Partida Rol por web

En el último tramo de su carrera, Einar vislumbró algo que podría inclinar la balanza a su favor rápidamente. Un alijo de prometio refinado. Un buen disparo, una granada bien lanzada y BOOM...edificio de la izquierda desplomado. Era una buena manera de arrasar con la mitad del enemigo implicado en aquella emboscada. No obstante, parecía que nadie lo había visto, así que con ciertos aspavientos, decidió poner en consciencia a sus compañeros, señalando los inestables bidones:

-ALLÍ JODER, ALLÍ HAY PROMETIO!!!!

Sin esperar a comprobar si alguien lo había visto, cambió hacha por escopeta y disparó contra el prometio.

Ahora era el turno de la granada frag que le quedaba. Quito el cebador y en seguisa el seguro, dejando que soltara su característico clink! E introdujo la granada en el búnker.

Brotinn escuchó el aviso de Einar. -¡Eliminad al tirador de la izquierda, yo me encargo de esos barriles!- contestó dirigiéndose a los varangianos. La energía comenzó a acumularse en alrededor de sus ojos y en la punta de sus dedos, vaporizando los restos de sangre que todavía le manchaban las manos antes de liberarse con el sonido de un trueno...

La sangre caliente del ogrete aun caía por mi cara y el olor de esta lo impregnaba todo, estaba casi seguro de que terminaría oliendo esta sangre tras cinco o seis duchas mas tarde. - Vamos al tajo. Apenas me quedaban proyectiles que utilizar contra el enemigo pero tenía claro que los usaría todos antes de rendirme o dejar que el sucio hereje ganase. - El objetivo es el mismo, pero en este caso, necesitamos acertarle, no queda mas ... pues no tenemos mucho mas que lanzarles. 

Bueno, Desastre no era de los que dejaban pasar la oportunidad de causar daños a la propiedad ajena sin consecuencias. Miró con odio al tipo de la azotea, el muy desgraciado se resistía a morir.

- Eh, mamones, hay que derribar a ese imbécil- les gritó a los otros penales de la terraza, que estaban perdiendo el tiempo, mientras señalaba al tipo en cuestión. Hasta el momento, habían sido bastante inútiles, pero al menos esperaba que supieran ver que les había mantenido con vida. Eran los últimos penales de la expedición si descontaba a Gabarri, que seguía pegado a la comisaria. Vaya un loco.

Pero mejor centrarse en el trabajo. Apuntó a los barriles de prometio, enormes y apilados en un tentador montón, y disparó un único tiro con mala intención. Si él tenía que fastidiarse y trabajar, los de la brigada de limpieza también.

Gabarri escuchó el grito de McKnife y no se lo pensó. Apuntó con cuidado desde su cobertura y mientras exhalaba el aire de sus pulmones apretó el disparador liberando una descarga de laser que cruzó rápidamente el espacio que les separaba. Una vez ejecutado el disparo, Gabarri comenzó a rumiar un plan para acabar con aquellos bunkers de una vez por todas. 

Una vez más quedó demostrado que, con una buena coordinación, la Guardia Imperial era una fuerza imparable. Desastre y Einar adivirtieron al resto sobre los barriles de prometio, el penal no perdiendo tiempo y disparando hacia ellos al tiempo que daba el aviso. El haz láser atravesó sin dificultad la chapa de uno de los barriles, y la elevada temperatura del proyectil lo hizo estallar, generando una reacción en cadena que acabó con toda la zona izquierda de la pequeña plaza volando por los aires en una serie de espectaculares explosiones. Cuando estas cesaron, no había ni rastro del búnker de la izquierda, ni de los tiradores, ni de prácticamente la fachada del edificio.

Con una parte entera libre de enemigos, los imperiales se centraron en la otra. En el búnker de la derecha, Kriemhild colocó de nuevo una granda para rematar la faena, aunque esta no tuvo demasiado efecto. Sí lo tuvo, no obstante, la ráfaga de bóler pesado lanzada desde el Chimera por parte de la visioingeniera del 112º, la perfecta calibración gracias a su UEM destrozando a ambos artilleros antes de que tuvieran oportunidad de responder. Una granada bien colocada por parte de Waldemar hizo estallar en pedazos a uno de los pocos tiradores que quedaban, el explosivo perforante haciéndolo desaparecer en medio de una neblina rojiza. El otro cayó víctima de un certero disparo por parte del especialista del 18º de Devotos, Murat Demir, aunque quizás en pos de no dejar en evidencia a su regimiento debido al a rivalidad entre ambos, el legionario Gabarri pudo acabar con el último enemigo en pie, el soldado que los llevaba acosando un buen rato desde el lateral, tras meterle un tiro entre ceja y ceja.

