Partida Rol por web

Out in the Black

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27/12/2013, 02:31
"Bazooka" Wilson Kuwayan

Wilson se cruzó de brazos tras el mostrador metálico que hacía las veces de improvisada encimera, carraspeando con sonoridad. Había pocas cosas que odiase más que los comensales llegando tarde a "sus" platos. La comida fría no era comida ni era nada. ¡Si querían comer frío que se tragasen las malditas pastillas proteínicas de la bodega! Cogiendo una espátula y limpiándose la mano izquierda en la parte trasera del pantalón miró con cara de pocos amigos a todos, incluido al capitán, hasta que se fueron sentando uno a uno como muchachos bien educados. En su etapa en el ejército le pasaba igual, pero a muchos de aquellos casacas marrones aún no les había salido pelo en los testículos. A los del Cuervo sí. Bueno, a todos menos a Randall. Y a la señorita, claro.

A veces subestimaban sus capacidades. Bazooka se sentía algo así como el abuelo de todos ellos... si el capi era la madre, él era algo así como la vieja grandma sureña que le gusta que estén todos bien alimentados y cuidados, y que aparece cuando el resto no lo espera. Así había sido en aquella fiesta con Todd y Gideon. El piloto y él se llevaban bien pero discutían bastante. Tenía un carácter fácil de llevar. Al fin y al cabo compartían afición por el Cuervo, pero Wilson sentía que a veces Todd exprimía demasiado la máquina y que siempre le estaba exigiendo más y más cosas... cosas que luego él tenía que preparar y estudiar sobre los planos de aquella firefly para poder darle lo que pedía. Todo eso unido a que nunca, desde que había llegado, había podido ganarle a las cartas, ponía a veces de mal humor al negro Wilson, cosa que aprovechaba el piloto para hacer más sangre y reírse un poco más del crédulo mecánico. Pero después de la fiesta el lanzacuchillos había visto otra faceta de Bazooka.

...

Se estiró por enésima vez los puños de la chaqueta y la costura del pantalón. Las mallas eran demasiado apretadas y la casaca con galones y botones dorados era... ridícula. Y por no hablar de la gorra con borlón, que le caía sobre el ojo, lo que le hacía perder el equilibrio y trastablillear con la bandeja en la mano. Cuando el jefe de camareros le dio otra bandeja llena de copas y le indicó un lugar en el centro de la fiesta, Bazooka resopló suavemente.

Por suerte para él, mientras los músicos seguían tocando aburridas canciones clásicas, unas damas se sobresaltaron al escuchar cierto comentario de dos individuos sospechosamente familiares, lo que le facilitó el trabajo de sortear gente noble y ricachona.

Allí estaban Todd y Gideon. Fuera de lugar el primero y elegante el segundo, señalando a todos los lados con el dedo el primero y manteniendo la compostura el segundo. Tendría que estar también Qing, pero el capitán se encontraba indispuesto... bueno, eso era decir poco. Estaba pegado al baño del Cuervo. ¿Cómo coño iba a saber Wilson que era tan sensible con el picante? Aquellos vegetales que había comprado en Atxlacán le habían irritado el intestino... y bueno... En fin, que se sentía culpable. Alérgico al picante. No me jodas. Eso había sido la gota que había colmado el vaso y había hecho que el mecánico se pasase por le fiesta. Por eso había dejado un robot reparador encargado del motor gravitacional de la nave y se había escabullido hasta la fiesta. No había que dejar a aquellos dos solos, sin refuerzos. ¿Y si pasaba algo? ¿Iban a hacer mucho con un cuchillo en la bota de Todd?

Con disimulo se acercó al duo por la espalda, con la bandeja de copas por delante.

-Caballeros ¿una copa?

Ninguno de los dos se percató de él, ensimismados en una pareja que acababa de llegar. Wilson reconoció al tipo de coleta ,acompañado de una tía buena, como el contacto del que le había hablado el capitán. Efectivamente ella llevaba una gargantilla con un pedrusco del tamaño de un condensador de flujo, brillante y maravilloso, y que solventaría los costes de atraque y mantenimiento de la nave durante un buen tiempo. No le extrañaba que fuera el objetivo principal. Algún día esperaba que le tocase a él seducir a las chicas y no siempre a Gideon. 

