Partida Rol por web

¡Madre!

¡Madre!

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15/05/2008, 17:59
Inaa Balo

-No, mi querida A'boro. Lubbi aún no había despertado de su sopor cuando le he dejado, hace un momento. Espero que tu voz lo consiga, aunque está bien, sólo le falta un estímulo...

Y junto con Nkupu la llevaron, uno a cada lado de la mujer y su hijo. El sol la recibió a la salida de la cabaña, y el sonido de las gargantas ululantes de los aldeanos, que celebraron con regocijo el verla tan pronto, y en tan buen estado.
Sólo había caras sonrientes a su paso, y manos que se alargaban para saludarla, para rozarla, como si estuvieran perplejas de que se hubiera obrado tal milagro.

A'boro sonreía también, y si sentía cansancio, o dolor, nada traslucía. Tampoco sus padres, radiantes en su decrepitud, su felicidad les había detenido el tiempo, si es que no lo había descargado de sus espaldas.

Los aldeanos se separaban, formando un pasillo viviente que se abría a cada paso que la acercaba a la cabaña donde Lubbi, su esposo, aún se recuperaba. El trayecto era corto, pero tardaron en hacerlo, todos querían verla, y a su hijo, y cantaban, y danzaban.

Por fin, quedó ante una nueva abertura. Otra cabaña. Inaa se adelantó, y levantó la piel que les separaba del interior. Sonrió, y se hizo a un lado. Y dejó que A'boro y su hijo, cruzaran el umbral. Después, junto con Nkupu, entraron también, y se quedaron mirando, abrazados, espectantes...

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15/05/2008, 20:25
Aboro kuu dabee

Me temblaban las rodillas, no sabía muy bien el por qué. Estaba ante la cama donde Lubbi descansaba después del viaje que había salvado mi vida y la de nuestro hijo. Nuestro hijo... miré al pequeño dormido en mis brazos. Él aún no le conocía. Quizás ni siquiera sabría que era un niño. Aferré al pequeño con fuerza y le pegué a mi cuerpo, sintiendo su cálida piel junto a la mía y escuchando su pequeño pero fuerte corazón latiendo.

Dí un paso. Pude verle en la cama tendido. Dormido. Respirando tranquilo.

Dí otro paso. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, rápido. Ansioso. Se alegrará de verme? las dudas comenzaban a surgir solas, a llenarme la mente de pensamientos que iban y venían veloces, que apenas me dejaban reaccionar o razonar.

Hubiera preferido que no viviera? Querrá que regrese con él? Al fin y al cabo él me había salvado, había llegado al poblado para pedir ayuda por mí, para que me encontraran y salvaran mi vida. o quizás solo era para salvar a su hijo? su hijo primogénito? el único que era importante para él y para su hermano? para su pueblo... y si quiere volver solo con nuestro hijo a su pueblo? y si me arrebata a mi hijo?

Sus duras palabras volvieron a mi cabeza como un boomerang que lanzas lejos y luego vuelve a golpearte cuando te das la vuelta.

Lo único que te hace importante es la criatura que llevas en tu barriga, porque esta criatura será importante para el poblado, ¿lo entiendes?

no eres importante

tú no eres importante.

Dí un paso atrás. Temblaba ahora todo mi cuerpo. Quería salir corriendo de allí. Sentimientos contradictorios me asaltaban como mosquitos en la noche.

Quería estar con él. Quería mostrarle a nuestro hijo, sano y salvo, gracias a los Espíritus que nos dieron fuerzas en este viaje, y gracias a él, que luchó por llegar a mi aldea. Quería abrazarle y besarle y tener el amor que Madre y Padre tenían aún despúes de tantos años.

Pero también quería alejarme de él, de su frialdad y su discriminación hacia mí. De su forma de ignorarme y de no escucharme. De su vacío y sus silencios.

Tenía miedo. Miedo de que mi vida de ahora en adelante fuera como este viaje. Una lucha constante por sobrevivir entre las gentes de otro pueblo, entre el vacío de un marido y el orgullo de un hombre. De tener que ocultar el amor y el regocijo de criar un hijo lleno de vida y esperanza. Pero sobretodo una lucha para no dejar de existir... como persona, como mujer... para no caer en el olvido de una cabaña que me esperaba agonizante e insulsa... una lucha para levantarme cada mañana con una sonrisa y no con una lágrima.

