Partida Rol por web

Paula escuchó las palabras de Hugo y asintió ante ellas. Miró al chico y sin preocuparse excesivamente por lo que acababa de pasar, decidió avanzar, creo que mejor estoy con el hombre de fuego, dijo preocupada por el muchacho pequeño, así que avanzó por la puerta que tenía la interrogación. 

Aquello no tenía ningún sentido... ¿Cómo era posible? Cuanto más se concentraba en mantener a raya su poder más se desbocaba.

Cuando se dió la vuelta y vió aquel cuerpo ennegrecido no lo podía creer. Era una pesadilla. Se arrodilló, intentando tocar aquel cuerpo pero se detuvo... Tenía que ser algo de la sala. No era posible lo que había ocurrido. Tenía que hacer algo ¿pero qué?

En el interior de Malcolm hubo una pugna. Una parte de él, una parte primordial, quería dar rienda suelta a la frustración y a la furia. Esa parte le pedía liberar todo su poder, abrasar todo el Palacio desde los cimientos destruyendo todo lo que hubiera en su interior... Era algo salvaje, primario, asesino.

Entonces apretó la mandíbula haciendo un horroroso ruido al rechinar su dentadura metálica. No. No podía hacer eso. Todavía había gente inocente allí ¿Vas a hacerles lo mismo que al chico? El resto de personas que había quedado atrás. Si destruía todo ¿quién no le decía que el Palacio se pudiera venir abajo sepultándole a él también?

La parte racional de Malcolm pareció tomar el control poco a poco mientras se obligaba a respirar mirando el cuerpo de Matthew. Si dejaba que aquello fuera a más, todos morirían. Tenía que detenerlo pero ¿cómo?

Piensa, piensa, eso es lo que mejor se te da Mal. -pensó para si- Entonces giró su atención y vio el espejo. Su mente analítica pareció reaccionar. El espejo. Todo ha empezado por ese maldito objeto. Al verlo... ¿qué has visto Mal? Tu reflejo... El espejo nos devuelve lo que somos y tú... tú no aceptas lo que eres... temes en lo que te has convertido... temes perder el control... Eso es. La interrogación de la puerta. Es un enigma... pretende enfretarnos con nuestros miedos más profundos.

Idiota... ¿cómo no lo has podido ver antes? El pobre chico ha tenido que morir... -apartó esa idea de su cabeza- Lo primero era volver a tomar el control. Se irguió y miró de nuevo el espejo. Avanzó hasta él y volvió a mirar su reflejo. Ahora era lo que tenía ante si. No había escapatoria, sólo la muerte o el encierro. Y no iba a consentir que su poder cayera en otras manos que no fueran las suyas. Suyo era el poder. Suya era la responsabilidad.

La lección era dura y tendría muchas consecuencias. Ahora bien, no consentiría que aquel espejo volviera locos los poderes de otro. Ignoraba quién o qué lo había puesto allí. Pero no haría más daño. Concentrando toda su fuerza, golpeó el espejo haciéndolo añicos. Y luego se preparó para volver a absorber el fuego sin ninguna imagen que le recordara sus mayores temores.

Hugo se preocupó un tanto por Andres, tanto que lo agarró para moverlo al ver como Deb y Paula tomaban la iniciativa y se ibas por ambas puertas - No me parece bien eso, pero... Ahora Andrés no está así que supongo que nos encargaremos de el... - dijo al mover hacia la puerta del candelabro a Andrés y mirando a María simplemente dijo - Supongo que nos toca ahora a nosotros. ¿Estás lista?
 

De entre todas las respuestas que esperaba por parte de Robson, preguntar sobre quién se refería no estaba entre ellas. ¿Acaso no era evidente? En la habitación sólo había tres personas, Robson, Elena y Carol, entonces, ¿por qué la duda? Miró a Elena, confusa, esperando que ella diera la respuesta que quería oír pero, en su lugar, sintió cómo la tomaban de la mano, provocando que se giraba para encararse con Robson, quien la miraba fijamente. Sorprendida por la intensidad de aquél hombre, no pudo evitar un leve rubor de mejillas, aunque mantenía la opinión sobre su chulería.

