Partida Rol por web

El grupo, encabezado por el enano gigantón, se disponían a volver a la gran sala de “La Muñeca Chochona” para descubrir quién era el responsable de tan desagradable alarido.

Pero algo llamó la atención de la secreta comitiva. Si al subir al primer piso, antes de ser recibidos por Armando Jaleo of Balls, la sala era una explosión de ruido, gritos y sonidos de elevado volumen provocados por la propuesta de barra libre de Rumick, ahora la sala parecía estar en absoluto silencio.

Es más: el grupo comenzó a preocuparse al toparse de nuevo con el propietario del local, en los primeros escalones de bajada. Rumick Aquínosefía se detuvo en seco y, a modo de súplica lastimera, dijo:

-No, otra vez no! Ya es la tercera vez en lo que llevamos de semana... Por favor, que no vuelva a romperme las porcelana de Lladró!

Y velozmente bajó lo que quedaba de escalera, seguido de Krugg, Volstagg, Terney y Kadisse

La imagen era del todo extraña, ya que nunca se había visto una taberna donde reinara un silencio sepulcral, todos los clientes estuvieran en sus sillas, nadie decía nada ni tan siquiera se atrevían a moverse... Podría decirse que “La Muñeca Chochona” era mas silenciosa que una antigua biblioteca de monasterio.
Pero que había ocurrido para semejante freno a la fiesta que minutos antes se había iniciado con la barra libre propuesta por el propietario?

Los ojos de los cuatro “elegidos” encontraron el motivo de tal situación siguiendo los pasos de Rumick. En medio de la sala podían observar a un individuo, junto a un par de esbirros, que no dejaba de farfullar, insultar y vomitar palabras soeces de mal gusto y con muy mal genio.

El enano intentó pacificar la ira de aquel personaje, pero de un solo golpe el recién llegado mandó al amo del local varios metros mas allá. Incluso los guarda-espaldas de Rumick no tuvieron el valor de frenar la agresión que su jefe había recibido.

-Ei vosotros, panda de pardillos!- dijo dirigiéndose al grupo de aventureros -Hoy me he levantado con muy mala leche, vengo aquí a desfogarme un poquito y qué me encuentro? A tres pringaos con cara de tener escozores en la punta del nabo y con ganas que venga un servidor y les reviente los morros de un guantazo!!

Y mirando a Kadisse, mientras se relamía sus labios y se manoseaba la entrepierna, dijo:

-Para tí, preciosa, tengo un regalito: una brújula! Acércate y te enseño hacia donde cae Cuenca!

Acto seguido, la pareja de esbirros comenzó a reír la gracia de su líder, mientras este se pavoneaba ante el grupo.

¡Máldito rufian, como osas tratar así al noble Rumick, honorable dueño de este establecimiento y encargado de darnos felicidad a base de ágapes y excelentes elixires! ¡Preparate para hacer frente a la furibunda ira de Volstagg El Poderoso!

La escena se produjo con muchísima rapidez. En un abrir y cerrar de ojos me encontraba con los que serían mis compañeros enfrente de un enano con muy malas pulgas. Ah, las peleas de bares. Qué recuerdos más gratos.

- ¿Acaso eres una vaca disfrazada? Cuando acabe CONTIGO serás un bistec con disentería.

¡Ahora verás malvado y pérfido rufian como se las gasta el temible Volstagg con aquellos que osan mancillar el honor de una bella dama en su presencia! ¡Defiendete bellaco! Dicho lo cual me abalanzo sobre el gritón matón con el cucharón fuertemente agarrado con ambas manos, pensando en utilizar su cabeza como si de un gong se tratase.

Sin dudarlo ni un solo segundo, ya que aquello de meterse en jaleos le ponía ciertamente algo morcillón, Krugg desenvainó su gran hacha y se lanzó en un ataque alocado sobre aquel chulo-piscinas que se creía "más mejor" que el resto de clientes de "La Muñeca Chochona".

Tanto ímpetu mostró el gigantón, que no fue consciente de la dentadura postiza de una de las abuelitas que había salido disparada después de una apuesta estúpida sobre quién morreaba más zagales del local al más puro estilo "tornillo".

Krugg resbaló unos metros, pasando cual chica Martini por delante de Julk Jogan, con cierto aire de no saber qué había sucedido.

Aquello no solo fue signo de burla por parte de los recién llegados alborotadores, si no que aumentó el ego de aquel trio que se sentía más dominador de la situación que nunca.

