Partida Rol por web

Jack tira de mí mientras se dirige a una brecha entre las rocas. Yo intento seguir su ritmo para no retrasarle, aún un par de veces me giro para comprobar si, después del aviso de Jack, James y Michael nos siguen. Y es así como veo que nos siguen ellos y las personas que han desatado.

La subida no es fácil, el terreno es escarpado y, además, cada poco se desprende un trozo de montaña que,  aunque no sea el que nos cae encima, nos hace parar y agacharnos por instinto. De vez en cuando me giro para ayudar a quien tengo detrás a avanzar un poco más rápido o para esquivar algún tramo especialmente difícil.

Delante de mí* va Jack "Una vez más, llevando al grupo a dónde hace falta"

Michael desató a la mujer y ésta casi le tiró al suelo al levantarse de golpe para abrazar a las niñas, a las que no soltó ni siquiera cuando Michael tuvo que prácticamente arrastrala hacia la relativa seguridad que parecían haber encontrado Jack y Juanita.

Michael parecía haber olvidado el dolor de sus heridas y mantuvo el paso de los demás, apoyando junto a James a aquellos de los cautivos que se encontraban en peores condiciones.

James iba cortando las ataduras de la gente apresada con su cuchillo lo más rápido que podía.

-¡Vamos!¡Vamos!-gritaba imprecando a los aldeanos para que se dieran prisa-.

El polvo que levantaban los cascotes al caer le hacía toser y dificultaba la visión y en alguna ocasión, algún pedrusco de menor tamaño le caía sobre la espalda causándole laceraciones. Por suerte, no hubo daños mayores que lamentar.

Entre el caos provocado por la situación, escuchó la voz de Lonegan avisándoles de que había encontrado una salida. El tiempo apremiaba así que echo a correr como buenamente pudo, saltando de piedra en piedra y esquivando algún que otro cascote que de caerle encima, le hubiera costado un disgusto y probablemente, la vida.

Michael avanzaba a duras penas por el túnel mientras todo se desmoronaba a su alrededor. Tropezó en una ocasión y a punto estuvo de quedar bajo los escombros, pero se agarró a la mujer que aún llevaba a las niñas y se puso en pie, respondió a aquel gesto tan poco caballeroso por su parte por una débil sonrisa y una inclinación de cabeza, que a la mujer debieron pasarle, ambas, desapercibidas.

Ver aquel resquicio de luz arriba del todo hizo que volviera a albergar la esperanza de que pudieran salir vivos de aquella mina. Tras gritar a sus compañeros su hallazgo, Lonegan ascendió procurando controlar las ansias por volver a estar sobre la superficie y al aire libre, y que no le jugaran una mala pasada a modo de traspiés inoportuno.

Mientras encaraba el complicado ascenso, Jack iba siendo más consciente de que la temporada entre rejas no habían pasado sin dejar su huella. El tiempo no pasaba en balde para nadie, y haber permanecido encerrado e inactivo tanto tiempo hizo que estuviera a punto de perder el equilibrio y caer en un par de ocasiones tras apoyar sus pies en zonas que se resquebrajaron al recibir el peso de su cuerpo. Gracias a los reflejos y a las escasas fuerzas que aun guardaba, pudo evitar peligros mayores.

Aquello se trató de una carrera por vuestras vidas, a veces casi reptando por la inclinada pared de piedra al tiempo que pedruscos del tamaño de cubos caían a vuestro alrededor. Hubo momentos de auténtico pánico, como cuando Maverick estuvo a punto de resbalar pendiente abajo donde se había formado una cantera de cascotes, o cuando a Leitner le pasó una roca tan cerca que le arrancó un mechón de barba, pero en contra de todo pronóstico al fin alcanzásteis la grieta al exterior inundada por luz natural.

Sin tiempo para pensar en nada, todos saltaron en gran desorden a través de la salida. Cada uno se sintió resbalar por una empinada pendiente de tierra hasta que os detuvo un terreno llano cubierto de hierba y pasto que os pareció del color más verde que habíais visto jamás, al tiempo que la grieta por la que habíais escapado arrojaba una erupción de polvo y diminutas piedrecillas con un estruendo atronador que hizo temblar el suelo. La mina se había venido abajo, tal vez bloqueada para siempre.

Hasta entonces no os disteis cuenta de lo agotados que estabais, pero ahora que habíais escapado apenas podíais mover un músculo; todos estabais a salvo, incluso Leitner y la familia, todos menos Pancho... A vuestro alrededor todo parecía cubierto por una fina capa de hierba color verde esmeralda adornado por plantas parecidas a pequeños cactus floridos y las montañas parecían rodearos más altas que antes en todas direcciones; os encontrabais en una depresión del terreno, un extenso valle a cielo abierto hundido en la tierra.