Mientras sus compañeros cogían el espumoso de la bandeja, Bazooka se quitó el borlón de la gorra a un lado y dijo:

- ¡Bu! Os pillé... - sonriendo de oreja a oreja, bajó el tono - No pongáis esa cara de pazguatos. Si hay problemas he traído nuestro armamento pesado. Está escondido en la bodega de la mansión, en una caja de Athenas GodJuice del 34. Y la llave de la puerta está... estaba en tu copa Todd. De nada.

Aprovechando la cara de sorpresa del piloto que se había bebido el champán de un trago y ahora tosía intentando no tragarse la llave, Bazooka les guiñó un ojo mientras repartía un par de copas más por la fiesta. Ahora tenía que pensar lo que iba a hacer con el muchacho al que le había quitado las ropas de camarero y que estaba amordazado en la bodega. Pero bueno, eso lo decidiría una vez que Gideon consiguiera la gargantilla, la información y que él se bebiese media bandeja de aquel vino espumoso tan rico que nunca había probado en su Georgia natal...

....

Desde aquella noche Todd Snow le había tratado de forma diferente... y también el capitán Hoban. El primero que pensaba que Wilson no era demasiado amigo de sus amigos y que carecía de iniciativa propia había empezado a respetarlo un poco más. Sobre todo porque tuvieron que hacer uso de las armas que el mecánico había escondido en la bodega. Y el segundo porque además de provocarle una diarrea, Wilson era menos predecible de lo que parecía y había dejado el motor de la nave a medio reparar en plena misión y eso hizo que ... pero bueno, eso era otra historia.

Wilson, al verlos a todos sentados gritó:

- ¡Amén y a comer!

Y se dispuso también a llenar el estómago, sentado frente al Doctor Highwarden.

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27/12/2013, 18:48
"Bazooka" Wilson Kuwayan

Miró al doctor, que comenzó a comer alegremente. A Bazooka no le gustaban los matasanos, pero eran un mal necesario. Desde lo de Jeremiah no se había recuperado. Aquellos idiotas se creían dioses pero en realidad estaban muchas veces de manos atadas para poder ayudar a la gente, manos atadas por las corporaciones farmacéuticas. 

De todos modos, en el breve tiempo que Richard llevaba con ellos en el Cuervo, había demostrado ser un tío capaz, de sangre fría y eficaz. Aún se acordaba cuando se habían conocido...

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Bazooka se encontraba delante del biombo pasando un frío del carajo. No era normal que en Maccabaeus hiciese una temperatura tan baja a aquellas alturas del año pero la verdad es que bien deseó que hubiesen decidido atracar la firefly en otro maldito lugar del Cortex. Pero el capi mandaba y él obedecía. Aprovechando que el resto habían ido a tratar con el señor del crimen Adelei Niska, Wilson había aprovechado para darse una vuelta por la ciudad.

Se miró en el espejo, que no alcanzaba a mostrar toda su envergadura. Solo la punta de la barba aparecía en lo alto de aquel mueble de apariencia futurista pero que en realidad no era más que una antigualla. Al otro lado de la cortinilla podía escuchar el cuchicheo nervioso de las dos enfermeras. Le habían dicho que el doctor era nuevo, que llevaba poco más de una semana en aquel centro privado. Eso a él no le importaba mucho. Era la cuarta revisión que se hacía en cuatro semanas y estaba más que acostumbrado al excéntrico comportamiento de los matasanos, cada cual en su estilo. La verdad es que se estaba obsesionando y desde lo sucedido a su hermano se había vuelto un poco hipocondriaco. Si el capi o cualquiera del resto de la tripulación supiese de su obsesión por gastarse los créditos en revisiones médicas bien que se reirían de él a la cara... por eso buscaba cualquier excusa para hacerlas de un modo discreto. Era una pena no tener un doctor en la nave… pero lo más parecido era Randall, que se desmayaba al ver un poco de sangre. Bazooka anotó mentalmente que de camino tendría que llevar una botella de buen whisky para que Todd no le tomara el pelo ni le fusilase con sus preguntas, que bien parecía que en vez de cuchillos lanzase interrogaciones el muy cabrón.

La enfermera rubia de pote llamó otra vez por un viejo interfono:

- Doctor H. Doctor H por favor acuda al lab-1alfa. El paciente... ya lleva un rato esperando.

