Partida Rol por web

Maverick prácticamente había rogado que la banda no se moviera de donde estaba durante un rato, y aunque solo Juanita se había mostrado plenamente convencida de hacer caso a sus palabras, su opinión tenía el suficiente peso como para convencer al resto de miembros de la banda. De ese modo, apenas alejados del tumulto de la cadena humana, pasaron unos segundos que se hicieron eternos. Así llegó el final del primer minuto... y del segundo...

Durante varios momentos no hubo nada que ver, salvo que los esfuerzos por controlar el fuego finalmente daban frutos, y aunque del hotel y el almacén contiguo solo quedaría una gigantesca pila de ascuas, los edificios cercanos no habían sufrido daños de consideración. La gente ya respiraba tranquila y se sonreían unos a otros pensando que ya había pasado todo, hasta que de improviso la campana de la iglesia volvió a tañir con urgencia. ¡Las oficinas del sheriff estaban ardiendo!

Parecía imposible, pero la concentración en el hotel Stark y el denso humo que salía de su interior habían ocultado un segundo incendio en el centro del pueblo. Rápidamente la cadena humana se dividió en dos para poder controlar el fuego, pero aunque el hotel Stark ya casi estaba bajo control, no había suficiente gente para domeñar las llamas de ambos edificios. Hubo unos pocos minutos de caos, pero finalmente el sheriff sacó una voluntad que no había demostrado hasta ahora y organizó a los hombres disponibles para atacar el nuevo fuego de sus oficinas, mientras que solo unos pocos se quedarían para impedir que las llamas del hotel Stark se extendieran a otros edificios; sin embargo, aquello significaba que abandonarían el hotel a que se consumiera por completo.

Durante la noche, prácticamente todos los hombres del pueblo ayudaron a apagar las llamas, que solo consiguieron ser totalmente controladas casi al despuntar el alba. El hotel Stark era poco menos que unos maderos chamuscados en el centro de un gran círculo de carbonilla; de las oficinas del sheriff se había salvado el edificio, aunque todo su interior había sido consumido, y el fuego se había extendido como la pólvora a través de los edificios que se hacinaban en el centro del pueblo. Muchos saloons, prostíbulos, herrerías, almacenes y otros negocios habían sufrido pérdidas, aunque gracias a que la mayoría habían abandonado sus casas con el primer incendio, no había que lamentar víctimas.

Todos parecían agotados y tristes, ni siquiera el sheriff fue capaz de pronunciarse al respecto una vez los fuegos estuvieron apagados; fue el parroco del pueblo, un hombre rechoncho, alto y desgarbado, quien animó a aquellos que no habían sufrido la furia de las llamas por continuar con sus trabajos a fin de recuperar la normalidad no antes posible. Respecto a los Stark, otras familias afectadas y vosotros mismos, propuso solicitar cualquier ayuda que se pudiese necesitar en la iglesia.

La iglesia no era muy grande, de hecho tal vez solo pudiera contener a una décima parte de los habitantes del pueblo, pero al apartar las banquetas de madera hubo suficiente sitio para que tanto los Stark como vosotros (los únicos que necesitaban alojamiento con urgencia) gozaseis de cierta intimidad A pesar de que ya comenzaba a amanecer todos estabais necesitados de un pequeño descanso y trasladaron la misa del gallo a la plaza a fin de concederos algunos minutos de sueño.

James estaba agotado y dolorido y le picaba todo el cuerpo. Finalmente se quedaría sin baño, pero no podía quejarse dadas las circunstancias. Pero no había misa que evitase que fuera a echar una cabezadita. Probablemetente no durmiese demasiado, pero necesitaba descansar.

Así que tendió una de sus mantas en el suelo y con su petate a modo de almohada, se dispuso a dormir.

Cuando la oficina del sheriff empieza a arder evito mirar a Michael. No quiero que nadie note nada raro. Pero lo cierto es que la curiosidad me consume.

Durante un rato nos quedamos por allí sin tener claro nuestro destino, hasta que el cura nos ofrece dormir en la iglesia. "Bueno, hemos dormido en sitios peores, al menos allí habrá techo."
Una vez dentro de la iglesia, casi sin esperar a estar separada de los Stark, le pregunto a Michael  -¿Me lo vas a contar?-.

Luego busco alguna esquina, separada de Pacho y sus ronquidos y olores, en la que intentar dormir un rato.

