Partida Rol por web

Mil balas sobre Avalon Hill.

Cap. 1. ¡Ladrones de ganado!

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29/09/2008, 21:31
Director

Dirigir el ganado hasta Circean Valley para la invernada iba a retrasarse con motivo del envío de doscientas cabezas de ganado en el tren especial de Austin, dentro de una semana, para lo cual cada una de las reses seleccionadas había de ser marcada con la I especial y confinada en el cercado a orillas del granero.

El cansancio de aquellos días y la impresión de la ardua tarea que restaba por hacer, hacía mella en los hombres y mujeres del rancho Ithaca. Los empleados dormían como leños en la nave anexa a los establos, a saber: el capataz Darius Potter, su segundo, Lee Miles, y los cowboys Tommy “Bonito” Smith, Thomas Lewis y Zacharias Buckner.

En la casa principal, consistente en una amplia planta ( la mayor parte de la cual era ocupada por una cocina), se hospedaban la señora Wales, sus hijos Josie y Jeremy, la cocinera negra Gertrudis y la cowgirl Sarah Hudson-Parker (la patrona había tenido esa consideración hacia esta joven introvertida y áspera, que había deslumbrado a los más expertos con su pericia con el lazo).

Octubre se había estrenado como un mes caluroso, sin lluvias. Tan sólo algunas tormentas eléctricas estremecían el cielo sobre las praderas, como ocurría aquella noche. Tal vez esto les había impedido oír el sonido de los disparos en la lejanía…

Fue muy entrada la madrugada cuando un caballo irrumpió al galope en el rancho. Un joven, sangrando por un costado, se deslizó de la silla y corrió hacia el barracón de los muchachos, jadeando. Abrió de una patada uno de los batientes y gritó:

-¡Jefe, jefe! ¡Ladrones de ganado!

El capataz se puso en pie de inmediato. Su mostacho profuso aparecía un poco deformado por la presión del jergón. Se frotó los ojos y contempló atónito la figura cubierta de polvo y maltrecha de Bobby Clayton, un muchacho de unos diecinueve años, que pese a ser imberbe y un poco atolondrado se había convertido en un valioso efectivo.

-¡Que el infierno se me lleve! ¿Qué te ha pasado, muchacho?

-¡Jefe, jefe, las reses que habíamos apartado a orillas del lago, se las han llevado! Intenté evitarlo, pero respondieron a mis disparos y me acertaron. Creo que me desmayé…

-¡Sucios coyotes! – Y se lanzó lecho por lecho hecho un basilisco, sacudiéndolos: - ¡Arriba, muchachos, tenemos trabajo que hacer! Es hora de que cundan los revólveres. ¡Vamos, deprisa, hay que ensillar los caballos! Bobby, hijo, ¿puedes caminar hasta la casa? Avisa a la señora Wales y que Gertrudis le eché un vistazo a tu herida.

Bobby asintió con una sonrisa apurada. Se sentía un poco inútil por haber fallado en su desempeño como vigilante. Desde que las patrullas unionistas se habían retirado a sus fuertes para pasar el invierno, toda vez apaciguada la región y ajusticiados los rebeldes más contumaces, la señora Wales había aceptado el consejo de Potter de poner vigilantes en los campos, y el turno iba rotando cada noche. “¿Por qué en el mío, por qué?”, iba mortificándose Bobby Clayton. Cruzó la distancia hasta la casa y entró en el porche de madera. En la ventana de la alcoba de la señora Wales había luz. “A esta mujer no se le escapa ni una”, pensó el muchacho. No tuvo que golpear demasiado la puerta: Catherine Wales apareció de inmediato en el umbral observándolo con torvo ceño azulenco. Como siempre que estaba en presencia de aquella mujer poderosa la lengua quería trabársele:

- Patrona, nos… nos roban el ganado.

La expresión de Catherine permaneció inalterable hasta que descubrió la mancha de sangre en la camisa del joven.

-¡Gertrudis, Gertrudis, despierta, Bobby está herido!

La voz de la patrona resonó en las habitaciones traseras y el pequeño Jeremy emergió de su sueño febril. Entre toses preguntó, dirigiéndose a alguien que yacía en una cama contigua:

-Josie, Josie, ¿qué es lo que ocurre?