Wilson sacó la cabeza por encima del biombo:

- Oiga, señora ¿tengo que quitarme también la ropa interior? Al menos podía darme uno de esos pijamas de papel que...

La otra enfermera pasó al otro lado de la barrera de tela y observó al negro como si fuese un objeto inanimado, acercándole un tubo de plástico conectado a una máquina y un jeringuilla automática que insertó sin delicadeza en el antebrazo del maquinista del Cuervo.

- ¡Joder! Avise por lo menos, mala pécora... ¿Dónde demonios está el doctor? Llevo un buen rato muriéndome de frío en esta sala. Además tienen el aire acondicionado estropeado.

- Lo han revisado ayer, señor…mmm… Bilson- dijo consultando una pantalla electrónica.

- Wilson. ¡Y una mierda!. Puedo sentir como ese extractor se ahoga en porquería... como usted. Si no llega el doctor cogeré mis créditos y...

La voz de la rubia interrumpió la conversación:

- ¡Ah! Doctor Heightwarden. Ya está aquí… menos  mal.- Wilson notó cierta condescendencia femenina en el tono de voz de la enfermera cuando vio a un joven rubio, sudoroso, con una camiseta rasgada y una bata blanca en la mano entrar apresuradamente y abrir un armario de medicinas, metiendo con rapidez su contenido en una bolsa de deporte.

La enfermera-loro que aún tenía la jeringuilla en la mano cantó el contenido del informe:

- Hombre, afroamericano, 197, 110 kg. IMC un poco elevada. Obeso. 42 años.

- ¡41! - gritó Bazooka, un poco cabreado.

La señora lo miró de arriba abajo tras sus lentes y siguió con su exposición:

- Le he dejado sobre la mesa los guantes para la revisión prostática, Doctor Heightwarden. Estoy realizando el análisis de sangre y ETS. ¿Doctor? 

El muchacho habló por primera vez:

- ¿Eh? - dijo como si estuviese en otro mundo. Luego recuperando la compostura y con mirada de seductor continuó, empujando a las mujeres por el pasillo - Sí… sí, Brunhilda. Pueden dejarme a solas con el paciente… No se preocupen.

- Oiga doctor - dijo la chica rubia antes de salir por la puerta - ¿Es sangre eso que lleva en la bata... o es carmín?

- Ahora no puedo explicárselo, enfermera Ann. Siento el retraso pero... - el muchacho, al que Wilson veía por un roto de la cortina, hizo un ademán con su mano izquierda dejando entrever una pistola, aún humeante. La enfermera quedó paralizada al ver el arma.- las cosas se han complicado… y…

De la sala de espera sonó un golpe sordo, como una botella al caer al suelo. Probablemente un depósito de agua al ser reventado de un disparo.

- ¡Oiga, no pueden entrar ahí!… - se escuchó un poco antes de un sonoro tortazo.

- ¡Shu ma nyaow!¿Dónde estás, hwoon dahn, Doctor H? - luego Bazooka escuchó un grito femenino de la sala de espera y decidió salir de detrás del biombo, poniéndose sus pantalones - ¡Dígale a ese bastardo que estoy dispuesto a abrirle en canal! ¿Me oye, mei-mei? Ese cobarde no sabe con quién se ha metido. Si quiere aprovechar sus consultas para cepillarse a mi prometida lo lleva claro. Nadie se mete con Tuco Ramírez y sale vivo… Muchachos, registrad todo esto.

De un empellón, el doctor Heightwarden cerró la puerta en las narices de las dos pesadas enfermeras y se apoyó en la puerta, nervioso y buscando una salida.

- Tsao gao, taso goa - susurró para si mismo.

Bazooka meneó la cabeza, tranquilo, mientras cogía la camisa y recogía los créditos que había pagado por la consulta y que aún estaban sobre la mesa. Luego se miró los puños y miró al tipo:

- Encantado, Doc. Soy su paciente, Wilson. Todos me llaman Bazooka… - dijo, crujiendo el puño izquierdo con su mano derecha, y notando como el joven levantaba una ceja. - Tranquilo. ¿Puedo tutearte, tío? Si vamos a partirle la cara a alguien no quiero andar con remilgos. Estoy seguro que este no es tu primer lío de faldas... y no es mi primera pelea… 

El doctor lo miró extrañado, pero unos golpes provenientes del otro lado de la puerta quitaron la duda de su cara:

- Richard. Richard Heighwarden.