Y con aquella última muerte, la calle cayó de repente en un profundo silencio, tal y como había estado antes de que empezara toda la batalla. Habían vencido al enemigo, aunque habían sufrido bajas y todavía tenían que avanzar más, puesto que su misión principal era apoyar el ataque del Lord Comisario Holt con una maniobra por el flanco. Si los herejes habían ofrecido tanta resistencia en aquella calle secundaria, era difícil imaginar que el grupo principal pudiera estar avanzando a buen ritmo, pero aun así, no podían demorarse demasiado.

No obstante, tenían heridos que necesitaban de atención y más de uno podría aprovechar una parada para reaprovisionarse, aunque fuera a costa de los muertos. También podían informar de su progreso y quizás pedir refuerzos antes de continuar, aunque aquello seguramente les llevaría algo de tiempo.

Nereida tomó aire, cerró los ojos y alzó el rostro al viento, notando como la ceniza le acariciaba su ensuciada piel, como los olores a carne quemada le anegaban las fosas nasales, acompañado de los propelentes y químicos de las municiones; si a todo eso se le añadía el sabor a sangre en su lengua, ese ferroso regusto de cuerpos despedazados del archienemigo, Nereida, acabó por sonreír. 

Bajó la cabeza y avanzó a buen paso hacia el chimera, donde sabía que había una sacerdotisa marciana, sin embargo, mientras se acercaba, comenzó a impartir órdenes con el puño de combate aún crepitando de energía, sobre todo cuando partículas chocaban contra él - ¡Todo el mundo abajo, vamos Hienas, volved a tierra firme! - gritó a los pocos que quedaban por las azoteas - ¡Reorganicen las filas! ¡Avance total en cuanto todos estén listos! ¡Tenemos un avance central que desbloquear y una ciudad plagada de herejes que purgar! - vociferó tratando de mantener viva la llama de cada soldado que allí se encontraba.

Cuando llegó hasta el transporte, golpeó varias veces con la mano desnuda para llamar la atención de los de su interior - ¡necesito de sus servicios Clank! ¡Asómese! - y tas ello, la propia Nereida se encaramó al blindado para facilitar las cosas, sacando el agotado campo de energía, confiando en que sería capaz de devolverlo a la "vida".

Con los últimos resquícios de la resistencia de los renegados ardiendo Clank soltó los mandos del bolter pesado y se desconectó de la interfaz para intentar parchear el blindado. Justo antes de ello, recargó el arma pesada para que estuviese listo para su uso inmediato si encontraban otro núcleo de resistencia.

Luego abandonó el blindado para hacer un diagnostico de los daños en el chimera y buscar repuestos o planchas de metal para cubrir los agujeros en el blindaje. Igual que los soldados necesitaban atenciones y cuidados para seguir combatiendo, la maquinaría necesitaba de los mismos cuidados.

Ordenó a Kiki que le echase una mano en binario. No es que necesitase de su ayuda, pero necesitaba que comenzase a moverse para que la musculatura no se agarrotase. No quería un servidor estandar de la guardia, con andares renqueantes y perdidas de fluido lubricante.

-Zhao Yang, procura no mover mucho el blindado mientras le hago unas reparaciones. Si quieres echarme una mano, nadie mejor que tú entiende el espíritu máquina de este Chimera. Podrías apaciguarlo durante las reparaciones... algo me dice que tendré que arrancar planchas de blindaje y piezas de los semiorugas enemigos.

De todos modos... alguna vez habían sido vehículos imperiales salidos de algún mundo forja Imperial, antes de ser corrompidos por los herejes.

Cuando iba a comenzar con las reparaciones apareció la comisario Kriemhild.

-Comisario -saludó sin prestar mucha atención hasta que dirigió su potente voz hacia ella.

Cogió entre sus manos el marchito campo de fuerza. Necesitaba recargar la célula de energía y todavía no había aprendido la habilidad para recargarlo con su propia fuerza vital. Pero podía intentar drenar la energía de otros aparatos cercanos. Sopesó sus opciones y casi mejor que la comisario no supiese de dónde había salido la energía necesaria para recargar su campo de fuerza.

- Dejemelo a mi Comisario. Haré lo que este en mi mano y, con la ayuda de Mao Fu, lo tendré listo en breve.

