ormos. ¿Dónde se habrá metido el viejo?.

-Antonio, ¿seguro que no vistéis nada extraño anoche? A parte del león, claro. ¿Alguna fuente de la enfermedad: un miasma, alguna planta tóxica? -más que esperar una respuesta satisfactoria del soldado, enumero en voz alta las posibles causas de aquel misterio fascinante sin tener que recurrir al mundo metá tá phisiké, al menos no todavía.

- Tiradas (1)
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21/05/2017, 06:59
Gaius Tertius

La luz del sol colándose por un agujerito me da directamente en la cama. Me despierto, blasfemo en latín, me incorporo, parpadeo media docena de veces y miro a mi alrededor. La habitación sigue a oscuras, excepto por ese único rayo de sol, que va a parar directamente a mi cara. 

"La misma suerte de siempre, Gaius."

Sin pensar, mi mano alcanza la petaca con el vino de misa. Me la acerco a la boca y bebo un largo trago de... nada. 

"¿Vacía? ¿Ya?" 

Refunfuñando, me levanto, compruebo el estado de mis moratones, me visto y blasfemo un poco más. El dueño de la casa me escucha y me asalta con comida. Desayuno mientras mantengo una conversación sin importancia con su familia. 

-Que Dios te lo pague.-le digo, mientras salgo a la calle.

"¿Mediodía? ¿Tanto bebí anoche?"

 

Me acerco al primer lugareño que veo, le pregunto dónde están los demás, y tras recibir indicaciones, me dirijo a la naveta. Al entrar, veo a Jenócrates interrogando al galeno. Camino hacia ellos, intentando no hacer demasiado ruido.

-Buenos días, señores. ¿Me he perdido algo?

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21/05/2017, 12:56
Ormuz

El rugido de hambre despierta a Ormuz como un puñetazo al estómago. Se levanta rápidamente y mira a su alrededor. Está solo, en una casa que no reconoce. Apenas recuerda lo ocurrido en la noche, pero sabe que fue desastroso. Bueno, al menos se cazó a un León. Nunca había visto uno, pero le llenó de pesar recordar el cuerpo del animal inerte. Suspira y come los alimentos que tiene preparados sobre la mesa. Que cortés. Sale a la luz del mediodia, mira a su alrededor. Comprueba como a la entrada de una construcción mas alargada se acercan cada vez mas aldeanos.

-Disculpad-dice mientras entra en la casa. El anciano Jenócrates está hablando con un soldado que apenas puede estar tumbado, su cara, con una mueca de dolor, es sincera y preocupante.

-Mi buen soldado,-Susurra preocupado, mientras posa una mano en la frente del hombre. Comprueba su temperatura. La fiebre es alta, pero aún no es crítica. Mira al que parece el encargado de los enfermos. -Por favor, que esté siempre bien hidratado.- No recuerda muy bien cómo se trataba a los enfermos, eso era trabajo de su madre. Se sienta a los pies del soldado, mirando a Jenócrates con expresión preocupada.Debí haber ido con ellos, el fuego espanta a las bestias.

- Tiradas (1)
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22/05/2017, 12:36
Director

Notas de juego

Tiradme Percepción×3.

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22/05/2017, 15:08
Calístrato de Mileto

Le dejo la piel al aldeano con el que hablaba, junto con 2 monedas de adelanto.

- Si me secáis la piel y la preparáis para que pueda llevarla sobre los hombros, os daré 8 más. -le digo mientras le pongo la piel sobre el hombro y dos monedas en la mano. 

Sin esperar respuesta me dirijo y entro en el edificio al que se ha dirigido Jenócrates.

- Tiradas (1)
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22/05/2017, 23:33
Jenócrates de Tenedos

Cuando veo entrar al resto del grupo, los saludo y antes de que el médico o Antonio puedan responder a mis diatribas, comparto mis, por otro lado escasas, averiguaciones sobre el pueblo y los durmientes con mis compañeros de viaje.

Entonces, me percato de algo...

- Tiradas (1)
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23/05/2017, 11:21
Gaius Tertius
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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23/05/2017, 12:10
Ormuz
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

nomenterodená

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23/05/2017, 17:26
Magister

Al lado de cada cama hay un baúl con las pertenencias de cada hombre; encima de ellas están aquellas que no cabían. Las armas han sido retiradas, los escudos y cascos no.

Ahí, de pie, puedes hacer un pequeño viaje en el tiempo: los cascos de hierro sin penacho de los lazes dan lugar a otros emplumados de diversas formas, algunos de ellos con grabados tribales (¿escitas?), algunos de ellos de bronce. Al otro lado de la habitación un objeto redondo te llama la atención.

Sobre él descansa un yelmo de bronce completo, con un lujurioso penacho de colores, como el de los antiguos héroes de los griegos y los romanos. Es un hoplon.

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24/05/2017, 21:09
Jenócrates de Tenedos

Lo primero que llama mi atención son los curiosos cascos cónicos de los locales, con unos graciosos penachos, de plumas de algún tipo de ave local que no sé reconocer. Siempre he tenido debilidad por la parafernalia militar. Cojo uno y lo examino con más atención. Tienen algún tipo de escritura incisa, muy tosca, probablemente de los pueblos del este... -¿Escitas? -digo, pensando en voz alta. Pero entonces, otro objeto me reclama aún más poderosamente. -No es posible... Agamenón bendito... -me dirijo con presteza al fondo de la estancia y cojo entre mis manos el magnífico hoplon redondo que allí se encuentra. Por supuesto, no es uno de aquellos escudos míticos en forma de ocho que describe Homero, sino uno redondo, como los de la época de Pericles, pero no puedo evitar rememorar mis años de mozo en los que era capaz de recitar todas las formaciones, los ejércitos y las armadas de la guerra de Ilión... con una entonación más que correcta, siendo poco modesto.

-¿De dónde cojones ha salido esta antigualla? -se me escapa. Está algo polvoriento, así que uso la manga de mi túnica para limpiarlo un poco y poder ver mejor si lleva algún tipo de dibujo en el exterior, como suele ser habitual.

Notas de juego

Me has dicho romano, pero siendo un arma griega y por contexto, doy por hecho que es error tuyo.

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24/05/2017, 23:00
Director

Notas de juego

No es un error, he supuesto que Jenócrates pensaría antes en Rómulo que en Jenofonte. Aunque en realidad tiene sentido, ya que a estas alturas esta gente era más griega que otra cosa.

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28/05/2017, 18:14
Calístrato de Mileto

Entro en la sala en busca de Jenócrates. Al ver a todos los adormecidos exclamo:

-Parece esto Mileto un verano por la tarde...

Dejándome llevar por la curiosidad, me aproximo a al adormecido más cercano. Me inclino sobre él y con los dedos abro su ojo derecho para ver si hay algún tipo de reacción en su mirada.

-Habéis probado a tirarles un cántaro de agua encima? - pregunto en voz alta.