En otra habitación, Gertrudis se incorporaba azorada, una negra robusta y escandalosa que hacía temblar el suelo a su paso; era inevitable que Sarah Hudson-Parker despertase.

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30/09/2008, 09:13
Josephine "Josie" Wales

Su sueño no era profundo. Las noches como esa no le gustaban, no porque temiera a los truenos y relámpagos, sino porque parecía ser el escenario ideal para el actuar de cuatreros. Y es que claro, la lluvia borraba la mayoría de sus huellas, lo que dificultaba el rastreo, pero también es cierto que en noches como esa el ganado se muestra más inquieto y difícil de manejar equiparando otra vez la balanza.

Pero no era la tormenta la única causante de ese sueño poco profundo. Había una razón muchísimo más poderosa y era el pequeño Jeremy.

Josie no tenía hijos y probablemente nunca los tuviera, pero nadie podía decir que no sabía lo que era el amor de madre porque por el modo en que cuidaba y se preocupaba por Jeremy cualquiera diría que él era hijo en lugar de hermano.

Abrió los ojos apenas oír la voz de su madre y se bajó aún más rápido de la cama cuando él la llamó.

-No pasa nada, mi niño
-le susurró dándole un beso en la frente, aprovechando de comprobar si le había bajado un poco la fiebre-. Anda, toma, bebe un poco de agua -lo ayudó a incorporarse y le dió de beber.

Cuando la tos se hubo calmado un poco, metió un trozo de tela en el lavatorio y le estrujó el exceso de agua para ponérselo en la frente. Josie estaba preocupada por la salud del menor pero intentaba que esa preocupación pasara desapercibida para él o de lo contrario se angustiaría.

-Cierra los ojos y descansa -le dice con voz dulce-... Mamá y Gertrudis van a cuidarte, yo tengo que ir a ver el ganado -le acaricia el rostro-. ¿Me prometes que te vas a portar bien?

El niño cerró los ojos, había vuelto a dormirse y Josie se apartó de la cama, cautelosa. Tomó sus cosas y se vistió con premura; apenas estuvo lista salió de la habitación y fue directo a la alcoba de su madre.

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30/09/2008, 16:23
Zacharias Buckner

Los gritos sacaron del sueño a Zach, pero no le inquietaban, los bruscos despertares habían sido una constante desde que era sólo un crío, siempre que andaba con su padre, se sucedían un día sí y al otro también. Únicamente los momentos que pasaba en la granja Hudson habían sido más agradables y normales para un niño pequeño.

Era el segundo día que estaba en el rancho y la primera noche, y esta no podía ser más movidita, agradecía a la viuda la oportunidad que le brindó de trabajar para ella a pesar de la fama de su padre, pues James “Horse” Buchner había sido uno de los cuatreros y pistoleros más temidos durante varios años en la región, pero él era muy diferente, o por lo menos eso intentaba demostrar. No era demasiado hábil disparando, ni demasiado bueno montando, pero tenía la fuerza de tres hombres y las ganas de cincuenta, lo que compensaba con creces sus fallos como cowboy.

Busco casi a tientas sus botas debajo de la cama, y apenas las hubo calzado ató el cinturón y comprobó que el revólver estuviera en su lugar, agarró el sombrero y se puso en pie mirando alternativamente la puerta y al capataz que aún seguía pateando la puerta haciendo ruido. Se sentía un poco intimidado por los vaqueros veteranos, pero tenía afán por aprender, pues las cosas eran muy diferentes aquí que en el norte.

Miró a Potter y salió presuroso hacia el establo, de él no dirían que fue el último en presentarse a ayudar, pues le debía mucho a Wales y no quería decepcionarla por nada en el mundo, su casi metro noventa sobrepasaban el quicio de la puerta, así que tuvo que agacharse para poder pasar por ella.

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30/09/2008, 17:40
Lee Miles

La aparición ensangrentada del joven Bobby no pareció inmutar a Lee. No hubo reacción ni gesto en aquella cara cuarteada y agrietada por la interperie. Aquellos ojos azules habían tomado prestado de tanto amanecer visto ciertos tonos púpuras. Se levantó pesadamente y los ecos de sus botas al caminar corearon la voz del capataz, el señor Darius Potter.

