Partida Rol por web

Los gritos de Juanita hicieron eco en la silenciosa noche, solo levemente ahogados por la ligera lluvia que os humedecía el rostro. Como respuesta al ruido, un caballo relinchó con fuerza en los establos. Al principio eso fue todo, pero tras varios segundos se encendió la luz parpadeante de una vela en el interior de la iglesia, y a continuación abrió la puerta principal la figura baja y oronda que sostenía un candelabro en la mano.

- ¡Basta de ruidos! ¿Quién hay ahí? -

Parecía que habíais despertado al cura del pueblo. Por suerte no habíais encendido ninguna luz, por lo que simplemente miró a su alrededor sin saber qué o a quien buscar. Ante la perspectiva de ser descubiertos decidisteis seguir el prudente consejo de McReady y retiraros a vuestro improvisado campamento...

Os despertaron a la mañana siguiente los ruidos de las alimañas del desierto, con el sol bien alto en el cielo y sin indicios de una sola nube. No habíais tenido problema en escabulliros la noche anterior sin que el párroco os descubriera, pero a pesar ello y del buen clima no teníais motivos para sentir alegría tras descubrir que alguien había robado vuestro botín.

Tal borrachera llevabas que en cuanto te arrebujaste bajo un trapo entre los bultos de heno para los caballos caíste dormido, en un sueño donde centenares de caballos relinchaban sin cesar sin motivo aparente. No fue una noche agradable, pero aún menos lo fue el amanecer, ya que parecía que los relinchos continuasen dentro de tu cabeza, perforándotela desde dentro.

Te distes cuenta de que uno de los gemelos te estaba agitando un hombro para despertarte. - Arriba amigo. No es más tiempo de dormir. - Aunque les habías avisado de que te levantasen temprano, te sorprendió darte cuenta al incorporarte de que el sol estaba ya muy alto. También podías escuchar un pequeño alboroto cerca, de varias voces que intentaban hacerse entender por encima de las demás.

- Debo irme, mi hermano espera. No se vaya a ir a ninguna parte, ¿me entiende? - y sin más explicaciones, el mexicano rápidamente desapareció por la puerta.

Hacía tiempo que había amanecido cuando te despertaste entre sábanas rojas. Al mirar a tu alrededor reconocistes el cuarto de Mary la prostituta, solo que bastante más desordenado que cuando entraste por primera vez. Tu ropa seguía en el mismo rincón y nada parecía demasiado fuera de lugar. Lo único que te molestaba era que Mary no estaba allí.

Sentías la cabeza un poco embotada por el whisky de ayer, aunque nada insoportable, pero aún así permaneciste tumbado despierto mirando al techo sobre la cama un largo rato, meditabundo. Para cuando habías decidido salir y ya estabas a medio vestir Mary apareció de nuevo por la puerta, vestida solo con una bata de dormir que de hecho era más recatada que la ropa que llevaba anoche. Cerró la puerta rápidamente, pero aún así escuchaste jaleo en la planta inferior.

- Yo que tu esperaría un poco. - dijo al ver que te encontrabas calzándote las botas. - Tranquilo, no te cobraré por quedarte aquí unos minutos más. Hoy es mi día libre. -

Pancho no entendía nada. No era la hora convenida.

Sintió un ligero enfado momentáneo hacia Andrés, pero pensando que tal vez los hermanos le dejaron descansar, o que ellos también se habían despertado tarde a cuenta de bebida de la noche anterior, lo dejó pasar.

Había alboroto fuera, así que procuró darse prisa. Bueno, intentarlo al menos. Porque según se levantó sintió como agujas perforándole la cabeza, la boca pastosa y un mareo momentáneo de impresión. Así pues, empezó a vestirse más despacio de lo deseado. Su estado de resaca no daba para más.

A saber donde estaban sus nuevos cuates de banda. Tenía que ir a buscarlos. A Maverick primero, quizás. Lo de levantarse pronto para inspeccionar los alrededores del saloon debía esperar.