El mejicano se quitó el sombrero y se santiguó al entrar en la iglesia. Con gran respeto hacia el lugar y el padre que lo regentaba a pesar de llevar una vida violenta y con muertes en su haber.

Pancho tenía sueño. Los párpados se le caían, pero también le preocupaba que a alguien se le ocurriera prender la iglesia... con ellos dentro. Al fin y al cabo, habían quemado ya un hotel y la oficina del sheriff. A este paso, lo siguiente sería al iglesia.

Normalmente, dormiría como un ceporro. Pero no hoy. A pesar de todo el ajetreo y cansancio de la noche, no pensaba pegar ojo. Ya no se fiaba ni de su sombra.

Así pues, una vez en la iglesia buscó un buen lugar desde donde aposentarse y poder mirar el exterior. Una ventana o una puerta que dejaría entreabierta. Intentaría no cerrar los ojos.

Si alguien se acercaba de noche, le pegaría un buen garrotazo.

-Ya dormiré mañana aprovechando algún ratito cuando vayamos a algún otro lado, compadres...- Les dijo al resto de miembros de la banda de Lonegan. -...o incluso a lomos del caballo, je, je, je.-

Michael sintió la alarma de todos cuando alguien gritó que la oficina del sheriff estaba ardiendo. Cuando se organizaron las reatas de cubos había sido de los que permanecieron sofocando los rescoldos del hotel y aunque cansado, había dado todo lo posible por que la cosa no fuera a más y lamentó oir que en el centro del pueblo el fuego se había extendido y dañado edificios adyacentes.

Horas más tarde les habían conducido hasta la iglesia del pueblo para descansar cuando la noche virtualmente ya había pasado. Apenas habían entrado en ésta cuando Juanita le agrarró del brazo con firmeza. Cabizbajo Michael se apartó con ella hacia uno de los bancos más alejados, en una esquina.

Se encontraba agotado y preocupado. Seguramente el francés no tardaría en aparecer a inspeccionar las pérdidas en sus negocios y en busca de responsables. Al parecer su estrella perseguía a Michael "dejando enemigos en cada pueblo por el que pasaba"*.
 

Michael se alegró profundamente de que Juanita fuera la primera en preguntar. Aún agotado sintió gran alivio. Juanita era la única con quien podía hablar en aquel momento. Jack era demasiado serio y, la verdad, le asustaba. Pancho era demasiado... simple para entender aquello y James... bueno, probablemente James si que entendería a Michael o al menos parecía al menos a su modo, lo suficientemente benevolente.

Michael se sentó junto a Juanita en el banco y bajó la cabeza, como si estuviera a punto de confesarse ¿pecados? ¿amor? Empezó a hablar mirándose las manos, que estaban llenas de hollín, tierra y óxido. Las uñas bien recortadas tenían ahora abundante mugre debajo.

- He hecho algo - miró a Juanita a los ojos alargando el silencio.

- Cuando di la vuelta al edificio en busca de James me fijé en el sheriff y en sus ayudantes... Apostaría lo que fuera a que fueron ellos los causantes del incendio y si no, los que lo permitieron. ¡No! apuesto a que fueron ellos - su expresión pasó de culpable a furibunda por un momento -

- Quizás ha sido con intención de dañar a los Stark, a nosotros o quizás incluso a ambos. Seguro que querían acabar con la oposición a su jefe, ese francés del que todos hablaís.

- Cuando me di cuenta de que no había forma de sacar a James de las llamas aproveché para escabullirme hasta la oficina del sheriff. Buscaba.. no sé... pruebas, información... ¡algo! - - el tono de Michael que había ido bajando poco a poco volvió a encenderse.

- Encontré esto. Se sacó de la chaqueta un pequeño fajo de papeles apenas sujetos en una carpeta gastada. Está lleno de fechas y nombres. Gente que desaparece y muere justo cuando ese francés celebra una fiesta. Está todo. El sheriff anterior encontró cosas, antes de que este cantamañas servil que hemos visto ocupara su puesto.

Michael bajó la vista y se miró de nuevo las manos - siento lo que ha ocurrido - y en verdad lamentaba profundamente que la gente del pueblo hubiera sufrido daños en sus casas. No estaba acostumbrado ni disfrutaba haciendo daño a gente inocente. Él se ganaba la vida desplumando incautos que pretendían deplumarle a él.

