Partida Rol por web

Salís del hotel y os dirigís a la sede de Ganímedes, donde habéis recibido la notificación de la empresa para que lleven a todos los empleados a la fiesta de los Courtland. En la entrada de la empresa, la mujer de recursos humanos que entrevistó a Randall recibe a todo el grupo de empleados. Mientras da un discursito sobre la importancia de este trabajo y la gran historia de Ganímedes en el servicio a este tipo de eventos, Randall se ve obligado a girar la cabeza para evitar que la mujer le reconozca.

Tras diez minutos de aburrida charla en la que también os informan sobre las normas de conducta básicas durante el evento, por fin os montáis en las furgonetas de la empresa para que os lleven a la mansión.

El viaje es bastante tranquilo y entráis el parking privado de los Courtland, un garaje en el sótano que da acceso a la zona de servicio. En la entrada del garaje hay un escaner de armas que muestra la imágen de todos los que lo atraviesan. Cuando uno de los guardias de seguridad de Cerberus pasa por él, suena una suave alarma y la localización de la pistola que el guardia lleva en el cinto se ilumina en rojo en el escaner.

Ayudáis a subir las cajas de comida y bebidas hasta la cocina, donde os espera el jefe de cocineros.

- Bueno, ya ega hoga... - dice con acento francés. - A veg, los camagegos que empiecen a pgepagag las mesas en el salón pgincipal. Vosotgos - dice girándose hacia Bazooka y el resto de cocineros que están a su lado - venid pog aquí, hay tgabaggo que haceg...

Os vestís para la fiesta con la ropa que comprasteis el otro día. Hoban tiene que improvisar algo de su fondo de armario y, por mucho que se vista con sus mejores galas, no deja de desentonar con el sobrio traje de corte militar gris y azul de Gideon y, sobre todo, con el vistoso traje rojo y naranja del médico, que finalmente convenció al sastre de evitar el color berenjena.

Pedís un transporte que os lleve hasta la mansión Courtland y os lleva hasta la entrada del edificio. Esperáis tras una cola de vehículos que llevan a los invitados, preguntándoos si Todd estará muy lejos con ese tal Atherton Wing. Por fin, el taxista os deja en la puerta de la mansión y os dirigís al interior.

Pasáis por un escaner de armas y un criado os anuncia en la puerta, aunque nadie se gira para ver quiénes son esos desconocidos. Al parecer, la créme de la créme de la alta sociedad aún no ha llegado y los mismos anfitriones se están haciendo de rogar y probablemente no harán acto de presencia hasta que todos sus invitados hayan llegado. Observáis a los presentes, ligéramente incómodos ante tanta ostentación de riqueza.

- Caballeros, desean beber algo - dice un camarero que pasa con una bandeja llena de copas de vino. Después de que os sirváis, continúa su paseo por la sala, ofreciendo bebidas a los invitados. Seguís su trayectoria y véis que en uno de los laterales de la sala hay distintos tipos de entrantes, con quesos y frutas variadas que hace meses que no habéis visto.

Hoban negó con la mano. Estaba más interesado en ver a la gente que habia acudido a la fiesta que en hacer actos sociales, o embriagarse. Miraba a un lado y a otro, con disimulo, pero tratando de tener todo controlado. Sonreia a alguna dama cortésmente y con cierta picardia y saludaba a algunos comensales con ligeras inclinaciones de cabeza. De reojo trataba de mirar también a Richard y Gideon, tratando de imitar sus movimientos o su forma de actuar.

Gideon respiró hondo. Lo último que quería era llamar la atención de algún antiguo conocido. Se atusó el traje mecánicamente y sintió el peso familiar del uniforme. Los años pasan, las costumbres permanecen. La mezcla de emociones le sorprendió. Por un lado, estaban en claro peligro, por otro, él se sentía absolutamente seguro, aunque no ignoraba que se trataba de una ilusión. Gideon ya no pertenecía a ningún lugar, y tanto podía encontrar su fin a manos de sus antiguos amigos como a mano de sus nuevos aliados.