Miré a mi hijo, tan inocente, tan lejos de aquellos sentimientos. No tenía otra opción... o quizás si?

Quizás podría hacer comprender a Lubbi que yo era una mujer sí, pero también era una persona y como tal tenía necesidad de amor y de cariño. Y él era el único capaz de dármelo.

Una lágrima salada cayó por mi mejilla... él nunca comprendería algo así. Nunca me miraría y vería a una hermosa joven, fuerte y lista. Solo vería a la madre de su hijo y la posibilidad de otros hijos más.

Suspiré asustada. Qué futuro tenía con él? solo hijos y soledad? yo? pedía demasiado? era un buen hombre y con un buen nivel en su tribu. Acaso Padre le hubiera elegido si no era digno de mi?

Miré a mis padres. Unidos en esta alegría, abrazados y felices por mí. Por haber conocido a su nieto. Por verme viva después de las dificultades acontecidas.

Acaso yo no merecía algo así para mí?

Entonces decidí luchar. Luchar por tener mi lugar en este mundo, mi lugar en su tribu y en su vida. En la vida de mi hijo, y... quizás... mi Marido alguna vez comprendiese que también tenía un lugar muy especial en su vida.

Dí decidida los pasos que me separaban de Lubbi, y me senté a su lado en la cama, con nuestro hijo en brazos. Me acerqué a su cara y le susurré al oído.

Lubbi, Marido, hay alguien que desea conocerte!!!

Después le di un dulce beso en la mejilla y le acaricié despacio, disfrutándo de ese momento. Recorrí con el dorso de mi mano su mejilla, azorada por el duro Sol del desierto, subí hacia la raíz donde comenzaba su tieso pelo y giré por su frente, volviendo a bajar por la otra mejilla. No tenía prisa, así que continué acariciándole con dulzura y cariño. Y comprendí cuanto me alegraba de verle vivo, de ver de nuevo su rostro, que aunque a veces se mostraba frío y distante, otras veces era alegre y compasivo. Mis labios inconscientemente se acercaron a los suyos, depositando en ellos un beso, largo y lento, lleno de esperanza por una vida salvada y por un futuro pleno y feliz. Un futuro lleno de Amor.

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16/05/2008, 19:03
Lubbi Kuu Takla

Mi rostro cambio por completo al volver a abrir los ojos y ver lo que mas anhelaba desde que había dejado a A'boro atrás, ella estaba allí, sana y salva bajo la mirada atenta de sus padres que aguardaban a la entrada de la choza en la que me encontraba.

Pero sus manos no estaban vacías, y su barriga ya no era tan prominente como la que había dejado atrás junto al Iggif Haad. Ahora el contenido de su barriga se encontraba en sus brazos y me lo mostraba con cuidado como si se tratara de la criatura mas frágil de la tierra.

Por un momento me aterré y una mueca de dolor y de terror se mostró en mi rostro, pero al ver el rostro de la criatura rápidamente desapareció. El niño que mecía en sus brazos no era la criatura que había intentado matarme cuando venía de camino al poblado, no era mi hijo nonato e imperecedero, sino que se trataba de mi hijo recién nacido, mi primogénito, el niño que estaba destinado a liderar el poblado y conducirlo hacía su prosperidad.

Por fin parecía que todo había pasado, que habíamos podido cumplir nuestro objetivo. A pesar de las dificultades y de los obstáculos habíamos conseguido llegar al poblado donde A'boro por fin pudo tener a su hijo, a mi hijo ... a nuestro hijo ...

Mis ojos empezaron a brillar a la vez que levanté con dificultades el brazo para dirigirlo hacía el rostro de nuestro hijo, le acaricié con mis manos rudas llenas de heridas. Su suave piel era como un bálsamo para mis agotadas manos, pero poco a poco fui recuperando las fuerzas que había perdido en el camino, la alegría que sentía por ver a A'boro sana y salva junto a nuestro hijo me llenaba de fuerzas por dentro, ya casi no notaba el cansancio, apenas podía sentir el dolor, todo era alegría, una alegría y una esperanza que había perdido hacía mucho tiempo y que ahora volvía a mi con renovadas fuerzas.