Aún no lo sabíais, pero cuando consultaseis el mapa que Juanita aún tenía en su poder os daríais cuenta de que habíais recorrido casi 8 millas de pasajes subterraneos a pie y aparecido mucho más al norte. A apenas una hora de la finca de Beaumont.

Michael se tumbó en la hierba, boca arriba y jadeó profundamente hasta recuperar el aliento. Su aspecto no podía ser más lamentable. La chaqueta del sheriff de las Cruces estaba llena de sangre y barro y sus pantalones no estaban en mejor estado. Por algún extraño milagro aún conservaba el sombrero, cuando recuperó el aliento se sentó y se lo quitó de la cabeza y dirigió una respetuosa inclinación de cabeza hacia la mujer, que continuaba abrazada a las niñas.

- Michael a su servicio. Imagino que Martha y Jacquie son hijas suyas. Me alegro de que las haya recuperado - añadió esbozando una tímida sonrisa - Por un momento temí lo peor - se cubrió la cabeza de nuevo, se levantó y ayudó a las niñas, a su madre y finalmente al padre a levantarse.

Se acercó a James que estaba en el suelo no muy lejos de Leibner y le palmeó el hombro agradecido.

Habían conseguido escapar de aquella pesadilla, incluso los prisioneros que se encontraban listos para aquel sacrificio infernal. Solo cabía lamentar la perdida de Pancho. Lonegan dedicó unos breves segundos a la memoria del mexicano antes de perderse en la contemplación del sorprendente paisaje con el que se habían topado tras salir milagrosamente de la mina. Todo esto no tiene nada que ver con lo que habíamos encontrado saliendo de St. Elmo.

Tras estas reflexiones, Lonegan pidió a Juanita que le dejara consultar el mapa. Tras unos segundos tratando de orientarse, si no se equivocaba en sus cálculos, estaban a poco camino de las propiedades del francés. Aquello le hizo recordar el motivo inicial de su misión allí.
-Según este mapa estamos apenas a una hora de la finca del francés.-Empezó, alzando levemente la voz para que todos le escucharan.-Creo que después de lo que nos ha hecho pasar ahí abajo nos debe una buena compensación. Imagino que a todos nos vendrá bien un buen descanso y este lugar parece bastante agradable para recuperar fuerzas. Una vez estemos listos para iniciar la marcha, yo saldré en dirección a "Le parisienne" para ajustar cuentas, quien quiera acompañarme será bienvenido. Quien prefiera volver a casa después del infierno que hemos vivido en esa mina, tiene mi bendición. ¡Maldita sea!

Recordar lo que acababan de presenciar en la mina hizo que sus palabras se cortaran en ese momento. Así que Jack simplemente decidió mantenerse en silencio y esperar a que el resto de los presentes se pronunciaran sobre lo que querían hacer una vez estuvieran listos para partir.

James cayó por el terraplen y acabó rodando para acabar hecho un ovillo sobre los pastos verdes. El viejo James se puso de rodillas y observó el entorno. Y respiró hondo. Se habían salvado por los pelos.

No había tenido la ocasión de felicitar a Juanita por su acción con el cartucho de dinamita, pero era evidente que había salvado la situación. Si no fuera por ella, estarían perdidos. Por desgracia, había sido tarde para el bueno de Pancho. Aquella mina se había convertido en su tumba. Por desgracia para su alma, nunca recibiría cristiana sepultura.

¿Y ya está?¿Habían derrotado a Yietso? No creía que todo lo que necesitasen para vencer a un espíritu maligno de esa manitud, fuese un cartucho de dinaminta bien usado.

Miró a su alrededor para ver si estaban el resto de sus compañeros. Por fortuna, todos habían conseguido salvarse.

-Yo iré-contestó en respuesta a las palabras de Jack-Pero Jack, no sé lo que nos encontraremos allí. Si este Yietso se hacía pasar por Pierre y ha muerto ahí abajo, habrán quedado sin líder. Tampoco sabemos si esa gente sabía a quién servía o si realmente pensaban que servían a Pierre. Será mejor andar con cuidado.

Cuando por fin salimos, me doblo por la cintura, resollando. -Eso ha estado demasiado cerca. No quiero volver a pasar por algo así en la vida- comento en voz alta pero sin dirigirme a nadie en especial.