Tras comprobar que nadie lo miraba con interés, fue hacia las mesas de entrantes. Un buen militar siempre era el primero en coger comida donde la hubiera. Se esperaba de ellos que sus modales fueran menos afinados, así que comería. Mientras tanto, observaba el edificio con discreción. Una ventaja de los nobles era que se dejaban llevar por modas que no se confinaban a un planeta, sino que se diseminaban por el Verso. Si sus anfitriones eran de ese tipo, la arquitectura del edificio sería reconocible, y habría habitaciones más adecuadas que otras para acumular arte. Gideon echó mano de sus recuerdos, los mismos que habitualmente intentaba reprimir, y reflexionó sobre todas las viejas casas, ostentosas y vacías de todo lo que no fuera superfluo, que había conocido en su antigua vida.

Rick revisó por última vez el traje después de bajar del taxi. Ni una arruga fuera de lugar. Todo correcto. Al entrar, se tomó su tiempo para ir observando caras. Y del camarero tomó un par de copas. No es que fuese a beber de más. Pero era una vieja táctica para acercarse a una mujer. Y aunque seguramente encontrase más de una interesante, sólo una era la necesaria. Así que mientras dejaba que el resto se dedicasen a sus partes de la misión, él se preocupó de primero saldar su deuda. No le gustaba deberle nada a nadie. Y si todo el precio era pasar un rato con una mujer hermosa...

Os movéis por la sala, observando tranquilamente a la gente mientras los invitados van llegando. A propósito, habéis llegado algo pronto, lo que os permite estar atentos a la recepción y presentación de los recién llegados, lo cual os ha parecido conveniente dado que no conocéis a la mayor parte de la gente de alta cuna de Persephone.

- Warwick Harrow y Xiao Kazakov - dice la voz del conserje (miembro de la empresa de seguridad) mientras presenta a los invitados que entran en la fiesta.

Mientras paseais por el salón, veis claramente la salida a la zona de servicio, por la que aparecen los camareros llevando bandejas. No os habéis encontrado aún con Randall, y eso no deja de preocuparos ligeramente. El pasillo que lleva a la colección de arte de los Courtland está cortado por un cordón rojo que pende de dos soportes móviles dorados, clara indicación para los invitados de que esa zona está, por el momento, restringida al paso. Dado que ese cordón no supone una disuasión muy seria, un guardia de seguridad está de pie en la entra del pasillo.

Observando con atención, véis que los encargados de seguridad parecen bien distribuidos por toda la zona, mezclándose con el servicio a pesar de su uniforme rojo y negro que los diferencia claramente. Además, varias cámaras de vigilancia graban toda la escena y parece probable que habrá alguien monitorizando las grabaciones en una sala separada.

Allí estaban, listos para intervenir y actuar. Se moría de ganas por robar ese cetro. Sería su nuevo crimen de alto nivel. Cuando el señor Vatel dice aquellas palabras Randall da un paso al frente y con sencillez y humildad fingidas se pronuncia:

-Por supuesto señor Vatel. ¿Del centro hacia afuera… entrante, sopa, primero y segundo o entrante primero sogvete y segundo? ¿El tenedor para caracoles se presenta en la mesa o vendrá con el plato? ¿Las copas… vino agua y cava en línea… o la de cava en medio y un poco apartada hacia adelante? ¿Servilletas sobrias en rectángulo lateral o necesita alguna presentación especial?… Domino los cisnes y las rosas.

La autoridad funciona de la siguiente manera hijo -se imagina randall aleccionando a su primogenito en su lecho de muerte- la tomas y si nadie más la reclama, te la concederán.

150 grados. Vuelta y vuelta. Se comprueba el estado de la carne, que deberá estar crujiente. Otros 20 minutos en el horno...

El grandullón estaba nervioso, dándole vueltas a las recetas. En realidad se había tomado bastante en serio lo de cocinar para un público tan selecto, lo que le daba un aspecto pensativo y taciturno, poco habitual en el bueno de Bazooka. Ayudó a trasladar el material distraídamente y ni siquiera se inmutó ante el discursito de Randall dándoselas de buen maître. Obedeció las órdenes del tipo que hablaba raro sin rechistar, pero antes procuró fijarse en todo lo que le pudiera ser de ayuda por si había que salir de allí precipitadamente; eso lo hacía por pura inercia, incluso mientras estaba concentrado en otra cosa.

Antes de seguir al chef palpó por enésima vez su bolsillo comprobando que tenía su libro de recetas de comida sureña a buen recaudo. ¡Cómo echaba de menos un buen trago para ayudarle a pasar aquel momento! Si encontraba algo de vino o cerveza...

