Partida Rol por web

Pancho se sintió afortunado al dirigirse a la salida en dirección opuesta a la iglesua y descubrir practicamentr vacía la calle en pleno día.

-Bueno Pancho. Esta es la tuya. Así se las ponían a Fernando séptimo.- Pancho nunca supo a ciencia cierta a quien se referían los letrados monjes del monasterio en el que se crió al nombrar al tal Fernando.

No le dio más vueltas, y salió de allí cogiendo los caballos por las riendas pero sin montarlos, para no llamar demasiado la atención.

- No me relinchéis ahorita, mis zamaquitos...- Les susurró a los caballos.  -...por la virgencita de Lupe os lo pido.- 

Y salió de allí en dirección al ultimo lugar donde vio a Maverick...

(...)

Repentinamente, algo le dijo que ese no era el menor momento para salir. Uno de los caballos se puso nervioso, y Pancho lo notó en seguida. Se detuvo al amparo de la sombra de las cuadras.

Una mujer salió justo en ese momento por la puerta de un edificio frente a las cuadras con un cubo, derramando su contenido en el suelo terroso de la calle antes de volver por donde había venido.

Pancho suspiró aliviado y esperó un par de segundos para asegurarse de que la mujer no volvía a salir antes de continuar su camino.

Me recojo el pelo dentro del sombrero y me lo calo hasta abajo. Me pongo al cuello un pañuelo ancho que me cubra hasta la barbilla. Saco el poncho y me lo pongo para disimular la figura. Así vestida, monto y avanzo con la mirada hacia el suelo. Mi caballo seguirá a los otros, no necesita guía.

Entramos en el pueblo y, efectivamente, parece que no hubiera nadie, así que relajo un poco los hombros. Nos dirigimos hacia el saloon, atentos a las voces del fondo, por si un cambio en el tono, pudiera darnos pistas como para anticiparnos y salir huyendo en caso de necesidad.

Al final, tras hablar rápidamente sobre qué hacer, decidieron seguir el plan de Lonegan. "Haremos lo que tú dices. Eres el jefe" había dicho Juanita hace unos minutos. 

Como en los viejos tiempos, la banda de Lonegan vuelve a la carga. Aunque ahora ya solo seamos tres.

A pesar de que McReady había contratado a Maverick y al mejicano, hasta ahora no habían hecho nada para que Jack los considerara dignos de formar parte de la banda. Es más, hasta ahora no hacían más que ganar puntos para llevarse una patada en el culo en cuanto volvieran a cruzarse en su camino y no querer volver a saber nada de ellos.

Puede haber varios motivos por los que esos dos no hayan podido volver con nosotros hasta ahora. Tal vez solo te estés haciendo viejo, y te dan pereza las cosas nuevas o los cambios en las que ya conoces...

Andaba enfrascado en esas reflexiones mientras se acercaban a la entrada del pueblo en la que se encuentra el saloon. Se alegraba de tener razón en sus intuiciones sobre el plan, parecía que no se iban a encontrar ni un alma en su camino hacia el saloon y su entrada al pueblo pasaría completamente desapercibida. Las gentes debían estar acudiendo a la llamada de la iglesia.

-Rápido chicos, entremos al saloon a ver si siguen las cosas en el sótano. Cuanto menos tardemos, más tiempo para poner tierra de por medio de aquí.

En estos momentos Lonegan solo temía que los otros dos hubieran cumplido con su parte del plan a medias: Que hubieran recogido los bonos y sus pistolas del sótano, pero hubieran encontrado problemas o algún tipo de imprevisto en el camino de regreso para reunirse con ellos.

En cuanto la calle principal quedó completamente desierta rápidamente recorriste la distancia que te separaba del saloon, sin embargo, unas voces que discutían en el interior te hizo detenerte en seco con los caballos. Parecía que un grupo pequeño de personas tenían un acalorado dialogo en su interior. Creíste escuchar alguna voz conciliadora, pero el tono general no era agradable. No reconociste la voz de maverick entre ellos

En vuestro recorrido hacia el saloon atravesasteis las silenciosas calles con precaución; no sabíais quien podía estar observando sin ser visto, pero no os encontrasteis con nadie.

A la primera oportunidad, rodeasteis los edificios por un estrecho callejón para alcanzar la parte trasera del saloon. Era una zona difícil para mover los caballos, pero pudisteis llevarlos sin problema. Finalmente reconocisteis la puerta trasera del saloon, pero al mirar alrededor no encontrasteis ninguna puerta inferior hacia un sótano. Desde el interior del edificio se escuchaba una acalorada discusión de un pequeño grupo de personas.

James siguió guiando al grupo de parapeto en parapeto hasta llegar a la puerta del Saloon. A ella se acercó de primero, con la espalda contra la pared. Cuando estuvo allí simplemente se sentó y se caló el sombrero, como si estuviese echando la siesta. Nadie sospecharía de un viejo borracho tirado junto a la puerta de un Saloon y desde allí, podría escuchar lo que hablaban.