Lo que no entendía es por qué el mexicano le pidió que no se moviera de allí. Pancho era algo cabezota, y no le gustaba que le dijeran qué tenía que hacer, pero aquellos hermanos parecían tener buenas intenciones, así que actuó en un punto intermedio entre hacerle caso y no.

Por ello, una vez vestido (asunto en el que se demoró un rato) y armado con pistoleras, sombrero y todo lo demás, Pancho se acercó al umbral de las cuadras y asomó ligeramente el morro más allá del marco, con intención de descubrir qué era lo que ocurría afuera.

Procuró sacar sólo ligeramente la cabeza, manteniendo el resto del cuerpo oculto. Quizás no fuera nada, pero era mejor mantenerse a resguardo, por si las moscas.

Me despierto y tardo un rato en darme cuenta de donde estoy. No he dormido demasiado bien. Estos años en Bisbee, durmiendo en una cama todas las noches, me han ablandado y ahora me cuesta dormir en el suelo. La parte buena es que, cada vez que me despertaba, aprovechaba para alimentar el fuego y que no se apagara totalmente.

Me incorporo y miro hacia arriba, haciendo visera con la mano. Despejado. Ni una nube.

A medida que me despejo, voy recordando lo del día anterior y no puedo evitar enfadarme de nuevo.

-¿Quién más lo sabía?- le pregunto a Jack y James, que ya están despiertos también -James ¿les contaste al mejicano o a Michael qué tumba era?-

"A nosotros, sabiendo dónde estaba, nos costó encontrarlo ¿podría encontrarlo alguien que no supiera qué tumba buscar?"

Tras la confusión por la ausencia de la plata en la tumba del francés, la aparición del párroco, alertado por los ruidos, hizo que los tres tuvieran que volver a su improvisado refugio en mitad de la noche.

Los recuerdos de los terribles días en la prisión y las apariciones fantasmagóricas de aquel viejo indio impedían a Lonegan dormir con tranquilidad desde hace mucho tiempo. Así que apenas logró dormir un par de horas seguidas cuando parecía que empezaba a clarear el cielo al arrancar un nuevo día.

Se despertó al escuchar a Juanita moverse, parecía inquieta. Supuso que por el chasco de la noche anterior en el cementerio. A su mente vinieron recuerdos de muchos amaneceres despertando al lado de la mexicana, en circunstancias y con ánimos de todo tipo. Así que creía reconocer la inquietud y la decepción en su cara ahora mismo.

Juanita preguntaba a McReady por posibles filtraciones de información sobre el escondite de la plata, pero los miraba a ambos. Así que antes de que le dijera algo, Jack se adelantó:

-En mi encierro la verdad es que no he podido hacer muchos amigos a los que contarles la historia de la tumba del francés. Y no era mi intención contarle cuentos a ese cabrón de Ben Foster cuando venía de visita.

Mientras discutíais sobre la plata desaparecida, os llegó desde el pueblo el lejano sonido de la campana de la iglesia, que sonó 4 veces a intervalos regulares antes de quedar en silencio. La campana llamaba a reunión, y habiendo dejando la tumba abierta, no os costó mucho imaginar el motivo de la reunión.

Con algo de esmero, pudistes asomarte a una pequeña ventana que había en la parte alta de un extremo de las cuadras. Desde allí veías la iglesia con claridad, puesto que por la noche había dejado de llover y el día ahora era soleado y sin una sola nube, aunque también el sol también hizo que te dolieran los ojos por la resaca.

Frente a ella se había reunido un puñado de pueblerinos a los que se habían unido los gemelos Gonzales, y todos parecían discutir muy acaloradamente, sobre todo el párroco, un tipo achaparrado y regordete que gesticulaba mucho al hablar. Aun así estaban muy lejos para entenderles, aunque sí que viste como el párroco señaló un par de veces a los establos, siempre seguido de un gesto negativo por parte de los gemelos mexicanos.