Dime que ves a mi madre. Porque yo no veo a nadie más. Están... jugando con nosotros

- ¿Qué? – Fue lo único capaz de articular. Estaba segura que no había nadie más aparte de esas tres personas así que, sin dejar de mirarle, lentamente negó con la cabeza.

Entonces Elena continuó hablando.

- N-no lo sé.- Respondió a su hermana. En realidad sí tenía una ligera idea de qué estaba pasando, una simple suposición, pero comentarlo en voz alta sería revelar su secreto y era algo que guardaba con recelo. Desde que descubrió su don quería contárselo a su hermana, pero prometió que lo haría una vez lograra alcanzar su máxima capacidad, cuando descubriera el origen y pudiera estar orgullosa de ella. Ahora mismo sólo era un sujeto de estudio, una simple cobaya experimental sin ningún mérito.- ¿No le ves? – Carol sentía que la cabeza le iba a explotar, un fuerte dolor en las sienes fruto de la confusión que en ese momento sentía, provocando que se soltara de la mano de Robson y se apartara un par de pasos hacia atrás, como si fuera la primera vez que viera a aquél hombre y no supiera de sus verdaderas intenciones. ¿Quién era la ilusión? ¿Robson? ¿Elena? ¿Los dos? Se había tomado un café antes de entrar en el circo, podía contener algo, pero había sentido el tacto de ambas personas como si fueran reales.

Fue en ese momento cuando se percató que el policía estaba sacando la pistola. Como acto reflejo, se colocó frente a Elena, abriendo un poco los brazos, para protegerla.

Fuera una ilusión o no, no dejaría que hiciera daño a su hermana.

La mujer asintió a las palabras de Hugo, Paula y Debb se habian marchado ya, quedaban unicamente con Andrés. María miró con aprensión a Hugo y a su compañero ausente, y entonces sin mediar palabra, María se abalanzó sobre hugo abrazándolo fuertemente por el cuello, y recargando su barbilla sobre el hombro del Psicólogo, cerró sus ojos, sin poder reprimir un estremecimiento. Sacó de su bolso de mano dos nuevos objetos...Uno era un Cigarrillo el cual se apresuró a encender con el que estaba por consumirse, y el siguiente era un par de llaves con un llavero que tenia la foto de un gato gordo.

-Creo en el poder reconfortante y levanta ánimos de los abrazos, asi que disculpa si he sido un poco ...imprudente...Mira...realmente nadie sabe lo que va a pasar...si sales de esta...y por alguna razón yo no, detrás de la foto del gato está apuntada la dirección de mi departamento...Hazte cargo de Rechinidos por favor...y escribeles un correo a mis padres y a mi hermano, sus correos están apuntados sobre la lap top de mi mesa...Diles que ...que siempre estuvieron en mi mente.- Suspiró y se encogió de hombros, mientras avanzaba decidida a la puerta por la que debian pasar ella, Hugo y Andrés, dio una fuerte calada a su cigarrillo...pero no exhalo el humo, lo mantuvo dentro de ella, y miró a Hugo asintiendo ligeramente con la cabeza...Sus pasos se adelantaron por la puerta que tenían de frente...

Hugo miró a Maria con cierta sorpresa, para oir luego lo que me decía cosa que en parte hizo que se pusiera serio. Negó entonces con la cabeza - No pidas perdón, es bueno expresar lo que sientes. - Pero luego cuando le enseñó la foto de su gato sonrió y miró a Maria guardando las llaves en las manos de las mismas a modo de denegarselas - No hace falta que hagas eso, porque vamos a salir todos juntos. No voy a permitir que te ocurra nada malo y podrás escribirles esos mails tu misma diciendo lo mucho que los quieras. Confía en mi, ya lo verás. Incluso si quieres después de que salgamos me puedes presentar a tu gatillo. - dijo mirando la foto del mismo.

