Partida Rol por web

-...

La secretaria mira a Zero con mala cara durante un momento y luego marca el teléfono interno deliberadamente despacio. Lleva el típico pinganillo.

-Señor Sadik, aquí hay un muchacho que se presenta como Richard Worthington VII, desea verle. ¿Puede atenderlo? -Escucha la respuesta por el auricular que lleva en una de las orejas. Zero no puede oírla, pero la secretaria parece sorprendida por lo que oye. -Ah. Sí, claro. Por supuesto. -Una vez cuelga se vuelve hacia Zero de nuevo. Parece algo contrariada.

-El señor Sadik le está esperando. Última planta, el despacho del fondo a la derecha, junto a la Sala de Juntas. Ejem, disculpe las molestias, señor Worthington. -Esto lo dice con un ligerísimo, casi imperceptible, retintín. -Que tenga un buen día.

-No se preocupe, entiendo que solo hacía su trabajo.- Le digo más relajado quitándole importancia, la chica no tenía culpa de que yo estuviera en una organización super secreta.

Acto seguido subo al ascensor para dirigirme al despacho del señor Sadik.

Zero sale del ascensor a un último piso amplio y bien iluminado. Hay un ventanal que da a una bonita vista de la ciudad, una puerta doble grande, que debe de ser la Sala de Juntas y otras puertas más pequeñas, que deben de ser despachos. Efectivamente, en la puerta de la derecha, que parece de madera maciza, muy elegante, hay una placa que reza:

Aslan Sadik

Presidente

Evren Sadik

Directora Ejecutiva

Cuando Zero llega delante de la puerta, antes de que tenga tiempo de llamar o decir palabra, una voz de hombre, grave y clara, se oye desde el otro lado:

-Adelante.

Finalmente había llegado, una de las pocas pistas que me podían conducir a Celebi se encontraba en aquel lugar, y rezaba por que fuera de utilidad. Era mi mejor pista y si Sadik no me daba nada útil mi misión se pondría muy pero que muy difícil.

Cuando la voz me invitó a entrar lo hice sin dudar un segundo, allí observé la habitación y dejé caer mi primera pregunta para asegurarme de que había dado con quien debía.

-¿Es usted el señor Aslan Sadik?

La habitación es grande y luminosa, con otro ventanal. Hay dos escritorios muy señoriales y, en un rincón, una mesa baja con pequeños y modernos sofás de aspecto cómodo alrededor, como preparados para el caso de que los dos ocupantes del despacho tengan que reunirse con otras dos o tres personas.

Enfrente de Zero, de pie para recibirlo, hay un hombre y una mujer vestidos como corresponde a los dirigentes de una gran empresa. Sin embargo, pese a que su atuendo se ajusta a lo esperado, su aspecto enseguida llama la atención de Zero. Ambos tienen la piel oscura, de un moreno muy intenso que muy rara vez se ve en Johto, claramente natural, no provocado por el sol. El hombre, además, tiene el pelo de un color rojo intenso, mientras que el de la mujer es castaño claro cobrizo. También comparten algunos otros rasgos, aunque claramente no son familia. El hombre es grande y robusto, con barba y cabello abundante, cejas pobladas y mirada firme y penetrante. A Zero le recuerda vagamente a un arcanine. La mujer es alta, con facciones rectas y marcadas y expresión seria aunque reflexiva.

El hombre asiente.

-Efectivamente, y ella es mi mujer, Evren. -Le dirige una mirada de arriba abajo. -Dada la gravedad de la situación, esperaba que tu Orden no tardara en enviar a alguien, aunque... Espero que estén volcando todos sus esfuerzos en este asunto, al fin y al cabo, fueron ellos los que iniciaron todo esto.

-Aslan... -dice Evren con tono de reproche, entrecerrando ligeramente sus ojos oscuros.

-Ya, ya. -Suspira ligeramente. -En fin. Dime, muchacho... ¿cómo debo llamarte? ...porque tienes un nombre, ¿no? ¿Habéis encontrado ya al bicho?

Tenían un aspecto peculiar cuanto menos, y me quedé semi hipnotizado por la cara del hombre que solo me hacía pensar en arcanines, pero en cuanto abrió la boca me despertó de mi embrujo. A primera vista parecía un hombre con carácter y quizás con un problema para evitar abrir la boca cuando no debía, la mujer parecía más sosegada. Me pregunté de donde serían, pero la pregunta no parecía pertinente.

-Podéis llamarme Zero...- Dije haciendo una breve pausa mientras estudiaba el rostro del hombre.- Me han encargado la tarea de encontrar al pokémon, pero no se por donde empezar, ni si quiera tengo una imagen para saber como es, es por esto que he venido aquí.

Me interesaba el motivo por el que culpaba a la orden, pero ya habría tiempo para eso, lo primero era lo primero, mi misión...

El hombre resopla al oír la respuesta de Zero.