James no consiguió conciliar en sueño aquella noche. Se la pasó entera retorciéndose, intentando sin éxito buscar la postura para dormir. Al despuntar el alba, decidió salir a cazar algo, aprovechando que el tiempo había mejorado. Para cuando desperaron los demás, tenía una liebre asándose en un espeto. Sonrió cuando sus compañeros se acercaron a la lumbre a desayunar.

Luego de comer, llegaron las preguntas incómodas.

-¿Yo?-dijo James-No, ¡que va! Esos dos no saben nada. Les dije que si te rescatábamos, llevaríamos a cabo un golpe que nos proporcionaría grandes beneficios, pero nunca les conté en qué consistía. Me pregunto cómo les irá con los bonos y sí...

De pronto James se quedó en silencio e hizo un gesto como si pidiera que el resto hiciera lo mismo para poder escuchar.

-¿Habéis oido eso? Será por la tumba, seguro. Alguien habrá descubierto que la hemos abierto. No les costará mucho atar cabos. Me temo que nos hemos delatado.

- Buenos días princesa - dijo Michael dedicándole una radiante sonrisa mientras terminaba de abrocharse los panatalones. Cogió la chaqueta que había dejado colgada en el respaldo de la silla y por un instante casi olvidó ocultar el agujero que esta tenía en el pecho

- ¿Qué ocurre querida? Parece que hay jaleo abajo. Espero que no sea por el mejicano que me acompañaba - dijo despreocupado. La posibilidad de que Pancho siguiera metido en un lío era bien real, pero por algún extraño motivo aquel tipo le caía bien a la gente del pueblo y era poco probable que lo estuvieran a punto de ahorcar. Probablemente.

- ¿O caso es que hay ratas en el sótano? - dijo con una sonrisa y una doble intención.

Aquello no pintaba bien. Pancho Castillo hubiera dado un brazo por saber qué comentaba la gente del pueblo reunida junto a la iglesia. Sospechaba que le estaban buscando a él y que los hermanos le encubrían, aunque no tenía manera de saberlo y tal vez todo fuera nada más que una paranoia suya.

Quizás alguien le hubiese reconocido como el conductor de la diligencia de Lonegan. Puede que simplemente al sacerdote no le gustase la conducta de Pancho borracho en el local la noche anterior.

Sea como fuere, no quería causar problemas a los gemelos. Volvió al interior de la cuadra y buscó una salida que diera al costado opuesto al que daba a la iglesia, intentando salir por ella de forma discreta si fuera posible, mejor aún si podía llevarse su caballo y el de Maverick.

Si no había forma de escapar salvo a la vista de los miembros del pueblo reunidos frente a la iglesia, procuraría ocultarse dentro de la cuadra hasta que la tormenta pasase, si eso era posible.

En cuanto saliera de las cuadras se dirigiría al Saloón, donde dejó a Maverick por última vez, en un intento por reencontrarle.

-No podemos quedarnos aquí- De repente me da miedo que nos pillen -Igual deciden hacer una batida por los alrededores... ¿y si nos encuentran?-

No quiero acabar en la carcel... "Y no quiero que Jack vuelva a ella" pienso mirándole mientras, casi sin intención, le toco el brazo.

-¿Creeis que deberíamos alejarnos?-

Mientras desayunaban la liebre que James parecía haber cazado a primerísima hora de la mañana, discutían sobre la posible filtración a oídos ajenos del paradero de la plata robada sin encontrar ninguna explicación aparentemente lógica. De repente, Jack se paró a escuchar las campanas que interrumpían las explicaciones de McReady. Tras unos segundos en silencio, parece que el aviso es bastante reconocible.

Llaman a reunión. Jodido sacerdote y su curiosidad nocturna...