Con un hilo de voz apenas audible siquiera para Juanita que se encontraba a su lado dijo - Al salir de la oficina del sheriff le prendí fuego. Quizás fue por destruir sus armas, municiones, su información sobre nosotros y su centro de operaciones en el pueblo. Pero supongo que fue tan sólo por despecho, por venganza por el daño que habían causado a los Stark.

- Malditos - dijo entre dientes y se quedó mirando a los ojos a Juanita, esperando su juicio con la expresión del que ya está condenado.

Escucho a Michael que parece que estuviera confesándose. Su cara refleja un remordimiento que no comprendo. Cojo los papeles que Michael me da y, con dificultad, empiezo a leerlos. Aunque no tengo que esforzarme demasiado porque él mismo me dice lo que son. La ira que ya sentía antes se acentúa. De seguro están todos muertos. "Desaparecidos" significa enterrados en algún hoyo, la Virgen sabrá donde...

-¿Lo sientes? ¿En serio? Pues no lo hagas.- mi tono es duro, serio -Estos...- "perros", iba a decir perros, pero en el último momento me acuerdo que estoy en una iglesia y me contengo. No soy muy religiosa, pero me educaron para serlo y hay cosas que no pierdes nunca  -Estos malditos pueblerinos son solo ovejas, borregos egoistas - estoy furiosa con esta gente -Del primero al último, cobardes que no se atreven a levantar un dedo por mal que les traten a ellos o a sus vecinos -

Miro a la familia Stark, durmiendo en el suelo de la iglesia  -El problema de esas personas no es de hoy, no es que les hayan quemado la casa... este pueblo está podrido hasta los cimientos y lo mejor que podría pasarle es arder entero y que no quedara nada - La rabia hace que hable un poco más alto de lo que debería. Intento bajar la voz -Yo me crié en un sitio así. No teníamos un Beaumont, pero no hacía falta para que el rebaño fuera obediente, con tener una mina era bastante. Nadie se planteaba hacer nada, ni aunque pasaran penurias -

Vuelvo a mirar los papeles que me ha enseñado Michael  -Las almas de las personas de estos papeles seguro que agradecen tu gesto como una pequeña venganza - Se los devuelvo antes de girarme para ir con los demás  -Si no quieres que los demás lo sepan, no se lo diré, pero lo que has hecho no es malo. Si los papeles los hubiera encontrado yo, habría volado el pueblo entero. De hecho, ya lo había pensado antes de saber todo esto -

Michael sintió alivio al soltarlo todo. La culpabilidad durante las labores de extinción le había ido consumiendo. Juanita parecía mostrar comprensión por el pobre Michael e incluso le puso una mano en el hombro, conciliadora al hablar con él. Sin embargo poco a poco se fue enfureciendo, no con él, sino con el pueblo, con el francés o con la frustración que sentía al no poder hacer nada.

Sus palabras se fueron endureciendo, como su tono. Estaba claro que la vida del bandidaje no era para él, pero sin duda Juanita lo llevaba en la sangre. Quizás aquella mujer escondía mucho en su corazón. Quizás no fuera tan extraño que fuera la pareja de Lonegan después de todo.

- Volvamos con los demás. Explícaselo tú si quieres - suspiró.

- Quizás ya dé todo igual. No creo que ese francés vaya a hacer una fiesta justo ahora, con todo este lío del incendio. No creo que el sheriff ni nadie del pueblo sospechen que fui yo o siquiera que fue algo intencionado, pero preferiría que los demás no se enfadaran conmigo y quizás Pancho es demasiado... obtuso para ser discreto.

Cuando parecía que aquella noche turbulenta estaba bajo control, un nuevo incendio en las dependencias del sheriff volvió a sorprender y asustar al pueblo de St. Elmo. Hacia el final de la noche, todo el pueblo estaba conmocionado por los acontecimientos.  Pero para Jack lo único importante en esos momentos era su banda y los objetivos que tenían en mente, así que cuando les ofrecieron pasar unas horas de reposo en la iglesia del pueblo no lo pensaron dos veces, y junto a los Stark recibieron cobijo entre aquellas sagradas paredes.

