Partida Rol por web

Entendido señor

Stromhand, ¿puedes coger esas lianas para cruzar el río? Asi te será más facil llegar hasta este lado. Mientras buscare algo con lo que sujetarte por si te arrastra la corriente. No queremos que te suceda lo mismo que a los demás. busco unos juncos, troncos, flotadores, algo que sirva para ayudarle si se queda a medio camino.

Brian golden encuentras unas maderas secas y unas piedras pequeñas.

Stromhand las lianas que cuelgan son tan largas como el rio de ancho.

bien tomad algo de impulso guard mia arma y me hecho a correr a toda velocidad para que el impulso me yude un poco a pasar y justo antes de entrar al algua digo !geronimo!
justo antes de lanzare me resbale con una roca lo cual hace que pierda el equilibrio y caiga al rio y miestras pido ayuda a Brian Golden y a Ben Ulrand voy pensando este maldito mundo ya me tiene arto ese maltito yeda cuando lo vea no lo voy a arrestar si no que voy a matarlo o morir en el inteto

El cuerpo de Stromhand viaja sin poder impedirlo hacia abajo de la corriente haciendose trizas con unas rocas afiladas.

Otro Stormtrooper muerto.

Observo atónito el río crecido y la violenta corriente. Stormhand también ha muerto. -¿Cómo ha podido pasar esto?. Después, el chasquido del intercomunicador me saca de mi sopor y escucho las palabras de Hergo. Miro al cielo, humedad, nuves, podría llover.

Me refugio en la foresta, tras una cañada formada por la fuerza del agua. Le hago un gesto a Golden, allá, en las rocas junto a la rivera, para que se acerque, y me siento en el barro húmedo. Tras quitarme el casco y dejarlo a un lado me paso la mano por el pelo aún mojado. Un siniestro picor me llena el cuerpo ¿Sangijuelas? Quien sabe.

Llega Brian Golden.

-Soldado, descanse. Tu eres mi segundo. Dime...¿cúal es nuestra prioridad ahora?

Contemplo como uno tras otro de nuestros compañeros caen en el río y son llevado por la corriente hasta una muerte segura. No importa, no los conocía

Al oir a Ben Ulrand hacerme esa pregunta me lo pienso un momento antes de contestar. Señor, nuestra misión siempre ha sido eliminar al jedi. No importa si nos cuesta la vida pero tenemos que cumplir con nuestra misión. Recomiendo que nos reunamos con Hergo y tracemos un plan de ataque.

Miro alrrededor, todo selva. -La misión... -Murmuro, arrascandome bajo la junta del sobaco y luego miro directamente a Golden. -El condicionamiento imperial ha funcionado, está dispuesto a continuar...

-Hijo... -Digo, empezando la conversación. Aquel resquemor volvió, por imposible que parezca, aquel momento, con el melancólico cielo bruñido de plata, las nuves oscuras mecidas por el viento y el ambiente húmedo de la selva salvaje, se convirtió en un instante de reflexión. Había luchado mucho, había tragado mucho, había visto a mis compañeros morir.

-Herzog... Minsk... Ben... Ciro... todos ellos muertos a manos de los rebeldes, pero ¿no fueron, acaso, igual de chapuceras y mal organizadas aquellas misiones? La vida de nuestra unidad estuvo en peligro desde el principio, cuando montamos en aquella mala carraca sin piloto. Y el mando no se preocupó lo más minimo. Nuestras vidas no valen nada a sus nefastos ojos. ¿Quién tenia la culpa? ¿Nosotros? ¿Los rebeldes? ¿O el mando imperial?

-¡Maldito ejército imperial! -Pero... ¿acaso yo, con arriesgar de forma tan fea mi propia vida, y con los cientos de sacrificios de soldados imperiales a lo largo de la galaxia, merecía aquel desorbitado sueldo y aquella vida sin vida? La masacre de Dantooine, ahora la recordaba, en la que fusilamos a trescientosdos granjeros de Palm-lo, por la posibilidad de que ayudasen al comando rebelde oculto en el planeta. -¡Que absurdo!

-El mando arriesga nuestras vidas sin contemplaciones, el imperio sacrifica la vida de sus ciudadanos y además, a pesar de que pretendiese autoconvencerme de lo contrario, los rumores de la corrupción en los puestos de la jerarquía, tanto civil como militar, eran echos más que probados. ¡Qué sentido tiene este imperio si no se puede ascender por méritos propios, como me han enseñado con su maldita propaganda! ¡Mentiras, todo mentiras!

Como un perro maltratado, Ben Ulrand había estado guardando un rencor interior hacia la mano que le daba de comer, ya nunca sería el mismo, ya no podría confiar en unos hombres que le enviaban a morir. Si regresaba a Coruscant, le enviarían de nuevo a otra misión suicida. Solo le quedaban dos opciones: huír, o morder la mano que le pegaba.

-¿Qué opinas acerca de Hergo, soldado? -Alzo la mirada, y cambio el tono de mis palabras, antes tristes, por otras tenebrosas. Sujeto con fuerza la culata de mi blaster, y lo coloco estratégicamente, para reaccionar rápido contra aquel chico que, sin haber visto lo que yo, podía intentar acciones contra mí.

La pregunta de Ben Ulrand me coge desprevenido y en un principio titubeo al contestar. Pues, em, señor. Me parece un soldado eficiente a la hora de combatir aunque su trabajo en equipo es un poco nulo. El escuadrón de exploradores no está acostumbrado a trabajar en equipo supongo.

Después de terminar el parlamente miro fijamente al lider. ¿Cuál es nuestro siguiente objetivo capitán?

-Hijo, -continúo, pero apunto mejor mi arma, de forma disimulada. -Nuestro objetivo en estos momentos es sobrevivir. ¿Es qué no eres consciente de nuestra situación?

-Chico... -Digo. -Eh... ¿Chico? -Le toco el hombro a Golden. -Vamos, hay que moverse, nuestra prioridad ahora es sobrevivir, no te preocupes por el imperio, olvida todo eso, Kyle Katarn tiene una nave y puede sacarnos de aquí. Tansolo tenemos que rendirnos. Después... no sé...

-¡Vamos! -Y me pongo en marcha a través de la selva.