-No dudo de tu discreción, James. Solo un idiota le daría a unos completos desconocidos la oportunidad de darnos una puñalada trapera a la primera ocasión.-Se paró un momento, la campana de la iglesia seguía sonando.-Tocan a reunión, está claro que ese cura se dio cuenta de cómo dejamos la tumba del francés. El guapito de cara y el mexicano no han aparecido por aquí todavía, y eso no me gusta un pelo.-Tocado en su orgullo por el robo de la plata, decide compartir con los demás la idea que pasa por su cabeza.- Opino que deberíamos acercarnos con discreción al pueblo. Si la gente acude a la llamada y se reúne en la iglesia, tal vez sea una buena oportunidad de acercarnos por la trasera del Saloon, a la entrada del pueblo. No deberíamos cruzarnos con nadie* y podríamos hacer una rápida comprobación de si las cosas siguen en el sótano. Después saldremos de este jodido pueblo como almas que lleva el diablo, ¿cómo lo veis?

Recibo la respuesta de Juanita, ella prefiere resumir el plan a la última parte, la de la huida. Trato de explicar mi compatibilidad de su plan con el suyo.

-No te preocupes, si actuamos ya y somos rápidos, podemos comprobar el sótano y volver mientras terminan de organizarse si deciden hacer una o varias batidas. De todas formas, uno de nosotros puede quedarse aquí, o seguir a los otros dos a cierta distancia para alertar o escapar a tiempo si las cosas se ponen feas a mitad de camino. Sea como sea, tenemos que decidirnos ya. James, ¿cual es tu idea?

Lonegan se queda mirando a sus dos compañeros de fatigas, están en una encrucijada, el tiempo apremia y hay que tomar una decisión.

No estoy muy convencida pero no quiero quedarme sola de nuevo.

Asiento mientras digo, con un cierto respeto -Haremos lo que tú dices. Eres el jefe-

James asiente.

-Lo cierto es que me preocupa lo de esos dos-comenta mientras se frota la barbilla con ese gesto tan característico suyo-Probablemente no conseguiríamos rescatarte sin su ayuda, pero no me fío lo más mínimo de ellos. Al fin y al cabo, Maverick es un timador y Pancho es un tipo que se vendió por un puñado de dólares. Serían perfectamente capaces de conseguir los bonos y poner millas de por medio.

El veterano exmilitar suspira y mira a lo lejos negando con la cabeza.

-Sí, debemos acercarnos, pero me preocupa que nos reconozcan. Podemos disimular nuestro aspecto de algún modo. No sé...yo podría quitarme la chaqueta y tú el sombrero. Juanita puede disfrazarse de hombre. Una mujer con armas siempre llama la atención. Podríamos simular que somos buscadores de oro o cualquier otra cosa parecida. 

- Qué gracioso. - dijo con una media sonrisa, aunque en realidad no había nada de divertido. - ¿Te asustan las ratas? Tranquilo, no tenemos sótano, así que, si las hay, hacen sus nidos en otra parte. -

- No, el párroco ha llamado a todo el mundo porque unos saqueadores de tumbas entraron en el cementerio esta noche y se llevaron un cuerpo. El viejo Callaway y yo ya le hemos dicho que tu amigo estaba demasiado borracho para robar, y menos para cavar nada, y que tú has pasado la noche aquí, pero está indignado y no atiende a razones. El sheriff ha llamado a reunión en la iglesia para poner orden, pero ya hay unos cuantos en vuestra contra. Mejor que no salgáis fuera hasta que todos se hayan calmado. -

Rápidamente recogistes tus escasas pertenencias y preparastes a los caballos para irte cuanto antes. Por suerte para ti los establos no estaban orientados hacia la iglesia, y esta quedaba un poco lejos, por lo que sería fácil salir de allí sin que los reunidos se percatasen de tu presencia.

Al abrir la puerta principal echaste un vistazo a ambos lados. La calle principal parecía desierta, aunque también eso significaba que un tipo solitario con 2 caballos llamaría la atención de inmediato si alguien te veía.

Tras arreglar un poco vuestro atuendo, los tres os encaminasteis al pueblo dispuestos a recoger lo que quedase de vuestro botín. La suposición de Lonegan era acertada, desde la entrada al pueblo la calle principal parecía desierta, aunque se escuchaba el murmullo de una multitud en la distancia. El paso de vuestros caballos levantaba pequeñas nubes de polvo en el suelo ahora seco, y parecía que nada se interpondría en vuestro camino.