Richard escucha el nombre de la acompañante a la que debe entregarle el mensaje y se vuelve para ver a una mujer de aspecto oriental acompañando a un orondo militar con una banda roja cruzándole el pecho, lo que denota su posición nobiliaria en la ciudad.

Se vuelve hacia sus compañeros y, casi instintivamente, se da cuenta de que Hoban y Gideon están llamando ligeramente la atención. El capitán está más o menos tranquilo, pero casi parece demasiado inactivo. Después de todo, estáis en una fiesta y se supone que, si no ha disfrutar tendría que hacer algo que no fuese tratar de pasar desapercibido. El caso de Gideon es aún más sorprendente, pues el hombre debería estar acostumbrado a este tipo de ambiente; al parecer los últimos meses a bordo del Cuervo y tratando con Todd no le han venido muy bien a sus modales.

El médico frunce el ceño. Si bien el comportamiento de ambos no es escandaloso, cualquiera que se fije especialmente en los invitados podría darse cuenta de que no están demasiado cómodos en su ambiente. Pasea la mirada por los presentes y ve exactamente el mismo tipo de reacción en un hombre al otro lado del salón. Agarrado del brazo de una acompañante profesional, observa a los asistentes tratando de pasar desapercibido, aunque se fija especialmente en Hoban y Gideon en más de una ocasión.

El cocinero ignora descaradamente a Randall, dado que las minucias del servicio no tienen ningún tipo de influencia en su arte: la cocina. Sin embargo, la actuación del chico no pasa desapercibida para sus compañeros, que no tardan en consultarle todo tipo de detalles mientras empiezan a colocar las mesas. Por lo que puede ver, su táctica parece que está dando sus frutos y no duda de que uno u otro camarero le vaya a comentar cualquier duda que puedan tener sobre el comportamiento de los invitados.

Bazooka se da prisa para escoger un lugar de trabajo en la cocina, justo entre la puerta por la que entra y sale el servicio y una salida hacia el almacén. La primera puerta le permitirá estar cerca de Randall cada vez que pase a la habitación, mientras que la segunda le da una vía de escape, ya que la despensa comunica con el patio exterior.

Durante una hora aproximadamente, ambos estáis concentrados en vuestros falsos trabajos. Mientras Wilson cocina, Randall puede moverse un poco más por la casa. El pasillo que lleva a la sala de exposiciones está temporalmente bloqueado con un sencillo cordón, suficiente como para que los educados invitados de los Courtland no pasen por allí. Sin embargo un fornido guardia de seguridad está permanentemente en la entrada, lo que supone una medida bastante más disuasoria que el cordón.

Por fin, los invitados empiezan a llegar, lo que supone un pico de trabajo en la cocina para que todo esté a punto y empiece a salir. Cuando al fin Randall vuelve a salir al salón, la habitación acoge a bastante gente. El conserje está presentando a los recién llegados, un hombre con algo de sobrepeso y una cinta roja cruzándole el pecho acompañado de una esbelta mujer oriental - Sir Warwick Harrow y Xiao Kazakov - dice con un fuerte tono antes de volverse hacia la siguiente pareja de asistentes.

Mientras pasa con una bandeja llena de bebidas, Randall cree ver a Gideon comiendo algo en una de las mesas de la sala.

Randall observa al guardia y al cordón. -Si tuviera unas tijeras y un revolver….- piensa para sí, imaginándose como se encamina con paso decidido hacia él. Disparando con precisión suficiente para cortar el cordón rojo de un balazo y cortándole la cabeza con unas enormes tijeras de podar antes de que desenfundara. Tras ese momento de auto risa, donde él es monologista, publico y jurado, se pone a pensar en otras formas de sortear al gorila.

La zona de la mansión en la que estáis está claramente separada tanto de los dormitorios como de la sala de exposiciones. Tan solo sendos pasillos llevan a esas dos áreas. Sin embargo, desde el exterior sí se podría acceder a la zona donde se encuentra el cetro, aunque no directamente, pues habría que pasar por varios pasillos y recibidores. Sin embargo, todas las entradas están vigiladas y parece probable que haya algún guardia también en esos pasillos.

