Partida Rol por web

Te pones a jugar con el pokédex y empiezas a leer un poco de información sobre los pokémon que tienes en tu equipo.

Oshawott el pokémon nutria:
Lucha con la concha de su vientre, heredada de su madre, usándola para bloquear ataques y luego contraatacar.

Purrloin el pokémon malicioso:
Estos Pokémon suelen asustar a las personas que salen en las noches. Se decía que pertenecían a las brujas en los tiempos antiguos. Son muy populares como mascotas en la región Teselia. Se dice que cuando se les atraviesa a los entrenadores, algo muy curioso siempre pasa. Su cola tiene forma de hoz. Roba las pertenencias de la gente para divertirse. Incluso la gente a las que ha robado le perdonan rápidamente por sus travesuras adorables. Además, se dice que si te cruzas con uno tendrás mala suerte.

Una vez que terminas de hacer esto te das cuenta que el mismo si tiene un mapa con localizador, al prenderlo ves esta imagen:

Al ver el mapa y la flecha que estaba marcada supuse que esa era mi locación, busque el lugar donde me dijeron que había una manada de eevees y luego de eso también revisé el gimnasio.

Me pregunto si debería ser un entrenador como los demás o sencillamente dedicarme a cumplir el legado de mi padre?

Con esas dudas en la cabeza seguí revisando el pokédex en la espera de mi recuperación.

Buenos días. Dice Sauce un poco agobiado por la cantidad de gente que había allí. Venía a curar a mis pokémon. Acabo de salir del gimnasio y necesistaría que los echarais un vistazo. Temo que no se encuentre muy bien. Dice sacando sus pokebolas y dejándolas encima del mostrador. ¡Haga algo, por favor!

Mientras ves el pokedex te entretienes con los tamaños de los pokémon, si bien aún no tienes los datos de quien es quien te sorprendes de los tamaños tan variados que tienen, algunos pequeños como los tuyos, pero otros tan grandes como dragones y recuerdas historias de entrenadores que viajan montados en sus pokémon y vuelan como si fuesen una sola alma.

Es la voz de la enfermera la que te hace volver a la realidad.

Chico, tu el de pelo azul, tu pokémon ya están listos, así que ya no tienes que esperarlos pero si quieres quedarte un poco más el Centro es el hogar de todos los entrenadores.

Esto último suena medio raro, como si ella misma hubiera pensado que sonó feo y trató de arreglar su misma frase.

La enfermera agarra las pokébolas y las analiza en una maquina antes de llevarselos para atrás, una vez que hace esto te sonríe.

No te preocupes, es normal que un entrenador se sobrepreocupe sobre la salud de sus pokémon y eso es muy bueno, pero es muy difícil que en una pelea en un gimnasio tus pokémon resulten gravemente heridos, los líderes también son entrenadores y no creo que les haga gracia herir de gravedad a los pokémon de otro colega.

La enfermera te señala las tiendas de alrededor, entre las que también se encuentran pequeños restaurantes, televisiones, teléfonos públicos y gratuitos.

Tus pokémon estarán como nuevos en unos minutos, pero si quieres puedes disfrutar de las comodidades del centro para pasar el tiempo.

Me siento intrigado por esas palabras.

-El centro es el hogar de todo entrenador? Eso sonó raro...- dije levantándome- en fin sabe de algún acontecimiento extraño que haya pasado últimamente por este lugar?-

La enfermera se quedó sorprendida con esas palabras, pero enseguida se sobresaltó.

¿Algo extraño? Hace un par de días había un grupo de hombres, creo que se hacían llamar el Equipo Plasma, si bien no parecían peligrosos era rara su presencia en el pueblo, generalmente no hay visitas y un grupo así siempre sorprende 

Ok. Dijo levantando el pulgar a modo de asentimiento. Pues entonces me iré a esa cafetería de ahí a esperar. Dijo confiando en la enfermera y cruzando la calle para ir a una cafetería no muy lejana y pedirse un té sin teína y relajante.

Después se quedó mirando a su alrededor, quizá hubiera algo que le distrajera lo suficiente mientras esperaba. ¡Era una pena no haberse traído nada de lectura consigo!