Bazooka asintió y miró por las cristaleras de la puerta. Eran cinco y ellos dos. 

- Bueno, doc… Necesitas un transporte para salir de Maccaebus y en mi nave necesitamos alguien que nos sane las heridas… ¿trato hecho?

Antes de que el doctor respondiese, una ráfaga de balas impactó contra la puerta doble, acompañada de gritos y golpes, haciendo que los dos recién conocidos se tirasen al suelo…

Había llegado la hora de las tortas.

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El doctor sonrío al cocinero con los carrillos llenos:

- Cojonudo, Wilson. Está cojonudo.

 

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01/01/2014, 09:39
Gideon Artemidoros Wool

Gideon enarcó una ceja con el más desabrido de los desprecios al comentario de Snow. ¿El aislamiento del interfaz del inversor del soporte...? Era un maldito botón, nada más. Uno de esos de "tú apriétalo hasta que suene raro y se haya reseteado todo". Ya se la devolvería al piloto. Esa sonrisa socarrona le exasperaba, tanto como la iniciativa del cocinero. En sí misma, hay que comprender este punto, la iniciativa no era mala. Sólo sobraba en ocasiones, por ejemplo, en aquellas en las que se había dado instrucciones precisas sobre la conveniencia de NO mostrar iniciativa.

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-Su amigo sonríe con excesiva ligereza, señor Wool - apuntó el estiradísimo Callberth Bennington III, haciendo siempre gala de su nombre completo, más largo que él mismo, un tapón intratable, por otro lado, con el que resultó difícil concertar una visita a su casa -. ¿Está disfrutando de la fiesta?

-Sin duda, señor Bennington III - respondió Wool con seguridad -. Tanto yo como el señor Snowflake nos hemos visto aturdidos con semejante despliegue de gusto y generosidad - el hombre levantó la mano de la copa hacia una pared -. Esos cuadros, por ejemplo, si no me equivoco, son Bester, así que no tendrán menos de doscientos años cada uno y un valor en consecuencia. Su visión es un verdadero regalo.

El aludido señor Bennington no pudo evitar el asomo de una sonrisa de orgullo.

-Veo que tiene conocimientos, señor Wool. Seamos sinceros, la mayoría de estos pazguatos con sus casacas de hilo de plata y sus maneras no tendrían la menor idea del valor del arte que les rodea.

-Y el vino está de muerte - intervino Todd, con la mitad de la copa bailando en su gaznate.

Gideon salió al paso rápidamente.

-Ciertamente. Producto de una excelente bodega, tengo entendido. Éste, si no me equivoco, es un Chateau de l'Issòn. Lo que me hace pensar que es usted un verdadero amante de los buenos caldos. Más que eso, un coleccionista dedicado, si puede considerar ofrecer tal calidad a un cúmulo de extraños de nuestra cuantía.

Bennington se encogió de hombros con indudable vanidad. Incluso el gesto banal, poco habitual de las reuniones entre pares de buena alcurnia, denotaba un disfrute personal por el cariz de la conversación. En ese instante, Bella Swan, su acompañante, intervino.

-Las bodegas del señor Bennington son muy apreciadas, caballero - Gideon pensó que la sonrisa de aquella mujer debía tener al menos el mismo valor -. Sus pasillos son inacabables, así como su amor por el contenido. Muy pocos son agraciados con el regalo de contemplar esas bodegas.

-Y curiosamente, señorita Swan, camareros y sirvientes, además de los cuidadores, suben y bajan a menudo, abundan esos pasillos y prueban la calidad de vinos tan excelentes que uno ya no querría probar otra cosa.

La mujer pelirroja, de ojos verdes tan llamativos como la gargantilla que adornaba el recto escote de su elaborado vestido, practicó un saludo de gracia. Gideon alzó su copa hacia ella.

-Quizá - intervino Benington -, quizá y con la razón que dan sus acertadas palabras, debiéramos de hacer una excepción en su caso y dejar de dar prioridad a la clase baja sobre la cata de mis caldos...y hacer que un entendido como usted visite alguno de esos pasillos.

