Partida Rol por web

Ha llegado el esperado día.

Hoy os levantáis temprano. Debéis presentaros en el cuartel de infantería del nivel adyacente al muelle para conocer vuestro destino tras superar la instrucción básica.

Estáis impacientes tras la semana de permiso que habéis tenido. Llegáis a la sala de descanso del cuerpo de infantería, justo en el momento en que unos monitores comienzan a mostrar la lista de destinos del cuerpo de Aerodeslizadores, separada por naves, además de los cuerpos de VT e infantería ligera.

Leeis vuestros nombres bajo el siguiente epígrafe:

Nave: Nabonidus
Hangar 14

Uhm vaya, así que la Nabonidus.- Se me escapa el pensamiento en voz alta. Debería ir presentándome en el hangar 14.

Me dirijo hacia el muelle, entusiasmado ante la gran oportunidad que se me presenta. Han sido tantos años de entrenamiento, que ha llegado el momento de demostrar que puedo ser realmente útil para Zion.

Miro a mi alrededor, y no consigo identificarme con nadie, quizá en los muelles encuentre a alguien con quien compartir ests sueño.

No puedo negar que cierto nerviosismo recorre mi cuerpo mientras espero junto a varias personas. Todos miramos a los monitores. Finalmente parecen querer terminar nuestra espera y muestran las asignaciones pertinentes. Mi nombre se cita entre la tripulación de la Nabonidus atracada en el muelle 14. Poco sé del aerodeslizador y su tripulación. El gentío se va movilizando a sus diferentes destinos, algunos con cierta decepción al no ser reclutados en sus destinos preferidos.

Con el sonido metálico sonando bajo mis botas, me encamino sin demorarme hacia el lugar donde debo presentarme. Espero que el capitán de la nave sea alguien agradable. Al fin llego, la imagen del aerodeslizador se muestra imponente. Observo sus cañones, espero que nunca los usemos. Antes de entrar en las entrañas metálicas de la nave, espero a que llegue el resto del grupo alistado. Me apoyo sobre una de las gruesas patas de la Nabonidus. Mis ropas, ligeramente deshilachadas no frenan el frío del metal. Parece que ya viene alguien más.

¡POR FIN!

Iba a sentarme con mis colegas de entrenamiento, pero en cuanto veo el destino me despido rápidamente y me voy corriendo al hangar 14. Tras tantas horas aprendiendo estoy deseando subirme a la nave y ponerlo en práctica.

-Así que la Nabonidus, pues por lo que escuché, esa no está tan mal, quizás algo vieja, pero nos será útil mientras tenga cargado el PEM-

Pensaba mientras me dirigía al hangar 14, preparado para aplicar mis conocimentos a favor de Zion:

-Hagnar 14, ¿porqué nunca es el "9  3/4"?, jeje, más vale darme prisa si quiero alcanzar conexión y un buen lugar en la nave-

Continué caminando a la espera de lo que vendría...

Jacques no terminaba de aceptar esta doble vida. Su vida dentro de Matrix era tranquila y placentera, ¿qué pecado había cometido para despertarse a esta realidad? Estaba deseoso de volver a entrar y quizá ese nuevo destino tras la cargante semana de instrucción hiciera esto más interesante.

Miró la lista con esperanza, quizá alguna de las reclutas que conoció durante la instrucción fuera a estar con él. Algunas no eran muy habladoras, pero un par de ellas...

¡Que suerte más perra...! Esto va a ser toda una sobredosis de testorena...

Resignándose al destino, encamina sus pasos al hangar 14...

Poco a poco os vais encaminando hacia vuestros respectivos hangares. Al salir al muelle desde el túnel que lo une con los cuarteles de infantería, os maravilláis por la vista: una inmensa caverna donde atracaban los aerodeslizadores. Poco tiempo ha pasado desde la destrucción provocada por las máquinas. La torre de control del muelle solo es un montón de escombros, la cúpula sigue mostrando las dos vías por las que accedieron las máquinas y mirando abajo aún se ve la destrucción de numerosos puentes en los distintos niveles de la ciudad. La puerta de acceso que fue destruida por la Hammer aún sigue sin repararse. Ha costado mucho esfuerzo de miles de personas recuperar la zona de atraque, ya que se volaron los túneles auxiliares que lo unían con la zona de residentes de la ciudad, pero ha merecido la pena.

A medida que la gente va llegando a su hangar se separa del resto, avanzando por un puente que lo une con el pasillo principal por el que avanzáis. Tras el puente, uan puerta flanquea el acceso al hangar. Cuando os acercáis a vuestro destino, véis que alguien habla desde la puerta de acceso con otra a la que no véis. Cuando éste se percata de vuestra llegada, se despide y avanza por el puente, cortándoos el paso.

- Hola - os saluda. - Veo que llega la sangre fresca... Espero que os portéis bien. - Hace un gesto con el dedo a modo de advertencia, pero se nota que lo dice en tono de broma. - Haceos un favor a vosotros mismos: hacedle caso y estad atentos a todo lo que haga y diga, tiene mucho que enseñaros. Y sobre todo, cuidadmelo, o al menos dejad que él os cuide. - Os mira a todos con una sonrisa, y pasa entre vosotros para proseguir su camino.

¡Vaya! ¿no es ese el chaval que abrió la puerta a la Hammer? Salía del hangar 14 ¿no? ¿De quién coño habla?

Sigo andando hacia el hangar a ver si me aclaro de que demonios está hablando.

- Gracias !!. Consigo decir antes de que de la vuelta a la esquina. No sé si me ha oído, pero resulta indiferente. Lo único que importa es el presente.