Me dejo caer, hacia atrás, sobre la hierba y disfruto del calor del sol. La sensación de morir y quedar ahí atrapada para siempre está demasiado recientemente. Oigo a mis compañeros, también tirados alrededor, intentando recuperar el aliento, pero no me giro a mirarlos. Sólo quiero estar aquí tranquila un momento. Entonces me acuerdo de Pancho y siento lástima por él. No merecía morir así.

Escucho a Jack que me pide el mapa y eso me hace salir del ensimismamiento en que estoy.

-Sí, claro, aquí está- comento mientras me levanto, lo saco y lo desdoblo para revisarlo con él. Jack lo mira hasta estar seguro y luego propone ir al que era nuestro objetivo final. Quiero enfadarme con él y gritarle. No entiendo porqué, si acabamos de salvar la vida, tenemos que ir de nuevo a perderla. Pero le miro y no puedo. Y luego pienso en esa cosa intentando matarme y cambio el objeto de mi odio.

-Sí, vamos- le contesto y luego, girándome a aquellos que iban a ser sacrificados me limito a señalar en dirección contraria -Y ustedes se van por allí- No quiero cargar con gente que, no solo no lleva armas si no que tampoco sabe usarlas... y dos niñas pequeñas.

James dice que también irá pero comenta algo que no me hace gracia oír -Déjalo ¿vale? No quiero oir hablar de leyendas indias. Ya sé que eso que vimos no parecía una persona pero no estoy dispuesta a creer que fuera ninguna magia. Está muerto ¿no? Pues eso-

James iba a replicar algo aludiendo a las múltiples pruebas existentes de que aquello que habían visto dentro no era normal, pero sabía que cuando Juanita se ponía "así", no era bueno llevarle la contraria. Así era ella, así que no dijo nada más al respecto.Tarde o temprano los hechos hablarían por sí mismos.
 

- Y ustedes se van por allí - había dicho Juanita a los rehenes con malas maneras. Estaba claro que estaba dolida por la muerte de Pancho y sin duda asustada aún. La pareja y las niñas parecían aún más asustadas que aliviadas y el trato que les dio la mejicana no mejoró su estado.

- Juanita, esta gente no está en condiciones de caminar y mucho menos tanto. Creo que es más seguro que vengan con nosotros, al menos un rato. Podemos acercarnos a la finca del francés... o lo que quiera que fuera esa... cosa.

- Allí no será difícil encontrar un carro - se pasó la lengua por los labios resecos y saboreó la sangre salada y seca - y quizás también agua. SIn duda quedarán hombres del francés, pero uno de sus lugartenientes era ese Brett Morris y él y muchos de sus hombres han quedado ahí abajo.

- Mil gracias, el señor les bendiga por siempre. - El hombre y la mujer se habían acercado, tras asegurarse de que sus hijas se encontraban sanas y a salvo, y era la mujer la que os agradecía con voz debil. Aún se les veía afectados, pero visiblemente agradecidos por lo que había is hecho por ellos. Más atrás Leitner gruñó algo parecido agitando un brazo desde donde había caído. No parecía herido, pero prefería continuar tumbado.

Casi se asustaron de nuevo al enfrentarse a una Juanita furibunda, pero ella no les hizo caso más que para mandarles a tomar viento; pronto llegó el ofrecimiento de Maverick, a lo que el marido contestó apresuradamente - No, no, no, no. Ni aunque nos pagaran, jamás nos acercaríamos a la finca de ese loco. ¡Quería matarnos a todos! Volveremos a casa y huiremos lejos; así se pudra St. Elmo en su corruptela. Conocemos los prados y llanuras, sabremos por donde ir. - Una de las niñas llamó entonces la atención de su madre tirando de su manga y la susurró algo al oído

Después de escuchar a su hija, la madre se dirigió a Maverick afablemente - Parece que nos ha ayudado más de lo que creíamos. Martha dice que casi muere por intentar salvarlas; nunca podremos devolverle el favor lo suficiente. - la niña se adelantó y puso en las manos de Maverick algo diminuto, un basto anillo hecho de alambre con la forma muy lograda de un caballo..

Antes de que os dieseis cuenta, Adler Leitner se había levantado por fin, e indicó con brevedad que él tampoco se quedaría. En pocos minutos, aunque os pareció mucho más tiempo, la familia y Adler Leitner emprendían el trayecto de vuelta hacia St. Elmo, dejándoos con vuestras propias tribulaciones. - ¡Vayan con dios! - fue lo último que escuchásteis en la distancia.

A pesar de que vuestros caballos habían quedado al otro lado de la montaña, no tardásteis demasiado en encontrar el camino que habíais seguido la primera vez hacia "Le Parisienne". Además, una columna de humo que parecía indicar una lumbre os ayudó a no perder el rumbo.