Einar salió de detrás del semioruga destruido que estaba usando como cobertura. Tras la explosión de los barriles y los certeros disparos de los especialistas imperiales, aquello había quedado en un silencio brutal. Apoyó las manos en las caderas, y respiró, triunfal. No obstante, las palabras de la comisaria lo obligaron a volver a la realidad, quedaba trabajo por hacer, ya que su cometido era desbloquear la ruta principal con una maniobra de flanqueo.

-A la orden!- Se limitó a contestarle a su comisaria.

Llevó la escopeta a la espalda y agarró con determinación su hacha sierra. Luego buscó con la mirada al resto de Varangianos y procuró reagruparse con ellos y volver a la formación que Nereida había establecido. Una vez en formación, preguntó a sus camaradas.

-Waldemar, Brottin, todo bien?

Cuando Einar se le acercó, el psíquico primaris estaba ocupado ungiendo las frentes de los varangianos con la sangre de sus enemigos. El ritual se realizaba rutinariamente cuando un ungtblood, o sea un sangre joven, entraba por primera vez en combate y, dado que no había sargentos en el grupo de flanqueo, recaía en Brotinn la responsabilidad de cumplir con la antiguas costumbres.

-No se nos ha dado mal, maese Sigurdsson. Mejor que a los herejes, en cualquier caso- señaló a los abundantes cadáveres dispersos por doquier- aunque me consta que no soy el único que podría apreciar las atenciones de un curandero -concluyó levantando uno de sus brazos donde Snarl le había aplicado un rudimentario vendaje. -Está claro que a mi cuidador se le da mejor apuñalarme que curarme las heridas.

Con el eco de las últimas explosiones resonando por el campo de batalla, era tiempo de revisar este en busca de heridos y de reponer la munición que se había gastado. - Vamos Rigoberto, quizás pillemos unas cuantas granadas. Me encojo de hombros. -Aunque un misil también nos vendría de perlas, la verdad. 

Waldemar le hizo un gesto a Ejulf y salieron de su cobertura, se unieron a sus compañeros mientras se preparaban para avanzar. Miro a Einar y le respondió;

-Creo que este combate a salido mejor de lo que esperabamos. Me sorprende que no hayan usado las alcantarillas para tendernos más emboscadas. Lo que no me deja de extrañar es porque estan haciendo la defensa de la ciudad de la forma de la que están haciendo. ¿Creen contar con superioridad numérica? ¿Esperan refuerzos? No se que es lo que está pasando aquí, pero no me gusta nada. -

Dijo con seriedad, mientras pensaba atentamente sobre los movimientos de enemigos, antes de avanzar con el resto del grupo.

Los imperiales se reorganizaron, repartiéndose por la plaza y la calle ahora que no llovían fuego y balas sobre ellos. Los pocos medicaes empezaron a atender a los heridos, los Hienas empezaron a esquilmar de cualquier cosa de valor a cuanto cadáver echaban mano, y los demás aprovecharon para recargar sus armas, descansar, y recuperar algo de munición de aquellos que ya no la necesitarían. Las bajas no habían sido pocas al final, y había de sobra para todos.

Nereida requirió los servicios de la visioingeniera, que pronto tuvo de nuevo a punto el campo de fuerza que había protegido a la Comisaria de tantos ataques. Relampagueando de nuevo, el escudo envolvió a Kriemhild con la pantalla de energía que la hacía brillar levemente cada pocos segundos.

El medicae Hamza Burakgazi del 18º de Devotos se aplicó a fondo en sus pacientes, trabajando deprisa pero con precisión, devolviéndolos a todos a su capacidad óptima de combate. Ayudaba el hecho de que la mayoría de los que seguían en pie solo estuvieran heridos de forma leve, y que la mayoría de los más graves hubieran perecido ya fruto de sus heridas o de más ataques que habían acabado segando sus vidas. Aun así, se agradecía el esfuerzo, aunque quizás debido al tiempo que tardaron en bajar de las azoteas, no se proporcionó tratamiento médico a los legionarios penales. No hubo objecciones por parte de los demás regimientos, aunque puede que la Comisaria tuviera algo que decir.

Habían esperado ya demasiado tiempo, tenían que unirse de nuevo a la batalla si no querían enfrentarse a la fría ira de Holt. Pero mientras formaban y se preparaban para avanzar de nuevo, una nueva notícia llegó desde retaguardia, en forma de un pequeño pero vital número de refuerzos, entre los que se podía contar al conocido de todo el Puesto 42, el soldado pesado y excelente cocinero Shan Dianqiú del 112º drafelivano, así como a un Hiena que casi parecía un ogrete de tan grande que era, cargando como si nada un pesado cañón automático entre las manos.