Me dirijo a la entrada del hangar 14 que ya diviso cerca de mi posición, y veo algunos individuos acercarse al mismo tiempo.

Reparo en ellos aunque no parece que ellos reparen en mí. Por ahora mantengo las distancias, y me dirijo a la entrada del hangar.

Cuando llego a la puerta del hangar miro a mi alrededor.

Debo haber llegado el último...

Y miro a mis compañeros y los saludo con un apretón de manos.

Parece que alguien os quiere poco bien porque os han puesto conmigo en la nave.

Digo guiñando un ojo.

Estrecho la mano al hombre mientras esbozo una sonrisa amistosa.

- Imagino que cada uno tendremos nuestro rol, amigo.

Se hace una pausa mientras nos damos la mano, y enseguida me presento.

Por cierto, mi nombre es Unix.

Volteando y mirando a cada uno, me presenté:

"¿Que tal?, mi nombre es Jimmi, pero pueden decirme Jim"

Pero algo me parecía un tanto extraño:

-¿Es mi imaginación o aquel que nos saludó se parece a mí?-

Pensaba hacia mis adentros, pero después se vino una pregunta a mi mente y pregunté al resto de los que estabamos:

"Alguno de ustedes, de pura casualidad, ¿sabe que es lo que vamos a hacer exactamente?"

Veo que váis de camino al hangar 16, la Nabonidus, no es así ?. Respondo a Jimmi con otra pregunta retórica. Ardo en deseos de navegar con ella, aunque las vistas no sean precisamente las idóneas en estos momentos...

Por un segundo el ambiente se apesambra ante el recuerdo de la guerra tras observar el panorama. Y nuestro capitán ? Nos estará esperando dentro ?

"Sí, de hecho también voy a la Nabonidus, pero que yo sepa está en el hangar 14, lo que no me quedó muy claro era la misión, seguramente el capitán nos dirá cuando estemos ahí"

Respondí a Unix un tanto extrañado...

Una sensación extraña recorre mi mente y mi rostro se torna como aturdido al ver que efectivamente era el hangar 16. Vuelvo, sorprendido, la mirada hacia Jimmi mientras sonrío de nuevo.

Y eso que lo mío eran los números en matrix. Una ligera pausa. Porqué no nos acercamos a la nave a ver si obtenemos respuesta a tu pregunta, era Jimmi, no ?

Yo también estrecho manos mientras me presento.

Podéis llamarme Válvula.

Cuando llego a la altura de Apolo comento, mientras le devuelvo el guiño:

No te preocupes, parece que alguien te quiere bien, porque te ha puesto conmigo en la nave.

Y ya dirigiéndome a todos:

Démonos prisa. Si ese chaval forma parte de la tripulación de la Nabónidus, creo que intuyo quién será nuestro capitán, y estoy deseando encontrármelo.

Un grupo de personas se acerca conversando, puede que sea el resto del equipo. Salgo a su encuentro. Por el gesto en sus caras les contesto:

- No, no soy vuestro capitán. Mi nombre es Rom y he sido reclutado al igual que vosotros - Extiendo mi mano para todo aquel que desee estrecharla.

- Estaba esperando antes de subir. Nerviosos? Yo sí -

Dejo pasar a alguien para comenzar a subir por la pasarela de la Nabonidus. El olor del metal, el silencio, todo lo hace muy característico. Aquí dentro pasaremos gran parte de nuestro tiempo. La falta de una buena iluminación hace que pierda detalle del interior y casi tropiezo con algún grueso cable, lo que acentúa mi nerviosismo. - Perdón - Digo con una forzada sonrisa.

A medida que avanzáis por el pequeño puente, miráis para abajo y véis la enorme puerta doble del hangar 14 cerrada, a unos dos metros por debajo de vuestros pies. Cuando abrís la puerta de acceso al hangar, el chirrido que produce alerta de vuestra llegada por encima del suave ruido de electricidad estática que proviene del interior.

La puerta se abre a una enorme estancia ocupada por un fabuloso aerodeslizador y un montón de maquinaria y piezas de reparación en las orillas. Parece que la nave es nueva debido al brillo de todas sus piezas, y el buen estado en que parecen estar sus motores.

Os abrís paso a una pasarela metálica con barandilla que se pega a la pared a vuestra derecha. Al llegar al fondo, contra la otra pared, hace un giro de 90º y continúa hasta una oficina en la pared opuesta. En ese mismo punto, comienzan unas escaleras que llegan hasta el suelo del hangar.

La entrada de la nave se encuentra en la parte trasera y se accede mediante una rampa. De ahí proviene el resplandor de un soldador trabajando a destajo, y un zumbido y un fulgor azulado indica que alguno de los motores se encuentra encendido. Cuando os acercáis más, sois sorprendidos por una voz que proviene de la oficina de arriba.

- Bienvenidos. - La figura tan conocida por todos como Morfeo presenta ese aire sereno que le da tener las manos a la espalda. Avanza por la pasarela hasta las mismas escaleras por las que habéis bajado vosotros. - ¿Bonita nave, verdad? Es uno de los aerodeslizadores más pequeños que hay ahora en la flota. Como podéis apreciar, es nuevo. Yo tengo el honor de ser el Capitán de esta belleza, y vosotros el honor de ser su tripulación. - Cuando llega al final de la escalera, se acerca pausadamente, se detiene antes vosotros y os mira a todos con una sonrisa. - Yo soy Morfeo y vuestra nave se llama Nabonidus.