Al poco de entrar, ambos grupos se separaron buscando sitio donde tener un poco de intimidad, o al menos tranquilidad para un reposo que difícilmente, tras los sucesos ocurridos durante la noche, iba a resultar reparador. James inmediatamente busco un sitio para desplegar su manta y caer rendido. Pancho, por su parte, prefería mantenerse alerta y tener vigilado el exterior. Pero lo que realmente llamó la atención de Lonegan fue que Juanita solicitara a Maverick que le contara algo, y ambos se apartaron discretamente para hablar. Tras dejar dos o tres minutos de cortesía, cuando parecía que la conversación era más tranquila, se acercó a ellos.

-Parece que ha sido una noche demasiado larga para todos, espero que no tuvieras muchos contratiempos mientras buscabas esa entrada al edificio, Michael.-Por lo poco que conocía a Maverick, su actitud en los momentos en que desapareció de su vista tras escapar del hotel en llamas habían resultado un poco sospechosos, y con estas palabras buscaba una manera indirecta de que su compañero se sincerara ante ellos. Aunque se imaginaba que ya le había contado algo a Juanita. A fin de cuentas eran un grupo, era su banda, y esperaba que el resto le mantuvieran al corriente.

Por las rendijas de los ventanales de la iglesia se filtraba el fresco aire de la mañana, junto con un aroma a humo imposible de ocultar y la ahogada voz del párroco en la distancia; según creíais, dando la misa. El ambiente actual aún era tenso y confuso y a cada uno le afectaba de maneras diferentes. los Stark (a Anton le habían entablillado uno de los brazos) velaban mientras sus hijos dormían, rendidos por el agotamiento físico y emocional.

Pancho se empeñaba en mantener la vista fija en la puerta principal, agitándose de vez en cuando como si luchase contra el sueño, mientras que McReady se había tumbado para intentado descansar, pero aunque conseguía relajarse un tanto, su mente se negaba a apagarse. Lonegan se había sentado sobre una de las banquetas de madera, pero tras unos minutos de agitación quedó claro que no descansaría mucho más de lo que ya había hecho. Los únicos a quienes no parecía afectar el cansancio de la noche anterior eran Juanita y Maverick, que tras intercambiar unos pocos susurros continuaban en una silenciosa pero avivada discusión, al menos antes de que Lonegan se acercase a interrumpirlos.

Michael contemplaba a Juanita en silencio. Ésta mantenía la expresión furibunda. Ambos escucharon el tintineo de las espuelas de Lonegan al acercarse éste. Miró a Michael con el ceño fruncido, aún más que de costumbre, como si sospechara del jugador o estuviera celoso por la atención que Juanita le había prestado aunque hubieran sido sólo unos instantes.

Michael miró a Juanita interrogante, esperando que fuera ella la primera en hablar. Pero no lo hizo.

- _{Fui yo..}. - susurró, mirándose las manos llenas de hollín y el resto de la frase fui inaudible.

Lonegan carraspeó, entre impaciente y furioso y Michale repitió, apenas más alto.

- _{Fui yo el que le prendió fuego a la oficina del sheriff.}

Esperaba que el jefe de los bandidos, cuya carácter seguía siendo para él completamente inescrutable, no tuviera una explosión de furia como la de Juanita, aunque no fuera dirigida hacia él. Los Stark no estaban muy lejos después de todo.

Sin decir nada más le tendió de nuevo la carpeta a Juanita que ésta, tras ojear, le había devuelto.

La carpeta contenía infinidad de documentos de varios años atrás, criminales detenidos, e investigaciones resueltas y pendientes, siendo el más reciente hace casi medio año. En estos últimos había notas sobre los cadáveres encontrados en las cercanías del pueblo, según las cuales se llegaba a la misma conclusión que los investigadores enviados por el First Bank determinando que las muertes no habían sido causadas por animales, y una lista de nombres, fechas, y marcas al márgen; la mayoría de aquellas marcas indicaba "fallecido", pero algunas otras decían "Mudado a Boston" o ".. a Chicago", varias aparecían tachadas de diferentes maneras para finalmente añadir al final "desaparecido/¿fallecido?"

Un pequeño papel se desprendió del resto, era un fragmento de página utilizada para apuntar exclusivamente una lista de fechas, que se correspondían con el mismo día o el día siguiente a uno de los registros de "fallecido" o "desaparecido", en el reverso, a lo largo del papel habían escrito  - Festividades Nocturnas en Casa Beaumont. -

Con las primeras luces, Pancho consideró que quien fuera actuara anoche provocando los indendios ya no se atrevería a causar más a la luz del día.