-¡Que el infierno se me lleve! ¿Qué te ha pasado, muchacho? 

Miles zanqueó hasta el joven. En el camino el cinto de su revolver pasaba de su mano a su cintura.

-Tranquilo muchacho- habló con la templaza de quien sabía reconocer en ojos ajenos la preocupación, y que si  sabían reconocerla era porque la vivieron en su pasado. Por muy lejano que éste fuera. Anudó el cordel de cuero que sujetaba la funda del arma a su pierna.

-No ha sido culpa tuya.- y aunque hablaba a Bobby su mirar ya se había posado en Potter, y le hablaba al capataz no con palabras sino con aquel azul de sus pupilas.

-Ya sabes lo que hay que hacer. Ya sabes que será más sangre lo que se derrame esta noche.-

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30/09/2008, 20:20
Thomas Lewis

La lluvia repiqueteaba contra el viejo techo de madera, los relámpagos y truenos iluminaban las llanuras espontáneamente, de forma incluso algo tétrica, quizá presagio de algo por venir.
Thomas estaba habituado a dormir en cualquier lugar, en realidad en condiciones mucho peores que aquella ya que más de una vez tuvo que hacerlo a la intemperie en montañas llenas de indios, así que esta vez se durmió con bastante facilidad después de un día de ajetreado trabajo.

Sin embargo el reposo de todos fue interrumpido abruptamente, provocando que se incorporase de golpe apuntando a la puerta con el revólver que tenía bajo la almohada, bajando el arma tras comprobar que se trataba del joven Clayton, claramente alterado e incluso herido.
El ceño de Lewis se frunció visiblemente mientras salía de la cama con rapidez, acabando de vestirse y abrocharse el cinturón, tal y cómo hicieron los demás, dejando el revólver en su funda para después recoger su sombrero y su fiel rifle.

Asintió a las palabras de Lee con decisión.
-No hay tiempo que perder- afirmó de forma algo escueta mientras sus rápidas zancadas le llevaban directo al establo para empezar a ensillar su caballo, algo alterado debido a los sonoros truenos que rompían la noche.

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30/09/2008, 20:31
Sarah Hudson-Parker

Era una noche tormentosa en la que a Sarah le había costado ya de por sí conciliar el sueño pero se pondría aún peor y lo supo cuando enseguida, al poco rato de haber logrado dormirse, los gritos de alguien en la casa la despertaron. Sin saber muy bien qué estaba sucediendo, saltó de la cama con una agilidad nata en ella, se calzó los pantalones, las botas, la camisa y buscó su pistola al mismo tiempo que el sombrero en la pequeña y vieja comoda que estaba al lado de su cama. Ató su cabello en una cola mientras se acercaba por el pasillo a la gran cocina de la casa de la viuda y pudo ver a Gertrudis al lado de Bobby que parecía demasiado dolorido.

No hacía falta preguntar nada, al menos no hacía falta para ella. Ya se esperaban que algún día, aquel rancho fuera el blanco de los cuaqueros y sabían que no pasaría mucho tiempo antes que eso sucediera. Dio grandes zancadas sin molestar a la vieja Gertrudis con su cara compungida y salió de la casa. El agua fría golpeó su rostro despertándola del todo y se alejó a paso vivo hacia el recinto donde los hombres dormían por la noche; no iba a preguntarles si necesitaban su ayuda, iba a hacer lo propio y a recuperar unas cuantas cabezas de ganado lazándolas de ser necesario. Necesitaba su caballo.

-Sarah Hudson lista-dijo al pararse en la puerta de la barraca y mirando a Potter.

Y no perdió más tiempo, se tocó el ala del sombrero y se encaminó al establo a buscar a su caballo, seguro que algunos de sus compañeros ya la seguían de cerca, así que abrió algunas trancas para que accedieran con más rápidez a los equinos y luego montó a su caballo, un caballo azabache bastante salvaje. Sonrío entredientes, al menos tendrían un poco de acción. Esperó a Potter porque él debía dar la salida pero sobretodo porque sin duda él tendría más detalles según lo que le hubiera dicho Potter. Justo en una noche como esa, cuando más cansada se había sentido pero el deber era el deber y se lo tomaba con filosofía. Acarició el cuello del animal para tranquilizarlo un poco, los rayos y truenos hacían que estuviera un poco nervioso, pero al escuchar la voz de Sarah, pareció quedarse un poco más tranquilo.