-Bueno, el Purrloin de uno de ellos fue el que me lastimo las piernas, luego de eso los derrotamos con un compañero y salieron volando, aparentemente se estaban robando unos pokémons, así que se los podría considerar peligrosos-

Al sentarte a comer ves que un hombre se te acerca y te mira de punta a punta.

¿Te gustan los pokémon chico?

El hombre habla en voz baja y siempre mira para los costados.

¿Te gustaría verlo realmente felices? Chico.

La enfermera se suelta el pelo y lo mueve provocativamente al escuchar tu historia.

¿Así que tu te encargaste de esos...?

Es en ese momento que suena un pitido y la enfermera se pone toda colorada.

Parece que tus pokémon están listos.

Vuelve corriendo y trae rápidamente tus pokébolas.

Aquí están tus pokémon, espero que sigas teniendo un buen viaje y no te traigan más problema esos hombres.

Al ver la actitud de la enfermera me quedé mirándola unos segundos, más al notar como se sonrojaba.

Sonreí un poco y me acomodé el cabello.

-Seguramente seguiré mi viaje, pero quieres ir a tomar algo en cuanto termine tu turno?-

¡Claro que sí! Dijo el chico confiado. ¡Lo estoy deseando!

La enfermera sonrió al ver tu invitación.

Me gustaría, pero mi turno sigue hasta altas horas de la noche, por lo que no querría hacerte quedar tanto tiempo, lo que podríamos hacer es quedar cuando vuelvas a estar por el pueblo.

Al decir esto te dedica una guiñada pero rápidamente se ve triste.

Se que no es lo más alegre para decir pero el trabajo de enfermera pokémon es de 24/7, una no siempre tiene tiempo libre.

El hombre te agarra firmemente del brazo y te acerca a él como hablandote al odio.

¿Entonces porque los llevas en esos aparatos opresivos?.

Al decir esto señala las pokébolas que cuelgan de tu cinto.

Los pokémon no quieren estar con los humanos, no quieren ser tus amigos, solo quieren ser libres.

Cuando dice esto te das cuenta que él también tiene pokébolas en su cinto.

Por eso lo mejor sería que los liberes, o que me los entregues a mí, para que los libere, eso seguramente haría muy felices a tus pokémon.

-Si, me parece bien entonces y entiendo lo de tu trabajo, pero ustedes salvan vidas, vidas importantes de pokémons queridos para las personas, su trabajo es de los mejores del mundo. Muchas gracias- dije sonriendo para luego salir del hospital, a fin de ir hacía aquel lugar donde se suponía que había eevees, su increíble capacidad de adaptación era algo que me gustaría comprobar y estaba seguro de que tener un par en el equipo me vendría bien para las siguientes batallas.

¡Claro, claro! Dice largándose de allí lo más rápido que puede y buscando un nuevo sitio a donde dirigirse.

Sales del centro pokémon y te diriges a la ruta 20, la misma es una continuación del camino que tomaste para llegar al Rancho Ocre. Si bien tu plan era llegar a Ciudad Porcelana para capturar los Eevee habías visto que el mapa te ponía una un par de ciudades en el camino por lo que no ibas a llegar tan facilmente a la perla de Teselia.

Al llegar a esta ruta lo primero que te llama la atención es la capa de hojas que cubre todo el camino y sientes que te estan observando y no precisamente son pokémon.

Al cabo de caminar un tiempo te das cuenta de un chico que te mira con su Riolu listo para pelear.

Sales caminando del pueblo y recorres el mismo camino que te había llevado hacia las afueras del mismo hace un tiempo. Esta vez lo sigues hasta el final y terminas en otro camino que se divide en tres, a la derecha puedes ver un pueblo como tu ciudad natal, a la izquierda una zona de grandes praderas al parecer es una especie de rancho donde se crian pokémon, por último ves un camino lleno de hojas secas que se pierde en el horizonte.

Me quedo mirando al chico algo extrañado, sobretodo por las hojas que hay en el camino.

Procuro evitarlas yendo por el costado del mismo, ignorando al joven directamente.