Al fijarse de nuevo en el interior de la iglesia, vio que Maverick, Juanita y Lonegan continuaban charlando entre ellos. Se acercó a donde estaban y se sentó en un banco cercano, limitándose a escuchar.

Al haber permanecido toda la noche intentando mantenerse despierto en vigilia, su nueva postura en el banco junto con el arrullo lejano de las palabras del sacerdote dando misa, con su cadencia de palabras suaves y respuestas grupales de los feligreses empezó a darle sueño.

- In nomine patri...

-...et Filii et spiritus sancti..

-... amén.

Su cabeza cayó sobre el cabecero del banco, y empezó a roncar poderosamente, desnucado. Seguramente, descansaría unos minutos mientras el resto de la banda decidía qué hacer. Eso si el sacerdote no interrumpía la misa y se acercaba a regañarle por sus potentes ronquidos.

Mientras Michael y yo hablamos, Jack se acerca hasta nosotros. Durante unos segundos nadie dice nada pero luego, Michael empieza a confesarse como si estuviera ante un párroco. Yo mientras, permanezco en silencio. Pero en cuando acaba, con tono duro, dejo clara mi opinión, aunque Michael ya la sabe y supongo que Jack la comparte

-Ya le he dicho que no entiendo a qué viene tanto arrepentimiento. Esa gente no merece nada de lo que tiene, ya que ni siquiera valora su propia vida. Si lo hicieran se preocuparían por saber qué diablos está pasando con sus vecinos...- le explico a Jack, mientras señalo los papeles que Michael lleva encima -Ni siquiera importa si sus vecinos les caen bien, pero están obligados a enterarse para saber que no serán los siguientes. Sólo son unos paletos serviles. Se salvan los Stark y pocos más... quizás ninguno más-

Cojo los papeles que tiene Michael y los reviso muy lenta. Mis conocimientos son los justos para que nadie me engañe demasiado, así que tardo un poco en entender lo que leo

-Mira esto... y ninguno ha hecho nada. Bueno, sí, podría ser que los que han muerto estuviesen demasiado cerca de algo. ¿Quién sabe?- obviamente no espero que ninguno de los dos me conteste, sólo es una pregunta que hago al aire -Si no fuera por la plata, me largaba mañana y dejaba que este pueblo se hunda en el lodazal en el que están. ¡Qué ganas tengo de volar por los aires ese rancho de El Francés!-

Irritada, le devuelvo los papeles a Michael.

-Me voy a dormir un rato. Por mí, Jack, mañana llenabamos de cargas los alrededores del rancho y lo volabamos, aunque luego tengamos que huir de esos malditos bastardos de Beaumont hasta las mismas puertas del Infierno...-

Al girarme para irme a dormir, vi el altar de frente y recordé las blasfemias que acababa de proferir. A regañadientes, me santigüe, sin estar arrepentida del pensamiento, sólo de haberlo expresado en voz alta.

James no conseguía dormir más. Al duro suelo y a su maltrecho cuerpo, se unió la claridad que se colaba por las ventanas. El viejo hizo un último intento dándose la vuelta y envolviéndose en la manta para intentar evitar que la claridad, pero de nada sirvió. El cuerpo le dolía tanto, que ya le sería imposible seguir durmiendo. Así que se desperezó e intentó levantarse.

Si normalmente le costaba un poco el empezar por las mañanas, aquella mañana fue horrible. Consiguió ponerse en pie ahogando un gruñido de dolor, pero lo peor fue intentar andar sin cojear. Calculó que tardaría unos 20 minutos; lo que le llevaría al músculo en entrar en calor y en engrasar la articulación de su maltrecha cadera.

Su aspecto seguía siendo lamentable, pero en realidad no distaba mucho del de algunos de los ocupantes de aquella iglesia. Renqueando se acercó hasta el banco donde estaba Lonegan y se sentó a su lado con un quejido.

-¿Tú tampoco podías dormir?-preguntó.

"Fui yo el que le prendió fuego a la oficina del sheriff."