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-¿Qué tal la bebida, Gideon? - Todd rió desde su lugar.

-No es un vino de calidad - respondió él -, pero tampoco está picado. Va bien con la comida. El señor Kuwayan sabe a lo que se dedica.

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Gideon escanció el vino de la barrica elegida directamente en dos copas del más fino crista, levemente esmerilado y frío al tacto. En la de la señorita Swan, por fin, logró dejar caer la píldora que el doctor Highwarden le había confiado para la misión.

-Un vino tan evocador y tan estimulante como su presencia, señorita Swan. Brindo por ambos.

La mujer sonrió y chocó la copa con delicadeza. Gideon se lamentó en lo más hondo. La mujer le producía un efecto extraño. Le gustaba de verdad, algo poco habitual incluso en sus viajes. Era el tipo de chica capaz de acompañar con eficacia a un noble tan rancio como Bennington y, a la vez, seguramente capaz de huir con él en una nave roñosa. Gideon parpadeó para apartar de sí la fantasía. Desde luego, la mujer era buena en lo suyo.

-Es usted un adulador, señor Wool, y un hombre muy interesante, ciertamente, con muchas cosas que contar, estoy segura de ello.

-Si le interesan mis historias, me encantaría disponer de tiempo para compartirlas con usted, no le quepa la menor duda.

-Oh, señor Wool, como digo, es usted un adulador. Eso puede arreglarse, usted ya sabrá como. Mientras tanto, ¿qué opina de este vino?

Gideon se apretó el labio, un gesto imperceptible bajo la rubia barba.

-Tiene carácter. A algunas personas, de hecho, se les rebela y les provoca un sofoco anormal - Gideon comprobaba cómo el rostro de la señorita Swan enrojecía levemente y ella empezaba a respirar con más afán -. No es raro que, tras un sorbo apenas, en estos casos, produzca desmayos. Pero no se preocupe, señorita, pues hablo de una uva especialmente utilizada para el proceso sólo en los primeros años. Actualmente, está prohibida y ya no es más que una...¿señorita Swan?

La mujer, cada vez más preocupada, echó mano de la gargantilla y tiró del cierre, como si la joya le estuviera quitando el aire. Gideon sólo tuvo que alargar la mano y la gargantilla estuvo en su poder. La señorita Bella Swan se desmayó encima de él.

Ya tenemos lo más importante. Ahora solo falta que Todd haya hecho su trabajo y podremos...

-¡Wilson! ¡Eh, Wilson! - Gideon había descubierto a Bazooka en un pasillo paralelo, recogiendo un par de botellas y dando un trago a otra de ellas, a puro morro -. Llévame a la caja fuerte donde has escondido la artillería. Pedazo de animal. Allí están los documentos que buscamos. Tenemos que llegar a ellos antes de que Todd haga que Bennington baje a mostrarle...

-¡¿Qué demonios se supone que es esto?! ¡¿Quién ha colocado aquí estas armas?!

El grito se escuchó claramente. No podían estar muy lejos. Bazooka abrió mucho los ojos. Gideon dejó apoyada a la señorita Swan a toda prisa entre dos barricas y salió corriendo tras el maquinista.

Llegaron lo suficientemente pronto como para saltar sobre el asombrado guardia, desarmarlo, tomar de rehén a Bennington y hacerse con los documentos y las armas. Después de eso, salieron a tiros gracias a un pasillo que llevaba directamente de la bodega al despacho del noble. De ahí, a través del carísimo ventanal, hacia el exterior, a tiros, y luego fueron perseguidos hasta que soltaron a Bennington y aprovecharon para coger distancia con sus perseguidores. La misión, por una vez, había salido perfectamente, excepto por un par de detalles: otra familia de nobles que lo perseguiría y tardaría en olvidar su rostro y una nueva acompañante a la que no sería ya nunca más seguro acudir.

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El recuerdo de Bella Swan ocupó durante un momento todo el pensamiento de Gideon. Miró a Todd. Otra vez esa sonrisa. Respiró hondo y cortó el filete como si fuera la cara del piloto.

-Deja ya de sonreír, Todd.

Bella Swan. Todd tenía razón. Algunas veces nunca había cuchillos suficientes...

Notas de juego

Geniales las historias, Todd :D.