-¿Te han enviado a ti solo? Qué bien, ya veo lo preocupados que están. ¿Y tu Orden ni siquiera ha guardado un dibujo del bicho? Claro, pedirle a los demás que hagan cosas es muy fácil, pero ocuparse uno mismo de sus propios problemas no lo es tanto, ¿no?

-Bueno, bueno -interviene Evren, apaciguadora. -Entiende que las fuentes que había hace unos siglos tampoco es que fueran demasiado fiables. Y su civilización, tan avanzados como se dicen, tiende a dejar morir el conocimiento, ya lo sabes. Pero para eso estamos nosotros, ¿no? -Saca una pokéball del bolsillo de su vestido... o al menos, a Zero se le asemeja a una pokéball. Quizá esté hecha con una bonguri, tiene algunas tallas extrañas y el mecanismo es algo diferente. En cualquier caso, parece un objeto artesanal y quizá de gran valor, no por los materiales sino por el trabajo de su manufactura.

Al verlo, su marido pone cara de no estar en absoluto de acuerdo con lo que está haciendo, así que esta vez le toca a él decir su nombre con tono de advertencia:

-Evren...

-"Evren", ¿qué? Estamos en confianza -dice ella, con calma, mientras libera al pokémon que hay dentro. -Habrá que darle al muchacho algo por donde empezar. 

Zero no ha visto en su vida el pokémon que acaba de aparecer, aunque le suena que había unos dibujos similares en las paredes de las Ruinas Alfa.

-Zero: la Orden de Lugia tomó la decisión correcta. Disculpa a mi marido, a veces se le olvida que lo que estamos haciendo es proteger el mundo. -Mientras tanto, va sacando más balls como las anteriores y liberando a más pokémon similares a los anteriores, aunque diferentes. -Te enseñaré tu objetivo. -Tras esto dice unas palabras en una lengua que Zero no conoce. Da la sensación de que estuviese hablando con los extraños pokémon que flotan en el aire, con el mismo tono tranquilo y la misma fluidez con que antes hablaba con Zero. Entre ellos, otro pokémon empieza a materializarse en la habitación.

Entendía perfectamente al hombre, aunque no fuera fan de su desconfianza. La orden no siempre era clara con sus intenciones, le gustaba guardar sus secretos y no todos estaban de acuerdo con sus métodos, pero siempre actuaba por el bien del mundo. Por ello no respondí cuando se puso en duda el interés de la orden en solucionar el problema por enviarme tan solo a mi, no tenía que demostrar nada a nadie.
Al menos la mujer parecía tener confianza en mí, sin ella esta conversación se podría haber demorado horas en las que intentaba ganarme la buena fe del hombre.

Cuando vi aquella extraña pokéball y a sus ocupantes quedé fascinado, no los había visto en mi vida, ¿como podía sorprenderme el mundo pokémon día sí y día también habiendo dedicado toda mi vida a ellos.
Pero entonces algo más increíble sucedió, vi al pokémon que me habían ordenado encontrar. Pero ¿era real? ¿estaba allí o solo era una visión?

-¿Está aquí?- Pregunté algo dudoso y claramente descolocado.

Evren se ríe. Es una risa amable y comedida.

-¡Jaja! No, claro que no. Si no, no tendrías que buscarlo. Esto es solo una ilusión.

Me sentí algo tonto por la pregunta, pero aquello me había cogido totalmente por sorpresa. Sonreí y me rasque la coronilla.

-No podía ser tan fácil... será de mucha ayuda, gracias. Bueno ¿y que más saben de él?, tienen alguna pista que me pueda ayudar a buscarlo, la verdad es que los datos que tengo son muy escasos...

-Eh, pues... -contesta Evren, pensativa.

Su marido suelta un bufido.

-¿Pero es que no te han contado nada sobre él? -Comenta, exasperado, y antes de que su mujer pueda volver a interrumpirlo, sigue hablando. -Es una planta con poderes psíquicos. Que vive el tiempo de forma no lineal. Y como planta con poderes psíquicos que es, le gusta plantar árboles. Lo cual, si tu economía depende de construir casas de madera y quemar leña, está muy bien, pero ¿a ti te parece que nuestra economía dependa de construir casas de madera y quemar leña, muchacho? El bicho ese no tiene en cuenta nada más que lo que a él le apetece o le llama la atención. Donde tú ves una vía de tren él ve un posible bosque. Y no entiende que el tren que ahora se encuentra a 90 km en 10 minutos estará aquí, y que va lleno de personas. Es errático, impredecible... Es como un niño pequeño con una caja de ceras que tuviera el poder de alterar el curso de la historia y la faz del planeta. Es un ser muy antiguo y poderoso, pero eso no evita que se comporte como un crío desquiciado. No te dejes engañar. Los niños pueden ser irracionales. Los niños pueden ser crueles. Los niños, cuando están solos y descontrolados, pueden llegar a ser peligrosos. Normalmente hay un padre que pueda hacer entrar en razón a un niño y portarse bien. Nosotros intentamos serlo, pero la única forma de controlarlo finalmente fue bloquear su entrada a nuestro mundo. ¿Entiendes? Dejarlo fuera. Aún podía campar libremente por el pasado, donde no podía destrozar nada. Pero ahora ha descubierto El Presente... -lo dice con tono grandilocuente y una pausa, para expresar lo que Celebi debe de sentir. -Donde veas cosas que no cuadran, donde veas árboles, plantas y flores como si los hubiera plantado un jardinero epiléptico colocado, verás su mano. Basta con que mires las noticias. O no, porque me estoy encargando de cerrarles el grifo a esos malditos periodistas, pero algo siempre se filtra y eso es bueno para ti. -Se encoge de hombros- Si te das prisa, quizá puedas evitar que el caos cunda del todo. Nosotros solo lo estamos tratando de ralentizarlo.