Una vez intentando inculcar palabras de ánimo y fuerza a la asustada joven, Hugo dio sendos pasos junto a la chica para que estuviera tranquila - Ponte detrás de mi y ya verás como no pasa nada. Estás a salvo. - Dijo Hugo antes de ponerse delante de Maria y abrir poco a poco la tercera y última puerta del lugar, tomando las palabras también para si mismo y obtener fuerzas para proteger a la chica, y a Andrés el cual ahora estaba con ambos dos. - Vamos - dijo tendiendole la mano que le quedaba libre a Maria para que le siguiera.

- ¿Qué mierda está pasando? - Pensó Andrés, como único acto posible de consciencia, el pensamiento. Pues ni veía ni sentía* ni podía regresar al cuerpo. - ¿Será esto la Muerte? - Se sacó esa idea de la cabeza tan pronto como llegó. Era como uno de aquellos sueños en los que sentía que no podía abrir los ojos.

Andrés intentó conservar la calma tras unos instantes de agonía, y regresar nuevamente a su cuerpo o, por lo menos, intentar ver algo de lo que lo rodeaba.

Malcolm golpeó el espejo y lo hizo añicos. Cuando se miró la mano se percató de que había dejado de ser Metal Ardiente, y cuando miró hacia el lugar donde estaba el cadáver de Matthew, se dio cuenta de que todo había sido una ilusión. Efectivamente el espejo devolvía sus mayores temores, y él se había imaginado perdiendo el control de los mismos y matando a las personas que quería. Era uno de sus mayores temores, pero ahora se había liberado de él.

De pronto, sintió una mano apoyarse en su hombro. Era Matthew que a pesar de que había entrado en pánico y se había quedado paralizado por la oscuridad que lo había invadido, había sobrevivido. ¡Todo había sido fruto de la imaginación de Malcolm! 

La sala continuaba a oscuras, pero ya no era absoluta, la luz de emergencia de la sala se iluminó y se pudo ver una puerta que llevaba hacia la izquierda. 

Andrés dio un brinco en el suelo, como cuando estás soñando y sintiese que se caía. Algo extraño le había sucedido, era una sensación horrible y cercana a la muerte. Pero pronto recuperó la conciencia, se puso a duras penas en pie. Le temblaban las piernas. Había vivido una muy mala experiencia, pues había sentido un descontrol absoluto sobre sus poderes y no sabía si querría volver a usarlos. Estaba muy confuso. Pero cuando se recuperó se dio cuenta del terrible lugar en el que se hallaba. 

Pero ahora, desgraciadamente, le habían dejado solo delante de esas tres puertas. No habían sido capaces de esperarle, habían avanzado sin esperarle, cuando él no único que hacía era tratar de avisarles de los posibles peligros que podrían encontrar por el camino. En cierto modo incluso se sentía traicionado. Pero ahí solo no le quedaba más remedio que elegir una de esas tres puertas para continuar. Esas tres salas cuyos poderes eran incapaces de atravesar.

Elena se puso en pie muy preocupada por su hermana. La agarró fuertemente del brazo y a pesar de que Carolina pareciera querer protegerla, tiró de ella para que se volviera a sentar. ¿Estás chalada o qué te pasa? Le preguntó. ¿Con quién hablas? ¡Haz el favor de sentarte a mi lado! ¡Tenemos que hablar! No podemos seguir así, ¡te pasa algo, sé que te pasa algo y no me lo quieres decir y estoy muy preocupada por ti! Dime, qué puedo hacer. ¡Me estás asustando! Le dijo a su hermana observándola, y viendo que actuaba de forma muy rara y que decía cosas que tampoco tenían mucho sentido.

La sorpresa al sentirse solo sólo rivaliza en la decepción de Andrés con la angustia sufrida por un poder quehabía usado tantas veces que no creía que fuese posible un descontrol de ese tipo. No. Sólo podía significar una cosa todo aquello, y era que alguien lo había interferido de alguna forma desconocida. Depués de lo vivido en ese lugar, nada de eso le parecía descabellado.

¿Por qué se habían largado? ¿Lo habían dado por muerto a caso? ¿Cuánto tiempo habrá pasado KO?

No le parecía que hubiera transcurrido suficiente tiempo como para todo aquello, pero nada le iba a favorecer el quedarse allí sentado y pensando en lo que había sucedido.