No sabíais que esperar cuando llegarais a la finca, pero desde luego no estabais preparados para lo que os encontrásteis. Los guardias ya no patrullaban los terrenos de "Le Parisienne". Ahora los cerca de 30 pistoleros se hallaban atados a un enorme tronco que habían levantado en mitad del terreno, cerca de donde casi el doble de jinetes indios habían encendido una hoguera y bailaban a su alrededor medio enloquecidos, lanzando gritos que no entendíais.

- ¡Wanikly Qochata! - os sorprendió el grito de una voz conocida, y entonces os encontrásteis a la vivaracha Keezheekoni, corriendo como una cervatilla hasta alcanzaros, estaba embriagada de alegría.

- ¡Wanikly Qochata! - repitió - Hemos venido a ayudar. Mi pueblo al fin decidir responder a llamado de los espíritus. -

James sonrió con satisfacción al ver el agradecimiento de la gente del pueblo.

-Lo cierto es que te has portado ahí dentro, chico-Dijo James dándole una palmada en el hombro a Maverick-Reconozco que cuando te marchaste de la iglesia, te juzgué mal. Me alegro de haberme equivocado.

Luego emprendieron camino hacia la hacienda del falso Grimaud sin saber qué se iban a encontrar, así que iba preparado para cualquier situación que se pudiese producir. Su sorpresa fue mayúscula al descubrirlo. Se acercó en silencio hasta una posición elevada desde donde, sin ser visto, pudo ver a sus secuaces atados y al grupo de indios bailando entorno al fuego, festejando su victoria. Hizo un gesto a sus compañeros diciéndole que podrían bajar, sin problemas. Y él mismo bajó.

-Hola Keezheekoni, ya veo que no habéis perdido el tiempo. Parece ser que tenías razón cuando dijiste que Yietso probablemente se habría apoderado de Grimaud. No pensaba en algo tan...literal, porque eso fue exactamente lo que vimos. Entonces,...¿ya está?¿Se ha hecho lo que debía hacerse?

Michael se despidió de la familia con un saludo con el sombrero e hizo lo mismo con cada una de las niñas con un fuerte abrazo. Agotado, herido y arrastrando los pies caminó, apoyándose en James gran parte del camino hasta la hacienda del francés.

Apretaba en su mano el anillo de las niñas, sin duda una baratija, pero con un alto valor sentimental. Michael se aferró a éste como si fuera su único nexo de unión con su vida anterior. Lo único que le permitía seguir siendo el afable jugador de cartas, vividor, optimista y afortunado a raudales; lo único que le impedía convertirse en el vengativo asesino que había matado a un hombre a bocajarro y se había bañado literalmente con su sangre y su odio. Lo único que impedía que Michael se convirtiera para siempre en uno más de aquellos hombres y mujeres consumidos por un negro pasado que conformaban la banda de Lonegan.

Cuando llegaron a la granja, Michael apenas reaccionó ante la presencia de un ejército de pieles rojas. Como si aquello fuera tan irreal como el demonio que había creido ver en la profundidad de la montaña, se dirigió la bomba de agua más cercana y bebió hasta hartarse, para luego meter la cabeza bajo el chorro de agua y más tarde la chaqueta, dejando un rastro de sangre que se extendía poco a poco alrededor de la fuente.

Al final todos los supervivientes que escaparon de la mina acabaron haciendo lo que Lonegan había esperado tras dar su charla. Los integrantes de la banda le acompañaron mientras que el resto intentaron buscar el camino hacia su casa o algún nuevo destino lejos de St. Elmo. Lonegan pensaba que al llegar a la hacienda de Beaumont encontrarían la oposición de parte de sus hombres y habría que intercambiar unos cuantos tiros para hacerse con la situación, pero la situación que encontraron le sorprendió gratamente.
Mejor que se hayan encargado ellos, así nos ahorramos las balas y quien sabe si perder a alguien más.

-Gracias, Keezheekoni.-Dijo tras reconocer a la india que les había hablado de demonios y otras tradiciones indias y acercarse a ella para hablar.-Por ayudarnos en nuestra lucha contra el francés, o tal vez habría que decir contra Yietso poseyendo el cuerpo del que en vida fue conocido como Pierre Beaumont. ¿Era esta la situación de la que pretendías advertirnos, verdad?-El forajido paró unos segundos, observando la situación a su alrededor antes de continuar.-¿Habéis identificado dónde puede haber un lugar que tengan como despacho? Algún lugar donde el francés pudiera llevar las cuentas de sus negocios, probablemente guarde el dinero allí en alguna caja fuerte o algo por el estilo.