Nos movemos tan despacio como es posible como para no levantar sospechas si alguien nos viese. Al llegar a la puerta del Saloon descubrimos que la única manera de llegar a abajo sería entrando por dentro. Pero dentro se escuchan voces.

James nos hace una señal con la cabeza indicándonos que se va a aproximar y veo como se sienta con la espalda en la pared.

Yo le hago una señal a Jack. Quiero acercarme e intentar oir algo de la discusión. Si, por ejemplo, se acabara de golpe, desde donde estamos no oiríamos si se van. Y aunque James nos avise, no podemos quedarnos aquí parados esperando. Así que me aproximo a una ventana para intentar oír algo mejor, sin ser vista...

Llegaron los tres a la trasera del Saloon con la tranquilidad de no encontrarse a nadie por las calles. Sabía que no habría complicaciones para llegar. A pesar de los años enjaulado, todavía conservas la cabeza en su sitio, Jack.

Pero un par de asuntos se interponían en su idea de acabar aquella incursión con rapidez. No había manera de acceder al sótano del local sin pasar por el interior del mismo, y cuando se acercaron a la puerta principal, escucharon ruido de voces en el interior. En un espacio cerrado como aquel bar, no sería nada fácil pasar desapercibidos en dirección al sótano, y menos si había algún cliente de por medio.

McReady había optado por mimetizarse con el ambiente, haciéndose el borracho para quedarse tirado a la puerta del Saloon, y desde allí comprobar cualquier movimiento que pudiera llevarse a cabo en una u otra dirección, aparte de intentar enterarse desde un sitio discreto de lo que estaba pasando en el interior. Por su parte, Juanita no podía conformarse con estar esperando, así que Lonegan asintió con la cabeza cuando la mujer le hizo una señal indicando que quería acercarse para tratar de enterarse mejor de que estaba pasando ahí dentro. En ese momento, un leve latigazo recorrió la cicatriz en la mano del forajido. ¿Señal de un mal presagio, de inminentes complicaciones? No estaba seguro, así que simplemente decidió quedarse apoyado en una de las columnas del porche, a cierta distancia de la puerta, de espaldas a la calle para mantener contacto visual con sus dos compañeros.

- No tenemos sótano - dijo la meretriz

- Vaya, habría jurado que un sitio como este debía guardar el licor, la cerveza y el grano en alguna parte ¿no? - respondió con una sonrisa - por la cantidad que se bebió ese mejicano, parece que no hay escasez.

- El párroco ha llamado a todo el mundo porque unos saqueadores de tumbas entraron en el cementerio esta noche y se llevaron un cuerpo - continuó Elibeth como si tal cosa.

- ¡Dios bendito! - se alarmó Michael y no toda su reacción fue fingida. Sin duda la banda de Lonegan estaba detrás, pero le parecía demasiado incluso para aquellos tipos ¿con quién diantres se había ido a juntar? La idea de abandonar la banda cuanto antes empezó a rondar por su cabeza.

- El viejo Callaway y yo ya le hemos dicho que tu amigo estaba demasiado borracho para robar, y menos para cavar nada, y que tú has pasado la noche aquí, pero está indignado y no atiende a razones - se justificó.

- Pero... ¿el pastor no estará en contra de que tú y yo...? ya sabes ¿nosotros...? - preguntó fingiendo, esta vez sí un azoramiento que no sentía. Primero, la importaba bien poco la reprobación del pastor y segundo, en un pueblo tan pequeño, las habilidades de las chicas no podían pasar desapercibidas, el sacerdote ya debía estar acostumbrado o cansado de repetir siempre el mismo sermón contra el pecado de la carne. Michael ya lo había visto muchas veces. Tantas como pueblos pequeños había conocido y eran muchos.

- El sheriff ha llamado a reunión en la iglesia para poner orden, pero ya hay unos cuantos en vuestra contra. Mejor que no salgáis fuera hasta que todos se hayan calmado

- ¿Quién va a estar en mi contra? A fin de cuentas no he hecho sino dormir aqui. Bueno, dormir y... - diciendo esto cogió a la muchacha de la nuca y la besó apasionadamente antes de calarse el sombrero y abrir la puerta dispuesto a bajar a la sala principal del saloon.

- ¿Podrías hacer que me zurcieran esta chaqueta? Me temo que ha sufrido un desgarron durante mi viaje y un caballero como yo no debería ir por ahí con esas pintas ¿verdad? - puso su mirada más cándida, verdaderamente sabía convencer cuando se lo proponía.

Le guiñó el ojo con picardía y salió de la habitación.

- Vaya, habría jurado que un sitio como este debía guardar el licor, la cerveza y el grano en alguna parte ¿no?

A tu primera respuesta Mary se encogió de hombros, evidentemente desinteresada. - Claro, en el almacén. El bueno de Callaway llegó a un acuerdo con el dueño cuando compró el viejo edificio abandonado del banco el año pasado. -

En ese momento te acercaste para besarla, Mary se dejó hacer pero después te apartó con el dorso de la mano, seguido de un sonoro "huh" de tono ligeramente ofendido antes de apartarse de la puerta para ir a refugiarse entre los pliegues de su cama.