Como buenos tiradores, Murat y su compañero se quedaron quietos en su posición confiando en sus capas, buscando enemigos ocultos en la azoteas que pudieran sorprender a sus compañeros. con A su alrededor los otros guardias imperiales comenzaron a reponer sus municiones y los medicae pero ellos no lo necesitaban e ese momentos. Se quedarían quietos hasta que ordenaran nuevamente poserne en movimiento.

Desastre tardó un poco en descolgarse, ya que reculó para recuperar la munición y lo que pudiera tener el penal que había caído en la azotea anterior. No es que fueran sobrados de munición, realmente, así que tenía que pensar en el futuro. Le molestaba su herida del brazo, pero solo era una molestia de momento, ya que la bala había entrado y salido sin romper hueso ni ninguna arteria. Dolía, pero no parecía muy serio.

- Había que asegurarse de que estuvieran todos muertos- informó, de forma escueta al llegar abajo

Gracias - le dijo a la sacerdotisa de Marte cuando sintió que la energía volvía a ser emitida y el campo funcionaba. Estaba agradecida, pero tenía un deber. Se apeó del blindado, podría haber sido un buen avance hacerlo encaramada al chimera, pero esos trastos atraían la artillería pesada y no quería parte. Observó como llegaban algunos refuerzos y negó con la cabeza cuando reconoció a uno de ellos.

Fue atendida por uno de los medicaes, al cual le agradeció su labor con un simple asentimiento de cabeza, cada uno tenía su papel, y Nereida no se prodigaba en dar mucha pompa y boato porque uno hiciera lo que tenía que hacer. Tras ello, se puso en frente del grupo de combate que lideraba y se giró para empezar a gritar las órdenes después de aclararse la garganta.

¡AVANCE! - gritó con toda la fuerza de sus pulmones - ¡AVANCE DE INMEDIATO! ¡TOMEN POSICIONES AL REDEDOR DEL CHIMERA! ¡FLANCOS AVANCE EN CUÑA! ¡TABRIS A LA DERECHA! ¡VARANGIANOS A LA IZQUIERDA! ¡PENALES! - señaló con el puño al chimera - ¡PUNTA DE LANZA! ¡EL RESTO TRAS EL CHIMERA! ¡VAMOS! ¡MOVEOS! - gritaba con las venas de su garganta bien marcadas por el esfuerzo que provocaban sus bramidos para organizar a las tropas

Por suerte para Abe y Becky, el azar del destino les había mantenido fuera de la lucha un tiempo maravilloso. Pero todo lo bueno se acaba y a la primera ocasión los enviaron a la refriega.

Acompañados por Shan Dianqú, a quien Abe observaba todo el rato, como esperando que se sacara un suculento plato de debajo de la manga o algo así, iba haciéndose más fuerte el sonido de gritos, órdenes, muerte y destrucción .

Llegaron al fin con el resto de tropas, que parecían descansar brevemente del combate, y la grave voz de Nereida los recibió a grito pelado. Abe la miró como quien mira a su profesora favorita: atolondrado, hasta que Becky le dio un puntapié para que reaccionara:

—¡Vamos tontorrón, delante de la chatarra esa! ¿Quieres que nos meta un tiro ya, o qué?—le increpó sin parar de mascar el chicle, mientras señalaba a Nereida.

—Vaalee... ya lleegoo—le contestó Abe mientras corría hacia donde indicaba la Comisaria.—A la oordeen, Señooraa. Hoolaa, amiigoos. ¿Toodos bieeen?—saludó a la comisaria y al resto de Hienas allí presente.

Mientras, Becky preguntó al que llamaban Desastre McKnife:

—Oye, ¿qué ha pasado? ¿Cuántos y dónde están? No nos han dicho nada de nada...

Waldemar se acercó y empezó a recuperar todas las municiones que había perdido conjunto a sus explosivos. Sabía que en un asalto como este su lanzagranadas le vendría de perillas, pero comprobarlo en el combate realmente superó todas sus expectativas, lo otro que también le dio mucha confianza, fue la habilidad y destreza de sus compañeros, eso demostraba que podían tener esperanza, y que el Emperador podría guiar sus pasos durante este asalto.

Einar sonrió ante el último comentario de Brottin y le guiñó un ojo.

-Que vean los enemigos que nos tenemos que hacer sangrar entre nosotros para que parezca que hicieron ellos algo.

Luego contestó a Waldemar:
 

-Tampoco a mi me da buena espina del todo, pero solo puede significar una cosa: más acción .- y sonrió macabramente.

-Venga, al lío, movámonos para no cabrear a Nereida. No tiene pinta de ser agradable de mal humor.