Lonegan escuchó las palabras de Maverick, una confesión que explicaba la segunda parte del extraño doble incendio de aquella noche en St. Elmo. Por la cabeza del forajido pasaban una serie de sensaciones encontradas. Aunque no era su fuerte, trató de expresarlas con palabras ante Michael y Juanita:

-¿Que tu...?-Lonegan se paró un momento, para bajar el volumen, aunque no el tono de sus palabras.-Muchacho, ¿estás loco o simplemente te gusta sentir la posibilidad de que vengan a ponerte una soga alrededor del cuello? No negaré que disfruté al ver las caras del sheriff y sus hombres tras descubrir el segundo incendio. Pero tal como están las cosas ha sido una locura, una temeridad. Creo que no estamos como para perder a gente en esta banda.-Se paró unos segundos, recordando los estertores del Chico, en aquel tiroteo tras el golpe años atrás. Aprovechando su pausa, Juanita da su opinión sobre el tema. Lonegan emitió un leve suspiro antes de continuar, ya con un volumen normal en su voz.-En fin, me alegro de que estés a salvo con nosotros, Michael. Al igual que James.

Observó los datos que aparecían en la carpeta que Maverick tenía en su poder. Venía a ser un resumen clasificado de lo que les había dicho aquel representante del First Bank que le había convencido para meterse junto a los chicos en este fregado. En el pueblo había asuntos muy turbios, asuntos mortalmente turbios, y todos parecían apuntar a Beaumont y su hacienda, "Le Parisienne". Juanita se fue maldiciendo y proponiendo su propio plan para acabar con el francés y los suyos. Le tomó el relevo McReady, que se sentó a su lado.

-Difícil conciliar el sueño, James.-Respondió a su amigo.-Con todo lo que ha pasado esta noche... Sin embargo, deberíamos intentar recuperar las máximas fuerzas posibles, antes de que nos inviten a abandonar suelo sagrado.

Algunas preguntas habían sido respondidas, pero muchas aún quedaban en el aire, y las pistas parecían conducir una vez más hacia vuestro antiguo compañero el "Francés". La discusión podría haber dado más de si, pero a pesar que el sueño os reuhía, el cansancio comenzaba a ser muy real; eventualmente, cada uno escogió un rincón donde tumbarse o simplemente cerrar los ojos y respirar con calma por un rato.

No sabíais exactamente cuanto tiempo había pasado, pero cuando os disteis cuenta las voces del pueblo que se colaban por las rendijas de los ventanales habían vuelto a cambiar; se notaba miedo y apresuramiento. El párroco entró por la puerta principal y pudisteis ver que el sol estaba alto en el cielo, no podía haber pasado más de una o dos horas desde que se habían sofocado los incendios. El párroco sudaba y tenía la preocupación grabada en su rostro; cerró la puerta sin que nadie entrase tras él y se dirigió al altar a rezar una silenciosa oración.

Reventado de cansancion, James ni siquiera se había dado cuenta de la conversación que estaba teniendo lugar. Las palabras de Lonegan lo cogieron por sorpresa.

-¿¡Qué qué!?-susurró-

El viejo miró a su alrededor esperando no haber pronunciado aquellas palabras demasiado alto. La ocurrencia de Michael, le parecía astuta, pero temeraria. Como se descubriese, podría hacer que los colgaran a todos. Pero si no se descubría podría aumentar el enfado de la gente del pueblo con el Francés. Y si ese enfado conseguía superar al miedo, El Francés estaría perdido.

-Ya veo, ya...-contestó a Lonegan cuando éste le explicó los motivos de su vigilia-Pero es cierto, habremos de intentarlo.

James estaba desorientado. Lo cierto es que pensó que había pasado más tiempo desde que se acostó. Así que James volvió a intentarlo. Esta vez probó en uno de los bancos de la Iglesia. A pesar de ser estrecho, lo cierto es que le resultaba más cómodo que el duro suelo. Precisamente por estrecho, el contacto era menor allí donde más le dolían las quemaduras y durmiendo de lado, el respaldo le hacía de acomodo para la espalda. No tardó en quedarse dormido.
 

Irritada con la gente del pueblo y refunfuñando por lo bajo, busco una esquina, lejos de todos, de mis compañeros y de los Stark. Me apoyo como mejor puedo, en una postura lo suficientemente incómoda como para impedirme descansar bien y lo suficientemente cómoda como para que me venza el sueño. El enfado me mantiene despierta al principio pero, a medida que va cediendo, me quedo dormida.

Es un sueño intranquilo, mezcla de los malos recuerdos del día y lo incómodo de la postura. Así que cuando el Padre nos despierta, no se si molestarme o agradecerselo. Fuera se oyen gritos.

Espero hasta que el sacerdote ha terminado la oración que dice apresuradamente y le pregunto, muerta de curiosidad  -¿Qué pasa ahí fuera, Padre?-