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07/10/2008, 20:16
Tommy "Bonito" Smith

Aquella noche tormentosa de Febrero era como cualquier otra.

Tommy ni se molestaba en ponerse bajo techo. Su sombrero y su poncho le hacían suficiente reparo en caso de que se largaran las lloviznas. Ahí, bajo el ala de su compañero de horas negras, Bonito Smith gastaba el tiempo con su armónica, notas alegres, ritmos que aprendiera del truhan ese, el Jhonny Bross... Pues él había estado en Luisiana durante el verano anterior al comienzo de la guerra y se había nutrido con esos rítmos picarones. Ahora Tommy intentaba copiar al charlatan tratando de sacar "notas" aún sin saberles siquiera los nombres.

Una voz conocida de su infancia lo sustrajo de su concentración, allí, muy cerca de Nuevo Mexico, afuera del rudimentario barracón que hacía las veces de morada tanto para el hombre como para sus entrañables compañeros...Para todos ellos, y para los que venían huyendo de los yankis.

-Eh! ¡Hombre pero si es el pequeño Tommy Smith! No lo puedo creer, que gusto me da verte muchacho... Hombre... Siento lo de tu familia...

 

La entrada de Bobby y el jaleo armado por su llegada arrancó de la reiterada pesadilla a un Tommy Smith con el rostro perlado de sudor y las mandíbulas doloridas de tanto apretarlas entre sueños para tratar de evitar lo inevitable.

Suspirando aliviado, casi agradecido por la irrupción cargada de problemas del muchacho que a fuerza de trabajo se ganaba día a día su lugar en el rancho de Ithaca, el atormentado Smith se ponía ya de pié para acomodarse los calzoncillos, ponerse los pantalones, frotarse los ojos para tratar de quitarse el regusto de una pésima noche -como de costumbre en los últimos tiempos- calzarse las cuidadas botas, camisa, chaleco.

-Malditos cuatreros... bastardos desgraciados. Pobre muchacho...Espero que podamos saldar cuentas con los haraganes. Lucrando con la hacienda de nuestra patrona. Ya verán...

Mientras sus compañeros de interminables jornadas de trabajo se ponían prestos a defender lo que en a mayoría de los casos amaban como propio, Tommy extendió un poco su mano derecha y flexionó los dedos, luego de eso tomó el cinturón con la cartuchera del respaldo de la cama, tapado por su sombrero, aquél cíclope que lo acompañara todos los días de su vida.

Caminando serenamente hasta donde los dos veteranos habrían de planear en silencio y de manera casi imperceptible lo que podría ser una persecución de varios días, "Bonito" fue acomodandose el poncho que trajera de un pasado reciente y a la vez lejano como si de otra vida se tratase. Sus compañeros partían rumbo al establo y en el umbral del barracón ya se veía lista la taciturna y osca muchacha con cara de ángel.

Ya listo, escuchó como el viejo Lee soltaba algo muy parecido a un epitafio...

Cita :

-Ya sabes lo que hay que hacer. Ya sabes que será más sangre lo que se derrame esta noche.-

 

-Señor Potter, Don Miles, dios mediante, no será la nuestra ni la de la hacienda. ¿Galoparemos rumbo al lago o tienen idea de adonde pueden estar llendo esos canallas?

La voz del cowboy sonaba algo monótona, como si de salir a matar coyotes se tratara.

 

 

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08/10/2008, 18:48
Director

La señora Wales apenas advirtió la irrupción de la silenciosa Sarah en la cocina, ya con las armas enfundadas y una expresión insondable en el rostro. Su hija, Josie, quien se hallaba en el umbral de su dormitorio, fue la única que la vio abandonar la casa, después de dedicarle un vistazo carente de asombro al cowboy herido, y sin pronunciar una palabra.

Bobby se estaba quejando por la brusquedad de Gertrudis, que cortaba un trozo del costado de su camisa sin demasiadas contemplaciones.

-Aaah, esto no es nada, ¿a qué viene todo este escándalo?, sólo es un rasguño – exclamaba mientras tironeaba; la voz de la sirvienta era como un velero con las velas henchidas. – Habrá que calentar agua para limpiárselo.