Al salir, la escena del piso inferior parecía como ver una riña entre vecinos. El barman Isaias Callaway calmaba a un grupo de 4 parroquianos entre los que se encontraban un tipo alto y aún fornido, pero a punto de entrar en la vejez, con el pelo entrecano y varias pequeñas calvas repartidas por el cráneo; un hombre ya anciano que caminaba encorvado sobre un bastón y otros dos hombres más de mediana edad. Vigilando desde la puerta, con aspecto de sentirse desorientado, había un chaval de no más de 18 años con una insignia de media estrella sobre el pecho que lo identificaba como un ayudante del sheriff.

En cuanto asomaste la cabeza por sobre la barandilla, el más anciano de los pueblerinos sacudió el brazo en tu dirección a modo de amenaza. - ¡Forasteros! Villanos, malhechores y asaltatumbas. Aquí no sois bien recibidos. ¡Qué se vayan! - Inmediatamente después el barman se interpuso para calmarlo, y el joven de la puerta intentó hacer lo propio, pero aparentemente intimidado por los 4 hombres del saloon, no se acercó demasiado, y únicamente les dirigió unas palabras con un hilo de voz que te fue imposible escuchar.

Desorientado, te detuviste unos segundos cerca de la puerta del saloon sin saber adonde dirigirte a continuación. Mientras esperabas, pudistes escuchar claramente la cascada voz de un anciano que gritó en el interior del saloon - ¡Forasteros! Villanos, malhechores y asaltatumbas. Aquí no sois bien recibidos. ¡Qué se vayan! -

Cerca de la puerta trasera había algunos huecos que servían de ventanucos por los que Juanita no tuvo problema en asomarse, sin embargo, solo pudo ver un hogar de leña para cocinar y un par de cazos oxidados que indicaban que aquello era la cocina.

Mientras os encontrabais en aquellos asuntos de repente una voz se alzó sobre las demás desde el interior del saloon, la voz cascada de un anciano que gritó - ¡Forasteros! Villanos, malhechores y asaltatumbas. Aquí no sois bien recibidos. ¡Qué se vayan! -

Aquello os desconcertó, no visteis a nadie fuera, ni tampoco teníais motivos para pensar que os hubieran visto a vosotros.

James sigue tumbado junto a la puerta del saloon. Al oir la algarabía, simula retorcerse para coger mejor postura, se cala más el sombrero de forma que le tapase más la cara y sigue haciéndose el dormido mientras escucha.

Hummm... ¿Estaba alguien increpando a un forastero? ¿Y en tal caso sería ese forastero Michael Maverick?

Pancho no lo sabía. Puede que sí o puede que no, pero de todos modos necesitaba averiguar si Maverick seguía o no en el lugar, pues ese era el último sitio en el que lo había visto.

El mexicano se debatía profusamente intentando determinar qué hacer. Entrar o no entrar. Metió su mano bajo el enorme sombrero mexicano y empezó rascarse el graso cabello negro de esa cabeza gordota suya. Sus ojos se encontraban perdidos en la duda. Aún le dolía algo la jaqueca bajo aquél profuso sol que le cegaba los ojos.

Tras unos segundos resoplando, tomó una decisión. Enrolló de forma sencilla las riendas de los caballos en una varandilla del porche del edificio, sin atarlas. Por si hacía falta salir por piernas.

Se armó de valor y empezó a caminar por las sonoras tablas del porche (al ritmo del sonido de sus espuelas) antes de entrar con decisión por la puerta principal del saloon.

-A los buenos días tengan todos ustedeeees güamachacos. ¿No habrán visto por aquí a un guaperas de punta en blanco con pintas de pisaverde del este?- Como no, se refería a Michael Maverick.

Tras ver desaparecer a McReady en dirección a la entrada del local, observa la cara de confusión de Juanita tras echar una ojeada por el ventanuco. Parecía que no había escogido buen lugar para tratar de enterarse de algo.

De repente escucharon aquel grito procedente del interior, y Lonegan hace una señal con la cabeza a su compañera para que intente asomarse en dirección a la entrada y tratar de esclarecer de quién está hablando.

¿James? No puede ser, la voz hablaba en plural. Y no creo que fuera tan inocente de entrar a las bravas en el saloon para que lo reconocieran a las primeras de cambio. ¿El mexicano y el guapito, tal vez?

Jack quería creer que eran aquellos dos, y que vendrían con los bonos y sus revólveres, o aunque tal solo fueran sus armas, ya se encargaría él del resto. Pegado a la pared junto a la esquina que doblaba hacía la entrada del bar intenta echar un vistazo a la entrada mientras Juanita se acerca junto a él.

Primero me asusto pensando que nos han descubierto y echo mano del revolver. Pero luego veo el gesto de Jack y deduzco que no, que no puede ser por nosotros si quiere que me acerque a ver...

Lentamente subo hasta la tarima que rodea la entrada del Saloon y me acerco un poco más, intentando que la madera, bajo mis botas, no haga demasiado ruido.

Jack se ha acercado también y, como yo, intenta mantenerse "escondido". Me pego a él y espero sus instrucciones...