-Tú,- dijo el líder del grupo- atiza a ese pelambreras!- dijo señalando a Krugg. Pero poco podía hacer el seguidor de Julk, ya que al lanzar su ataque con su espada corta, este falló su estocada clavando la espada en una de las mesas del local.

Krugg había sido afortunado esta vez!

Comenzó la batalla, el épico combate de taberna contra aquel indeseable señor y sus esbirros malvados. Los dos primeros movimientos fueron dignos de una pelea de barros y yo me sentía dispuesto a ayudar al primer enano que había atacado. Por el honor y la gloria, por las risas y la victoria cogí mi maza (en un sitio tan pequeño utilizar el arco no era buena idea) y me dirigí al esbirro que aún no se había enterado del inicio del combate.

Un mazazo bien dado se convierte en la mejor receta para ver las estrellas. Alcé mi maza y gritando una serie de improperios descargué mi golpe en la entrepierna del esbirro.

- ¿Has dejado ya de usar pañales?

El ataque de Terney no tuvo la suerte deseada y no alcanzó al primero de los esbirros. Lo que sí que consiguió fue enfadar aún más al seguidor de Julk. Y es que, la verdad, poner en conocimiento de todos los problemas de esfínter de aquel hombre, no había sido muy buena idea.

-Lo que haga con el pipí o el popó, es cosa mía!

Y descargó una espadazo que provoco un profundo corte en uno de los costados del joven pirata humano.

Por otro lado, Julk Jogan aún estaba sorprendido de la "desfilada resbaladiza" que había hecho Krugg. A lo que agarró su maza ligera y se dirigió de nuevo a los miembros del grupo.

-De qué vais, pajilleros de poca monta? Ahora sí que estoy de mala hostia. Y cuando yo estoy enfadao, que cuando estoy mosca... Mecagontoloquesemenea! Ahora mismo os voy a dar de leches que ni pa qué!

Sin pensarlo dos veces, se dirigió al primero que había puesto en duda su presencia en el local. Krugg, pudo observar como el arma de aquel "sobrao" realizaba un barrido lateral que frenó en seco al chocar contra su hombro. El enano gigantón notó un dolor muy doloroso, un dolor muy inhumano, como pillarse los co*ones con la tapa de un piano.

-Pero que tu, cacho pazguato hinchado a base de leche de troll, te vas a atrever a tocarme la moral? Pos te reviento, bigote de platino!- salgo a correr daga en mano, intentando hacer picadillo donde le coja, los hombros, costillas, cabeza, posaderas.....

Toda la clientela de "La Muñeca Chochona" estaba pendiente de como se desarrollaba aquella interesante pelea en el local. Incluso algún niño comenzó a pasearse por el local organizando apuestas y montando un productivo negocio para ganarse unas monedas y, en un cercano futuro, gastárselas en Güevos Kinder.

Tanto Volstagg, como Krugg, Terney y Kadisse, no tuvieron fortuna alguna en sus ataques hacia Julk Jogan y sus esbirros. Podía decirse que aquellos maleantes jugaban en casa y conocían como sacar provecho de la situación. Tanto es así, que Krugg y Kadisse recibieron importantes heridas y estaban en situación complicada. Especialmente en enano gigantón, que notaba un CRECK-CRECK cada vez que movía su hombro.

-Eso es todo lo que sabéis hacer, lame culos? Aún recuerdo cuando me enfrenté a aquel grupo de niños que acababan de hacer la comunión...dieron bastante más guerra que vosotros! Jejejeje...

Las burlas que regalaba Julk Jogan solo producían más ira en el grupo de aventureros. Pero algo ocurrió...algo que no se esperaban...

De alguna parte del local, una voz gritó unas palabras que dieron nuevos ánimos a los guerreros. Era las dulces palabras de una muchacha que, con aquella vocecita aterciopelada y tierna de la inocente juventud, les decía:

-Ánimos guerreros!...Y cortadle las pelotas a ese cabroncete de Jogan!!

Acto seguido, todos comenzaron a aplaudir al grupo mientras vitoreaban palabras como "dale con el cucharón, enano!", "venga ese pirata!", "esa tía está de toma pan y moja!", "que le ha pasao a ese enano?" y "este grupo como mola, se merece una ola!!".

Terney, Kadisse, Krugg y Volstagg tenían al público en el bolsillo. Serían capaces de estar a la altura?

Me levanté del suelo dolorido, sobre todo en su orgullo. No por el hecho de haber fallado estrepitosamente el golpe y haber estado más cerca de darle a la luna que a Jogan. No por el hecho de haberse esmorrado contra el suelo y habérsele saltado una muela. No, la razón por la que Me hervía de rabia era otra: había sido total y completamente ignorado por sus enemigos.