Ya que los indios se habían preocupado de hacer el trabajo sucio, no quería entretenerse mucho más en recuperar su dinero, más la bonificación por las molestias causadas a lo largo del encargo.

Los del pueblo se van por su lado y nosotros hacia la finca del Francés. Mi humor no mejora por el camino, no me apetece ir andando pero no tenemos muchas opciones, los caballos se quedaron al otro lado de esta montaña.
Avanzo en silencio, casi arrastrando los pies, detrás de los chicos.

Cuando nos acercamos, James se adelanta y luego nos avisa para que nos aproximemos. No parece que haya peligro y eso me extraña. Pero luego veo a qué se refiere. Todo está lleno de indios que no sé de donde han salido y allí, como si fuera la jefa de todo, la Kiziko esa o como se llame, que seguro que ha venido para decirle a Jack, una vez más, que es poco menos que un dios. ¡Ja! Yo ya me sé lo que busca esta en realidad. "Pues muy bien, por mí que hagan lo que les dé la gana. Yo sólo quiero mi plata e irme a algún lado donde la gente me trate como una reina y no tener que volver a oler a polvora en la vida"

Aprieto los puños mientras escucho a Jack darle a la india las gracias por ayudar contra Beaumont "Yo no la vi en la mina mientras el demonio ese intentaba matarnos a todos" pienso enfadada mientras echo a andar hacia la casa, sin escuchar nada más de lo que ellos hablen. Tampoco me molesto en decir nada. Jack que se quede ocupado con sus faldas, yo voy a por lo que importa "Y si James y Michael quieren venir, bien. Y si quieren buscarse sus propias indias, también bien."

Keezheekoni continuó mirándoos sonriente, aunque ante las preguntas de McReady y Lonegan inclinó un poco la cabeza sin darse cuenta, como si no entendiera por completo lo que le decíais, tras un instante hubo un brillo de comprensión en sus ojos. Su voz a continuación no fue exáctamente alegre, sino más como un suspiro de tranquilidad, como si se hubiera liberado de una pesada carga. - Entonces ser cierto. Estar hecho. Yiesto no despertará, al menos no hoy. -

Os costó unos momentos más conseguir la colaboración de Keezheekoni al preguntarle sobre la plata o las dependencias de Grimauld. Para ella lo esencial había sido detener al malvado espíritu, y no daba mucha importancia a lo demás. - Guerreros no explorar la casa. Hombres malvados todos capturados o huidos, varios salir de allí. - dijo al fin señalando la casa grande. Pero antes de que tuvieseis oportunidad de decir nada más continuó - Has cumplido la misión de los espíritus, Wanikly Qochata, tú y los tuyos halléis prosperidad allí donde vayais; siempre tendrás un lugar entre los hopis, si lo deseas. -

Ni Keezheekoni ni los indios os impidieron ir hasta la casa, la mayoría actuaba como si no fuera raro que un puñado de hombres blancos vagabundeara alrededor de donde habían capturado a los guardas de "Le Parisienne", aunque unos pocos os lanzaban miradas curiosas cuando creían que no les mirabais. La primera en llegar a la mansión fue Juanita con unos andares apresurados y ansiosos, seguida rápidamente por los demás. Al mismo tiempo, los indios terminaron su ceremonia y montaron en sus caballos, dispuestos a abandonar el lugar, acompañados por casi medio centenar de prisioneros.

Aunque Keezheekoni había dicho que los indios no habían explorado la casa, resultaba evidente que sí habían combatido en el interior. Las habitaciones más cercanas a las entradas y las ventanas mostraban signos evidentes de lucha, huellas cascos de caballos hundidas en el suelo astillado, varios muebles de maderas nobles volcados y destrozados, y varias manchas de sangre por doquier, aunque por lo que habíais visto en el exterior, los pistoleros habían sido capturados sin apenas víctimas fatales.

No os costó mucho tiempo encontrar el despacho de Grimauld en el segundo piso. Tenía un toque increiblemente narcisista con un retrato al oleo de tamaño natural, y los únicos muebles eran un escritorio a rebosar de papeles, libros y una montaña de periódicos recientes en la pared opuesta y de espaldas a una gran ventana, y varias hileras de jarrones repletas de aquellas plantas autóctonas que parecían pequeños cactus floridos y sin espinas.

Por último, junto al escritorio, había una enorme caja fuerte de color verde. Sin duda, la caja fuerte que buscabais.