El guardia que vigila esta entrada es lo más parecido a una estatua que Randall ha visto en mucho tiempo. Si no fuera porque sus ojos se dirigen rápidamente a todo el que se aproxima (y, de paso, a alguna de las mujeres con vestidos más atrevidos), tal vez hubiérais pensado que está hecho realmente de piedra

La casa está bastante informatizada, al menos en cuanto a seguridad se refiere: numerosas cámaras y alarmas de varios tipos (incluyendo anti-incendios) se pueden ver en cada una de las salas. Sin embargo, no parece que tenga ningún tipo de red inalámbrica. Más bien está todo montado en un sistema cerrado que probablemente se controle desde alguna habitación. Y, probablemente, ambos apostaríais a que ese centro de control no está muy lejos de la sala de exposiciones.

Maldito guardia de escayola. ¡Qué fría determinación en el cumplimiento de su deber!  Al menos tenía un punto débil: chicas en vestidos atrevidos. Randall no puede culparle por eso, él mismo se dedica a realizar extrañas rutas con la bandeja buscando estar cerca de ellas.

Lo de la seguridad parece un sistema serio, difícil de engañar. No iban a salir de esta poniendo una foto delante de la cámara. Cuando actuaran tendrían que ser rápidos y precisos y después borrar las copias de seguridad de las cámaras con un borrado a fondo, de los irrecuperables.

Se centra en el evento social, a lo mejor si liga con una Courtland le lleva a la sala de trofeos para fardar. Seria optimo: polvete y robo. Encantador y discreto, toma nota de todas las conversaciones que se le ponen a tiro, buscando algún retazo de información que le sea útil. Siempre hay alcohol en su copa: sorbete de naranja para la rubia del vestido rojo, pacharán dulce para la cuarentona que se ríe como una cacatúa oligofrénica, vermut para la morena mal encarada de pechos generosos,… Cuando se les acaba la copa, él pasa cerca cual camello sonriente...

Unas gotas de LSD en cada copa y habríamos tenido la maniobra distractora perfecta. Piensa a la que pasa por la sala

Hacía tiempo que no se fogueaba en estos ambientes. Gideon intentó infructuosamente tirar del baúl de sus recuerdos luminosos, pero quizá precisamente el tiempo transcurrido intentando apartarse de unos y de otros había dado más frutos de los que él se había reconocido. Frutos que ahora le amargaban.

Decidió apartarse un instante. Se fue a las mesas a buscar algo que picar, mejor no hablar que decir tonterías o inconveniencias. Así tendría al menos alguna excusa para observar distraídamente la mansión, desde donde estaba, accesos, etc. Nada de seguir un recorrido claro como hacían los novatos. Una mirada aquí, otra allí, oh, señorita, un placer, etc. Se haría la imagen del lugar a partir de miraditas como por curiosidad de rico envidioso. A la vez, echó un vistazo a sus compañeros, para ver qué tal les iba a ellos. Quizá tuvieran más suerte.

Ciertamente, estaba sorprendido por su pobre aportación. No sabía si sentirse bien por ello, o más bien enfadado.

Hoban picaba de aqui y de alli. Estudiaba a los comensales y raramente cambiaba palabras con alguno. Sabia que daba la impresion de no pertenecer alli, pero eso no le importaba demasiado. De hecho, podia venir hasta bien que se fijaran en él y no llamaran la atención el resto de sus compañeros. Al fin y al cabo tan solo era una persona que se habia aprovechado de un par de amigos para colarse en una fiesta guay. Y asi lo haria saber si alguien le preguntaba, tan solo tenia que poner cara de estar pasandolo muy bien.

Os intentáis mezclar nuevamente entre la multitud y más o menos conseguís pasar desapercibidos mientras llegan más invitados. Al cabo de un rato, el hombre en el que Richard se había fijado antes parece decidirse a acercarse a vosotros.

- Parecen tan incómodos en esta reunión como yo mismo... - Os dice discretamente poniéndose a vuestro lado. - Las fiestas de la alta sociedad no encajan mucho con mi idea de diversión, la verdad.

Coge una copa de vino de un camarero que pasa a vuestro lado y le da un largo trago antes de volverse hacia la mesa y probar un trozo de mango.

- Aunque hay que reconocer que esta gente sabe cómo cuidarse, ¿no están de acuerdo? Tras meses en el espacio uno casi no recuerda cómo sabe la fruta de verdad, así que poder probar esta... cosa amarilla... - dice titubeando sin saber el nombre de la fruta - es todo un lujo.

Observa un momento a su alrededor, como si buscase a alguien con la mirada. No parece encontrar lo que buscaba, así que se vuelve hacia vosotros una vez más y sonríe.