Partida Rol por web

Sois mercenarios originarios de Galion en la isla de Dormunder, situado al norte de Valion y de la Marca del Este. Habéis decidido viajar a través del Mar de Esmeril hasta el norte de la Marca del Este, para llegar a la ciudad de Robleda en busca de nuevos trabajos para ganar fama y dinero.

Después de un día navegando en un barco por el que habéis pagado una buena suma para que os lleve junto a varios mercaderes, llegáis a las costas de El Tauro, donde partís junto a la caravana de mercaderes en dirección Robleda.

Tras varios días caminando por El Tauro y bordeando el Gran Pantano sin ninguna incidencia, llegáis a Pasoraudo, un puente por donde pasa el Arroyosauce, un río que llega a nacer en las Quebradas de la Ciénaga. A partir de ahí solo hay que seguir el río hasta la ciudad de Robleda.

Pasadas varias horas a lo lejos ya se puede ver Robleda, situada sobre una colina que domina los campos circundantes. Alrededor de la ciudad se ha construido una muralla sobre un terraplén empinado. El muro exterior cuenta con torres de vigía, construidas en madera de roble y reforzadas con piedra y yeso colorado.

De pelo rubio como la paja, y ojos azules como el cielo, Dragomir se erguía en toda su estatura al borde de la loma. Sus fuertes manos se apoyan relajadas sobre el asta de su hacha mientras observa las murallas rojizas de su destino, Robleda. Se gira para observar la caravana y dirigirse al jefe - ¿es esta? - pregunta extrañado, pues se la imaginaba más grande. 

- No te dejes engañar por su tamaño muchacho, pues su grandeza no se basa en ello,- comentó sonriente el pesado comerciante al pasar bamboleándose sobre su caballo.

Pese al viento que agitaba su capa roja y su melena trenzada, tenía calor, pues su cuerpo estaba acostumbrado a las nieves eternas de las montañas. ¿Sería este el desierto del que le hablaba su abuelo? 

Con este calor, la armadura le molestaba más de lo habitual, y el equipo parecía pesar más, motivo por el que observó con ojos calculadores la montura del gordo comerciante...

Finalmente se encoge de hombros, y echa un trago a su cantimplora, antes de comenzar a andar tranquilamente, en dirección a las enormes puertas de la ciudad.

Después de un largo viaje llegáis la las puertas de la ciudad, dos guardias las guardan a un lado y a otro. Conforme pasáis por su lado estos hacen un gesto de saludo al jefe de la caravana. Os adentráis junto a la caravana, las calles de la ciudad son estrechas y empedradas, manteniéndose limpias y cuidadas. Las casas son bajas, de una planta, aunque algunas hay más altas, incluso de dos o tres pisos. Las viviendas están construidas con fuerte y nudosa madera de roble, reforzada con piedra de canto en sus esquinas y planta baja. Las techumbres son a dos aguas, de pizarra negra en algunas casas (aquellas de las familias más acomodadas) y de pajizo de cáñamo anudado en las haciendas menos favorecidas. Unos pocos caserones grandes y solariegos están construidos íntegramente en piedra oscura y gris, con techos y artesonados de madera. Las calles se abren y distribuyen desde la plaza central de la villa, donde se levanta la casona del Burgomaestre, frente al centenario roble albo que da nombre a la ciudad.

La caravana de despliega, buscando cada uno su sitio para montar el puesto y empezar a vender sus mercancías, ya hay varios puestos montados en el centro de la plaza. Estos días se preparan para el mayor mercado de toda la Marca del Este, que se celebra cada año aquí en robleda.

Nada más llegar al centro de la plaza se ve un gran revuelo alrededor de los puestos del mercado. - ¡¡¡Carne fresca!!! - Anuncia un hombre grande y barbudo desde detrás de uno de los puestos. - ¡¡Malacatones como puños, señoras!! ¡¡Hagan fila y no se apelotonen!! - Grita el hombre del puesto de enfrente. Otro puesto más allá un hombre de tez oscura - ¡¡Alfiombras di Calimshan!!, ¡¡Lias autiénticas, aquiellas que los gienios del sur iusan para violar!! - Justo a lado hay otro puesto en que puedes encontrar varios tipos de pan y dulces de todo tipo. Hay otro más allá en la que se pueden ver varias clases de plantas. Otro con armas y armaduras. Y así hasta infinidad de cosas.

La gente se prepara, han venido de todas partes, y más gente que llegará estos días a comprar y vender todo tipo de cosas. Va haber bastante movimiento, seguro que podréis encontrar algún buen trabajo estos días.

De repente escucháis a lo lejos - ¡Al ladrón, al ladrón! - grita una mujer mientras un tipo intenta abrirse camino entre la multitud y choca contra uno de vosotros cayendo al suelo una pequeña bolsa que al golpear el suelo suenan monedas dentro... Os mira, mira la bolsa y sale corriendo perdiéndose entre la multitud de gente que empieza a abarrotar el mercado.
 

Recojo la bolsa del suelo mientras observo con una media sonrisa, marchar al hombrecillo.

-Vaya, si que tenía prisa, - comento al tiempo que busco con la mirada la mujer que gritaba. 