-Gracias por la información, sin duda será útil. Este es mi número por si se enterasen de algo nuevo.- Dije dándoles el número de mi pokégear.- Tenía una última pregunta, si no le molesta. ¿Qué problemas ha tenido con la orden?, parece bastante resentido...

Quizás no era asunto mío, es más, sin duda no era asunto mío, pero la curiosidad me podía, y no podía evitar preguntarme porque aquel hombre parecía guardar tanto resentimiento.

Aslan suspira de nuevo, aunque suaviza un poco su expresión.

-Yo no estoy resentido. -Dice con tono resentido. -Cuando la Orden se puso en contacto con nuestro clan por primera vez hace varios siglos y nos expuso la situación, nuestros antepasados estuvieron de acuerdo en utilizar nuestro poder para sellar la entrada al mundo de esa criatura. Pensaron que era lo mejor. Y Evren y yo también lo pensamos. Pero tienes que entender que esto ha supuesto una importante tarea para nuestro clan. Todos los miembros de nuestra familia son conscientes de esa misión y de su importancia. Sin embargo, no veo que la Orden de Lugia esté haciendo nada. Ellos delegaron esta tarea en nosotros, confiando en nuestro poder, pero aparte de la idea, no han aportado nada más. 

Evren lo interrumpe.

-El dinero para fundar la corporación...

-El dinero para fundar la corporación está pagado con creces. Yo estoy hablando de otras cosas y lo sabes. El mundo se viene abajo y solo nos mandan a este muchacho. Nosotros no lo podemos todo. ¿Qué hay de Lugia, del que tanto hablan? Preferiría un ave legendaria que un muchacho, sin ánimo de ofender -añade mirándote, aunque sabes que le importa un pepino si te ofendes. -A no ser que tengas a Lugia en una pokéball en el bolsillo...

Entendía en parte al hombre, un gran peso había sido depositado sobre sus hombros, y sobre los de toda su familia, suponía que el imaginar a su familia cargando con ello era aun peor que la tarea en si, aunque fuese de por vida.

-Todos tenemos nuestra función en el mundo señor, la orden se encarga de muchos más aspectos que de este Celebi, cuida del mundo pokémon desde las sombras. Se que debe ser duro saber que su familia esta "obligada" a ejercer de guardianes por toda su vida... pero yo tampoco elegí esta vida, es solo lo que nos tocó, y tenemos el poder y la responsabilidad de afrontarlo.- Le dije sin cambiar el semblante, aunque en parte la idea de no tener vida propia me dolía.- Lugia aparecerá si lo necesitamos, pero mientras tanto es cosa nuestra. Yo lo encontraré, y ustedes lo volverán a encerrar. Y le aseguro de que si se da el caso de que sean necesarios, la Orden al completo acudirá en nuestra ayuda.
En fin, no les robo más tiempo, han sido de mucha ayuda. Cuando de con Celebi les llamaré para trazar el plan del "sellado". Ahora, si me disculpan.

Aslan asiente. Parece aceptar las palabras de Zero. O al menos, no le queda otra opción.

-Buena suerte, muchacho.

-Buena suerte, Zero. -Evren sonríe. -Si necesitas algo más, puedes llamarnos -te tiende una tarjeta- pero, por favor, sé discreto.

Sin más, Zero abandona el edificio. 

Había sacado una información bastante valiosa, por lo que estaba contento. Nada más salir del edificio empece a buscar un sitio para comer, como había prometido a Zorua antes, además un fiero rugido de mi estomago me informó de que yo también lo necesitaba, así que di una vuelta buscando algún lugar donde sirvieran comida para ambos. Una vez allí empezaría a investigar en mi pokégear sobre sucesos extraños, a poder ser cerca de ciudad Trigal.

Zero se dirige a un bar que no es excesivamente de mala muerte y pide comida para él y su pokémon.