Pensando probablemente que me trataba más de un bufón que de el enemigo más mortífero al que jamás se habían enfrentado, habían ido directamente a por el resto del grupo. Y eso era algo que nunca perdonaba. Para mi solo había un pecado aún mayor que ese: que le tiraran su comida del plato.

Furibundo como hacía tiempo que no lo estaba, cargue nuevamente contra el líder de los matones, alzando mi poderoso cucharón de combate con ambas manos por encima de mi cabeza para asestar un golpe sin duda letal. ¡PAGARAS CARA ESTA AFRENTA!

No, no, no...haz tu posteo tranquilamente!

Bueno, ya que no iba a haber orgía, al menos habría una vorágine de sangre. Y a mí me gusta la sangre casi tanto como a un tonto Skipie un lápiz.

Agarro mi grandísima y poderosa arma...

¡El hacha, malpensados!

Pues eso, echo mano de mi poderosísima arma y la volteo sobre mi cabeza, demostrando que aquí el menda es un fieras entoda lid, y me aproximo con decisión a uno de los esbirros del Jogan ese.

¡Ah! ¡Si mi madre estuviera aquí para verme en combate...!

Luego me acuerdo de que mi madre es mil veces más bruta que yo y que lo más probable es que nos hubiera apartado a todos de un tortazo para quedarse a todos los rivales para ella, no dejándonos ni las migajas así que, en el fondo, es mejor así.

-¡Vamos, compañeros! ¡Que no se diga que tan importante grupo con no menos importante misión tiene problemas para liquidar a un canijo zopenco como el melenas!

Solo por haber elegido ese conjunto de latex en amarillo, merecía que le arrancáramos todos los pelos del cuerpo a tirones antes de torturarlo y matarlo salvajemente. Es más, por su nefasta combinación de colores, se lo merecería dos veces. No sé si me los voy a cargar porque es lo correcto o por erradicar tal afrenta al buen gusto. ¡El tal Jogan parece un plátano de Kanharrias!

Puede que Krugg aún tuviera la visión nublada por el punzante dolor en su hombro, razón por la cual su poderoso hachazo se quedó en nada. Y la verdad, parecía que la suerte no se decantaba por el bando de nuestros héroes. Por muchas ganas que tuvieran de arrear una "manta palos" a aquellos mequetrefes del grupo de Jogan, no había manera de acertar en sus ataques.

Ahora bien, lo que no se esperaba el seguidor del maleante metido a presión en aquel vestido amarillo (esbirro 2), era aquel pequeño discursillo de ánimos que pronunció Krugg. Aquellas palabras eran demasiado complejas para que el hombretón las llegara a entender.

-Ein?... tan importante grupo...menos importante misión...liquidar a un canijo zopenco... Ah, eso si que lo entiendo: están hablando de ti, Julk!

Eso les daba un pequeño respiro para aprovechar en intentar dañar de nuevo al enemigo. Sería Terney el primero en hacerlo. Por que si no...

-AUCH- fue mi grito de dolor en forma de onomatopeya. Tal fue el golpe que me propinaron que no me extrañaría en absoluto que palabras tales como "ZAS" o "PAUM" parecidas a las de esa serie de los 60 de un murciélago que se hacía pasar por hombre, rondasen por alrededor de mi cabeza.

"Hijo, ¿así es como honras a Samug y nuestra gran estirpe?" Me dijo una vez mi papá cuando fui vapuleado por un grupo de duendes tiempo atrás. En mi defensa diré que tuve que dejarme vencer para salvar a mi piedrecita llamada Níobe. Pero eso es otro tema.

Me llevé una mano al costado y casi horrorizado vi cómo de ella manaba un chorro de sangre. Sentí mis piernas flaquear y a punto estuve de dejar caer mi maza. Por suerte, pese al increíble espectáculo que estábamos dando, la gente de la taberna nos estaba animando.

Entonces sentí una nueva fuerza recorriendo por todo mi cuerpo. Me levanté enseñando mi mirada asesina de súper héroe y me mofé del ataque del Esbirro 1.

- Esbirro 1, me alegra que asistas asiduamente a tus reuniones familiares junto al señor Roca.

Cual pícaro que imitaba a un guerrero y éste imitaba a Kronan, el bárbaro, me lancé con energías renovadas descargando un poderoso ataque, digno de las garras de un dragón…

…

Claro que en mi imaginación todo resultaba mucho más fantástico y más fácil.