La señora Wales se puso de inmediato manos a la obra, pese a las protestas de Gertrudis.

-Tú ve a por lienzos limpios -sanjó, inclinada sobre el hogar central, prendiendo la yesca. -Has tenido suerte –suspiró al cabo de unos segundos, dirigiéndose a Bobby. Y a continuación lo interrogó: -¿Viste cuántos eran? ¿Hacia dónde se dirigieron luego?

-Un relámpago oportuno me descubrió a tres jinetes entre las reses, señora. Ni corto ni perezoso, apunté a uno con mi rifle y le disparé. Creo que fallé. Lo cierto es que algún otro que debía estar acechándome me disparó. De no haber sido por ese rayo que me sobresaltó, pudiera ser que yaciese todavía allí, con la garganta abierta. ¡Ay! Gertrudis, no soy un mulo, un poco más de cuidado, por favor… -Gertrudis refunfuñó. – Perdí el conocimiento, señora, lo siento terriblemente, pero el dolor fue atroz.

-¿Cuánto tiempo puede hacer de eso?

-El lago está a veinte minutos al galope, así que calculó que hace cuarenta, una hora a lo sumo.

-Todavía no están perdidas esas cabezas.

Mientras tanto, Sarah había arribado a los establos; dentro, los hombres maldecían y tosían. El capataz, que rumiaba con aire grave la sentencia de Miles, asintió ante su escueto parlamento y la observó retirarse un poco preocupado. Se volvió sobresaltado por la pregunta de Tommy.

- Bobby dice que perdió el conocimiento, así que no puede tener mucha idea –contestó. - Cabalgaremos hasta el lago y allí Lewis rastreará el terreno. Veamos que nos cuenta. ¡Ahora, rápido, a ensillar y a montar, y a la casa, a recibir órdenes de la señora!

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08/10/2008, 19:43
Tommy "Bonito" Smith

Tiempo atrás había aprendido a acatar ordenes cuando era necesario. Así pues, el cowboy hizo lo que el capataz ordenara. Trotó rumbo al establo para buscar cabezada, frenos, pelera, cojinillo, montura y encimera... Luego las alforjas y el lazo que bien atado a los tientos habría de quedar hasta que recuperaran aquellas cabezas de ganado seleccionadas.

Si es que logramos alcanzarlos antes de que las puedan fondear

Luego de aquello, con el caballo de tiro Tommy se llegó hasta la cocina para dejar al "pingo",  su caballo moro pampa, con el cabresto apoyado en el palenque. Rápidamente, el hombre pidió permiso para entrar mientras se sacaba el sombrero

Señoras susurró para luego dirigirse a la sirvienta Oiga Gertrudis, ¿quedan algunas raciones de carne en salazón o algo así? Puede que durante lo que nos tome no podamos parar a cazar o cocinar... 

Las alforjas habrían de esperar a la negra tremebunda para ser al menos completadas con algo de alimento

Bien habrá de hacernos falta si la cosa se alarga...

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08/10/2008, 19:17
Josephine "Josie" Wales

Josie apenas y miró la herida de Bobby, no por indiferencia sino porque peores heridas había visto y sabía lo habilidosa que era Gertrudis y su madre para esas cosas, el chico estaba en buenas manos.

Tomó su abrigo de cuero y se lo puso, lo mismo que el sombrero, ambos estaban colgados tras la puerta, y salió de la casa rumbo a las caballerizas a por Zaina, su yegua. La ensilló y regresó a la casa montada en ella. La dejó amarrada bajo el cobertizo junto a los otros caballos y volvió a entrar, esta vez en busca de su rifle (el revólver ya lo traía en el cinto).

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09/10/2008, 12:32
Lee Miles

Arrastró desde debajo de su catre unas alforjas de cuero desgastado y las dejó encima de donde hacía unos instantes estaba durmiendo. De debajo del colchon de lana y paja sacó dos mantas. Las lió y ató con un cordel. cargó con todo hasta el perchero, donde recogió un abrigo largo de piel cuarteada. Salió y se dirigió al establo.