La humedad de mis ojos poco a poco se iba acumulando formando unas lágrimas que empezaron a deslizarse por mis mejillas para finalmente perderse en el lecho que me encontraba.

Todo el mundo sonreía y lloraba a la vez, pero realmente no sabían nada de lo que había pasado. Podían entender nuestra alegría, pero solo A'boro y yo podríamos entender que es lo que realmente había sucedido, tan solo nosotros habíamos vivido esa aventura. Me quedé mirando a A'boro y le dije ...

-Es nuestro hijo A'boro ... yo ... yo creía que no volvería a ... pero rápidamente negué con la cabeza sin querer continuar con mis palabras, era un momento de alegría y no era momento para estropearlo con nuestros pensamientos negativos que nos habían acechado durante el viaje, debíamos disfrutar del momento, todo había pasado y poco a poco todo iba a solucionarse. Tampoco era momento de pedir a sus padres ayuda para nuestro poblado, el momento ya llegaría. Ahora solo quería disfrutar del momento, de la sonrisa de A'boro, de la mujer que me había brindado la posibilidad de tener un hijo, una mujer que había demostrado su fuerza y su entereza por el mero hecho de encontrarse ante mi después de todo lo sucedido. Me daban igual las palabras de mi Padre y de mi hermano, A'boro había demostrado ser una mujer fuerte y se merecía mucho mas de lo que hasta ahora le había proporcionado, pero a partir de este momento todo iba a cambiar, la iba a tratar de igual a igual, como ella se merecía ... como se merece mi mujer.

Por primera vez en mucho tiempo empecé a sonreír, mi otra mano la puse encima del brazo de A'boro, acariciándola dulcemente con mis dedos mientras con la otra acariciaba a nuestro hijo.

-Se llamará Takla Kuu Dabee ... Lobo de Fuego ... como tu y yo ... rápido y fuerte como yo, como un lobo ... y valiente como tu, como el fuego que nunca huye cuando prende ... Takla Kuu Dabee ...

Mi mirada se dirigió hacía el cielo, intentando traspasar el techo de la choza que me cubría ... buscaba con la mirada a Padre y Madre ... y aunque no pudiera verlos estaba seguro que ellos me estaban mirando juntos en el cielo donde Ala les llevaba una vez que sus cuerpos terrenales dejaban de existir ...

Es vuestro nieto Padres ... será como yo y como A'boro ... estaréis orgullosos de el y de nosotros dos ... os lo prometo ...

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16/05/2008, 19:40
Taban Gaysaa

Todo se quedó en silencio, los ojos de Taban Gaysaa seguian abiertos, y su cuerpo que poco a poco y bajo la atenta mirada de los niños del poblado, se había deslizado hacia el suelo, con su espalda apollada en la pared de la casa que le protegía la espalda del suave viento que mecía la vida en la aldea. Pero su cuerpo estaba vacío, su alma había emprendido el viaje eterno.

Los niños permanecieron callados, mirando como el viejo expiraba y dejaba de contar el relato justo cuando llegaba el final, justo cuando Lubbi tenía que pedir auxilio a sus suegros. Pero era evidente que la ayuda había llegado, pues el pobrado seguía existiendo y la historia seguí escuchandose. Pero quizás esta sería la última vez que se oyera, pues Taban Gaysaa, hijo de Takla Kuu Dabee, había muerto.

El último descendiente de Lubbi y Aboro en la aldea había muerto. Quizás había sido un hombre con honor, algo más que un cuenta cuentos, pero había llenado las vidas de los jóvenes afareños de alegría, de historias, de vidas pasadas, de azañas de héroes antitemporares, de todo lo que necesitaba alguien joven para creer en algo, que le diera fuerzas para continuar.

Una de las mujeres se acercó al viejo y con un suave gesto le cerró los ojos y ayudada por otra de ellas, tumbó al viejo Taban Gaysaa sobre la arena del suelo y con una manta, lo taparon.

Los niños aún continuaron allí, mirando la escena, percatándose de que había muerto, pero entristecidos por no saber el final de la historia. Este año, la historia no había terminado y aunque sonase paradójico, ese mismo año fue el último año que se oyo la desventuras de Lubbi y Aboro, pues al morir el último descendiente de ellos, la historia murio con él.