Sólo quedaba una salida, y esta era atravesar una de aquellas puertas. Andrés se sentía desnudo, pero mucho peor era quedarse allí solo.

Se puso en pié y se decidió a abrir la puerta con el dibujo infantil de la familia y seguir los pasos del policía y la chica que atraviesa cosas.

Robson entrecerró los ojos para asegurarse de las palabras de Carolina.

Robson miró de reojo entonces a su madre. Ella le esperaba allí con la sonrisa de siempre en sus labios y la actitud de esperar que se sentara a su lado en le banco. Hacia muchos años que su madre no lo trataba como un crio. ¿Porque ahora?

No solo empezaba a dudar de la sala y lo que había dentro, también de él mismo. Puesto que cuando sacó la pistola Carolina  protegió... ¿al aire? La miró a los ojos, intentando encontrar algo a lo que aferrarse y solo encontró confusión. Quizá también miedo.

-Esta bien. Piquemos- Pensó Robson para si mismo dándose por vencido. Cogió el arma por el cañón y se lo tendió a Carolina para que lo cogiera. Si después de esto no se fía...- Cógela. Puede que te haga mas falta a ti que a mi. no se a quien crees proteger, pero yo soy real Carolina. He entrado contigo. Y no veo a nadie mas que a mi madre y a ti. - Y dudaba realmente que mi madre estuviera allí, tan tranquila.

Miró después a su madre.

- Bien madre. ¿Quiere ayudarme? Sáquenos de aquí. Ahora!-

Después de que el resto se introdujeran por las otras dos puertas, Hugo decidió abrir la última. Eligió la de la lámpara y entonces algo sucedió, se apagó la única luz de emergencia que había en aquel rellano. Todo se quedó a oscuras y ahora que Metal Ardiente no estaba con ellos era complicado ver nada.

Pero bajo esas circunstancias no había nada más que hacer, solo quedaba entrar y observar si dentro habría algo más de luz. Pero se equivocaban.

Aquella sala parecía absorber la luz de todo lo que les rodeaba,, el cigarrillo de María se apagó y Hugo trató de encender el mechero que tenía entre sus manos, sin éxito. Cada vez que la llama prendía, el fuego se apagaba. No había ni una sola corriente de aire, simplemente se desvanecía.

Pero, ¿acaso aquello era posible? Aunque claro, desde que habían recibido aquella entrada, lo posible o imposible se fundían en una delgada línea. El caso es que, ahora ya no podría verse nada. Todo volvía a estar completamente a oscuras y ya ni siquiera había nada que les guiase, ni un punto fijo de luz hacia una dirección.

Oscuridad absoluta. 

Quería creer en sus palabras. Algo en su interior le decía que el hombre que tenía delante era de carne y hueso, real, porque rechazar ese hecho sería también negar todo lo que había visto en ese día: el circo, los asesinatos o el dispar grupo heroico que se había formado. Además, si de verdad Robson era una ilusión producto de algún alucinógeno, ¿por qué seguía insistiendo en su veracidad? No tenía sentido.

Cuando le tendió el arma dudó de si cogerla. ¿Por qué tenerle miedo? Si era una ilusión no pasaría nada pero, si no lo fuera, sería la primera vez que cargaría con una, y eso suponía que le haría salir del mar de dudas del que era naufrago. Levantó la mano y se acercó, dispuesta a asirla, pero antes de poder hacerlo un fuerte tirón del brazo la echó para atrás, alejándola de la pistola y de Robson, obligándola a sentarse para no caer de culo.

Miró a su hermana, sorprendida del arrebato que había tenido. No entendía el comportamiento que estaba teniendo Elena, aunque desde su perspectiva podía llegar a ver la confusión que debía tener. Eso sí, había huecos que todavía no llenaba. Tengo que comprobar algo.- Sin dejar de mirarla, cogió sus manos para tranquilizarla y habló despacio.

- Estoy bien, pero necesito que confíes en mí, ¿vale? – Se giró para mirar a Robson como último recurso.- Dispara a la pared.

No sabía qué esperaba lograr con ello. Puede que el sonido, el agujero de bala o el miedo le hiciera ver qué era real.