Plomo, su caballo, relinchó nervisoso al verle entrar y recoger su silla. Lee lo miró directamente a los ojos y vió como la luz de la luna que entraba distraida por una de las ventanas se reflejaba en tonos azulpálidos sobre la piel del animal. Abrió la purtecilla de madera y colocó las riendas al animal. Al hacerlo rozó la piel del caballo, caliente al tacto y aprovechó para acariciarlo. Tiró de él y Plomo se dejó llevar hasta fuera. Zaina, la yegua de Josie, estaba allí. Lo dejó junto a ella y caminó hacia la casa. La señora esperaba.

 

 

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09/10/2008, 12:55
Thomas Lewis

Lewis acabó de ensillar a su caballo con silenciosa precisión, no era la primera vez ni sería la última que se veía obligado a hacerlo repentinamente y sin previo aviso para tener que huir de algún ataque inminente en las montañas, así que en ese contexto incluso podría catalogarse de relativamente fácil para él.
Montó con agilidad y observó tan sólo un segundo cómo Josie hacía lo propio con su yegua.

Después salió del establo de los primeros, junto a Tommy y el capataz, asintiendo a este último cuando mencionó que se encargaría de seguir el rastro.
-La oscuridad nocturna nos puede dificultar la persecución, pero no debería ser difícil para ninguno seguir el rastro de varias decenas de ganado- admitió antes de desmontar frente a la casa de los Wales a pesar de conocer la respuesta de la señora de antemano.
Entró, rifle en mano, quitándose el sombrero y peinando su cabello algo largo hacia atrás mientras Tommy se encargaba de pedir algunas provisiones.

Saludó a Gertrudis con un movimiento de cabeza, sonriendo ligeramente a Bobby que parecía estar recibiendo los cuidados oportunos a pesar de sus infatigables quejidos.
-Señora, ¿cuáles son las órdenes?- preguntó con educación, algo distante para ser sinceros, esperando la confirmación de la viuda para ponerse definitivamente en marcha. Ya estaban perdiendo más tiempo del que deberían...

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10/10/2008, 14:28
Zacharias Buckner

Ató torpemente el revolver al cinto, y se apresuró a coger el caballo que le habían asignado, uno de color marrón, grande y poderoso, pues era un jinete pesado, no era tan rápido como el resto colocando la silla, ni tan precavido como para poder pensar en nada más que en el herido, la tormenta, y la oscura noche.

Miró a la puerta cuando la voz de la chica se abrió paso entre la lluvia, apenas podía cree que la cría que no paraba de molestarlo hace tantos años se había convertido en la vaquera que tenía delante, no sabía bien que decirle, las palabras nunca se le habían dado bien, así que permaneció callado. Era el novato, y el menos experimentado, así que no podía añadir nada.

Simplemente se alegró de que el muchacho pareciera fuera de peligro, y espero paciente, dispuesto a dar lo mejor de si mismo, a suplir sus carencias con pasión y entrega, él era un buen hombre, todos tenían que saberlo.

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10/10/2008, 19:34
Sarah Hudson-Parker

Aún en el establo, miró con aire tranquilo a Tommy que ensillaba su caballo para aprestarse a la tarea de la noche, la maldita noche aquella. Parecía en otro mundo, ni siquiera se había dado cuenta de su presencia o quizás simplemente prefería ignorarla en aquel momento. Uno nunca sabe en lo que piensan los vaqueros antes de una empresa así, después de todo, pueden incluso morir. Se tocó el sombrero para acomodarlo y que no notara que lo estaba mirando y continuó con lo que estaba haciendo sólo para salir unos minutos después que él.

Sarah notó la mirada sobre ella de nuevo, ahora de aquel nuevo empleado que tenía la señora Wales y aunque intentó recordar de dónde le conocía y por qué se le hacía familiar ese rostro mientras terminaba de ensillar su caballo, no consiguió hacerlo. Se encaminó al patio con la mirada perdida y el agua cayendo sobre su rostro, tenía las cejas arrugadas, como cuando le molestaba algo y precisamente le molestaba no saber quién era Zacharias mientras se repetía el nombre mentalmente y aguardaba tranquilamente sin dejar de tocar a su caballo.

-Buckner...-musitó Sarah para sí. ¿Padre no tenía un amigo que se llamaba así?