El viaje ha sido largo y tranquilamente aburrido... ¡Y encima llevo días sin saber nada de ese malnacido de mago errante!... Al menos la compañía no ha sido mala: Dragomir y Black parecen majos, pero van muy alegres y despreocupados... bueno, han tenido suerte de no pasar lo que yo con ese... mago hijo de mil rameras!

Cuando llegamos a la ciudad - pues menuda mierda de capital, nunca mejor dicho - fue lo primero que pensé al ver la ciudad, se nos cruza una mujer persiguiendo a un ladrón. Instintivamente salgo con la mujer para intentar capturar al ladrón. ¡Quien sabe!: lo mismo hasta tengo una pequeña recompensa jeje - pienso para mis adentros esbozando una sonrisa. Mientras corro, dirijo una mirada a Black y Dragomir para que se unan a la persecución - ¿Quién sabe? A lo mejor está persiguiendo a ese harapiento ma... Joder! Estoy obsesionado con ese tío, centrate tío! - me digo a mi mismo

Observo a Rael salir disparado en pos del ladrón, algo sorprendido. Cuando se gira y nos mira para ver si le seguimos, le muestro la bolsa que acabo de recoger del suelo.

Era un buen tipo, algo obsesionado con un mago al que buscaba, pero aparte de eso, divertido y buena gente.

Black se parecía más a el mismo, rudo y deseoso de ver mundo, quizás demasiado silencioso, pero parecía de fiar.

Los tres se encontraban en un territorio desconocido por primera vez, era sensato unir fuerzas...

La mujer llega corriendo donde está Dragomir, se le queda mirando unos segundos. - Gracias buen hombre por recuperar mi bolsa de ese ladronzuelo. - Y extiende la mano temblorosa esperando que le devuelva la bolsa.

Rael en carrera mira un momento hacía sus compañeros de viaje, pero cuando vuelve la vista al frente, ya no está. El ladronzuelo que seguía ha desaparecido entre la muchedumbre.

- Un placer mujer, - contesto sonriente, al tiempo que le acerco la bolsa y la miro de arriba a abajo, ajeno ya al ladrón y todo lo demás.

- Por lo que veo hay que andar con mil ojos en este mercado, - digo tratando de ser amable.

Veo a Dragomir recoger la bolsa robada - Se le debió de caer al patán ese - vuelvo a mirar hacia adelante - ¿Dónde está?! - pienso sorprendido - Solo he desviado la mirada un segundo!... Bueno, al menos la mujer ha recuperado su bolsa.

Vuelvo a donde está Dragomir y los demás. ¿Está usted bien, señora? ¿Le han robado algo de la bolsa?.

La mujer, una joven chica, pequeña, de apariencia delicada, lucida como una flor recién florecida, de pelo largo trenzado y rubio como el oro que le llega hasta sus curvos glúteos, haciéndole una bonita curva al llegar a ese punto, os extiende la mano para coger la bolsa y comprobar si falta algo.

- Muchas gracias amables caballeros, no falta nada. Y... ¿que hacen dos apuestos caballeros por estos lugares? -

Cuando os dais cuenta, Black no está, ha desaparecido. La verdad es que parecía una persona bastante extraña, por el camino no habéis conseguido entablar conversación con él, siempre contestaba con monosílabos. Y ahora ha desaparecido sin decir nada.
 

Extrañado miro alrededor buscando rastros de Black, pero al no encontrarlo me encojo de hombros y vuelvo mi atención a la mujer.

¿Apuestos?, muestro una brillante sonrisa, y me apoyo en el puesto más cercano, - pues la verdad, - comienzo a hablar, - es que buscábamos el mejor sitio para vaciar nuestras mermadas bolsas, para luego ponernos a buscar una manera de volver rellenarlas.

Me incorporo acercándome un paso a ella, - ¿nos podéis recomendar algo? somos nuevos en este sitio, y no sabemos por donde empezar.  

La mujer lo mira, y hace una media sonrisa.

- Conozco una posada en la que se come y se bebe muy bien y barato. Si me invitáis a una pinta os llevo allí. - Mientras hablaba se acercaba a Dragomir, finalmente empieza a acariciar al hombre desde su hombro hasta la mitad del pecho, donde se queda jugueteando con sus dedos en la armadura de cuero.

Luego gira la cabeza con su media sonrisa y le guiña un ojo a Rael.

Miro a Rael con una sonrisa, al tiempo que asiento con la cabeza, - ¡pues que sean dos pintas mujer!, - digo mientras alzo los brazos y le dejo guiarnos con una humorística reverencia.

Sigo a la mujer, y le hago un gesto a mi compañero para que nos siga, - vamos! a ver si encontramos algo que hacer en este lugar.

Antes de abandonar la plaza, vuelvo a echar un vistazo por si localizo al extraño Black.

Sonrío a la chica cuando ella gira para sonreirme - Mmmm, esta mujer va a acabar camelándose a Dragonir... bueno, él es mayorcito. - Justo cuando siento la necesidad de beber, oigo a la chica mencionar el bar y a Dragonir señalarme que vayamos con ella. Venga, vayamos... estoy sediento!