Entró con Hugo al cuarto del candelabro...María habia contemplado por unos segundos el magnifico candelabro que yacía ante ella, justo en el momento en que las luces de este se apagaron quedando todo completamente a oscuras, por acto de reflejo, María entrelazó sus dedos rápidamente en la mano de Hugo, y apretó con fuerza...con bastante más fuerza de la necesaria por la sorpresa, se llevó el cigarrillo a la boca para darle una nueva calada y tranquilizarse un poco...el cigarrillo se habia apagado, sintió el sabor fresco del filtro mentolado pero nada más, por su boca entró aire común y corriente, pero no el humo de su cigarrillo.

Escuchaba el ruido de su encendedor mientras Hugo hacía desesperados intentos por prenderlo...nada tampoco, aquella oscuridad era abrumadora, María habia sido una mujer que desde pequeña habia cargado con el rol del hermano mayor protector, por lo que habia pocas cosas que la podrían asustar...de entre las cosas comunes, porque una cosa es presenciar el asesinato de dos cristianos y verse atacada de pronto, sumida en un mundo semejante al de los heroes de los comics que su hermano deboraba, y otra muy diferente, tenerle miedo a ver un payaso en la calle, los relatos de terror, o quedarse a oscuras, y quedarse a oscuras era algo que definitivamente a ella no le asustaba.

Pero la oscuridad era acogedora, pesaba, una oscuridad que María la podía sentir como viviente, con la yema de su dedo pulgar, acarició suavemente la piel de Hugo entre su dedo indice y el pulgar, para infundirle confianza...No quería decir nada. Cerró los ojos, habia oscuridad también, pero esa era SU propia oscuridad, y nada podría lastimarla dentro de ella misma. Aguzó el oído, pendiente de cualquier ruido, con los musculos tensos para moverse por si percibía algo más que la presencia de Hugo y de ella en aquella habitación.

Al entrar ahí Hugo vió que la oscuridad más profunda inundaba toda la luz, tanto que es imposible ver nada ni aún encendiendo una mecha. Y eso trataba Hugo al intentar prender el mechero, un tanto inquieto. No le gustaba que esa oscuridad les sorprendiera, y bien sabía que la oscuridad era el foco del miedo de muchas personas pero al no saber que hay dentro. A él no le asustaba sin embargo la oscuridad, solo le incomodaba, pero a la vez se sentía seguro pues si alguien se escondía en la oscuridad, solo tendría que pensar que él también estaba oculto para aquel ser en la misma oscuridad, pero aún así le incomodaba no poder ver lo que había detras.

Por otro lado se dió cuenta de que su compañera estaba mucho más inquieta que él, probablemente le daba miedo la oscuridad. Hugo trató de pensar que hacer para poder ver algo antes de avanzar, pero no se le ocurría nada... hasta que el pensamiento racional llegó a su mente - No puedo tener luz porque esta se apaga tras intentar encenderla, entonces no puedo ver... pero espera, no necesito luz para poder ver en la oscuridad - Entonces esa idea la traspoló a sus poderes pero antes tendría que calmar a su compañera

Puso al cuerpo de Andres que llevaba arrastras consigo en el suelo y entonces se giró a Maria tratando siempre de notar con el pie el cuerpo de Andres, no quería perderlo de "vista" en ningún momento. - María, tranquila, estoy aquí - Dijo susurrando para estar más tranquilo y con un tono de voz apacible - No te preocupes, tener miedo a la oscuridad es normal, el miedo racional a no saber que esconde un manto negro nos hace estar inquietos a todos, aunque muchos digan lo contrario, pero trata de pensar en esto. Si tu no sabes que hay tras ese manto negro, en el cual tu estas dentro, lo que haya dentro no sabrá que estas también. Por ello se puede tener miedo a la oscuridad, pero a su vez hay que agradecer el que nos proteja. - Hugo trató de tranquilizar con esta explicación a la chica y tratar de que estuviera tranquila para evitar hacer ruidos sin querer.