Se golpeó el muslo con furia, odiaba olvidar cosas o quizás era que se había provocado ella misma a olvidar lo que había pasado antes que llegara al rancho; en ese momento no lo sabía y se sonrío displicente, cómo quien se permite una cosa a sí mismo, aquella noche tenía que hacer algo más importante y era recuperar esas cabezas de ganado junto a todos los demás. Tomó las riendas de Dark y se aparejó a Buckner, lo miró de reojo y esperó a poder preguntarle sobre su pasado, no quería que el jefe apareciera y le quitara esa oportunidad.

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11/10/2008, 14:25
Director

La señora Miles se disponía a trasladar un caldero de agua caliente cuando comenzaron a irrumpir en la cocina. El primero fue Tommy, y Gertrudis, tras la indicación de su ama, abandonó la cura de Bobby para desaparecer en la despensa y atender a la demanda del vaquero, emitiendo pequeños ayes y ruegos al señor. Su propia hija entraba a continuación con porte solemne, y breves segundos después, el montaraz Lewis. Apenas pudo oír lo que éste le preguntaba: con expresión preocupada, miraba cómo Josie retiraba uno de los rifles colgados detrás de la puerta.

En ese mismo lapso, el capataz había desmontando de su yegua Pallas frente al porshe y ya entraba sacudiendo su sombrero, acompañado por Miles. Zacarías y Sarah los imitaron enseguida.

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11/10/2008, 14:26
Darius Potter.

-¡Maldita sea, chicos! No os desperdiguéis. Aquí soy yo quien da las órdenes, ¿está claro? –rugió el capataz dirigiéndose a Tommy y Lewis. En ese momento, Gertrudis regresó con unas raciones de bacon ahumado, las cuales se apresuró a envolver cuidadosamente. Potter enarcó las cejas y se atusó el bigote. – Provisiones, sí, no nos vendrán mal –masculló por fin.

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11/10/2008, 14:27
Catherine Wales.

-Refunfuña en exceso, señor Potter –zanjó la señora Miles. Se masajeó las sienes y habló con voz firme: – Según Bobby, puede que esos ladrones les lleven más de una hora de ventaja… Está bien, escúchenme todos: recibirán cinco dolares extra en la paga de este mes si consiguen recuperar el ganado, al menos en su mayor parte. No me importa lo que ocurra con los cuatreros, si los hacen huir sin exponerse mejor que mejor. Pero es necesario que todos los rufianes de la región entiendan que Ithaca no es un rancho vulnerable.

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11/10/2008, 14:28
Darius Potter.

Darius Potter pareció cuadrarse. Meditó brevemente y tomó la palabra:

-¡Está bien, atended, chicos! El lago está a cuatro millas. Una hora o dos horas, el tiempo que fuese, estoy seguro de que podemos alcanzarlos. Sólo tienen dos direcciones desde ese lugar: el desfiladero de Escilla, para poder atravesar los Dardanelles y colocar las reses en algún rancho del norte, o el cañón de la Águilas, hacia el Este. Hay dos días hasta el desfiladero, y 62 millas hasta el cañón. Si han optado por esto último son nuestros sin remedio. ¡Salgamos disparados!

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11/10/2008, 14:29
Catherine Wales.

Catherine Wales intervino de nuevo, con voz carente de inflexiones:

-Josie, tú no irás; acompañarás a Bobby a avisar al sheriff, cuando esté un poco repuesto.

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11/10/2008, 17:05
Tommy "Bonito" Smith

Tommy había asentido ante la proclama del capataz

Hablando de tener las bolas bien puestas. Pensó.

Gracias Doña Gertrudis. Musitó cuando la mujerona traía las raciones.

Una duda lo había asaltado al oír las posibilidades, pero la había zanjado rápidamente sin correr el riesgo de preguntar una tontería justo antes de que Josie explotara en un arrebato de furia contra su madre.

Entonces, ¿hay que ir al norte o al este? ¿Por qué no le preguntamos a Bobby en que dirección marchaban? Ganaríamos tiempo yendo por camino recto... ¡Ah! Seguro que al llegar al lago seguiremos la huella... Que va... Me lo guardo.

Jefe ¿cargo en las alforjas? Distribuidas digo... Comentó a Potter por lo bajo, como para no interrumpir a la señora Wales y su hija. La diligencia era algo que muchas veces se confundía con arrebato. Como en el ejercito...