Una vez al fin tranquilos Hugo trató de seguir la idea que tenía en mente - ¿Sabes? Es verdad que no podemos romper esta oscuridad abrumadora, pero no necesitamos un foco de iluminación para ver. Hay otras formas de ver sin ver. Se me han ocurrido varias formas pero primero quería preguntar si ¿Tienes unas gafas? Si no aún puedo realizarlas, no te preocupes. - Preguntó para tratar de evitar hacerlo sin preguntar antes. - Las formas de visión son muy simples, estilo a la visión nocturna que tienen los animales que pueden ver en la oscuridad más profunda a sus presas, o la visión por sonar, visión termal, aurea... Hay varias formas pero usaremos una, con mis poderes puedo hacer que las tengamos y entonces esta habitación será un paseo. Solo confia en mi, te llevaré al otro lado de la habitación y te sacaré de aquí sana y salva. - Terminó de explicar intentando que pareciera razonable y no loco lo que decía, pues aunque realmente aunque pareciera sacado de una pelicula de ciencia ficción, parecían estar en una.

Malcolm sintió un escalofrío. Todo había sido una maldita ilusión... 

Se quedó perplejo al ver que Matthew seguía vivo, pero acto seguido otro escalofrió le puso la piel de gallina. Desnudo como estaba el frío de la sala le había puesto la piel de gallina. Se quedó algo confuso: Yo... mmm... creía haberte matado. -dijo aún algo trastocado.

Aquella situación le empezó a parecer ridícula y pesadillesca. Habían jugado con su mente, con sus peores miedos, le habían hecho creer cosas que no eran. Aquel era un poder devastador... casi hacía dudar de que realmente lo que estuviera pasando en ese momento fuera realidad o no.

Las disquisiciones lógicas casi le hicieron olvidar por unos segundos su vulnerabilidad y la extraña imagen que debía dar, ahi desnudo en medio de la oscuridad.

Finalmente todo aquello se convirtió en una ira creciente. No le gustaba que hubieran jugado con él ¿Y si hubieran hecho que se descontrolaran sus poderes de verdad? Como era posible que alguien pudiera matarles y además torturarles de aquella manera. El mismo tipo de gente que empujaba un coche familiar por un barranco matando a todos sus ocupantes... menos a él.

La imagen de sus pesadillas volvió otra vez a su mente e hizo avivar su fuego interior. Motherfuckers... -soltó de improviso y casi dejándose llevar por el fuego de su ira interna, su cuerpo volvió a cambiar. Tenían que salir de ahí y prevenir a los demás.

- Hola. Escuchó Andrés en cuanto abrió la puerta del dibujo familiar. En aquella habitación, que más bien parecía un vestuario, se encontraba sentada sobre uno de los bancos de madera su amiga. La chica le dedicó una sonrisa de oreja a oreja. Acércate. Le dijo mientras daba un golpecito al banco para invitarle a acercarse. Quería que se sentara junto a ella como cuando eran pequeños. Sé que estás asustado, pero no tienes razón de estarlo. Ven, cuéntame qué es lo que sientes, qué es lo que está pasando, y sobre todo ¿por qué crees que estás aquí?

La madre de Robson contemplaba a su hijo ciertamente atónica, no terminaba de comprender con quién estaba hablando, y no sabía por qué había decidido sacar la pistola. Cariño, le dijo, claro que quiero ayudarte, y para salir de aquí tan solo tenemos que tomar la puerta por donde hemos venido. Dijo negando con la cabeza, pues no comprendía cuál era la preocupación de su hijo. Pero antes de movernos de aquí, prefiero que hablemos, cuéntame por qué crees que estás aquí. Creo que algo te preocupa, o algo sabes y creo que deberías confiar en mi y contármelo.

¿Qué confíe en ti? Dijo muy preocupada Elena. ¿Qué dispare? ¡Pero a quién voy a disparar! ¡Carolina, estoy muy asustada! Quiero confiar en ti, pero haces cosas muy raras, y dices cosas aún más. Me estás poniendo muy nerviosa, estás muy rara. ¡Necesito que me hables, que me digas que te preocupa, qué te está pasando! ¡Dime algo, por favor! Le gritó su hermana estando en cierto estado de histeria. ¡Por favor! ¿Qué está pasando?